La mejor manera de prepararse
para la Navidad es, por lo menos, tener bien claro que es lo que queremos
alcanzar en esta Navidad.
Por una parte será el
encontrarnos con todos nuestros familiares, con nuestros seres queridos, y eso
es ya muy bueno. Vivir la Navidad en un ambiente de paz, de amor, de
cordialidad... pero qué importante es que no perdamos el sentido propio de esta
Navidad.
Los Santos Padres nos hablan de
tres venidas de Cristo al mundo:
1. Cuando vino en la carne, hace más de dos mil años;
2. Cuando vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos;
3.
Pero hay una tercera venida de
Cristo al mundo que es la venida de él a tu corazón.
Ni de la primera ni de la última
tú no eres responsable. Cristo vino hace dos mil años y no se te pidió tu
opinión, vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos y tampoco depende de ti,
será un hecho.
En cambio, que Cristo venga a tu
corazón, que entre, que le abras la puerta, ahí si se te pide tu opinión, tu
voluntad, tu amor. Si tuviera que desearte algo, desearía para ti en esta
Navidad, que le abras la puerta de tu corazón a Cristo que la está tocando.
Cristo ya vino, ya vino para
millones de personas, ya está aquí con nosotros, lo tenemos todos los días en
la Eucaristía, en todas las iglesias, en la vida de los santos, en cada persona
que se identifica con él.
La pregunta es ¿Cristo ya está
también en tu corazón? Esto es lo único que realmente te debe preocupar en esta
Navidad: abrirle las puertas, de par en par, a Cristo para que venga él a tomar
posesión de tu vida, de tu alma, de tu corazón y así llevarte a tu auténtica
plenitud, que podamos decir como San Pablo “para mi vivir es Cristo”. AEdelosM
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