lunes, 31 de julio de 2017

En esta vida...


Cada persona es...


01 de Agosto - Pedro Fabro

Pedro Fabro, Santo
Primer Sacerdote Jesuita, 01 de Agosto

Martirologio Romano: En Roma, beato Pedro Fabro, presbítero. Fue el primero entre los miembros de la Compañía de Jesús que mantuvo duros trabajos en distintas regiones de Europa. Murió en la ciudad de Roma, mientras se dirigía al Concilio Ecuménico de Trento (1546).
De joven fue ovejero, aprovechando los domingos para impartir la catequesis a personas menores que él. Era muy estudioso, aprovechando el tiempo para leer. Su educación corrió a cargo de un sacerdote en Thones, y posteriormente estudió en un colegio vecino. 
Sin planes específicos para su futuro decidió ir a París, con el apoyo de sus padres. En 1525 Pedro llegó a París, la meca de los estudios de aquel entonces. Mientras realizaba su aprendizaje según el método parisino fue descubriendo su vocación. Al carecer de bienes tuvo que buscar en que Colegio ser admitido gratuitamente. La ocasión se le presentó cuando el de Santa Bárbara lo acogió, compartiendo el alojamiento de un joven de Navarra, quien luego sería San Francisco Javier. Ambos jóvenes se volvieron grandes amigos, incluso recibiendo el mismo día el grado de Maestro en Artes. 
En la Universidad conoció muy tempranamente a San Ignacio de Loyola y se convirtió en su más avanzado discípulo. Allí juntos constatan la influencia negativa de Lutero y de Farel. Fue ordenado sacerdote en 1534. Ello hizo posible que en agosto de ese mismo año le tocase al padre Pedro recibir los votos que Ignacio y sus cinco compañeros realizaron en Montmatre, dando origen al grupo del que más adelante nacería formalmente la Sociedad de Jesús. A estos seis primeros, tres más se sumarían luego. Ignacio los convocó a encontrarse todos en Venecia, en 1537. Tras algo más de 10 años, Pedro dejó París el 15 de noviembre de 1536. 
Después de Ignacio, a quienes todos veían como el líder, Pedro Fabro era considerado por los demás como el más eminente del grupo, como quien mejor había asimilado las ideas de San Ignacio. Se hacía estimar de tal manera por sus profundos conocimientos, su gentileza y por la influencia que ejercía sobre las almas. Mantendrá este lugar de aprecio general durante los años, al punto que en 1541 al elegir Superior de la naciente Compañía, San Francisco Javier y Simón Rodríguez, el fundador en Portugal, pusieron en su voto: “Ignacio, y si no se pudiese Pedro Fabro”. Del mismo parecer eran los demás, empezando por Diego Laínez, quienes consideraban a Fabro como el más maduro y aventajado discípulo de Ignacio y pensaban que cuando el momento llegase lo debería suceder como prepósito general de la naciente orden. 
Tras ver frustrado el viaje que deseaban realizar a Tierra Santa y radicarse en Roma, Fabro fue enviado a una Alemania dividida para participar en la Dieta de Worms, en 1540. De allí fue llamado a la Dieta de Ratisbona, en 1541. Fabro ha revelado en sus cartas su impresión negativa sobre las ruinas que el protestantismo había producido en Alemania, y por el estado de decadencia del catolicismo, particularmente en el clero. Llegó a la convicción que el remedio no estaba en discusiones, sino más bien en una reforma radical de los fieles, en especial el clero. Con gentileza y suceso trabajó arduamente en Ratisbona, Espira, Maguncia, e incluso Colonia. Polemizaba, predicaba los ejercicios espirituales y se acercaba a los príncipes, prelados y sacerdotes impresionando a todos por su optimismo ante las adversidades y por la eficacia del apostolado que realizaba incansablemente horrorizado ante la desolación religiosa que encontraba en tantos lugares. 
Fue llamado a España y Portugal por San Ignacio, y descubrió el notable contraste entre los pueblos en que trabajó inicialmente y los de la península ibérica, donde la reforma que vería su esplendor en Trento había empezado a echar anticipadamente sus raíces. Fabro, era un hombre de incansable actividad, por lo que se le considera testigo del lema que otro discípulo de Ignacio había acuñado: “contemplativo en la acción”. En España conoció a San Francisco de Borja, quien quedó sumamente impresionado por la personalidad del joven sacerdote. Muchos de los datos de la vida y espiritualidad contemplativa en la acción del Beato Fabro han sido extraídos de un diario de su vida íntima que empezó en Alemania con el título de “Memorial”. 
Volvería a Alemania unos meses después, donde conocería a un joven, Pedro Canisio, quien luego habría de ser un gran santo y apóstol del mundo germánico. Allí reanudó su trabajo espiritual y catequético, trabajando en especial con los jóvenes, buscando despertar las vocaciones que descubría. El Arzobispo de Colonia estaba ya atraído por el luteranismo, que más adelante abrazaría completamente. Fabro trabajó muy intensamente en Colonia, antes de marchar brevemente a Lovaina, en Bélgica, donde trabajando con la juventud también logró que se despertasen muchas vocaciones. Luego volvió a Colonia donde mantuvo una actitud muy enérgica contra los errores que amenazaban la fe y se multiplicó para procurar extirparlos. Algunos lo llaman el Apóstol de Colonia. 
Tras esas peripecias como defensor de la fe, retornó a la península ibérica, a Portugal, y luego de España, donde permaneció en las cortes de ambos países. En todos los lugares que visitaba procuraba predicar, dar catequesis, y despertar las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa que encontraba dormidas. 
Agotado físicamente por las polémicas contra los adversarios de la fe y por un apostolado tan intenso y en diversos países, con la invitación de ir al Concilio de Trento como delegado de la Sede Apostólica, a los 40 años llegó enfermo de unas fiebres a Roma, el 17 de julio de 1546, para morir cerca de San Ignacio. 
Muy pronto se empezó a hablar de él como un hombre de gran santidad, y en especial en Saboya, zona de su nacimiento, se desarrolló un culto que poco a poco se fue extendiendo. El Papa Pio IX decretó el 5 de setiembre de 1872 la confirmación de dicho culto como Beato. 
El 17 de diciembre de 2013 el Papa Francisco, con su autoridad de Pontífice, inscribió en el libro de los Santos al sacerdote jesuita Pedro Fabro.

