jueves, 30 de noviembre de 2017

VIH-Sida - Qué es, cuáles son los síntomas, cómo se transmite, se trata y se previene

Cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Es una oportunidad para concientizar, educar y mejorar la comprensión del VIH como un problema de salud pública mundial. 
Este año, el lema que la Organización Panamericana de la Salud propone para el Día Mundial de la Lucha contra el Sida es: “Todos cuentan. Terminemos con el Sida”. 
Es el momento propicio para fortalecer el apoyo en la respuesta al VIH en las Américas y tomar pasos innovadores para que la Región pueda alcanzar las Metas Mundiales para acabar con la epidemia en el 2030. 
La prevención combinada del VIH, detección temprana y acceso a tratamiento antiretroviral serán fundamentales para lograr detener la transmisión del virus en los próximos años. Para alcanzar ese objetivo, los gobiernos, los proveedores de servicios de salud, los organismos de cooperación, la sociedad civil, las personas viviendo con VIH, las poblaciones clave y otros interesados directos en esta lucha deben trabajar conjuntamente e intensificar la respuesta al VIH.

Qué es, cuáles son los síntomas, cómo se transmite, se trata y se previene el VIH – SIDA
¿Qué es?
VIH significa Virus de Inmunodeficiencia Humana. Es un virus que afecta las células inmunitarias, encargadas de protegernos de las enfermedades. 
Cada vez más personas viven con VIH sin tener sida. Hoy en día, incluso habiendo tenido sida, se puede recuperar las defensas y volver a convivir con VIH gracias a la eficacia de los medicamentos. El tratamiento no cura la infección pero hace que el virus se multiplique más lento y, por lo tanto, no destruya las defensas del cuerpo. 
Hoy, con este tratamiento, el VIH puede convertirse en una infección crónica. 
¿Cuál es la diferencia entre VIH y SIDA?
No es lo mismo tener VIH que tener sida. Sida significa Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida. Es la etapa avanzada de la infección causada por el VIH. El síndrome (conjunto de síntomas) aparece cuando el VIH ha debilitado las defensas del cuerpo. 
Esta situación predispone a las personas a desarrollar las enfermedades oportunistas, aprovechando la caída de las defensas. 

¿Cómo se transmite y cómo no se transmite?
¿Cómo SÍ se transmite?
  • Por relaciones sexuales (orales, anales o vaginales) sin preservativo.
  • Por compartir jeringas, máquinas de afeitar, jeringas o canutos.
  • Por el embarazo, el parto y la leche materna
 ¿Cómo NO se transmite?
  • Por abrazar y besar
  • Por deportes de contacto
  • Por la picadura de mosquito
  • Por relaciones sexuales con preservativos
  • Por compartir el mate
¿Cómo puede prevenirse?
  • Usar preservativos en todas las relaciones sexuales (anales, orales o vaginales) de principio a fin.
  • No compartir elementos que puedan tener sangre de otra persona (máquina de afeitar, cepillos de dientes, jeringas, canutos, pipas).
  • Exigir el uso de materiales descartables o esterilizados al hacerte tatuajes, piercings o implantes.
  • Realizar un tratamiento en las mujeres embarazadas para que no pase al bebé.
 ¿Qué puedes hacer si vos o tú pareja tienen VIH?
Si el que tiene el virus es el varón, el preservativo es la única manera de evitar que la mujer se infecte. Si la mujer no se infecta, tampoco se infecta el bebé. 
Si los dos tienen VIH, igual deben cuidarse usando preservativo para evitar reinfectarse. Las reinfecciones se producen porque el VIH no es siempre igual: existen distintos tipos de VIH (se llaman cepas) que cambian de persona a apersona. Reinfectarse es infectarse con más de una cepa. 
Si la que tiene el virus es la mujer, además de usar preservativos en sus relaciones sexuales, tiene que tomar medidas preventivas para que el virus no se transmita a su hijo. 
Si estás tomando anticonceptivos o quieres empezar a hacerlo, es recomendable que consultes a tu médico para que te de la medicación adecuada a tu tratamiento. 
De cualquier manera, siempre es importante que, aun estando embazada, utilices preservativo para evitar reinfectarte.

Lo que das, es lo que recibes...


La vida es demasiado corta...


Ríete de tus errores...


Lo que importa...


