Karoshi
Karoshi (26-03-14)
Los monos macacos japoneses trabajan duro solo para sobrevivir en su frío hábitat. Deben trepar montañas altas a menudo para conseguir comida.
Sin embargo, toman frecuentes descansos, se renuevan a sí mismos, y hasta pasean un poco.
Parecen tener un conocimiento innato de que trabajar mucho sin detenerse a jugar los lleva a estar exhaustos, y quizá a la extinción.
A diferencia de los monos, muchos trabajadores japoneses han trabajado sin descanso hasta morir.
Las ansias por un buen rendimiento -demostrado no solo por el interés en la producción, sino también por las horas dedicadas- impregnan su cultura.
Este síndrome trágico se ha convertido en algo tan conocido que tiene su propio nombre: karoshi.
Es triste que las actividades de los monos parecieran tener más sentido que las actividades humanas.
Como a los monos, a los humanos nos han inculcado ciertos instintos que nos dicen lo que nuestros cuerpos, mentes y espíritus necesitan.
Coman cuando les baja el azúcar, duerman cuando están cansados, busquen la calma cuando el ruido del mundo les moleste mucho, y así en todas nuestras necesidades.
No se mate tratando de ser la estrella en el trabajo. En vez de eso tómese su tiempo de descanso y cómase una banana.
Aprender a dejar algunas cosas sin hacer es en verdad satisfactorio.
Es inútil que ustedes madruguen; es inútil que velen hasta muy tarde y se desvivan por ganar el pan: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! Salmo 127:2
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