En mi matrimonio no hay mucha esperanza


Experimentar la esperanza es una necesidad fundamental de todo ser humano. Tener esperanza, es tener una certeza de que algo bueno nos va venir en un momento de nuestra vida. Todo ser humano necesita tener la esperanza de algo mejor. Los niños desde pequeños necesitan experimentar la sensación de la esperanza, no importa cuál sea su condición en ese momento.
Si un niño no experimenta esta sensación en sus momentos difíciles puede provocarle una tristeza patológica que le puede lesionar seriamente su autoestima. Salmos 62:5  En Dios solamente reposa mi alma, porque de Él viene mi esperanza. Dios es la principal fuente de esperanza de los seres humanos. Confiar en las circunstancias de la vida, las riquezas, el poder o la fama es inútil, porque estas no son garantizadas. Pero nuestra esperanza en la palabra de quien nos diseñó y nos creó es una decisión sabia.
Ningún ser humano conoce el futuro, pero nuestro Padre Celestial si lo conoce. Él sabe que es lo mejor para nosotros y por eso nos da instrucciones para que tengamos esa esperanza real en nuestra vida, en nuestro matrimonio y familia. Romanos 15:13. Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.
La esperanza en las promesas bíblicas nos llena de gozo y paz en nuestra fe en el Señor y eso nos capacita para vivir llenos de esperanza y entusiasmo. En el matrimonio, los cónyuges deben afirmarse mutuamente, proveyéndose una motivación constante, especialmente cuando se enfrentan momentos difíciles en la vida.
Debemos afirmarnos mutuamente con fe y esperanza hacia un futuro mejor, no importa las circunstancias que estemos viviendo en la actualidad. Nunca aceptes la derrota en tu vida. Nunca te des por vencido. Los hijos de Dios conservamos la esperanza aun en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque ÉL es nuestra confianza.
No obstante para tener una esperanza sólida debemos procurar vivir los principios de vida que nos enseña la palabra de Dios. Es prácticamente imposible vivir con esperanza si somos desobedientes a la palabra de Dios. Pon en orden tu vida con el Señor y entonces podrás experimentar esa esperanza real en tu vida, en tu matrimonio, en tus hijos, en tus finanzas, etc. Si están pasando por circunstancias difíciles en el área financiera, emocional, o enfermedades, tomen la decisión de orar juntos dándole gracias a Dios y poniendo su esperanza en ÉL de que en algún momento las cosas cambiarán. Si su matrimonio está pasando por una etapa difícil, procuren primero honrar la palabra de Dios, luego declaren con confianza la restauración y fortalecimiento de su relación y luego tomen ACCIONES para procurar la restauración, como el perdón, la bondad y el buen trato mutuo.
La esperanza se fundamenta en la FE pero son estrictamente necesarias las acciones. Los esposos ministren seguridad y esperanza a sus esposas e hijos con sus palabras, con oración y con acciones correctas. Las esposas ministren a sus esposos e hijos igualmente con palabras de fe, oración y acciones que demuestren esa fe y esperanza. Si por lo menos alguno de los dos lo hace, habrá una esperanza real de que todo cambiará para bien de la familia. LyHF

Evangelio del Martes 01 de Agosto

Día Litúrgico: Martes XVII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 
»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

«Explícanos la parábola de la cizaña del campo»

Comentario: Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu (Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, mediante la parábola de la cizaña y el trigo, la Iglesia nos invita a meditar acerca de la convivencia del bien y del mal. El bien y el mal dentro de nuestro corazón; el bien y el mal que vemos en los otros, el que vemos que hay en el mundo.
«Explícanos la parábola» (Mt 13,36), le piden a Jesús sus discípulos. Y nosotros, hoy, podemos hacer el propósito de tener más cuidado de nuestra oración personal, nuestro trato cotidiano con Dios. —Señor, le podemos decir, explícame por qué no avanzo suficientemente en mi vida interior. Explícame cómo puedo serte más fiel, cómo puedo buscarte en mi trabajo, o a través de esta circunstancia que no entiendo, o no quiero. Cómo puedo ser un apóstol cualificado. La oración es esto, pedirle “explicaciones” a Dios. ¿Cómo es mi oración? ¿Es sincera?, ¿es constante?, ¿es confiada?
Jesucristo nos invita a tener los ojos fijos en el Cielo, nuestra casa para siempre. Frecuentemente vivimos enloquecidos por la prisa, y casi nunca nos detenemos a pensar que un día —lejano o no, no lo sabemos— deberemos dar cuenta a Dios de nuestra vida, de cómo hemos hecho fructificar las cualidades que nos ha dado. Y nos dice el Señor que al final de los tiempos habrá una tría. El Cielo nos lo hemos de ganar en la tierra, en el día a día, sin esperar situaciones que quizá nunca llegarán. Hemos de vivir heroicamente lo que es ordinario, lo que aparentemente no tiene ninguna trascendencia. ¡Vivir pensando en la eternidad y ayudar a los otros a pensar en ello!: paradójicamente, «se esfuerza para no morir el hombre que ha de morir; y no se esfuerza para no pecar el hombre que ha de vivir eternamente» (San Julián de Toledo).
Recogeremos lo que hayamos sembrado. Hay que luchar por dar hoy el 100%. Y que cuando Dios nos llame a su presencia le podamos presentar las manos llenas: de actos de fe, de esperanza, de amor. Que se concretan en cosas muy pequeñas y en pequeños vencimientos que, vividos diariamente, nos hacen más cristianos, más santos, más humanos.

domingo, 30 de julio de 2017

El lado negativo de nuestra mente...


Bienaventurado el que...


La decisión más importante


No era fácil creer a Jesús. Algunos se sentían atraídos por sus palabras. En otros, por el contrario, surgían no pocas dudas. ¿Era razonable seguir a Jesús o una locura? Hoy sucede lo mismo: ¿merece la pena comprometerse en su proyecto de humanizar la vida o es más práctico ocuparnos cada uno de nuestro propio bienestar? Mientras tanto, se nos puede pasar la vida sin tomar decisión alguna.
Jesús cuenta dos pequeñas parábolas para seducir el corazón de aquellos campesinos. Un pobre labrador está cavando en un terreno que no es suyo. De pronto encuentra un «tesoro escondido». No es difícil imaginar su sorpresa y alegría. No se lo piensa dos veces. «Lleno de alegría», vende todo lo que tiene y se hace con el tesoro.
Lo mismo le sucede a un rico «comerciante en perlas finas». De pronto se encuentra una perla de valor incalculable. Su olfato de experto no le engaña. Rápidamente toma una decisión. Vende todo lo que tiene y se hace con la perla.
El reino de Dios está «oculto». Muchos no han descubierto todavía el gran proyecto que tiene Dios de un mundo nuevo. Sin embargo, no es un misterio inaccesible. Está «oculto» en Jesús, en su vida y en su mensaje. Una comunidad cristiana que no ha descubierto el reino de Dios no sabe para qué ha nacido de Jesús.
El descubrimiento del reino de Dios altera la vida de quien lo descubre. Su «alegría» es inconfundible. Ha encontrado lo esencial de la vida, lo mejor de Jesús, el valor que puede cambiar su vida. Si los cristianos no descubrimos el proyecto de Jesús, en la Iglesia no habrá alegría.
Los dos protagonistas de las parábolas toman la misma decisión: «venden todo lo que tienen». Nada es más importante que «buscar el reino de Dios y su justicia». Todo lo demás viene después, es relativo y debe quedar subordinado al proyecto de Dios.
Esta es la decisión más importante que hemos de tomar en la Iglesia y en las comunidades cristianas: liberamos de tantas cosas accidentales para comprometernos en el reino de Dios. Despojarnos de lo superfluo. Olvidarnos de otros intereses. Saber «perder» para «ganar» en autenticidad. Si lo hacemos, estarnos colaborando en la conversión de la Iglesia. JAP

31 de Julio - Justino de Jacobis

Justino de Jacobis, Santo
Obispo y Confesor, 31 de Julio

Martirologio Romano: En el valle Alighede, en Etiopía, san Justino de Jacobis, obispo, de la Congregación de la Misión, manso y lleno de caridad, que se entregó al apostolado y a la formación del clero indígena, teniendo que sufrir pronto hambre, sed, tribulaciones y la cárcel (1860).