01 de Diciembre - Alejandro Briant

Alejandro Briant, Santo
Mártir Inglaterra, 01 de Diciembre

Es descrito como un apuesto joven protestante, que estudió en Oxford.
Convertido al catolicismo estudió en el colegio inglés en Reims, Francia, y fue ordenado sacerdote el 29 de marzo de 1578.
Regresó a Inglaterra en Agosto de 1579, como misionero en Somersetshire, detenido el 28 de abril de 1581 en Londres en la casa del Padre Robert Persons.
Fue torturado en las Torres de Londres, en parte para que indicara el paradero del Padre Robert. Durante su encarcelamiento escribió a los Jesuitas solicitando ser admitido, recibiendo respuesta positiva en las últimas semanas de su arresto.
Fue condenado a morir, junto con otros seis sacerdotes el 16 de Noviembre de 1581 en Wetminster, su crimen: ser sacerdotes católicos.
En prisión, Alejandro talló una pequeña cruz de madera, que luego usaba todo el tiempo, incluso durante el juicio donde le dijo al juez: “Usted podrá quitármela de mis manos, pero no de mi corazón”. Es uno de los cuarenta mártires de Inglaterra y Gales.

Gracias, sólo gracias

Hoy puede tener más sentido la frase: en vida hermano, en vida... después de la experiencia.
Siempre suele suceder así, que vamos aprendiendo en el camino, y que hay que estar despierto para que nuestros prejuicios o nuestras ocupaciones no nos permitan pasar de largo frente a quien nos está pidiendo un “te quiero”, o simplemente deseando que alguien lo valore… para poder dar más.
Es verdaderamente una fortuna... desear estar despierto aún cuando las cosas no van como uno desearía... lo importante es saber dar gracias. Vivir en gratuidad... porque todo es regalo, todo es don.
Un periódico italiano comentaba que el Papa Benedicto XVI, es el Papa de las gracias, porque a todos les da las gracias, a los gendarmes que lo custodian, a su secretario, al que le abre la puerta, a la que le pasa un vaso de agua... ¡qué maravilla! Si aprendemos a dar las gracias, creo que nos cambiaría la vida y hasta los estados de ánimo... ¡recibimos tanto y damos tan poco!
Se nos regala un nuevo día, se nos regala las manos con estos dedos que teclean mis ideas y las van esculpiendo en la pantalla de la computadora y mis palabras como huellas llevan una dirección... son para alguien. Se nos regala la tecnología y en cada instante un poco de aire para seguir viviendo, se me regala la fe y la esperanza sin mérito alguno. Y bien se que doy muy poco, por eso tengo deseos de agradecer.
Gracias, sería una nueva palabra que podíamos agregar a nuestro diccionario diario. Pero no solo decirlo, es necesario que esa palabra nazca del silencio, después de tomar conciencia que somos consentidos de Dios, que se nos regala Él mismo en cada Eucaristía, en cada Evangelio.
Es curioso... pero también Dios nos da las gracias, porque nos bendice (bien dice), porque habla bien de nosotros y cuando damos gracias se multiplican las bendiciones y tenemos más para repartir y regalando lo que Dios nos da, más crecemos, somos más cristianos, somos más divinos.
Si aprendemos a agradecer, nos daremos cuenta que en nuestro corazón aumenta el deseo de servir, es decir de donarse. Decir gracias a cada regalo nos conduce a la paz y a la alegría y es que en el mundo siempre hay más bien que mal, hay más personas buenas que malas y a nosotros Dios nos ha rodeado de personas maravillosas.
Es cierto que tenemos heridas... pero son buenas. Yo mismo soy una persona herida que busca bálsamo para sus heridas y solo en la gratuidad va uno encontrando la alegría siempre nueva del que se encuentra con la sorpresa del regalo.
Ser consciente de que hoy puedo caminar... ¡cómo lo he de agradecer! Darme cuenta que puedo ver... ¡cuánto he de agradecer! Darme cuenta que puedo oír... Todo es regalo, todo tiene su encanto, todo tiene su sorpresa.
Porque el amor hace nueva todas las cosas, el amor hace eterno el instante y es desde ahí donde puedo agradecer.
Gracias, la palabra puede no decirnos nada... pero unida a nuestra existencia puede decirlo todo porque toda nuestra vida será justamente eso “una acción de gracias” después de todo la misma Eucaristía es eso... “ACCIÓN DE GRACIAS”.
Toda la vida como un don... pero es cierto que hay que pasar por la experiencia de la ausencia del don para darse cuenta del valor de la presencia, es necesario, vivir la ausencia del don, para ser consciente de que nada nos corresponde como mérito, que he correspondido muy poco para lo mucho que se me ha dado.
Vivir la gratuidad puede cambiar nuestra vida y nuestra manera de ver la vida... y no lo digo como una “auto-ayuda” sino como la realidad misma de la existencia que veo dibujada en la existencia de Cristo y en su oración: “gracias padre porque así te ha parecido bien” o en la misma actitud de Job: “si de Dios recibimos los bienes porque no hemos de aceptar los males”.
Dios nos quiere libres y un corazón agradecido no está atado a la criatura porque bien sabe que no es dueño sino solo administrador de todos los bienes que Dios le ha querido compartir... y hemos de dar gracias también por nuestras limitaciones que nos hacen vivir en la realidad humana y no angelical y que nos permite vivir en humildad, sabiendo que no merecemos sino que todo se nos da por amor.
Y es verdad que Dios no se entrega a nosotros en pedazos sino que se da totalmente y a pesar de nuestras miserias el sigue hablando bien de nosotros y nos sigue bendiciendo...
Por todo lo anterior qué bueno que hoy tengo la oportunidad de decir gracias, por compartir así como soy sin ese afán de llenar expectativas... sin ese afán de perfeccionista ni con la inquietud del “deber ser”. Simplemente ser y ser lo que se es.
Que nuestra vida sea Eucarística y al final sea una acción de gracias y podamos dejar está vida con estas palabras: “gracias Padre porque así te pareció bien...”
Qué mayor alegría que recibir los regalos, viviendo cada día como algo totalmente nuevo. Vendrán otros días... vendrán otras horas, pero este día jamás se volverá a repetir... hoy es totalmente nuevo... por eso hoy quiero que este día sea para ti y para mi... un motivo para decir GRACIAS y sentir muy dentro de nuestro corazón la alegría de saber dar gracias. IH

