domingo, 30 de noviembre de 2014

Números 28

Capítulo 28: Números 28

Los sacrificios cotidianos
28 1 El Señor dijo a Moisés:
2 Transmite esta orden a los israelitas: Pongan cuidado de presentarme a su debido tiempo la ofrenda de alimentos que me pertenece, los sacrificios que se queman con aroma agradable a mí.
3 Diles también: Cada día ofrecerán dos corderos de un año y sin defecto, como holocausto perpetuo.
4 Los ofrecerán uno por la mañana y el otro a la hora del crepúsculo,
5 con una oblación consistente en la décima parte de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con un litro y medio de aceite puro de oliva.
6 Este es el holocausto perpetuo que fue ofrecido en la montaña del Sinaí, como ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor.
7 La libación correspondiente será un litro y medio de bebida fuerte por cada cordero, y se ofrecerá al Señor en el Santuario.
8 A la hora del crepúsculo ofrecerás el segundo cordero, con la misma oblación y la misma libación de la mañana: es una ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor.

El sacrificio sabático
9 El día sábado ofrecerán dos corderos de un año y sin defecto, con una oblación consistente en dos décimas partes de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite, y su correspondiente libación.
10 Es el holocausto sabático, que se añadirá cada sábado al holocausto perpetuo y a su libación.

El sacrificio mensual
11 El primer día de cada mes ofrecerán al Señor, como holocausto, dos novillos, un carnero y siete corderos de un año y sin defecto.
12 También ofrecerán tres décimas partes de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite, como oblación por cada novillo; dos décimas partes de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite, como oblación por el carnero;
13 y la décima parte de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite, como oblación por cada cordero. Así el holocausto será una ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor.
14 Las libaciones correspondientes serán de tres litros de vino por el novillo, de dos litros por el carnero y de un litro y medio por el cordero. Este será el holocausto mensual, para todos los meses del año.
15 Además del holocausto perpetuo, se ofrecerá al Señor un chivo, como sacrificio por el pecado, con la libación correspondiente.

Los sacrificios para la Fiesta de los Ácimos
16 El día catorce del primer mes será la Pascua del Señor,
17 y el quince de ese mismo mes será un día de fiesta. Durante siete días comerán panes ácimos.
18 El primer día habrá una asamblea litúrgica y no harán trabajos de ninguna clase.
19 Además presentarán, como ofrenda que se quema en holocausto al Señor, dos novillos, un carnero y siete corderos de un año y sin defecto.
20 Con ellos presentarán, como oblación por el novillo, tres décimas partes de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite; dos décimas partes por el carnero,
21 y una décima parte por cada uno de los siete corderos.
22 También se ofrecerá un chivo como sacrificio por el pecado, a fin de realizar el rito de expiación en favor de ustedes.
23 Harán todo esto, además del holocausto matutino, que se ofrece como holocausto perpetuo.
24 Así lo harán cada uno de esos siete días. Es una ofrenda de alimentos, que se quema con aroma agradable al Señor, y se añade al holocausto perpetuo y a su oblación.
25 El séptimo día habrá otra asamblea litúrgica, y no harán trabajos de ninguna clase.

Los sacrificios para la Fiesta de las Semanas
26 El día de las primicias –cuando ofrezcan al Señor, en la fiesta de las Semanas, una oblación de frutos recién madurados– tendrán una asamblea litúrgica y no harán trabajos de ninguna clase.
27 También ofrecerán como holocausto de aroma agradable al Señor, dos novillos, un carnero y siete corderos de un año.
28 Con ellos, presentarán, como oblación por cada novillo, tres décimas partes de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite; dos décimas partes por cada carnero,
29 y una décima parte por cada uno de los siete corderos.
30 También se ofrecerá un chivo como sacrificio por el pecado, a fin de realizar el rito de expiación en favor de ustedes.
31 Harán todo esto con sus correspondientes libaciones, además del holocausto perpetuo y su oblación.