Justino Sebastián Pascual de Jacobis nació el 9 de octubre de 1800 en San Fele (Basilicata, actualmente provincia de Potenza, Italia). Era el séptimo de los 14 hijos de una familia enriquecida con nobles tradiciones y una vida profunda de fe religiosa. El 17 de octubre de 1818, ingresó en la Congregación de la Misión, en el noviciado de la provincia napolitana. El 18 de octubre de 1820 emitió los votos, y el 12 de junio de 1824 recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo de Bríndisi, Mons. Doménico María Tedeschi. 
Durante quince años ejerció con edificante piedad y prudente celo el ministerio sacerdotal en el sur de Italia, distinguiéndose sobre todo en la asistencia a los enfermos del cólera durante la epidemia de 1836. También dirige misiones al pobre pueblo, predica ejercicios espirituales y desarrolla otras actividades de caridad. Por un año ejerce el oficio de director del Seminario Interno, en Nápoles; luego es nombrado superior.
En 1838, tras muchas insistencias del cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, aceptó marchar a la misión de Abisinia (Etiopía), confiada a la Congregación de la Misión. Su intensa vida apostólica está salpicada de complejas dificultades, entre ellas las delicadas relaciones con las autoridades del lugar y la Iglesia copto-ortodoxa, que evidenciaron los talentos y la capacidad organizativa del misionero.
La prefectura de Abisinia fue elevada a la categoría de vicariato apostólico y el “Abuna Yacob Mariam”, como cariñosamente le llamaban los fieles, es nombrado obispo titular de Nilopoli y Vicario apostólico de Abisinia el 6 de junio de 1847. Es consagrado obispo en 1849 y durante veinte años desarrolla un intenso trabajo misionero y ecuménico. Estaba a la total disposición de las gentes que evangelizaba y supo hacerse todo a todos, como el mismo San Pablo. Les decía: “El Espíritu Santo ha puesto en mi corazón un gran amor por los cristianos etíopes... Si Dios me concede uno, dos o más días de vida, los emplearé en vuestro bien, pues para vosotros me los reserva Dios. Vosotros sois los dueños de mi vida, pues para vosotros me la ha dado Dios”.
En 1854, al negarse a abandonar Gondar y Abisinia, después de diversos acontecimientos fue encarcelado. Liberado y después expulsado de nuevo, evitó la captura refugiándose en las montañas de Semien. Otras pruebas morales y físicas templaron el espíritu de Justino de Jacobis; la fama de sus virtudes y su heroico apostolado echaban raíces fecundas de una evangelización de la que todavía hoy se manifiestan las huellas de las líneas trazadas por él. Murió en el Valle de Aligadé el 31 de julio de 1860. 
El 28 de julio de 1935 fue publicado el decreto sobre la heroicidad de sus virtudes, y el 25 de junio de 1939 Pío XII lo proclamó beato. El Papa Pablo VI lo canonizó el 26 de octubre de 1975.

Día mundial del cerebro - Qué es y cómo detectar un ACV


Los 22 de julio, en el mundo se celebra el Día del Cerebro con el que se busca concientizar sobre la importancia de su cuidado y salud. 
Este año, desde la Organización la Federación Mundial de Neurología (WFN) y la Organización Mundial contra el Accidente Cerebrovascular (WSO), escogieron como lema: “El Accidente Cerebrovascular es un ataque cerebral: debemos prevenirlo y tratarlo”. 
El llamado de alerta no es menor. En la actualidad, según las últimas cifras oficiales que datan del 2015, en la Argentina 15 personas por minuto sufren un ACV y, de ellas, 2 mueren a causa de esta patología. 
Entre los que sobreviven, se estima que un 90% de los casos lo hacen con algún tipo de discapacidad, mientras que un 50% requiere ayuda de otros para desempeñarse en sus actividades de la vida cotidiana. Es la principal causa de discapacidad en adultos y sólo uno de cada diez afectados se recuperará en un 100%. 

¿Qué es un ACV?
Se trata de una enfermedad que puede manifestarse de dos maneras: por la pérdida súbita del flujo sanguíneo cerebral o bien por el sangrado dentro de la cabeza. Ambas pueden producir debilidad o la muerte de las neuronas al dejarlas sin oxígeno. 
Según datos del estudio INTERSTROKE, difundidos por INECO, son 10 los factores de riesgo que provocan el 91% de todos los ACV en el mundo:
  • La hipertensión
  • La inactividad física
  • Una situación desfavorable de lípidos en la sangre
  • Una dieta pobre
  • El incremento de las medidas o de la proporción cintura-cadera
  • Factores psicosociales
  • Tabaquismo
  • Una alta ingesta de alcohol
  • Enfermedad cardíaca y diabetes
Una rápida reacción salva vidas
“Desde el momento en que se da el infarto, mueren casi 2 millones de neuronas por minuto. Es por esto que el tiempo es tan importante para mitigar sus consecuencias. Unos 15 minutos salvan mucho cerebro”, destacó el Dr. Gabriel Persi, médico neurólogo especializado en enfermedades cardiovasculares e integrante del equipo médico de INEBA.
“Ante la presencia de un ACV es importante actuar de manera rápida y decisiva, derivando al paciente a un centro preparado para tratar estos pacientes. Esto se debe a que existe un margen de 3 horas para instrumentar un tratamiento que cambie la sobrevida y evolución de estos pacientes”, agregó el Dr. Máximo Zimerman, jefe de la clínica de Accidente Cerebrovascular de INECO. 
¿Cuáles son los síntomas para saber si una persona sufre un ACV? Los signos a tener en cuenta son: trastorno en el habla, debilidad de comienzo súbito en el brazo (puede o no acompañarse con debilidad en pierna), asimetría facial, dolor de cabeza de gran intensidad, perdida de la visión de un ojo o visión borrosa. 