Evangelio del Viernes 01 de Diciembre

Día Litúrgico: Viernes XXXIV (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 21,29-33): En aquel tiempo, Jesús puso a sus discípulos esta comparación: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

«Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca»

Comentario: Diácono D. Evaldo PINA FILHO (Brasilia, Brasil)

Hoy somos invitados por Jesús a ver las señales que se muestran en nuestro tiempo y época y, a reconocer en ellas la cercanía del Reino de Dios. La invitación es para que fijemos nuestra mirada en la higuera y en otros árboles —«Mirad la higuera y todos los árboles» (Lc 21,29) — y para fijar nuestra atención en aquello que percibimos que sucede en ellos: «Al verlos, sabéis que el verano está ya cerca» (Lc 21,30). Las higueras empezaban a brotar. Los brotes empezaban a surgir. No era apenas la expectativa de las flores o de los frutos que surgirían, era también el pronóstico del verano, en el que todos los árboles “empiezan a brotar”. 
Según Benedicto XVI, «la Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo». En efecto, «realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo». Esa Palabra viva que nos muestra el verano como señal de proximidad y de exuberancia de la luminosidad es la propia Luz: «Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca» (Lc 21,31). En ese sentido, «ahora, la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro (...) que podemos ver: Jesús de Nazaret» (Benedicto XVI). 
La comunicación de Jesús con el Padre fue perfecta; y todo lo que Él recibió del Padre, Él nos lo dio, comunicándose de la misma forma con nosotros. De esta manera, la cercanía del Reino de Dios, —que manifiesta la libre iniciativa de Dios que viene a nuestro encuentro— debe movernos a reconocer la proximidad del Reino, para que también nosotros nos comuniquemos con el Padre por medio de la Palabra del Señor —Verbum Domini—, reconociendo en todo ello la realización de las promesas del Padre en Cristo Jesús.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Del servicio a Dios...


Muy buenos días...


Me gusta relacionarme...


No importa 05


Pese a todo...