Palabras mágicas

Palabras mágicas (01-12-14)

Por querer encontrar la explicación de lo que vemos o padecemos muchas veces recurrimos a palabras mágicas, a ideas conocidas.
Después de un día de calor asfixiante, alguno exclama: ¡es culpa de la contaminación! Cuando un niño empieza a sentir dolor de la garganta, la mamá cree que se trata del inicio de una gripe. Si se produce un terremoto cerca de mi casa, tal vez alguno diga que es culpa del agujero del ozono. Y si una empresa se declara en bancarrota, no pocos pensarán que la culpa de este fracaso está en la globalización.
Los hombres somos así: queremos encontrar la explicación de lo que vemos o padecemos, y muchas veces recurrimos a tópicos o causas simples, sencillas, de uso común: a palabras mágicas, a ideas conocidas. Pero también, en otras ocasiones, nos damos cuenta de que las cosas no son tan sencillas, y de que la “palabra mágica” no da con la verdadera causa de un problema.
El calor puede ser debido, simplemente, a un cambio de vientos, repetido cientos de veces a lo largo de los últimos siglos sin que nadie nos haya dicho que esto puede volver a ocurrir de nuevo. El niño con dolor de garganta quizá tiene un problema incipiente de alergia, y estamos empezando la primavera... Sobre el temblor de la tierra, lo más probable es que se deba a los movimientos normales de las placas de nuestro planeta, o quizá sea un preaviso del nacimiento de un nuevo volcán: el agujero de ozono no es el responsable de todos nuestros males y desgracias... Y quizá el fracaso de la empresa que conocemos sea el resultado de una mala gestión económica y de la acción de algún usurero que puso la cuerda al cuello a un propietario ingenuo...
Conviene no olvidar dos hechos muy humanos. El primero: aunque muy pocos llegan a conocer, a fondo, el porqué profundo de todo lo que pasa a nuestro alrededor, muchos se atreven a hablar sin conocimiento de causa para ofrecer explicaciones que parecen verdaderas y que satisfacen ese deseo que todos tenemos de dar nuestra opinión sobre los temas más variados.
Lo más normal en esos casos es recurrir a los tópicos, a lo que aparentemente podría ser explicación, sin que, en realidad, lleguemos a saber el fondo del problema. Pero actuar así implica faltar a la prudencia.
Sería bueno aprender de algunos especialistas, como los médicos, que reconocen el carácter probable, incierto, aproximativo, de sus análisis y diagnósticos. Si un especialista declara que se puede equivocar, es mucho más frecuente el error en quienes juzgan (juzgamos) con muy pocos datos en la mano. La prudencia a la hora de hablar vale, por lo tanto, para todos.
El segundo hecho es que, incluso si llegásemos a tener el tiempo suficiente para investigar a fondo y con los instrumentos adecuados lo que está pasando, nos sentiríamos abrumados por una infinidad de datos y detalles, por lo que, casi instintivamente, daríamos más importancia a unos y dejaríamos de lado otros, para quedar con algo más o menos claro en nuestra cabeza y en los informes que preparemos para los demás. Somos simplificadores por naturaleza... o por pereza.
Si un joven se suicida, es más fácil acusar a sus padres que analizar paso a paso las últimas decisiones del pobre fracasado. Si un banco quiebra, resulta más cómodo hablar de la macroeconomía que revisar las cuentas e inversiones de ese banco en los últimos meses. Si la sopa me sale mal, más de uno dirá que es culpa de la suegra, que lo distrajo con sus problemillas precisamente en el momento más importante de la cocción...
Para no incurrir en estos errores, vale la pena reconocer que no comprendemos ni la mitad de cosas que ocurren a nuestro lado. Si una esposa abandona a su marido y a los hijos, no basta con pensar que todo se debe a la televisión (quizá ni siquiera había televisión en esa casa). Si un manifestante rompe un cristal de McDonald’s tal vez sea porque tiene una fuerte tendencia agresiva, y no porque la globalización puede ser un proceso injusto de unificación gastronómica...
Un poco de humildad nos evitará no pocos errores de juicio, errores más graves cuando se trata de hablar sobre la fama de hombres y mujeres que viven a nuestro lado.
El silencio puede ser señal de timidez, pero a veces es el resultado de un corazón profundo y atento, que no quiere decir más de lo que se sabe. Y es que, de verdad, sabemos muy poco de lo que pasa, de lo que somos, del mundo en el que vivimos y del pasado que nos condiciona de mil modos. Ojalá, al menos, sepamos que hay muchas cosas que no sabemos, y callemos cuando hay que callar. Guardar silencio, aunque pueda parecer propio de ignorantes, muchas veces es señal de sabiduría y sensatez... FP