Nueve verdades sobre los ACV
  • El ACV se puede dar a cualquier edad, incluso antes del nacimiento. Sin embargo, el riesgo de sufrirlo se duplica cada década desde los 55 años.
  • Tener hipertensión cuadriplica el riesgo de sufrir un accidente de este tipo.
  • Fumar duplica y hasta triplica el riesgo de un ACV tanto para el fumador como para el fumador pasivo.
  • Consumir entre 3 y 5 porciones de frutas y/o verduras diarias reduce en un 11% el riesgo de tener un ACV, mientras que comer 5 porciones lo reduce en un 26%.
  • Hacer actividad física disminuye entre un 25 y un 30% el riesgo de ACV, ya sean 150 minutos por semana de actividad moderada o 75 minutos de ejercicio intenso.
  • Quienes tienen trastornos del sueño como apneas obstructivas severas o incluso ronquidos son más propensos a sufrir un ACV.
  • El stress y la depresión son factores de riesgo de gran importancia. En Argentina, el 50% de los pacientes padecen stress y un 20%, depresión.
  • Vacunarse contra la gripe reduce el riesgo de ACV.
  • El mal estado dental aumenta la posibilidad de tener un accidente cerebro-vascular.

Las apariencias engañan


En una prestigiosa universidad de Sudamérica, el primer día de clase, se encontraba en la biblioteca un hombre vestido de overol, de esos monos de trabajo que usan los empleados de las fábricas, y calzaba sandalias en un día muy frío. En sus manos llevaba varios libros.
- ¿Quién es ese hombre?, era la pregunta general.
- Es un profesor de Física, y viene de Norteamérica -fue la respuesta, con la siguiente historia:
Un día este hombre llegó hasta la facultad de Física vestido del modo tan particular en que le gustaba vestir. Pidió, en un español poco fluido, una entrevista con el decano. Le indicaron que estaba en una reunión con un grupo de docentes. El hombre insistió en verlo. La secretaria lo buscó, y al rato salió el decano a verlo. Luego de saludarlo, el hombre le dijo:
- Vengo a pedir trabajo como docente de Física.
El decano miró su apariencia de arriba abajo; su aspecto era la antítesis de un profesor universitario. De pronto, el decano dibujó una leve sonrisa en su rostro y lo invitó a que lo acompañara. Entraron en una sala donde había una media docena de docentes universitarios. El decano le dijo:
- Hace poco recibimos este libro como texto guía. Estamos aquí intentando solucionar unos problemas de Física. Si usted es capaz de resolverlos, lo contrato como docente.
El hombre tomó el texto, se dirigió a una pizarra y tranquilamente comenzó a resolver uno a uno los problemas que le habían indicado. Los docentes cambiaron poco a poco la sonrisa de burla que tenían en sus rostros por una cara de asombro. Cuando terminó, el decano, atónito, le dijo casi tartamudeando:
- ¿Cómo pudo hacerlo? ¡Hemos estado aquí varios días sin poder resolver estos teoremas!
El hombre, con sencillez, simplemente respondió:
- Yo soy el autor del libro.
La mejor forma de equivocarnos con las personas es juzgarlas por aspectos externos. Ninguna persona encaja fácilmente en los estereotipos que nos formulamos de ellas. Es por eso que las palabras de Dios tienen tanto valor: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Dios no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón”. Ora a Dios para que te dé la sabiduría de no juzgar a las personas por aspectos externos sino por los principios que tienen.
A continuación, podrás leer una serie de errores humanos reales que se cometieron por juzgar inadecuadamente a la gente:
- Ronald Reagan, el ex-presidente de los Estados Unidos y ex-actor de cine, fue rechazado para el papel principal en una película de 1964 llamada “The Best Man” porque “no tenía apariencia de presidente”.
- El ballet “La consagración de la primavera” de Igor Stravinski, que hoy es considerado una de las obras cumbres de la música contemporánea, fue estrenado en 1913 en el teatro de los Campos Elíseos de París y el público lo atacó a naranjazos en el medio del teatro. 
- Giuseppe Verdi (el de la Traviata, el de Va pensiero, el de la Donna è mobile) fue desaprobado en el examen de ingreso al conservatorio por tener una mala posición de manos al tocar el piano.
- Hablando de la Donna è mobile.... Verdi necesitaba un aria para terminar su opera Rigoletto, y la tarde anterior al estreno aun no la había compuesto de mal humor, compuso algo con una armonía bien básica, a las apuradas, que él mismo consideró bastante de cuarta. Esa aria de descarte es la Donna è mobile, una de las más populares de la música clásica italiana.
- A Johann S. Bach, los críticos de su época le aconsejaron que no intentara innovar en sus composiciones, porque para ese momento, musicalmente ya estaba todo inventado. Bach vivió entre 1685 y 1750 (antes que Mozart, Beethoven, Chopin, Tchaikovski, Ravel, Debussy, el jazz, el rock 'n' roll, el rap, el hip hop y la música contemporánea).

Evangelio del Lunes 31 de Julio

Día Litúrgico: Lunes XVII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,31-35): En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».
Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’.

«Nada les hablaba sin parábolas»

Comentario: Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca (Valldoreix, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús predicando a sus discípulos. Y lo hace, tal como en Él es habitual, en parábolas, es decir, empleando imágenes sencillas y corrientes para explicar los grandes misterios escondidos del Reino. Así podía entender todo el mundo, desde la gente más formada hasta la que tenía menos luces.
«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza...» (Mt 13,31). Los granitos de mostaza casi no se ven, son muy pequeños, pero si tenemos de ellos buen cuidado y se riegan... acaban formando un gran árbol. «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina...» (Mt 13,33). La levadura no se ve, pero si no estuviera ahí, la pasta no subiría. Así también es la vida cristiana, la vida de la gracia: no se ve exteriormente, no hace ruido, pero... si uno deja que se introduzca en su corazón, la gracia divina va haciendo fructificar la semilla y convierte a las personas de pecadoras en santas.
Esta gracia divina se nos da por la fe, por la oración, por los sacramentos, por la caridad. Pero esta vida de la gracia es sobre todo un don que hay que esperar y desear con humildad. Un don que los sabios y entendidos de este mundo no saben apreciar, pero que Dios Nuestro Señor quiere hacer llegar a los humildes y sencillos.
Ojalá que cuando nos busque a nosotros, nos encuentre no en el grupo de los orgullosos, sino en el de los humildes, que se reconocen débiles y pecadores, pero muy agradecidos y confiados en la bondad del Señor. Así, el grano de mostaza llegará a ser un árbol grande; así la levadura de la Palabra de Dios obrará en nosotros frutos de vida eterna. Porque, «cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección» (San Agustín).

sábado, 29 de julio de 2017

Gracias Dios 02


30 de Julio - Leopoldo de Castelnovo

Leopoldo de Castelnovo, Santo
Capuchino, Apóstol de la Confesión, 30 de Julio

Martirologio Romano: En Pavía, ciudad de Italia, san Leopoldo (Bogdan) de Castelnovo Mandic, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que ardió de celo por la unidad de los cristianos y gastó toda su vida trabajando para la reconciliación de los mismos († 1942).
Fecha de beatificación: 2 de mayo de 1976 por el Papa Pablo VI.
Fecha de canonización: 16 de octubre de 1983 por el Papa Juan Pablo II