Feliz miercoles 04


30 de Noviembre - Cutberto Mayne

Cutberto Mayne, Santo
Mártir, 30 de Noviembre

Nació en Yorkston, cerca de Barnstaple, Devonshire (bautizado el 20 de marzo de 1543 o 1544); murió en Launceston, Cornwall, el 29 Noviembre de 1577.
Era hijo de William Mayne; su tío era un sacerdote cismático que lo hizo educar en la escuela primaria de Barnstaple. Fue ordenado ministro protestante a la edad de dieciocho o diecinueve años. Entonces se fue a Oxford, primero a Saint Alban´s Hall, y luego a la Universidad de Saint John, donde se graduó en 1570. Durante su permanencia en Oxford conoció al Dr. Gregorio Martin y al Beato Edmundo Champion, que era todavía protestante. Cutberto comprendió muy pronto que la verdad estaba en el catolicismo, pero no se atrevió a abandonar el protestantismo por miedo de perder cuanto tenía y quedarse en la miseria. Martin y Champion partieron al Colegio Inglés de Douai y desde allí escribieron varias veces a Cutberto para invitarle a reunirse con ellos.
En 1570, poco después de que Cutberto había obtenido la licenciatura, una de esas cartas cayó en manos del obispo de Londres quien mandó arrestar a todos los estudiantes de Oxford cuyos nombres figuraban en ella. Cutberto estaba entonces ausente, de suerte que escapó de la prisión casi milagrosamente. Pero aquel incidente venció sus últimas resistencias: inmediatamente abjuró del protestantismo y, en 1573, ingresó en el Colegio de Douai. Tres años después, recibió la ordenación sacerdotal y obtuvo el título de bachiller en teología. En abril de 1576, fue enviado a Inglaterra con el Beato Juan Payne. Cutberto Mayne fue el décimo quinto sacerdote de Douai enviado a Inglaterra. 
Nuestro Santo estableció su residencia en casa de Francisco Tregian, en Golden de Cornwall, donde se hizo pasar por un criado. Sabemos muy poco acerca de los ministerios de Cutberto. Lo cierto es que su presencia despertó sospechas porque un año después, el alcalde mayor, Ricardo Grenville, recorrió palmo a palmo la casa de Tregian.
El Padre Mayne fue arrestado por llevar al cuello un “Agnus Dei”. También el señor Tregian fue detenido. El alcalde arrastró a Cutberto de la casa de un noble a otro. Finalmente, en Launceston le encerró en una horrible mazmorra y le encadenó a un poste del camastro.
Hacia el día de la fiesta de San Miguel, el Padre Mayne fue juzgado por varios crímenes: por haber obtenido de Roma y publicado en Golden “una facultad de absolver” a los súbditos de la reina (en realidad se trataba de un ejemplar de la indulgencia del jubileo de 1575); por haber enseñado en la cárcel de Launceston que el obispo de Roma conservaba el poder espiritual sobre Inglaterra y haber dado el Señor Tregian un objeto vano y supersticioso, vulgarmente llamado “Agnus Dei” (de lo cual no se adujo prueba alguna); y por haber celebrado la misa (pues se habían descubierto en Golden un misal, un cáliz y unos ornamentos sacerdotales). Todo ello era contrario a los estatutos de la reina.
El jurado dirigido por el fiscal Manwood, después de hablar muy largamente con el alcalde Grenville, declaró culpable al acusado, que fue condenado a muerte. Tres de los cuatro señores y los tres administradores de sus fincas fueron condenados a prisión perpetua y a la confiscación de sus bienes, por haber prestado ayuda al culpable.
Pero el segundo juez, que se llamaba Jeffrey, descontento de la forma en que se había llevado el proceso, consideró que el caso fuera estudiado nuevamente por todo el cuerpo judicial en Serjeants´Inn. Los jueces no lograron ponerse de acuerdo; pero, aunque la mayoría opinaba como Jeffrey, el Consejo Privado determinó que se ejecutase la sentencia para que sirviese de escarmiento a los sacerdotes que pasaban del continente a Inglaterra.
La víspera de la ejecución, se ofreció la libertad al Padre Mayne, a condición de que jurase la supremacía espiritual de la reina.
El beato pidió una Biblia, la besó y dijo: "La reina no ha sido ni será nunca la cabeza de la Iglesia en Inglaterra".
Fue conducido en un trineo al sitio de la ejecución y no se le permitió dirigir la palabra a la multitud desde el patíbulo. Como las autoridades tratasen de arrancarle una confesión contra el señor Tregian y su cuñado, Sir John Arundell, el Padre Mayne declaró: “Lo único que sé sobre ellos es que son hombres buenos y piadosos. El único que estaba al tanto de mi ministerio sacerdotal era yo mismo”. El santo fue descuartizado vivo, pero probablemente ya había perdido el conocimiento cuando los verdugos empezaron a desentrañarle.
Cutberto Mayne fue uno de los mártires beatificados por León XII. Su fiesta se celebra en Plymouth y algunas otras diócesis de Inglaterra. Las carmelitas de Lanherne poseen una importante reliquia del cráneo del santo; procede de Launceston, donde fue expuesta la cabeza después de la ejecución. Francisco Tregian fue desposeído de sus bienes y estuvo en diversas prisiones durante casi treinta años. Murió en Lisboa en 1608 y a sus reliquias se atribuyeron varios milagros. “Es de notar que ninguno de aquellos a los que el Padre Mayne reconcilió con la Iglesia, apostató de la fe católica, sin duda porque la habían conocido gracias a tan excelente maestro”.
Pablo VI lo canonizó en 1970 como uno de los cuarenta mártires de Inglaterra y Gales.