Evangelio del Lunes 01 de Diciembre

Día Litúrgico: Lunes I de Adviento

Texto del Evangelio (Mt 8,5-11): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos».

Comentario: Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande»

Hoy, Cafarnaúm es nuestra ciudad y nuestro pueblo, donde hay personas enfermas, conocidas unas, anónimas otras, frecuentemente olvidadas a causa del ritmo frenético que caracteriza a la vida actual: cargados de trabajo, vamos corriendo sin parar y sin pensar en aquellos que, por razón de su enfermedad o de otra circunstancia, quedan al margen y no pueden seguir este ritmo. Sin embargo, Jesús nos dirá un día: «Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). El gran pensador Blaise Pascal recoge esta idea cuando afirma que «Jesucristo, en sus fieles, se encuentra en la agonía de Getsemaní hasta el final de los tiempos».
El centurión de Cafarnaúm no se olvida de su criado postrado en el lecho, porque lo ama. A pesar de ser más poderoso y de tener más autoridad que su siervo, el centurión agradece todos sus años de servicio y le tiene un gran aprecio. Por esto, movido por el amor, se dirige a Jesús, y en la presencia del Salvador hace una extraordinaria confesión de fe, recogida por la liturgia Eucarística: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa: di una sola palabra y mi criado quedará curado» (cf. Mt 8,8). Esta confesión se fundamenta en la esperanza; brota de la confianza puesta en Jesucristo, y a la vez también de su sentimiento de indignidad personal, que le ayuda a reconocer su propia pobreza.
Sólo nos podemos acercar a Jesucristo con una actitud humilde, como la del centurión. Así podremos vivir la esperanza del Adviento: esperanza de salvación y de vida, de reconciliación y de paz. Solamente puede esperar aquel que reconoce su pobreza y es capaz de darse cuenta de que el sentido de su vida no está en él mismo, sino en Dios, poniéndose en las manos del Señor. Acerquémonos con confianza a Cristo y, a la vez, hagamos nuestra la oración del centurión.

30 de Noviembre - José Otín Aquilué

José Otín Aquilué, Beato
Mártir salesiano, 30 de Noviembre

Nacido en Huesca el 22 de Diciembre de 1901.
Ingresó a la Orden Salesiana, recibiendo el ministerio sacerdotal en 1928.
Educador muy apreciado en Alcoy.
Asesinado en Valencia, noviembre de 1936. Forma parte de los 233 mártires de España resultado de la intolerancia religiosa durante la guerra civil.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Números 27

Capítulo 27: Números 27

Los derechos hereditarios de las hijas
27 1 Entonces se acercaron las hijas de Selofjad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. Selofjad había pertenecido a los clanes de Manasés, hijo de José, y sus hijas se llamaban Majlá, Noá, Joglá, Milcá y Tirsá.
2 Ellas se presentaron delante de Moisés, del sacerdote Eleazar, de los jefes y de toda la comunidad, a la entrada de la Carpa del Encuentro, y les dijeron:
3 "Nuestro padre murió en el desierto. Él no formó parte del grupo que se amotinó contra el Señor –el grupo de Coré– sino que murió por su propio pecado y no tuvo ningún hijo varón.
4 ¿Por qué el nombre de nuestro padre tendrá que desaparecer de su clan? ¿Por el simple hecho de no haber tenido un hijo varón? Danos entonces una propiedad entre los hermanos de nuestro padre".
5 Moisés expuso el caso al Señor,
6 y el Señor le respondió:
7 "Las hijas de Selofjad tienen razón. Asígnales una propiedad hereditaria entre los hermanos de su padre y transfiéreles la herencia de su padre.
8 Di además a los israelitas: Si un hombre muere sin tener un hijo varón, ustedes harán que su herencia pase a su hija;
9 y si no tiene hija, se la dará a sus hermanos.
10 Si tampoco tiene hermanos, entregarán la herencia a los hermanos de su padre;
11 y si su padre no tiene hermanos, se la darán a su pariente más cercano entre los miembros de su familia, y este tomará posesión de ella". Esta es una prescripción legal para los israelitas, como el Señor lo ordenó a Moisés.