El P. Leopoldo, llamado en el siglo Adeodato Mandic, nació en Castelnovo de Càttaro o Herceg-Novi (Croacia) el 12 de mayo de 1866, siendo el penúltimo de doce hijos. Todavía joven, se sintió llamado por Dios a trabajar por la unidad de los Ortodoxos a la Iglesia católica. Para ello, se trasladó a la región de Venecia y, a la edad de 16 años, ingresó en el noviciado capuchino de Udine (Italia), con la ilusión de ir más tarde a Oriente como misionero.
Ordenado de sacerdote en 1890, pidió a los superiores permiso para marchar a misiones, pero nunca se lo concedieron, entre otras razones, por su frágil constitución física y su delicado estado de salud, así como un pequeño defecto de pronunciación que le hacía penosa la predicación. No obstante, supo buscar la realización de su ideal allá donde le enviaba la obediencia. Se dedicó a las diversas tareas que le encomendaron los superiores, hasta centrarse en el ministerio de la confesión.
Durante cuarenta años, y hasta la víspera de su muerte, estuvo siempre dispuesto a acoger, escuchar, consolar y reconciliar a innumerables penitentes en una pequeña habitación aneja al convento de los Capuchinos en Padua. Murió, a la edad de 76 años, el 30 de julio de 1942: mientras se preparaba para celebrar la misa, le dio un ataque cerebral que le causó poco después la muerte, mientras sus hermanos cantaban la Salve a la Virgen.
Pablo VI lo beatificó el 2 de mayo de 1976, y Juan Pablo II lo canonizó el 16 de octubre de 1983, dentro del Año Santo de la Reconciliación y precisamente durante la VI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tenía como tema central «La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia».

Cristo, un camino exigente


Eran tres hermanos, buenos amigos de Cristo. Se llamaban Marta, María y Lázaro. En su casa de Betania hospedaban a Jesús siempre que iba o regresaba de Jerusalén y con su amable acogida no pocas veces hicieron olvidar, por un momento, la dureza de corazón de aquella ciudad.
Jesús les correspondió como siempre que encuentra tan buena recepción: desbordó sobre ellos toda su amistad, simpatía y buen humor. Eran, pues, cuatro buenos amigos. El Evangelio nos presenta unas páginas de la historia de esta amistad. Un poco desconcertante, quizá, para los que todavía no conocemos con profundidad a Cristo y su original amistad.
Sucede que se enferma Lázaro y sus hermanas mandan un mensajero a Jesús para avisarle. Aquí tenemos una primera prueba de la amistad de Cristo: ellas, que lo conocen tan bien, no dudan en hacerle partícipe de su dolor. Y lo hacen, además, con arte y delicadeza típicamente femeninas: “Señor, tu amigo está enfermo”. ¡Qué confianza en Cristo! Conociendo el peligro que correría Jesús si fuese a Betania -los sumos sacerdotes habían puesto precio a su cabeza- no le quieren obligar con una petición abierta. Sólo le manifiestan su necesidad y le reiteran su confianza. Haga lo que haga, saben que Él seguirá siendo su amigo.
Jesús despide al mensajero sin ningún recado y da largas al asunto. El evangelista Juan sale al paso de la duda del lector: “Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro”. Sí, pero... “se quedó allí otros dos días”. ¿Cómo? ¿Y eso es amistad? Jesús mismo es el que responde: “Lázaro, nuestro amigo, ha muerto”. ¡Nuestro amigo! ¡Ha muerto! Si fuera auténtico su amor por él, ¿no debería haber impedido que muriese?
Y se dirige a Betania. Una tras otra, las dos hermanas le dan noticia envuelta en el mismo reproche: “Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano”. También nosotros nos acercamos a Cristo muchas veces con nuestra lista de reclamaciones:
Señor, si Tú hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi padre tan cruelmente atormentado por ese cáncer.
Señor, si Tú no lo hubieses permitido, mi novio no me hubiera abandonado.
Señor, si Tú hubieras estado aquí, seguramente tendría más éxito en mi carrera, en mi familia, en mis negocios...
“Si hubieras estado aquí...” ¿Por qué permitiste ese suspenso -merecido o no-, esa humillación, esa enfermedad, ese egoísmo, esa debilidad, ese dolor? ¿Y por qué se clava en mi carne y me molesta tanto ese mandamiento tuyo? ¿No eres tú mi amigo? ¿Entonces?
Jesús no nos responde todavía. Viendo llorar a Marta y a María y a los judíos que estaban a su alrededor, Jesús sollozó y preguntó muy conmovido: ¿Dónde lo habéis puesto? Y volvió a llorar. Los judíos comentaban entre sí: ¡Cómo lo quería! Pero otros: ¿y por qué, entonces, no ha impedido que muera? El que tiene poder para devolver a un ciego la vista, ¿no hubiera sido capaz de impedir la muerte de su amigo?
¡Claro que sí! Si hubiese querido. Pero su amistad es un tanto especial. No obedece nuestra lógica. Como tampoco siguió nuestra lógica el amor de su Padre, que le fue guiando por caminos poco cómodos hasta la muerte nada honrosa de la cruz, a pesar de ser “su Hijo muy amado, en quien había puesto todas sus complacencias” (Mt 3, 17).
La amistad de Cristo aplica el mismo silogismo que su Padre: a mayor amor, mayor prueba, mayor dolor, mayor sufrimiento. Cuanto más cerca de sí tiene a un alma, le deja tomar, como prueba de amistad y de confianza, mayor parte del madero, la asocia más íntimamente a su obra redentora.
Jesús llora de nuevo ante el sepulcro de Lázaro. No sólo por su amigo, al que va a rescatar de la muerte de un momento a otro, sino también por nosotros. Por cuantos queremos seguirle, sí, pero por otros caminos. Por los que hollamos sus huellas en la arena, pero no entre las piedras y cantos de la vía dolorosa. Por los que convivimos muy contentos con El hasta la fracción del pan y escurrimos el bulto cuando vemos que se proyecta la sombra de la cruz.
Jesús llora. Quizás porque son pocos sus amigos de verdad. Porque quizás son pocos los que han muerto a su egoísmo para que El viva en sus corazones. Y Jesús sólo podrá resucitar a quien antes haya muerto.
“Lázaro, sal fuera”. Morir para vivir, perder la vida para recibirla de manos de Cristo. La eterna paradoja del Evangelio... y de la amistad de Cristo.
Y el camino para llenarse de Cristo no ha cambiado desde que Él apareció sobre la tierra: a Cristo se le sigue por la abnegación, a Cristo se va por la cruz. No tenemos que inventar cosas raras para llegar a Él. Cada uno lleva a su espalda un cúmulo de defectos que lo separan de su doctrina y, en ellos, en la cruz que nos impone el combatirlos, lo alcanzaremos. JLR

Evangelio del Domingo 30 de Julio

Día Litúrgico: Domingo XVII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,44-52): En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. 
»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. 
»También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 
»¿Habéis entendido todo esto?». Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo».

