El
consumo de frutas ha caído casi un 20% en los últimos 10 años. A pesar del
conocimiento general sobre los beneficios de este alimento, factor esencial en
la prevención de enfermedades como el cáncer, la cifra real de la población que
sigue una dieta variada y abundante en fruta preocupa a los expertos.
Neofobia
alimentaria. Puede sonar raro, pero no es otra cosa que el miedo a probar
comida nueva. Es una aversión natural y un reflejo involuntario. Algo así como
un mecanismo con el que el cuerpo se protege frente a alimentos que no conoce y
que, por tanto, no sabe qué efectos tendrá sobre él. Se puede decir que todos
nacemos con este rechazo, que mantenemos sobre todo entre los dos y los seis
años. Por eso, la educación para poder comer de todo es clave.
¿El
problema? Que menos de la mitad de los hogares españoles (en concreto, un
38,7%) con hijos de hasta 12 años da importancia a comer de manera equilibrada.
¿Y el problema del problema? Que solo un 32,9% lo cumple. Otra diferencia entre
la teoría y la práctica: la teoría es que un 87,6% de estas familias conoce la
recomendación de la OMS de comer un mínimo de cinco raciones de fruta y la
práctica es que un 52,8% la lleva a cabo.
Estos
son algunos datos de un estudio de tendencias de consumo realizado por la
empresa de análisis de mercado GfK en el marco del Programa Europeo de
Promoción del consumo de frutas y hortalizas frescas de la Unión Europea PROPER
DIET 2022-24. “Los niños en general no comen bien, salvo que se les eduque”, ha
afirmado Álvaro Fernández, divulgador de nutrición y salud, en la presentación
del informe, que se ha realizado en base a más de 2000 entrevistas a familias
españolas con hijos menores de 12 años.
De
acuerdo con el experto, los padres son conscientes de que hay que inculcar a
los más pequeños la necesidad de ingerir verduras, frutas y, en general, seguir
una dieta equilibrada. Sin embargo, “se cometen muchos errores”, lamenta. Uno
de ellos, continúa, es ofrecerles dulces en lugar de fruta. En este sentido,
hay que tener en cuenta que a los niños les gusta mucho lo dulce y la fruta lo
es, pero si se les ofrece caramelos en lugar de, por ejemplo, un plátano, este
no va a poder competir con la dulzura de aquellos.
Asimismo,
el divulgador resalta que no se debe distinguir entre alimentos buenos y
alimentos malos. “No se le puede prometer al niño que, si se porta bien, comerá
macarrones”, ejemplifica, y agrega: “El premio es el cuidado de la salud, no que
puedas comer lo que te gusta”.
El consumo de frutas cae casi
un 20% en la última década
El
consumo de frutas no ha dejado de caer desde 2014. Estos datos vuelven a
contrastar con el conocimiento general que se tiene sobre las frutas. En concreto,
la gente admite que las frutas y hortalizas frescas ayudan a llevar una dieta
equilibrada y variada. Saben que su ingesta aporta vitaminas y minerales,
contribuye al desarrollo y buen funcionamiento del sistema inmunitario,
previene enfermedades, es una buena fórmula para obtener energía y vitalidad y,
además, aporta fibra, lo que reduce la retención de líquidos y el
estreñimiento.
“Es
un reflejo clarísimo de nuestra sociedad y del grave problema de salud que se
presenta. Tenemos un reto y un largo camino por delante. Estos datos son muy
relevantes y nos dan una idea de hacia dónde tenemos que ir”, valora Emilia
Gómez, experta en nutrición y salud, quien declara que, en general, la
población no es consciente del impacto de sus acciones. “Los padres deben saber
que cada vez que uno de sus hijos no consume fruta, se le está negando la
oportunidad de darle al cuerpo lo que necesita y le está haciendo daño”,
detalla.
La
especialista recuerda que la evidencia científica ha demostrado que la
alimentación es fundamental para prevenir enfermedades no transmisibles como el
cáncer. Según Gómez, una de las razones por las que cada año la edad media de
sufrir esta patología se adelanta es debido a una mala alimentación entre los
más pequeños. “No comen bien ni ellos ni nosotros. No podemos pretender que los
niños hagan algo que los adultos no son capaces de hacer. Si los padres no
cambian, ellos tampoco”, insiste.
Acerca
de por qué la alimentación se puede vincular con el cáncer, la experta responde
que, para empezar, el consumo de frutas previene el sobrepeso, factor de riesgo
de esta afección. Por otra parte, “las frutas y las verduras aportan una serie
de compuestos que son absolutamente imprescindibles en procesos fisiológicos
relacionados con el cáncer. Por ejemplo, antiinflamatorios o inmunológicos”.
Además, añade que la salud de la microbiota, directamente proporcional al
consumo de frutas, también está vinculada con la prevención del cáncer.
Razones de la diferencia entre
conocimiento y hábito
La
conveniencia, principalmente marcada por la falta de tiempo, se mantiene como
el factor más estable que frena el consumo de frutas y hortalizas a largo
plazo. A pesar de que, en la actualidad, el 47,7% de los encuestados menciona
el precio como el principal motivo que condiciona su ingesta, lo cierto es que
los datos previos al contexto inflacionario revelan que, antes de la subida
generalizada del IPC, este elemento se situaba en el tercer puesto de los
factores que más frenaban el consumo, por detrás de la conveniencia e incluso
del gusto. Los lácteos se han convertido en el principal sustituto de las
frutas (para el 38,5% de los encuestados), seguidos de los snacks
(25,3%).
Los
expertos reunidos han coincidido en que son necesarias campañas de comunicación
y promoción de alimentos frescos saludables. El informe también concluye en que
se debe actuar especialmente entre los jóvenes, pues es el grupo que menos
relevancia le da a comer de manera equilibrada y variada.
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