El miedo a la muerte ¿la mejor forma de estar preparado?

Dice Dios: La vida eterna consiste esencialmente en poseer lo que desea la voluntad. Y que ella se sacia en verme y conocerme a mí. Gustan ya en esta vida las primicias de la vida eterna, gustando esto mismo que yo te he dicho que los sacia. ¿Cómo tienen esta garantía de la felicidad futura en la vida presente? La tienen en mi Bondad, que ven en sí mismos; la tienen en el conocimiento de mi Verdad. La pupila de la fe les hace discernir, conocer y seguir el camino y la doctrina de mi Verdad, Jesucristo, Verbo encarnado. Sin la pupila de la fe ningún alma podría ver, tal como estaría ciego el hombre cuyas pupilas estuviesen cubiertas por cataratas. La fe es la pupila de los ojos del alma» (Santa Catalina de Siena, El Diálogo, Cap. III, art. 2).
Todos tememos que morir. El paso de esta vida al más allá nos plantea siempre interrogantes y, aún con el don de la fe, el instinto de supervivencia nos tira. Además, la gran mayoría de nosotros ama esta tierra que tanto nos ha dado y en donde tanto hemos disfrutado, incluso en medio de los dolores que hemos pasado. Pero no obstante, es inevitable que, tarde o temprano, todos dejaremos de existir y pasaremos a «la otra orilla», la de la eternidad. La incógnita, pues, no radica en el llegar, sino en el cómo llegar y estar preparados para cuando llegue el momento.
Santa Catalina de Siena parece darnos la clave para ello cuando Dios, a través de ella, nos invita en su escrito a gozar, ya desde ahora, de lo que será el cielo; a apreciar el lenguaje de Dios ya en esta tierra.
Recuerdo que, siendo niño, mis padres nos compraron una vez un libro particular. Se trataba de imágenes que, si uno se quedaba viendo fijamente durante un rato, descubría, en tercera dimensión, una figura escondida detrás. Técnicamente se llaman autoestereogramas.
Y he pensado que algo así nos debe suceder cuando vemos con la fe. Vivimos aquí en la tierra como en un «mundo de autoestereogramas», en donde Dios nos habla continuamente, pero en el que tenemos que fijarnos con detenimiento, acostumbrarnos a las cosas de Dios para así poder escucharle y descubrirle con más facilidad.
Pero, ¿cómo lograr esta visión de fe, esta «pupila» de la que habla Santa Catalina? La respuesta, según mi parecer, es clara: con la asiduidad. Y me explico. Si a mí me gusta un cierto tipo de música –pongamos, por ejemplo, la música clásica– cuanto más la escucho más la voy entendiendo: llego a diferenciar el estilo de Mozart del de Bach, admiro las composiciones para violín de Vivaldi o las melancólicas sonatas de Chopin. Pero si a mí lo que me gusta es el Gangnam Style, Maroon 5 o Shakira y no tengo idea de qué es una obertura, un soneto o una sinfonía, ¿cómo llegaré a apreciar la música clásica?
De igual manera, si yo no entro en contacto con Dios de modo asiduo, es evidente que no voy a entenderle ni a escucharle. Más aún: todo lo que tenga un sabor a Dios me sabrá extraño o, Él no lo quiera, incluso amargo. Y tal vez por eso la misa me resulte aburrida o no encuentre un sentido a orar de vez en cuando: no estoy acostumbrado a descubrir a Dios, no tengo «la pupila de la fe».
Y última consideración. Cuando uno logra adquirir ese gusto por la fe, uno es capaz de ver todo bajo esta óptica, incluso lo más superfluo. Y aunque se prefiera mil veces las cosas de Dios, uno aprende a ver el cielo en las cosas de la tierra; y a disfrutarlas en su justa medida. Como quien, incluso sabiendo lo que es la música clásica, también disfruta con una buena canción de pop, rock o hip hop... ¡Que sí se puede!
¿Cómo prepararnos mejor a la eternidad? Estas líneas intentan dar una respuesta a este interrogante. Acostumbremos nuestro corazón a Dios y sus cosas. «La vida eterna consiste esencialmente en poseer lo que desea la voluntad», empieza el texto de la Santa de Siena. Y es en la oración principalmente en donde vamos moviendo nuestra voluntad hacia Dios: «cuando el alma fija su mirada en el Creador y considera tanta bondad infinita como en Él encuentra, no puede menos de amar... E inmediatamente ama lo que Él ama, y odia lo que Él odia, ya que por amor ha sido hecho otro Él» (Santa Catalina de Siena, Carta 72). La oración nos identifica con el Corazón de Cristo, con su querer, con su amor. Y entonces podremos decir que, llegue cuando nos llegue la muerte, la veremos con entusiasmo... ¡incluso en medio del miedo natural que podamos sentir! ES

Evangelio del Jueves 30 de Noviembre

Día Litúrgico: Jueves XXXIV (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 4,18-22): En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.