Josué constituido jefe de la comunidad
12 Luego el Señor dijo a Moisés: "Sube a esta montaña de los Abarím y contempla la tierra que he dado a los israelitas.
13 Una vez que la hayas contemplado, irás a reunirte con los tuyos, lo mismo que tu hermano Aarón.
14 Porque en el desierto de Cin, cuando la comunidad promovía una querella, ustedes se rebelaron contra la orden de manifestar mi santidad a los ojos de ellos por medio del agua". Se trata del agua de Meribá de Cades, en el desierto de Sin.
15 Entonces Moisés dijo al Señor:
16 "Que el Señor, el Dios que anima a todo viviente, ponga al frente de esta comunidad a un hombre
17 que la guíe en todos sus pasos y al que ellos obedezcan en todo. Así la comunidad del Señor no estará como una oveja sin pastor".
18 El Señor respondió a Moisés: "Toma a Josué, hijo de Nun, que es un hombre animado por el espíritu, e impone tu mano sobre él.
19 Luego lo presentarás al sacerdote Eleazar y a toda la comunidad, para transmitirle tus órdenes en presencia de ellos,
20 y le comunicarás una parte de tu autoridad, a fin de que toda la comunidad de los israelitas le preste obediencia.
21 Josué deberá presentarse al sacerdote Eleazar, que consultará para él las decisiones del Urím, delante del Señor. Él y toda la comunidad de los israelitas harán todo conforme a estas decisiones".
22 Moisés hizo lo que el Señor le había ordenado: tomó a Josué y lo presentó ante el sacerdote Eleazar y ante toda la comunidad.
23 Luego impuso su mano sobre él y le transmitió sus órdenes, como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.

¿Cómo se reconoce a una persona honesta?

¿Cómo se reconoce a una persona honesta? (30-11-14)

Ser honesto, no es solo cuestión de mostrarse o de “gritar” transparencia, de hecho una de las cualidades de esta virtud es que ella emana sola con mucha tranquilidad.
Partamos de un reconocimiento muy claro y honesto: como humanos que somos resultará demasiado fácil que nos contradigamos entre nuestras palabras y actos. ¿Cómo se reconoce entonces a una persona honesta? Un ser honesto realmente hace su mejor esfuerzo porque en su vida profesional y personal exista coherencia. Por poner un ejemplo: soy la mata de la dulzura con mis clientes y en casa resulta que no me soporta nadie. O exijo de mis proveedores puntualidad y calidad; pero en mi vida personal pido a mis hijos que mientan y digan: “que no estoy”.
Tener muy claro quién se “es” facilita muchísimo la labor de mostrarse limpio y claro en cualquier escenario. Cuando asumo quien soy con mis virtudes y defectos, eso se revela. La gente no es ingenua. No viven al acecho de quién les está mintiendo, pero pueden percibir con mucha facilidad cuando alguien no es honesto, simplemente porque tarde o temprano, eso sale a la luz.
Hay un valor incalculable de una persona que es clara en sus lineamientos −muéstrese donde se muestre−, tiene la maravillosa y singular capacidad de reconocer que se equivocó y hace lo posible por resarcir su error. Una persona honesta admite su humanidad, tiene muy claro que está en el ejercicio cotidiano de aprender día a día, quiere mejorar y por tanto para ella no es un problema admitir un error.
Un ser con esta dimensión de integridad, sabe que nada habla con más elocuencia que el ejemplo. Por eso si esta persona yerra, lo admitirá tanto en la esfera de los negocios, como en lo personal (tiene claro que si no lo hace, podría estar dando un ejemplo no muy correcto a sus hijos, por mencionar un hecho).
Todos tenemos derecho a una privacidad y cuidarla como el más preciado de los dones. Pero, si llegara a ocurrir lo siguiente: un seguimiento o una pesquisa, un ser humano honesto, no tendría el más mínimo temor de que su vida personal fuera indagada. ¿Cuántos casos no se han visto de personas a las que los medios “destapan” una serie de “escándalos”? Cuando se tiene la tranquilidad de mostrarse uno tal y como es, el tonto empecinamiento de otros por buscarle debilidades termina en fatiga.
La biblia nos enseña un gran ejemplo: Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo. Siguiendo este ejemplo, veremos honestidad en nuestros hechos… CC