«Un tesoro escondido en un campo (...); un mercader que anda buscando perlas finas»

Comentario: Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio nos quiere ayudar a mirar hacia dentro, a encontrar algo escondido: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo» (Mt 13,44). Cuando hablamos de tesoro nos referimos a algo de valor excepcional, de la máxima apreciación, no a cosas o situaciones que, aunque amadas, no dejan de ser fugaces y chatarra barata, como son las satisfacciones y placeres temporales: aquello con lo que tanta gente se extenúa buscando en el exterior, y con lo que se desencanta una vez encontrado y experimentado.
El tesoro que propone Jesús está enterrado en lo más profundo de nuestra alma, en el núcleo mismo de nuestro ser. Es el Reino de Dios. Consiste en encontrarnos amorosamente, de manera misteriosa, con la Fuente de la vida, de la belleza, de la verdad y del bien, y en permanecer unidos a la misma Fuente hasta que, cumplido el tiempo de nuestra peregrinación, y libres de toda bisutería inútil, el Reino del cielo que hemos buscado en nuestro corazón y que hemos cultivado en la fe y en el amor, se abra como una flor y aparezca el brillo del tesoro escondido.
Algunos, como san Pablo o el mismo buen ladrón, se han topado súbitamente con el Reino de Dios o de manera impensada, porque los caminos del Señor son infinitos, pero normalmente, para llegar a descubrir el tesoro, hay que buscarlo intencionadamente: «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas» (Mt 13,45). Quizá este tesoro sólo es encontrado por aquellos que no se dan por satisfechos fácilmente, por los que no se contentan con poca cosa, por los idealistas, por los aventureros. 
En el orden temporal, de los inquietos e inconformistas decimos que son personas ambiciosas, y en el mundo del espíritu, son los santos. Ellos están dispuestos a venderlo todo con tal de comprar el campo, como lo dice san Juan de la Cruz: «Para llegar a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada».

viernes, 28 de julio de 2017

Quiérete...


No necesitas...


29 de Julio - Lucio Martínez Mancebo y 7 compañeros

Lucio Martínez Mancebo y 7 compañeros, Beatos
Mártires, 29 de Julio

Martirologio Romano: En Calanda, población cercana a Teruel, en España, beatos Lucio Martínez Mancebo, presbítero de la Orden de Predicadores, y compañeros, mártires, que, apoyándose en la fortaleza de Cristo, dieron su vida durante la misma persecución (1936).

Lucio Martínez Mancebo
Fraile sencillo pero de personalidad recia y temperamento vigoroso, que demostró al hacer frente a los estudios eclesiásticos, que le costaron mucho. Su tenacidad y espíritu religioso le permitieron alcanzar el grado de Lector. Ejerció como profesor, y en 1936 era Maestro de Novicios y Subprior en el Convento de Calanda (Teruel). Alejado el Convento de grandes ciudades, era peligroso en caso de conflicto. Al llegar la persecución, el P. Lucio se preocupó de que los jóvenes saliesen del Convento y buscasen acogida fuera de Calanda, mirando a Zaragoza. Al despedirlos con su bendición les aconsejó que de llegar el caso de dar la vida por la fe, lo asumiesen con valentía. Él con algunos religiosos quedaron en el Convento que al ser asaltado, tuvieron que refugiarse en casas particulares. Al amenazar de muerte a los que tenían frailes en la casa, salieron a la calle donde fueron apresados, y dos días después fusilados. Subidos al camión que los llevaba al lugar del martirio, inició con voz poderosa el rezo del Rosario hasta el lugar del suplicio, en el que manifestaron su perdón a todos, consumando el sacrificio de su vida al grito de ¡Viva Cristo Rey!

Antonio López Couceiro
Perseveró fiel en los caminos de justicia (Eco 9,11). Varón de hondo espíritu religioso y elevado sentido de austeridad, sus penitencias eran proverbiales y notorias, físicas y morales. De plena obediencia ejerció ministerios varios y diversos destinos. Carácter duro que compensaba y dominaba con seria humildad y reconocimiento de sus limitaciones. Alguien dijo de él que para la cima de la santidad sólo le faltaba el martirio. El Señor se lo concedió en julio de 1936, a sus 66 años de edad. Dispuesto y bien preparado para el martirio, sirvió de ejemplo y estímulo para los demás en las horas trágicas que precedieron al sacrificio de su vida. Les recordó la conveniencia de la confesión sacramental en aquellos momentos, y la absoluta necesidad de perdonar evangélicamente. Por querer ayudar al religioso mayor del grupo, que se desplazaba con dificultad, ambos fueron apresados y fusilados con todo el grupo de dominicos que había quedado en el pueblo.
Malherido, caído en tierra, juntó las manos, miró al Cielo, y le oyeron musitar: «¡Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen!». Fueron sus últimas palabras.

Tirso Manrique Melero
En todas sus empresas dio gracias a Dios (Eco 47,9). Humanamente se le podía considerar buen pedagogo, pastoralmente fue un predicador apóstol de la doctrina social de la Iglesia. Excelente compañero en la vida comunitaria, dotado de gracia especial para la convivencia. Espiritualmente era de profunda piedad y vigoroso sentido ascético.
Se le veía a veces un tanto abatido ante el futuro que intuía conflictivo. Era un fondo de humildad y conciencia de pequeñez que le hacía sentirse poca cosa en momentos difíciles. No le importaba morir, pero le preocupaba el no estar a la altura de las circunstancias.
Sin embargo hizo frente a momentos duros. Fue rechazado en varias casas, ya que la presencia de un fraile resultaba peligrosa. Saboreó la amargura de quienes se lo habían ofrecido todo y a la hora de la verdad, se lo negaron todo. No le quedó más refugio que sentarse en un banco de la plaza de Calanda y esperar. Poco después era apresado y conducido donde estaban los demás. Aquella misma noche fueron fusilados.

Felicísimo Díez González
De bendita memoria (Eco 45,1). Estaba en sus primeros años de vida sacerdotal, que ejercía como profesor de los aspirantes al hábito en la Orden. Formaba parte de la Comunidad de Calanda. De carácter severo, lo era con todos pero más consigo mismo. Aunque resultase un tanto duro, supo moldearlo hasta el punto de forjar un comportamiento jovial y muy agradable. Parece ser que era de los que veían con mayor claridad la conflictiva situación social. Entre bromas y veras se despedía a veces aludiendo a la eternidad.
Al llegar la persecución fue de los primeros en ser detenido, junto con otros dos miembros de la Comunidad. Fueron llevados a Alcañiz donde los milicianos quisieron matarles ya. De momento los liberó la energía del comandante militar que exigió fuesen devueltos y juzgados en Calanda, de donde procedían. Fueron los tres primeros frailes que entraron en la cárcel. Después les fueron agregados los demás, a medida que los apresaban, hasta completar el número de siete dominicos que habían quedado en el pueblo. Recibieron la palma del martirio comunitariamente, como habían vivido durante años. Era el 29 de julio y tenía 29 años.