«Os haré pescadores de hombres»

Comentario: Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL (Roma, Italia)

Hoy es la fiesta de san Andrés apóstol, una fiesta celebrada de manera solemne entre los cristianos de Oriente. Fue uno de los dos primeros jóvenes que conocieron a Jesús a la orilla del río Jordán y que tuvieron una larga conversación con Él. Enseguida buscó a su hermano Pedro, diciéndole «Hemos encontrado al Mesías» y lo llevó a Jesús (Jn 2,41). Poco tiempo después, Jesús llamó a estos dos hermanos pescadores amigos suyos, tal como leemos en el Evangelio de hoy: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt 4,19). En el mismo pueblo había otra pareja de hermanos, Santiago y Juan, compañeros y amigos de los primeros, y pescadores como ellos. Jesús los llamó también a seguirlo. Es maravilloso leer que ellos lo dejaron todo y le siguieron “al instante”, palabras que se repiten en ambos casos. A Jesús no se le ha de decir: “después”, “más adelante”, “ahora tengo demasiado trabajo”...
También a cada uno de nosotros —a todos los cristianos— Jesús nos pide cada día que pongamos a su servicio todo lo que somos y tenemos —esto significa dejarlo todo, no tener nada como propio— para que, viviendo con Él las tareas de nuestro trabajo profesional y de nuestra familia, seamos “pescadores de hombres”. ¿Qué quiere decir “pescadores de hombres”? Una bonita respuesta puede ser un comentario de san Juan Crisóstomo. Este Padre y Doctor de la Iglesia dice que Andrés no sabía explicarle bien a su hermano Pedro quién era Jesús y, por esto, «lo llevó a la misma fuente de la luz», que es Jesucristo. “Pescar hombres” quiere decir ayudar a quienes nos rodean en la familia y en el trabajo a que encuentren a Cristo que es la única luz para nuestro camino.

martes, 28 de noviembre de 2017

Sonríe...


No se trata de subir...


La vida nos enseña...


Autoestima... 02


Bulimia - Qué es, cuáles son los síntomas, cómo se detecta y se trata

¿Qué es?
La bulimia es un trastorno alimenticio. Se caracteriza por la necesidad de comer grandes cantidades de comida en tiempos muy cortos (atracón) para, luego, vomitar y eliminar el exceso. A esta conducta le siguen períodos de poca ingesta o períodos de ayuno hasta que se vuelve a cometer otro atracón. Cada atracón, es acompañado por un sentimiento de culpa que debe compensarse con vómitos o la ingesta de laxantes o diuréticos. 
La persona con bulimia está obsesionada por su apariencia física y con la necesidad de adelgazar. Sufre a su vez una distorsión de su propia imagen viéndose con más peso del real y no es consciente del riesgo que acarrean estas conductas destructivas. 
Al igual de lo que ocurre con la anorexia, esta relación con la comida es sólo una manera de lidiar con la ansiedad y el estrés. El atracón con comida y el acto posterior de vomitar, alivia la tensión y le genera bienestar, momentáneamente. Le brinda la sensación de tener el control. 

¿Cuáles son los síntomas?
Los episodios de atracón y vómitos son el síntoma típico. Debe darse durante un período de varios meses para que se considere que se está en presencia de la enfermedad. 
A diferencia de lo que ocurre con la anorexia, las personas con bulimia pueden estar dentro de los parámetros de peso saludables. Sin embargo la obsesión por la apariencia física, y el descontento por la propia imagen, son característicos. 

