domingo, 29 de diciembre de 2024

De la tragedia a la comedia - Reflexión sobre el día de los santos inocentes…

El 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, es una fecha cargada de contrastes. En el calendario cristiano, este día conmemora un episodio profundamente trágico: la matanza de niños menores de dos años en Belén, ordenada por el rey Herodes según el Evangelio de Mateo. Este acto, conocido como la matanza de los inocentes, es recordado como el sacrificio de vidas indefensas en un intento desesperado por eliminar al recién nacido Jesús, percibido como una amenaza al trono de Herodes. Sin embargo, con el paso de los siglos, esta fecha ha dejado de ser un día de solemne recordación para convertirse en una jornada marcada por bromas. ¿Cómo llegamos a este cambio tan radical?

La evolución de la memoria colectiva

En la antigüedad, las culturas han sabido transformar el peso de sus historias en algo más liviano y accesible. En este caso, la transición del luto a la risa en el día de los santos inocentes está influenciada por tradiciones que van más allá del cristianismo. Las ‘Saturnales’ romanas, celebradas en diciembre, eran festivales de inversión social y desenfreno donde los roles se intercambiaban y las bromas estaban permitidas. Estas festividades precristianas, caracterizadas por su espíritu lúdico, probablemente influyeron en cómo se vivió esta fecha en los primeros siglos.

Más adelante, durante la Edad Media, Europa fue testigo de celebraciones como la ‘Fiesta de los Locos’, en las que el orden social se suspendía momentáneamente, y las bromas y travesuras se convertían en la norma. Con el tiempo, estas tradiciones se mezclaron con el cristianismo, adaptándose al calendario litúrgico y transformando la manera en que se marcaban fechas solemnes como el 28 de diciembre.

De la solemnidad al juego

En los países de habla hispana, el Día de los Santos Inocentes se reinventó como un día de humor. La conmemoración de las vidas perdidas en un acto de crueldad fue desplazada por la costumbre de gastar ‘inocentadas’. Las bromas, disfrazadas de ingenio o simpleza, buscan sorprender a los desprevenidos, o ‘inocentes’, que caen en ellas. Si bien el significado original de la fecha no ha desaparecido por completo, su peso ha sido eclipsado por el deseo colectivo de encontrar un respiro en la rutina, un espacio para el humor en medio de las adversidades de la vida.

Un día para reflexionar

Esta evolución cultural nos invita a reflexionar sobre cómo reinterpretamos nuestra historia y tradiciones. ¿Qué nos dice sobre la humanidad esta transición de la tragedia al juego? Por un lado, podemos verlo como un intento colectivo de sobrellevar el dolor, un mecanismo para transformar el sufrimiento en algo más manejable. Por otro lado, podríamos cuestionarnos si este cambio no implica también una desconexión de la memoria y la seriedad que merece el pasado.

La risa, después de todo, no es incompatible con la reflexión. El día de los santos inocentes puede ser una oportunidad para mirar más allá de las bromas y recordar la esencia del día: un recordatorio de la vulnerabilidad de los inocentes y el abuso del poder. Mientras jugamos con la idea de la inocencia en nuestras bromas, quizás podríamos pensar también en cómo proteger y valorar la inocencia en un mundo que a menudo la pone en peligro.

Tragedia y comedia, dos caras de la vida

El día de los santos inocentes, tal como lo conocemos hoy, es un espejo de la complejidad de la experiencia humana. En él conviven el recuerdo de una tragedia con la necesidad de humor y alivio. Nos recuerda que, como sociedad, elegimos cómo honrar nuestro pasado y qué valores queremos transmitir en el presente. Al gastar bromas este 28 de diciembre, quizás podríamos detenernos un momento para reflexionar sobre los significados más profundos que se esconden tras las risas, y recordar que incluso en los actos más simples de juego hay espacio para la memoria y la compasión. Cn

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