Gumersindo Soto Barrios
Con todo su corazón amó a su Hacedor (Eco 47,10). Piadoso Hermano de Obediencia, ejemplo de religiosidad sencilla y profunda. Gran trabajador, con dotes de organizador y muy dado a las Matemáticas, lo que le valió el haber sido profesor de los aspirantes al ingreso en la Orden. Hizo honor a su nombre, no sólo siendo obediente hasta la muerte, sino obedeciendo lo mejor que podía. Al llegar la persecución contaba 67 años de edad y 37 de vida religiosa, pero por sus achaques no estaba en condiciones de largas caminatas. Al ver que su presencia en casas particulares comprometía y él no podían andar, optó por dejarse en manos de la Providencia y quedó sentado en un banco de la plaza del pueblo. Apresado fue conducido a Alcañiz, pero devuelto a Calanda para ser juzgado. En la cárcel encontró los otros miembros de la Comunidad y todos se prepararon para la hora final. Juntos recibieron la palma del martirio el 29 de julio del mismo 1936.

Saturio Rey Robles
Por gracia de Dios soy lo que soy (2 Co 15,10). Amigo inseparable del P. Felicísimo, y de su misma edad, lo fueron hasta el martirio. Temperamento nervioso tuvo que hacer grandes esfuerzos para aclimatarse a la vida religiosa. Con todo, dio muestras de sólida vocación religiosa, en especial en la caridad para con enfermos.
La noche en que se consumó el sacrificio, los nervios le motivaron una crisis, que unas palabras del P. Antonio L. Couceiro calmaron inmediatamente. Así continuó a la altura de los demás. El ejemplo, fortaleza y oportunas palabras del P. Antonio fueron el aliento definitivo que nece­sitaba el P. Saturio. En cambio, el P. Couceiro, traspasado de Cristo, pudo decir: «Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha compartiendo con ellos el mismo ánimo que recibimos de Dios» (2 Co 1,4). El P. Saturio fue el gran beneficiario en este caso.

Lamberto de Nasvascués y de Juan
Donde hay humildad, allí hay sabiduría (Prov. 11 ,2). De familia noble, educación exquisita, formación humana completa y gran poder de captación. A punto de terminar la carrera de Derecho, renunció a todo y solicitó ser religioso en calidad Hermano Cooperador. Tuvo que lu­char mucho pues la mayoría consideraron un desacierto su decisión. Veían en él un prometedor candidato para el sacerdocio. Pero Lamberto se mantuvo fiel a su carisma personal.
A mediados del 1936 era novicio-cooperador en el Convento dominicano de Calanda (Teruel). Al llegar la persecución la Comunidad tuvo que desperdigarse, pero fray Lamberto quiso quedarse con los religiosos mayores en el Convento y sufrir la suerte de los mayores. Con ellos fue detenido el 28 de julio y conducido a la cárcel.
Sometido con los demás a un simulacro de juicio, se les decretó condena de muerte. Después de muchos malos tratos de palabra y de obra, fueron cargados en un camión y conducidos al lugar del martirio. Rezando el Rosario en voz alta y perdonando de corazón a sus verdugos, fueron fusilados a unos seis kilómetros del pueblo, mientras ellos proclamaban «¡Viva Cristo Rey!». Era media noche del 29 de julio. Fray Lamberto tenía 25 años de edad y llevaba dos meses y algunas semanas de novicio en la Orden.

Manuel Albert Ginés
Al que me sirva, mi Padre le honrará (Jn 12,26). Iba a cumplir 70 años y llevaba 45 de plena dedicación sacerdotal en Calanda, primero como capellán del santuario local del Pilar y después también como coadjutor de aquella Parroquia. Era tenido en gran consideración y estima por su ejemplaridad y obras de caridad con atención a los enfermos. Al llegar la persecución, se mantuvo sereno en su casa, que fue la primera que asaltaron los revolucionarios, por lo que mostró un gran contento dando gracias a Dios por haberle permitido participar de sus persecuciones. Detenido hicieron un simulacro de juicio y fue condenado por ser sacerdote. Pidió le uniesen al grupo de dominicos encarcelados y se lo concedieron. Dos días estuvieron en la cárcel. Juntos se prepararon para el martirio que veían seguro. Se reconciliaron mutuamente, rezaron el Rosario con frecuencia y se animaban unos a otros, distinguiéndose Mosén Albert y el P. Couceiro insistiendo en la necesidad de perdonar. La noche del 29 de julio entre insultos, burlas y blasfemias los subieron a un camión que los llevaría al suplicio. Con palabras de perdón y vivas a Cristo Rey, rá­fagas de ametralladora segaron sus vidas.

Hoy… Él restaurará mi alma


“El Señor confortará mi alma” Salmo 23:3
Con el alma despedazada por la soledad, el vacío y la pérdida de esperanza caminaba esa noche por la calle oscura. No veía ningún rayo de luz en los pasillos internos de mi alma. Solo sombras se arremolinaban alrededor de mí rugiendo sin misericordia.
Llegó el día cuando alguien me habló del gran restaurador. Me acerque tímidamente a Dios sin saber lo que me esperaba. Me esperaba la gran restauración de mi alma.
El Salmo 23 declara que Él restaura mi alma;
Restaura: La Palabra hebrea Shumb significa: Traer de Regreso. Retornar al original, Revive, Revitaliza mi alma.
Alma: Viene de la palabra hebrea Nephes: lo cual quiere decir Ser, Ego, Mente, emociones, Vida, Cuerpo, aliento.

RESTAURACIÓN es una palabra clave en el proceso divino de nuestra vida. Cuando el hombre dice, ya no tienes remedio… Dios dice, comencemos de nuevo.

Un Padre genuino siempre intentará restaurar a sus hijos. Dios ama la restauración porque Él es el Gran restaurador.
Esa restauración aún se lleva a cabo en el silencio de la noche mientras duermo y en los brillantes amaneceres de mi alma. Dios no pierde un solo minuto en su obra maestra y cada pincelazo le agrega a mi vida un nuevo color en el pálido lienzo de mis emociones y pensamientos. El Señor se ha empeñado en restaurarme con su amor y divina gracia. Cada día es una nueva página que el Restaurador escribe y cada año un nuevo capítulo que se abre como tentadora lectura.
Señor: Gracias por ser mi Pastor hoy y por lo tanto ser mi restaurador. No importa cuán vencida y resquebrajada esté mi alma. Tú la restauras con el poder de tu Espíritu. Hoy, llego ante ti con la fe en ti mi genuino restaurador. Amén. SCG

Evangelio del Sábado 29 de Julio

Día Litúrgico: Sábado XVI (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

«Te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola»

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.
Porque “ocupados” lo estaremos si obedecemos a la indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!, ¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es “altar” para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a los otros.
Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de san Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes” de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.
He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.
Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del “hacer por hacer”. Tenemos que resistir a esta tentación, buscando “ser” antes que “hacer”. Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: ‘Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)» (San Juan Pablo II). 
No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).

jueves, 27 de julio de 2017

Invierte...