Otras señales son:
  • La obsesión por la actividad física.
  • La necesidad de comer rápidamente.
  • La necesidad de comer a escondidas por vergüenza.
  • La necesidad de comer exageradamente hasta estar incómodamente lleno.
  • Esta enfermedad puede aparecer acompañada por otros desórdenes como ansiedad, depresión y/u otras adicciones.
 ¿A quiénes afecta?
En general afecta más a mujeres que a hombres. Sin embargo ambos pueden ser víctimas de los distintos factores que pueden conducir a la enfermedad:
  • Presión por cumplir con ciertos modelos irreales de belleza.
  • Influencia de padres o amigos que adhieren a estos modelos.
  • Vivencia de hechos traumáticos y/o estresantes (como ser víctima de ataque o violación).
  • Baja autoestima.
 ¿Cómo se puede detectar?
Es importante estar alerta a las siguientes señales:
  • Uso excesivo (e indebido) de substancias para adelgazar, diuréticos o laxantes.
  • Ir repetidamente al baño.
  • Hacer actividad física en exceso.
 En el cuerpo:
  • Hinchazón de la zona de la mandíbula.
  • Marcas en los nudillos de las manos (de meterse los dedos para inducir el vómito).
  • Dientes manchados (el esmalte se daña por el ácido del estómago).
 Las personas bulímicas pueden desarrollar otra serie de enfermedades, producto de esta conducta autodestructiva: 
  • Problemas cardíacos.
  • Presión alta.
  • Colesterol alto.
  • Diabetes.
 ¿Cuál es el tratamiento?
Se utiliza medicación específica según el caso y psicoterapia (individual o grupal). En los casos más graves, se requiere la internación del paciente para asegurar un plan nutricional adecuado y para evitar las conductas autodestructivas.

Creyendo en voz alta 22


No esperes... 03


La vida es... 10


29 de Noviembre - Francisco Antonio Fasani

Francisco Antonio Fasani, Santo
Presbítero Franciscano, 29 de Noviembre

Martirologio Romano: En Lucera, de la Apulia, san Francisco Antonio Fasani, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, varón de exquisita doctrina, sumamente fundamentado en la escuela de la predicación y de la penitencia, el cual sirvió hasta tal punto a los pobres y necesitados, que nunca dudó en despojarse incluso de sus vestidos para cubrir al mendigo, ofreciendo a todo el mundo ayuda cristiana († 1742).
Fecha de beatificación: 15 de abril de 1951 por el Papa Pío XII.
Fecha de canonización: 13 de abril de 1986 por S.S. Juan Pablo II.

En la segunda mitad del siglo XVII vivía en Lucera (Italia), una familia muy pobre: la familia Fasani. En su seno nació, el 16 de agosto de 1681, un niño que recibió los nombres de Donato Antonio Juan Nicolás. Comúnmente le llamaban Juan. Antes de cumplir los diez años murió su padre, que era campesino. Su madre volvió a casarse con Francisco Farinacci, que fue también un buen padre para Juan y lo envió a estudiar en el convento de los frailes menores conventuales de Lucera. Su madre era una mujer muy piadosa.
A los quince años ingresó en la orden de los frailes menores conventuales tomando el hábito franciscano y el nombre de Francisco Antonio en el noviciado de Monte San Ángel. Allí mismo hizo los votos. Después estudió filosofía y teología en los colegios de Venafro, Agnone, Montella, Aversa y Asís, donde fue ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1705. Se doctoró en teología con las máximas calificaciones, y en 1707 fue destinado a enseñar filosofía en el convento de Lucera, su ciudad natal.
El Padre Francisco Antonio pasó el resto de su vida en Lucera, donde le dieron el nombre de “Padre Maestro” desde que había recibido el título de teología y así se le llamó siempre, por más que ocupó otros cargos como superior, maestro de novicios, maestro de estudiantes profesos y ministro provincial de San Miguel Arcángel de Apulia. Fue él quien introdujo en Italia la costumbre de reunir regalos de navidad para los pobres. Inútil decir que los pobres acudían constantemente a él con peticiones posibles e imposibles, sobre todo cuando se trataba de sequías. Los habitantes de Lucera decían: “Quien quiera ver a San Francisco no tiene más que mirar al Padre Maestro”.
Apóstol infatigable, recorrió durante treinta y cinco años las ciudades y los poblados de Apulia septentrional y Molisa, predicando la palabra de Dios y ayudando a pobres, enfermos y encarcelados. Monseñor Antonio Lucci, obispo de Bovino, lo definió como sacerdote santo y docto.
Una de las características del padre Francisco Antonio era su gran devoción al Sagrado Corazón y la Inmaculada Concepción, cuya fiesta celebraba con novena. Esta costumbre se conserva todavía en Lucera. El Padre Fasani murió precisamente el primer día de la novena de la Inmaculada, el 29 de noviembre de 1742. Poco antes, sintiéndose bien de salud, predijo su muerte y anunció al Padre Luis Giocca que pronto lo seguiría. El Padre Giocca, a quien no sonreía esta perspectiva, respondió: “Padre Maestro, si usted quiere morir, está en todo su derecho, pero yo no tengo ninguna prisa”. “Los dos vamos a hacer el viaje: yo antes y usted después”, fue su respuesta. Dos meses después murió el padre Giocca.

