domingo, 1 de diciembre de 2024

Día litúrgico: Lunes I (C) de Adviento

Texto del Evangelio (Mt 8,5-11): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos».
 
Comentario del Evangelio
 
Hoy un jefe del ejército de Roma nos da ejemplo de humildad y de fe. Aunque él era una persona importante, no se siente digno para que Jesús entre en su casa. Jesucristo es el mejor médico: ¡es Dios! Por esto el centurión añadió: «Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano». ¡Así fue!
—Navidad: Dios nace como un niño. Si yo soy ‘pequeño’ y le ruego confiadamente, Él me auxiliará. ¡Para eso vino a la Tierra!

El miedo a la Cruz…

Nuestro gran problema con respecto a las cruces es la entrega sin reservas. Creo que cada uno de nosotros tiene algo de lo que diría: ¡Virgen Santísima, te entrego todo, todo menos esto! Pensemos: ¿cuáles son las dificultades y penas que no queremos que Dios nos mande? Pueden ser por ejemplo: enfermedad de los hijos, deshonor, infelicidad conyugal, fracaso profesional, pérdida de un ser querido.

Es el miedo frente a estas cosas el que nos quita la libertad y la entrega, o por lo menos la hace vacilante. Tenemos que vencer ese miedo, porque es una fuerza que paraliza, que paraliza nuestra entrega de hijos, y como consecuencia de ello, nuestra creatividad de padres. El Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt, fue un hombre que no sólo fue capaz de decir sí, a pesar del miedo, sino que en él fue tan grande el cobijamiento en el corazón de Dios y de la Virgen, que perdió el miedo.

El Padre Kentenich recibió esta gracia. Y las gracias del Fundador son transmitidas a los hijos. Esta gracia de vencer el miedo se la transmitió de manera ejemplar por ejemplo a la Hermana María Emilie Engel. Ella no era una persona que tenía un miedo normal, sino que era una persona sicológicamente enferma de miedo, enferma de angustia desde niña. Y el Padre Kentenich la sanó, fue capaz de transmitirle su confianza filial. Él también puede ayudarnos a nosotros a vencer nuestro miedo y nuestros temores.

Una entrega sin miedo y sin reservas sería entonces, decirle a Dios: puedes hacer conmigo todo lo que quieras, pero especialmente esto o aquello ante lo cual mi naturaleza se estremece. Esto es amor a la cruz en el pleno sentido de la palabra.

Nuestra actitud filial

No seremos capaces de asumir y vivir este espíritu, si no estamos convencidos de que Dios es nuestro Padre, de que Él me ama con un amor eterno y que ha trazado mi plan de vida como un plan de amor.

En todo momento, también en las situaciones más difíciles y dolorosas, me siento como un hijo predilecto de Dios. Sin un amor filial profundo, sin una filialidad sencilla y confiada, es imposible vivir la entrega perfecta, sin miedo ni reservas. Porque sólo un hijo se sabe amado, seguro, cobijado. Se sabe inscripto en el corazón de Dios Padre. Para un hijo, sufrimiento y cruz se convierten así en sus mejores pañales, en la alegría y riqueza de su caminar hacia la casa del Padre.

¿Cuál debería ser el fruto supremo de nuestro esfuerzo por transformarnos en hombres nuevos, en hombres maduros e integrados? El gran fruto debería ser: crecer decisivamente en mi ser hijo, conquistar una filialidad heroica ante Dios Padre. Es una filialidad que me hace reconocer con humildad heroica mis miserias. Es una filialidad que con confianza heroica me lanza a los brazos amorosos del Padre. Y es una filialidad que con heroísmo lleva a entregarme al Dios de mi vida, al Padre de las misericordias, para siempre.

En la opinión del Padre Kentenich, la filialidad es el único camino que en medio del caos de nuestro tiempo, nos da una misteriosa lucidez y una seguridad instintiva. Es también el gran remedio que logra sanar la enfermedad del hombre de hoy: la nerviosidad con todas sus derivaciones. Porque nerviosidad es la pérdida del equilibrio del alma. El alma ha perdido su brújula, está a la deriva, no está orientada hacia Dios, ni cobijada en Él. Y la única solución para este hombre enfermo de hoy, es llevarlo de vuelta a Dios y arraigarlo en su corazón de Padre.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Me es fácil aceptar la voluntad del Padre Dios en las cruces y adversidades?

2. ¿Qué siento hoy ante la frase? : ¡Dios haz conmigo lo que quieras!

3. ¿Soy una persona nerviosa, que se angustia fácilmente? NS

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Mantente en forma y saludable: Consejos de Ejercicio para la Presión…