28 de Julio - Jaime Hilario Barbal Cosán

Jaime Hilario Barbal Cosán, Santo
Mártir Lasallista, 28 de Julio

Martirologio Romano: En Tarragona, España, beato Jaime Hilario (Manuel) Barbal Cosán, religioso de los Hermanos de la Escuelas Cristianas, mártir, condenado a la pena capital por odio a la Iglesia en la mencionada persecución (1936).

Manuel Barbal Cosán nace el 2 de enero de 1898 en Enviny, pequeña ciudad al pie de los Pirineos al Norte de España. Conocido por su carácter serio, no tiene más que 12 años cuando, con la bendición de sus padres, trabajadores valientes y piadosos, entra en el seminario de la diócesis de Urgel. Pero al poco tiempo tiene problemas auditivos y le aconsejan volver con su familia. Convencido de que Dios le llama, siente una gran alegría cuando, en 1917, se entera de que el Instituto de los Hermanos le acepta en el Noviciado de Irún, cerca de la frontera francesa. Después de dieciséis años en diferentes comunidades, sus problemas auditivos aumentan y le obligan a abandonar la escuela para trabajar en la huerta de la casa de formación de San José en Cambrils, Tarragona.
En julio de 1936, dirigiéndose a su casa familiar en Enviny, se encuentra en Mollerusa cuando la guerra civil estalla. Identificado como Hermano, es arrestado y encarcelado. En diciembre se le traslada a Tarragona y se le envía a un barco-prisión junto con otros Hermanos. El 15 de enero de 1937, se le hace un juicio sumario. A pesar de que puede lograr su libertad declarando que no es más que hortelano, insiste sobre su condición de religioso y de este modo sella su destino. El 18 de enero, es conducido al cementerio en la cuesta llamada Monte de la Oliva para ser ejecutado. Sus últimas palabras a sus asesinos son: “Muchachos, morir por Cristo es vivir”. Cuando dos descargas de fusil fallan su diana, los soldados abandonan sus fusiles y huyen. Su jefe, vociferando insultos groseros, dispara cinco pistoletazos a quemarropa y la víctima cae a sus pies.

Nacido el 2 de enero de 1898
Entrado en el Noviciado el 24 de febrero de 1917
Martirizado el 18 de enero de 1937
Beatificado el 29 de abril de 1990
Canonizado el 21 de noviembre de 1999

Automedicación, el riesgo de que la patología sea otra y el cuadro se agrave


El principal riesgo de la automedicación es que la persona que incurre en ese recurso no tiene los conocimientos adecuados como para determinar qué le pasa, y eso implica un mayor riesgo de equivocar el diagnóstico. En medicina, la prevención y la velocidad para evaluar un cuadro son fundamentales, y entonces si se asume -y se medica- una patología determinada, existe el riesgo de que la patología sea otra, y que ese cuadro siga aumentando y el paciente esté perdiendo días para tratarse adecuadamente. 
Al riesgo de no medicarse por lo que efectivamente corresponde se suma otro, que es que la medicación ingerida resulte tóxica o que genere efectos dañinos, que en general se concentran en problemas gástricos, sanguíneos o renales. El exceso de uso de analgésicos o de los anti-inflamatorios no esteroides puede lesionar el sistema gástrico o el renal, mientras que, por ejemplo, un consumo no indicado de aspirinas puede redundar en que no haya una coagulación adecuada si se produce un traumatismo. 
Cuando la automedicación es de antibióticos se suma otro peligro, y es que la bacteria que está en el organismo desarrolle una resistencia a esa medicación. Si uno tiene una bacteria y se automedica, tiene que acertar el medicamento que concretamente atacará a esa bacteria, y a la vez, si esa persona lleva a cabo un tratamiento de dosis incompleta, crece el riesgo de que la bacteria se vuelva resistente al antibiótico. Existe una creencia generalizada de que si alguien tiene fiebre, tos y mucosidad verdosa, debe tomar un antibiótico, y a esta altura del año, muchas de las afecciones son virales y no se solucionan con un antibiótico. 
En los psicofármacos también hay riesgos específicos. En caso de depresiones hay quienes toman un hipnótico para contrarrestar el insomnio que les produce su cuadro, y está demostrado que esa medicación puede incluso profundizar el cuadro depresivo. 
Para que alguien se automedique se dan múltiples factores. Por un lado, esa persona piensa en el tiempo que le llevaría pasar por una guardia médica, y hay incluso quienes tienen un acceso mucho menor a un profesional. A eso hay que sumarle que los turnos en el sistema de salud actual pueden no ser tan rápidos, y por último, hay gente que simplemente considera que está haciendo lo correcto cuando se automedica. 
La solución es que la regulación de la venta de medicamentos sea bien estricta, y que no se pueda acceder fácilmente a las drogas que puedan implicar estos riesgos. Para eso, los profesionales de la salud deben educar a los pacientes, y también debe haber campañas de concientización a nivel macro. Dr. Francisco Appiani

Señor, gracias por estar a nuestro lado


No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque el Señor será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso. Proverbios 3:25-26.
Cuando Dios juzga, no quiere que su pueblo se atemorice. Dios no viene para perjudicar, sino para defender a los justos. El Señor quiere que te muestres valiente. Los que gozamos de la presencia de Dios, deberíamos demostrar una gran fortaleza. El Señor puede venir de repente, por eso no deberíamos ser sorprendidos por ninguna cosa repentina.
La serenidad en el peligro y en medio de las calamidades es un don precioso del amor divino. El Señor quiere que sus escogidos tengan discernimiento para comprender que la ruina de los impíos no es una calamidad para el mundo. La única calamidad es el pecado, el castigo que le sigue es como la sal que impide la corrupción de la sociedad. 
Deberíamos indignarnos mucho más contra el pecado que nos merece el infierno, que no contra el mismo infierno, que es consecuencia fatal del pecado. Asimismo, el pueblo de Dios debe manifestar la quietud de su espíritu. El diablo y su simiente están llenos de engaño; mas los que están con Dios jamás caerán en sus lazos seductores.
Sigue adelante, tú qué crees en Jesús, y deposita en el Señor toda tu confianza. Hoy por eso es que viviré libre de todo temor para moverme en el propósito eterno.
Señor, Gracias por estar a nuestro lado. Gracias por librarme de todo pavor y todo temor. Gracias por darme de tu fuerza y aliento. Amén. ChS