Pobres riquezas y ricas pobrezas

Entre las muchas enseñanzas de Jesucristo que podemos meditar a partir de los Evangelios, (por ejemplo el de san Marcos 10, 17-30), es palpable esa evidente disparidad de criterios, acerca de la verdadera riqueza, entre Jesús y el joven rico que le abordó en ese relato. Aquel hombre, que con su mejor buena voluntad pregunta al Señor por lo que debe hacer para conseguir la vida eterna.
Notemos, para empezar, que lo que parece en un primer momento una excelente disposición, por su parte –llamando a Jesús “Maestro bueno” y postrándose ante Él– es, sin embargo, un tanto aparente. De hecho, esos gestos y esas palabras iniciales que deberían manifestar un lógico sometimiento a Jesús, no se mantienen cuando el Señor le indica lo que en concreto debe hacer para conseguir la vida eterna. Parece que este hombre desiste de su sumisión al Salvador, ya no lo considera Bueno, cuando no le agrada lo que Jesús le propone.
Si nos fijamos en la escena, contemplamos a un hombre de esos que podríamos decir que lo tienen todo en la vida. Tenía muchas posesiones, afirma el evangelista, y, sin embargo, reconoce también que aún no tiene lo verdaderamente importante. Así lo manifiesta con toda franqueza, pues, corriendo se arrodilla ante Jesús suplicante y reconociéndose necesitado. Sus riquezas parece que les saben a poco, sus muchas posesiones no son capaces de colmar sus deseos.
¡Qué razonable es, por tanto, la respuesta del Maestro! Animándole a desprenderse de sus posesiones, le confirma en lo que ya estaba notando, y por eso se decidió a acudir a Cristo: que todo aquello con lo que pretendía llenar su vida, no tenía de su capacidad para satisfacerle. Estaba ocupado, afanado, en unos bienes tan pequeños, que por muchos que fueran, serían siempre insuficientes para él.
Sin embargo, las posesiones – numerosas posiblemente– ocupaban casi completamente sus afanes, su interés: su cabeza y su corazón. Era, por eso, imposible que pusiera de verdad sus capacidades al servicio de la vida eterna que pretendía lograr, manteniéndolas en la práctica empeñada en sus cosas. Aquel hombre rico, porque tenía muchas posesiones, estaba condenado a sentirse pobre, insatisfecho, por no querer desprenderse de lo que, siendo atractivo de suyo, también y ante todo le quitaba libertad.
Jesús le aconseja, en efecto, que se quede libre de lo que le ocupa, para entregarse a bienes mayores: tendrás un tesoro en el cielo, le dice. Con tal ofrecimiento, le manifiesta Jesús que Él es efectivamente el Maestro bueno, como había presumido el hombre hacía un instante. Ningún otro, si no sólo Cristo, podía ofrecerle una riqueza de tanto valor. Pero la bondad del Señor, que es infinita, no quiere violentar la libertad de nadie, y el que parecía dispuesto a todo decide no confiar en esa bondad, aunque la había proclamado un momento antes.
Sin duda, fue muy consciente de su incoherencia, y por eso no soportó la mirada de Jesús, a pesar de que le había contemplado con inmenso cariño: quedó prendado de él, dice el evangelista. La ruptura interior se manifiesta en su rostro, pues, se marchó triste. El apego a sus cosas ganó, en aquella ocasión, la batalla a su generosidad y a la confianza que Jesús reclamaba. Podemos pensar que tenía tan en primer término las posesiones, que es incapaz de advertir el valor inigualable de proyecto vital que Jesús le ofrece. Pues, además de haberle prometido un tesoro para el cielo, le otorga el inmenso privilegio de poder seguirle y participar de su divina misión. Hubiera sido otro de los Apóstoles, pues, como a los demás le dijo: ven y sígueme.
No es, ciertamente, pequeña la riqueza que promete Dios a cuantos deciden serle fieles. Además, aunque sea necesario no poner como primer objetivo de la vida los bienes materiales, no se trata tanto de una renuncia cuanto de una condición para mantener la libertad, y así poder optar a la gran dignidad de ser apóstol y recibir luego el tesoro del Cielo.
Santa María, nuestra Madre, nos anima con su ejemplo: Reina en el Cielo y, en la tierra, feliz como nadie porque en Ella se fijó el Señor. NA