domingo, 23 de febrero de 2025

La Oración Dominical - 23 de Febrero…

Ofrecemos estos breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la misa del domingo 23 de febrero de 2025.
Se dividen en tres partes: lo que Dios nos dice (con un comentario que nos puede ayudar a comprender el Evangelio); lo que nosotros podemos decirle a Él como respuesta; y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que ayuden a muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro Señor.
Dios nos habla
                  “Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por lo que los difaman… Hagan por lo demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen?” (Lc 6,27ss).
                  “Saúl bajó al desierto de Zif con tres mil hombres, lo más selecto de Israel, para buscar a David en el desierto. David y Abisai llegaron de noche, mientras Saúl estaba acostado, durmiendo en el centro del campamento. Su lanza estaba clavada en tierra, a su cabecera, y Abner y la tropa estaban acostados alrededor de él. Abisai dijo a David: «Dios ha puesto a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con la lanza, de una sola vez; no tendré que repetir el golpe». Pero David replicó a Abisai: «¡No, no lo mates! ¿Quién podría atentar impunemente contra el ungido del Señor?». David tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie vio ni se dio cuenta de nada, ni se despertó nadie, porque estaban todos dormidos: un profundo sueño, enviado por el Señor, había caído sobre ellos. Luego David cruzó al otro lado y se puso en la cima del monte, a lo lejos, de manera que había un gran espacie entre ellos, y empezó a gritar a la tropa y al rey Saúl: «¡ Aquí está la lanza del rey! Que cruce uno de los muchachos y la recoja. El Señor le pagará a cada uno según su justicia y su lealtad. Porque hoy el Señor te entregó en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor”» (1 Sam 26, 2. 7-9. 12-14. 22-23).
                  “El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente»; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida… El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial” (1 Cor 15,45ss).
Reflexión
“Para suplicar a Dios sigue siendo eficacísima la petición avalada por obras de misericordia, porque quien no distrae su atención del pobre, inmediatamente se atrae la atención de Dios, como él mismo dice: Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo; perdonad y seréis perdonados. ¿Hay algo más benigno que esta justicia? ¿Qué más clemente que esta retribución, en la que la sentencia del juez se deja a la discreción del juzgado? Dad —dice— y se os dará. ¡Con qué rapidez es amputada la preocupada desconfianza y la morosa avaricia, de suerte que la humanidad pueda segura erogar lo que la verdad promete recompensar!” (San León Magno, Tratado 17).
Nosotros le hablamos
“Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre, bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.   Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura” (Salmo 102).
                  “Señor, yo confío en tu misericordia: que mi corazón se alegre porque me salvaste. Cantaré al Señor, porque me ha favorecido” (Salmo 12).
                  “Concédenos, Dios todopoderoso, que, meditando sin cesar las realidades espirituales, llevemos a la práctica en palabras y obras cuanto es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos” (Oración Colecta).
Nuestra vida cambia
                  ¿Creo y confío en el amor misericordioso de Dios que nunca se cansa de perdonarnos?
                  ¿Trato de perdonar a los demás como Dios me perdona a mí, al menos rezando por ellos?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario