Compartir, ayudar y motivar son las prioridades de este blog, tratando de iluminar el camino de nuestros semejantes con nuestra pequeña luz interior, basados en tres pilares fundamentales: "Respeto, Humildad y Honestidad"
viernes, 26 de abril de 2024
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Recordando a un santo evangelista…
Uno,
ha ser totalmente honesto y confesar que a pesar de haber oído infinidad de
veces, su Evangelio en las distintas celebraciones litúrgicas a las que ha
asistido, ha tenido que leerlo y sobre todo reflexionarlo para enriquecerse con
él.
A
través de su prosa narrativa, sencilla y a la vez viva y real, nos ha dejado
impresos en nuestro corazón, cuarenta años después de la muerte del Maestro, la
vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret, al que por cierto al parece ofreció su
propia casa para que celebrara su última cena.
Marcos,
cuyo atributo era el león y su nombre judío Juan, redactó su Evangelio sin
transmitir largos discursos a través de escritos, parábolas y hechos de Jesús
partiendo de conversaciones mantenidas en Roma con Pablo y añadiendo muchos
detalles que supo por Pedro.
En
sus escritos que no nos habla de la infancia de Jesús ni de su vida en Nazaret
junto a María y José, inicia la primera línea de su Evangelio afirmando que
Jesús era el Hijo de Dios y lo proclama en la última página el oficial romano
que vio morir a Jesús (15, 39).
Por
todo ello Marcos, contesta con hechos a la afirmación de que Jesús era el Hijo
de Dios, en los 16 capítulos de que consta su Evangelio.
Reúne
en su primer capítulo tres hechos importantes que son el punto de partida de la
predicación de Jesús: ‘La predicación de Juan el Bautista’, ‘El bautismo de
Jesús por Juan’ y ‘La permanencia en el desierto’.
Capítulo
tras capítulo, el evangelista va desgranando la vida pública del Maestro,
llevando la Buena Nueva en la curación del leproso y sanando el paralítico de
su pecado y de su enfermedad. No se queda en palabras, sino que trae un cambio.
Si quieres puedes curarme. Jesús se compadece y le dice “yo quiero” y le
perdona los pecados a ese que pide a Dios con humildad y confiado en su
misericordia.
En
otro pasaje Jesús nos dice: “He venido a llamar a los pecadores”, porque Dios
no odia ni a los ricos ni a los mal educados, ni a los de derechas e
izquierdas, porque su misericordioso plan contempla la salvación de todos.
El
relato del grano de mostaza, demostrándonos que aún siendo tan pequeño al
dejarle crecer se convierte en la planta más alta del huerto, el evangelista
con esta narración simbólica, intenta hacer saber a los creyentes que no deben
encerrarse en sus capillas, sino que han de salir a conquistar almas de buena
voluntad, recordando a los Apóstoles que predicaron con humildad el Reino de
Dios por todas partes.
En
el centro del Evangelio de Marcos, nos encontramos el pasaje de la
transfiguración de Jesús que conduce a Pedro, Santiago y a Juan hasta un cerro,
al igual que Moisés subió al cerro a encontrar la Gloria de Dios sobre el Monte
Sinaí.
La
nube luminosa, la luz y la ropa brillante que se encontraron en el cerro, nos
describe, signos exteriores que nos indican el misterio del Hijo de Dios, el
día que resucite de entre los muertos, que será la respuesta del Padre a los
Apóstoles que esperaban su Reino.
También
Marcos nos enseña expresiones y costumbres judías (5,41) y nos ofrece formación catequista y pastoral. Y nos anima
para cuando cometamos fallos y nos desespere nuestra soberbia, intentar
entender que también sus discípulos los cometieron (14,32.40), incluso lo negaron y lo traicionaron.
Además
la desconfianza de Pedro cuando le dice a Jesús: “Maestro, nosotros hemos
dejado todo para seguirte” y Jesús que no solo habla del premio para la otra
vida, le contesta con rotundidad: “Ya en este vida el que se sacrifica por el
Reino, encontrará amistades, alegría y una superación humana que no podría
esperar”.