Evangelio del Domingo 30 de Noviembre

Día Litúrgico: Domingo I (B) de Adviento

Texto del Evangelio (Mc 13,33-37): En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. Al igual que un hombre que se ausenta deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

«Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento»

Hoy, en este primer domingo de Adviento, la Iglesia comienza a recorrer un nuevo año litúrgico. Entramos, por tanto, en unos días de especial expectación, renovación y preparación.
Jesús advierte que ignoramos «cuándo será el momento» (Mc 13,33). Sí, en esta vida hay un momento decisivo. ¿Cuándo será? No lo sabemos. El Señor ni tan sólo quiso revelar el momento en que se habría de producir el final del mundo.
En fin, todo eso nos conduce hacia una actitud de expectación y de concienciación: «No sea que llegue (...) y os encuentre dormidos» (Mc 13,36). El tiempo en esta vida es tiempo para la entrega, para la maduración de nuestra capacidad de amar; no es un tiempo para el entretenimiento. Es un tiempo de “noviazgo” como preparación para el tiempo de las “bodas” en el más allá en comunión con Dios y con todos los santos.
Pero la vida es un constante comenzar y recomenzar. El hecho es que pasamos por muchos momentos decisivos: quizá cada día, cada hora y cada minuto han de convertirse en un tiempo decisivo. Muchos o pocos, pero —en definitiva— días, horas y minutos: es ahí, en el momento concreto, donde nos espera el Señor. «En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversión primera —este momento único, que cada uno recuerda y en el cual uno hizo claramente aquello que el Señor nos pide— es importante; pero todavía son más importantes, y más difíciles, las sucesivas conversiones» (San Josemaría).
En este tiempo litúrgico nos preparamos para celebrar el gran “advenimiento”: la venida de Nuestro Amo. “Navidad”, “Nativitas”: ¡ojalá que cada jornada de nuestra existencia sea un “nacimiento” a la vida de amor! Quizá resulte que hacer de nuestra vida una permanente “Navidad” sea la mejor manera de no dormir. ¡Nuestra Madre Santa María vela por nosotros!