Está bien documentado que mantener la aptitud física es esencial para el funcionamiento adecuado de los órganos. Una dieta equilibrada combinada con ejercicio regular suele considerarse la principal defensa contra la hipertensión y el colesterol alto.
En un estudio reciente realizado por la Universidad de California, se descubrió que la actividad física regular es una forma eficaz de regular la presión arterial durante la mediana edad. Sin embargo, los factores sociales pueden hacer que esto sea más difícil para algunas personas que para otras, según el estudio, en el que participaron más de 5.000 personas en cuatro ciudades importantes de Estados Unidos.
“Los adolescentes y aquellos de veintitantos años pueden ser físicamente activos, pero estos patrones cambian con la edad”, afirmó Kirsten Bibbins-Domingo, autora del estudio y epidemióloga de la Universidad de California.
Estudios anteriores han demostrado una conexión entre la actividad física y una presión arterial más baja, pero esta última investigación sugiere que realizar ejercicio continuo durante la edad adulta joven, superando los niveles recomendados anteriormente, podría ser especialmente importante para evitar la presión arterial alta a medida que uno envejece.
La hipertensión, también conocida como presión arterial alta, es un problema de salud grave que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aumenta las posibilidades de sufrir un ataque cardíaco, un derrame cerebral y también aumenta el riesgo de desarrollar demencia a medida que uno envejece.
Los datos de la OMS muestran que la hipertensión afecta a una parte importante de la población mundial, y se estima que uno de cada cuatro hombres y aproximadamente una de cada cinco mujeres son diagnosticados con esta afección. Sin embargo, un aspecto alarmante de la presión arterial alta es su naturaleza asintomática, lo que a menudo lleva a que se la llame el ‘asesino silencioso’.
Este estudio investigó el impacto del ejercicio en el control de la hipertensión.
¿Cuánto ejercicio debes hacer para controlar tu presión arterial?
Los investigadores reclutaron aproximadamente 5.100 voluntarios adultos y siguieron su salud durante más de tres décadas. Este extenso estudio longitudinal incluyó exámenes físicos y cuestionarios para recopilar información sobre los hábitos de ejercicio, el tabaquismo y el consumo de alcohol de los individuos.
En cada control clínico se tomó la presión arterial tres veces, con un descanso de un minuto entre cada medición. Para el análisis de los datos, los participantes fueron divididos en cuatro grupos diferentes según su raza y género.
Los hallazgos mostraron un patrón alarmante: el nivel de actividad física entre hombres y mujeres disminuyó significativamente entre las edades de 18 a 40 años. Por otro lado, la incidencia de presión arterial alta aumentó constantemente a lo largo de los años.
A partir de estos hallazgos, los científicos dedujeron que el período de la edad adulta temprana es un momento crucial para la intervención. Proponen que lanzando programas de promoción de la salud destinados a motivar el ejercicio, es posible detener con éxito la aparición de hipertensión arterial en la mediana edad.
“Casi la mitad de nuestros participantes en la edad adulta tenían niveles subóptimos de actividad física, lo que se asoció significativamente con la aparición de hipertensión, lo que indica que necesitamos elevar el estándar mínimo de actividad física”, dijo Jason Nagata, autor principal del estudio y experto de UCSF en medicina para adultos jóvenes.
Cinco horas de ejercicio semanal son imprescindibles para controlar la presión arterial
Los investigadores observaron a aquellos que hacían ejercicio moderado durante cinco horas a la semana durante sus primeros años de edad adulta. Esta cantidad de actividad es el doble del nivel de ejercicio mínimo recomendado actualmente para adultos. Sus hallazgos indicaron que este nivel de actividad reducía considerablemente el riesgo de hipertensión, especialmente para aquellos que continuaron su rutina de ejercicio hasta los 60 años.
“Alcanzar al menos el doble de las actuales pautas mínimas (de actividad física) para adultos puede ser más beneficioso para la prevención de la hipertensión que simplemente cumplir las pautas mínimas", escribieron los investigadores.
Según las recomendaciones, un plan semanal que incluya ejercicios aeróbicos intensos y de intensidad moderada puede ayudar a reducir la presión arterial. Ejemplos de tales ejercicios incluyen:
·        Caminar
·        Correr
·        Practicar ciclismo
·        Nadar
·        Bailar
Entrenamiento en intervalos de alta intensidad, que alterna breves períodos de actividad extenuante con intervalos de esfuerzo más ligero. JQR

La Oración Dominical – 01 de Diciembre…

Ofrecemos estos breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la misa del domingo 1 de diciembre de 2024.
Se dividen en tres partes: lo que Dios nos dice (con un comentario que nos puede ayudar a comprender el Evangelio); lo que nosotros podemos decirle a Él como respuesta; y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que ayuden a muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro Señor.
Dios nos habla
                  “Llegarán los días -oráculo del Señor- en que Yo cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la casa de Israel y la casa de Judá: En aquellos días y en aquel tiempo, haré brotar para David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país. En aquellos días, estará a salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la llamarán así: «El Señor es nuestra justicia»” (Jer 33,14-16).
                  “Que el Señor… fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus santos” (1Tes 3,13).
                  “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante del Hijo del hombre” (Lc 21,34-36).
Reflexión
“Justo es, hermanos, que celebréis con toda devoción el Adviento del Señor, deleitados por tanta consolación, asombrados por tanta dignación, inflamados con tanta dilección. Pero no penséis únicamente en la primera venida, cuando el Señor viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido, sino también en la segunda, cuando volverá y nos llevará consigo. ¡Ojalá hagáis objeto de vuestras continuas meditaciones estas dos venidas, rumiando en vuestros corazones cuánto nos dio en la primera y cuánto nos ha prometido en la segunda!” (San Bernardo de Claraval, Sermón 4 en el Adviento del Señor).
Nosotros le hablamos
                  “A ti, Señor, elevo mi alma” (Antífona del salmo)
                  “¡Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación!” (Antífona del Aleluya).
                  “Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi salvador” (Salmo 24).
                  “A ti, Señor, elevo mi alma; Dios mío, yo pongo en ti mi confianza. Que no tenga que avergonzarme ni se rían de mí mis enemigos. Ninguno de los que esperan en ti tendrá que avergonzarse” (Antífona de entrada).
                  “Dios todopoderoso y eterno, te rogamos que la práctica de las buenas obras nos permita salir al encuentro de tu Hijo que viene hacia nosotros, para que merezcamos estar en el Reino de los cielos junto a Él. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos” (Oración Colecta).
Nuestra vida cambia
                  ¿Cómo vamos a prepararnos para celebrar la Navidad? ¿Para recibir una vez más al Niño Dios?

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