Y
nos describe con dolor, la última cena de Jesús, su agonía en el huerto de
Getsemaní y finalmente su muerte en la cruz, y con gozo nos anuncia su feliz
Resurrección.
La
última cena de Jesús, nos dice, fue la primera del culto cristiano, donde Jesús
se hace pan de Vida. Por ello la Eucaristía instituida por el Hijo de Dios
aquel día no es solamente el recuerdo de la muerte de Jesús, sino que nos
anuncia el día en que Cristo celebrará el Banquete del Reino con toda la humanidad
reunida con El.
Pero
también significó esta cena, el silencio del Hijo de Dios en ese instante lleno
de dolor, en el cual siente que deberá cargar con toda la maldad de los hombres
y pagar con su muerte, ante su Padre, justo y amado, la tristeza de su Pasión.
Su
muerte, continúa Marcos, comienza con un grito de desesperación: “Dios mío Dios
mío, porque me has abandonado? Y termina con la certeza del triunfo, por la
reconciliación del Crucificado que moría agotado y asfixiado pero entregando al
mundo una prueba más del amor del Hijo de Dios para nosotros que nos empuja por
un camino de liberación.
Y
termina su Evangelio con las últimas palabras de Jesús después de su
Resurrección, que hablan de fe y de milagros y en las que les entrega sus
últimas instrucciones: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a
toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a
creer se condenará (16,15)”, mensaje
que les acompañaba, en el signo de la semilla que se sembrará en el mundo y
producirá frutos a su debido tiempo en todos los campos de la actividad humana.
De
este modo el Hijo de Dios, después de hablar con ellos fue llevado al Cielo y
se sentó a la derecha del Padre. Y sus discípulos saldrían a predicar por todas
partes.
Los
que se salvarán no son almas ni individuos aislados, sino toda la creación que
ha sido renovada por el Bautismo, en todas sus actividades y trabajos, siendo
el fermento que transforma la historia de la humanidad. Esa humanidad que debe
superar esas aptitudes temerosas de tantos ‘creyentes’ que solo buscan en sus
devociones un refugio contra las desgracias del tiempo presente. Marcos pregona
que estamos en el mundo para sanarlo y santificarlo, no por nosotros mismos,
sino por Cristo a través de nosotros.
Así
las cosas, pienso que lo importante, además de lo que pasó contado por los
evangelistas, es lo que está pasando. La venida del Reino nos llega tranquilo,
despacio, sin grandes alegorías, porque está claro que el Hijo de Dios quiere
que su Reino sea en un mundo nuevo, diferente, libre y verdadero para que pueda
producirse.
Por
último recordando a San Marcos, me viene a la memoria el gran mérito de Santa
Teresa, que hacía las cosas ordinarias, de manera extraordinaria.
Y
así, con este mismo mérito califico yo el Evangelio de este hombre, que
el 25 de Abril, la Iglesia conmemora su festividad. SGGO
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Cómo elegir padrinos…
Normalmente se los
suele elegir por cuestiones de amistad, simpatía, reciprocidad (alguien elegido como padrino del hijo de un
amigo, se siente obligado a retribuir nombrándolo padrino de un hijo) u
otros motivos sociales. Todos estos motivos son válidos, siempre y cuando la
persona tenga las condiciones que le permitan cumplir su tarea de padrino. No
olvidemos que esta elección no es un premio, ni una distinción, ni un honor,
sino una responsabilidad, para la cual hay que ser idóneo. Obviamente los lazos
afectivos son importantes y ayudan a cumplir esta misión, pero deben ir
acompañados por otros requerimientos. Para comenzar habría que ver qué función
cumple un padrino/madrina, ya que si queremos que cumpla bien su función,
tendrá que tener las condiciones necesarias para ser capaz de llevarla
adelante.
Los dos textos del
Magisterio de la Iglesia que constituyen la referencia obligada son el
Catecismo de la Iglesia Católica y el Código de Derecho Canónico.
El Catecismo de la
Iglesia dedica dos números:
“Para que la gracia
bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los padres. Ese es
también el papel del padrino o de la madrina, que deben ser creyentes sólidos,
capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de
la vida cristiana. Su tarea es una verdadera función eclesial” (n. 1255).