Mitos y verdades sobre la maternidad

Mitos y verdades sobre la maternidad

A determinadas edades aparecen las preguntas de rigor que ponen de manifiesto los mitos y creencias. ¿Madre se nace o se hace? ¿Qué es el instinto maternal, existe? ¿Todas las mujeres desean ser madres?
Las especialistas de la institución 'Momento Cero' intentan responder algunas de estas preguntas desmitificando a la maternidad.
Sabemos desde la biología que el instinto es aquello que permite la supervivencia y la evolución de la especie. Por eso para algunos el instinto maternal es algo innato que impulsa a las mujeres a tener hijos, y a protegerlos y cuidarlos una vez que han nacido. Para otros no es un instinto sino más bien una preferencia, un deseo que se relaciona con el tipo de relación que se haya tenido en la infancia con los progenitores, entre otros factores.
«Nosotros consideramos que el sentimiento maternal se construye a lo largo de la vida de una mujer. Antiguamente se ha pensado a la mujer desde una perspectiva biológica donde se le enseñaba que su tarea específica y fundamental era la maternidad, que el amor maternal era algo instintivo, algo innato. Hoy las cosas han cambiado hay mujeres que deciden no ser madres, que su realización personal pasa por su trabajo, por su profesión.
A diferencia con el resto de los mamíferos, tenemos la posibilidad de elegir, de pensar», indicó la Lic. Emilia Canzutti (MP 90400), co-fundadora de 'Momento Cero' La Lic. Adriana López (MP 23.655) por su parte agregó que «por otro lado vemos que hay mujeres que atravesando un embarazo no desean a ese hijo, o lo abandonan al nacer, lo que evidenciaría que el amor maternal no es un patrón universal, innato y, por ende, no es instintivo. Los sueños sobre su hijo, las expectativas, los temores, la planificación, la preparación para su llegada, etc., son conductas que se presentan naturalmente y las preparan para ser madres, pero en todo esto el componente cultural, histórico, social y la historia personal determinan el cómo, la calidad de esa maternidad, de ese 'amor maternal'». Para ser mamá es conveniente tener desarrollada una determinada madurez emocional que nos permita estar preparadas para sobrellevar la dependencia que requiere un bebé. Sin olvidar lo importante que es la ayuda que reciba de su compañero o del resto de la familia.
«La maternidad para las mujeres puede ser tanto fuente de felicidad como de conflictos, algo placentero o algo que implique un sacrificio. Depende de la significación que le dé esa mujer, las expectativas que tenga sobre la maternidad, la relación que haya tenido con su propia madre, de sus vivencias, de sus emociones, la relación con su pareja, su deseo, así como también la educación y el entorno social. Lo vivido, más lo sentido, lo que uno proyecta para sí y para su pareja, es lo que da sentido a la maternidad», coincidieron desde la institución.
Una vez que el niño llega al mundo, la maternidad se desarrolla día a día con una resonancia personal y única que se establece con cada hijo. El bebé cuando llega se encuentra con figuras fundamentales para su vida, fuente de amor y cuidados, se entabla un apego que le devuelve mucho de su ser para poder enfrentar la vida.
Muchas mujeres descubren su cualidad maternal más tarde y se animan bajo otras condiciones a ser madres. Algunas otras no lo descubren y por lo tanto no lo desarrollan y encausan su vida por otros caminos tan reconfortantes como la maternidad.

29 de Noviembre - Álvaro Pelagio

Álvaro Pelagio, Santo
Obispo de Corone, 29 de Noviembre

Etimológicamente significa totalmente sabio. Viene de la lengua alemana.
El Señor dice de su pueblo: No pasarán hambre ni sed. No les hará daño ni el viento ardiente ni el sol, porque el que los conduce es misericordioso, y los guía a manantiales de agua.

Este joven español recibió en nuestra patria su primera educación. Cuando la familia y los profesores vieron que era muy inteligente, lo enviaron a estudiar a la prestigiosa universidad de Bolonia. Aquí cursó la carrera de Derecho e hizo el doctorado.
Pero en su interior aspiraba a otra ciencia más sublime. Rezó y meditó muchas hora ante el sagrario para ver si tenía o no vocación para la vida franciscana.
Tras un tiempo, ingresó esta Orden religiosa. Lo mandaron a que estudiase teología a París. Una vez que terminó sus estudios, le dieron el cargo de profesor en Todi, Perugia y en el monasterio de Mont Averno.
Desde este retiro solía ejercer el ministerio de la predicación. Dios lo bendecía con muchas conversiones, especialmente en Florencia y Pisa. Fue también a predicar a Roma, en donde se hizo notable, tanto por su erudición como por su elocuencia.
El Papa Juan XXII lo hizo penitenciario y le nombró obispo de Corone y del Algarbe portugués.
Sus restos reposan en el convento de santa Clara en Sevilla. Se dejó llevar por la voz del Espíritu de Dios, y en lugar de ser un jurista afamado, pasó a ser un santo lleno de lo divino y de lo humano.