“Para la
Confirmación, como para el Bautismo, conviene que los candidatos busquen la
ayuda espiritual de un padrino o de una madrina. Conviene que sea el mismo que
para el Bautismo a fin de subrayar la unidad entre los dos sacramentos” (n. 1311).
Las condiciones
exigidas por el Código de Derecho Canónico:
- “En la medida de
lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un padrino, cuya
función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y,
juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el bautismo y
procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y
cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo”. (872)
- “Téngase un solo
padrino o una sola madrina, o uno y una”. (873)
- “Para que alguien
sea admitido como padrino, es necesario que:
1. haya sido
elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes ocupan su
lugar o, faltando éstos, por el párroco o ministro; y que tenga capacidad para
esta misión e intención de desempeñarla;
2. haya cumplido
dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano establezca otra edad, o que,
por justa causa, el párroco o el ministro consideren admisible una excepción;
3. sea católico,
esté confirmado, haya recibido ya el santísimo sacramento de la Eucaristía y
lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a
asumir;
4. no esté afectado
por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada;
5. no sea el padre
o la madre de quien se ha de bautizar” (874
§ 1).
Al ocuparse de la
Confirmación señala:
“En la medida de lo
posible, tenga el confirmando un padrino, a quien corresponde procurar que se
comporte como verdadero testigo de Cristo y cumpla fielmente las obligaciones
inherentes al sacramento” (892).
En el canon 893
remite a las condiciones indicadas para los padrinos de Bautismo, añadiendo que
“es conveniente que se escoja como padrino a quien asumió esa misión en el
bautismo”.
Vida cristiana coherente
Como vemos estos
documentos, además de las condiciones específicas de edad y de recepción de los
Sacramentos de la Iniciación cristiana, señalan una condición general de llevar
una vida congruente con la fe.
Con esto quedan
directamente excluidos como candidatos a padrinos:
- quienes viven en
una situación matrimonial irregular (ya sea porque viven en concubinato o son
divorciados vueltos a casar),
- quienes han
incurrido en penas canónicas, o que han apostatado de la fe (adhiriendo a
cultos de otras confesiones religiosas), etc.
E indirectamente
quedan excluidos quienes no practican la fe. En efecto, una persona que no va a
Misa los domingos, o que no se confiesa ni comulga, difícilmente pueda ser una
ayuda espiritual en el camino hacia la madurez cristiana. Sería como contratar
como maestro a una persona que apenas sabe leer y escribir.
Resulta obvio que
no puede ponerse como ejemplo y modelo de la vida cristiana a quien no la vive
con coherencia. Difícilmente pueda ayudar a recorrer el camino cristiano, quien
haya decidido libremente no recorrerlo él mismo. Por eso el Catecismo señala que
los padrinos “deben ser creyentes sólidos, y capaces y prestos a ayudar al
nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana”.
Cualquier cristiano
practicante, coherente con su fe, puede ser padrino/madrina. No hacen falta
otros requisitos especiales.
Estado de gracia
Aun que no es un
requisito requerido por la Iglesia, se desprende de la función que cumple: es
casi una cuestión de coherencia personal. Acudir en estado de pecado a asumir
la responsabilidad de ayudar en la vida cristiana a alguien, sería algo
realmente extraño: constituiría un contrasentido.
En el caso de la
Confirmación se añadiría el hecho de que si el padrino careciera del estado de
gracia, no estaría en condiciones de recibir la Eucaristía. Se daría así la
‘curiosidad’ de que no podría acompañar a su ahijado en la Comunión. La tarea
de los padrinos es una verdadera función eclesial. La Iglesia les da un
encargo, una tarea. Con la consiguiente responsabilidad: Dios pedirá cuenta a
los padrinos de cómo han cumplido su tarea, y también los premiará
especialmente por lo que hayan hecho por sus ahijados.
Cómo cumplen su función
Fundamentalmente de
cuatro formas:
1. Oración. Siendo
una tarea espiritual, la primera ayuda que brindan a sus ahijados es la
oración. Deben rezar por ellos con frecuencia, para conseguirles la gracia
necesaria para su vida cristiana.
2. Buen ejemplo
3. Orientación:
enseñando, acompañando, corrigiendo, aconsejando.
4. Suplencia. En
ausencia de los padres (porque no
estuvieran presentes, o porque no se ocuparan) debe velar por la formación
cristiana de sus ahijados, su práctica religiosa, etc. EMV
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25 de Abril
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Melito de Canterbury, Santo
Qué son y cómo funcionan los genes…
Educar a un niño es corregir sus malas tendencias…
“Consiéntales todo, no los cohíba en nada; no
corrija en lo más mínimo a sus hijos”, proclamaba —ad nauseam— la llamada
‘educación moderna’ de escuelas pedagógicas, psicológicas y siquiátricas, que
surgieron alrededor de la década de los 60. No reprimir ni los malos impulsos
de los hijos, ni siquiera prohibirles que se chupen el dedo o que asistan a
cines de dudosa moralidad, pues cualquier prohibición podría tener un efecto
traumático negativo —dictaminaban los flamantes pedagogos.
El tiempo pasa, el mundo da sus vueltas… y, con el
apagar de luces del siglo XX, ‘bellos conceptos’ de la llamada ‘educación
moderna’ caen por tierra, como un castillo de naipes cimentado en la utopía.
Con el desmoronamiento de esta seudo-pedagogía, nuevos conceptos emergen y
pedagogos, psicoterapeutas y siquiatras, señalan que los padres deben aprender
a imponer límites.
Quien trate de satisfacer
todas las necesidades del niño y evitarle cualquier sufrimiento, está
equivocado; sólo
generará una criatura infeliz y mal adaptada. Poner límites a los hijos les
obligará a adaptarse, desde muy temprana edad, a circunstancias no esperadas y,
en consecuencia, a buscar alternativas. La psicoterapia actual concluye que gracias a
la negativa, nuestros hijos se volverán más flexibles y creativos, aprenderán a
negociar y desarrollarán mejor sus capacidades emocionales.
¿En qué consiste la educación del niño?
¿En cuidarlo, proveer a sus necesidades para no
dejarle carecer de nada referente al vestido y alimento?
–No.
Quien trate de
satisfacer todas las necesidades del niño y evitarle cualquier sufrimiento,
está equivocado
¿Es enseñarle a leer y escribir, comunicarle los
conocimientos que va a necesitar más adelante para administrar sus negocios?
– No.
La educación es labor más excelsa…
Después de mostrar que todo eso es bueno y
necesario, pero de menor importancia para el niño, el padre Marcelino Champagnat
explica que, debido al pecado original el hombre nace con el germen de todos
los vicios.
Es un lirio [el niño], pero crece entre espinas; es
una vid que necesita poda… El objeto de la educación es arrancar las espinas,
podar la vid…
Educar al niño será, pues: Corregirle vicios y defectos: orgullo, indocilidad,
doblez, egoísmo, gula, grosería, ingratitud, desenfreno, robo, pereza, etc.
Ahora bien, todos esos vicios y otros semejantes
han de ser ahogados en germen: hay que matar el gusano antes de que llegue a
ser víbora, y remediar una indisposición antes de que degenere en dolencia
mortal. Cuando asoma un defecto en un niño, basta una
reprensión blanda, un castigo ligero para remediar el mal y ahogar el germen
nocivo; pero si lo dejáis crecer, se convertirá en hábito que
no lograréis corregir, por más que os empeñéis en ello. Los defectos y vicios
incipientes a los que no se da importancia y, con tal pretexto, se dejan de
reprimir, «son —dice Tertuliano— gérmenes de pecados que presagian una vida
criminal».
Las espinas, cuando empiezan a brotar, no pican;
las víboras, al nacer, no tienen veneno; sin embargo, con el tiempo, las puntas
de las espinas se vuelven duras y afiladas como puñales; y las víboras,
conforme van envejeciendo, se hacen más ponzoñosas. Sucede igual con los vicios
y defectos de los muchachos: si se les deja crecer y medrar, se convierten en
pasiones tiránicas y hábitos criminales que oponen resistencia invencible a
cualquier intento de corrección. R