Hay personas que son más propensas que otras a tener las manos permanentemente frías. Este hecho, se nota más en invierno, pero si este síntoma sigue produciéndose aun en ambientes cálidos, puede responder a diferentes causas:
Mala circulación: a veces, el motivo es tan simple como que la sangre no circula correctamente hasta los dedos. Por suerte, no siempre responde a causas graves y puede ser subsanado con cambios en estilo de vida.
Anemia: la anemia, es decir, una baja concentración de glóbulos rojos en la sangre, no es una enfermedad sino un síntoma de otras patologías o de procesos como la menstruación. La frialdad de manos y pies es un síntoma de la anemia.
Arterias bloqueadas: la acumulación de grasa en las arterias puede interrumpir el flujo sanguíneo a las extremidades. Ojo, porque puede conllevar riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Síndrome de Raynaud: es un trastorno vasoespástico que causa la decoloración de los dedos. Estos espasmos reducen el suministro de sangre a las extremidades. El estrés y el frío hacen aumentar estos síntomas.
Esclerodermia: esta enfermedad autoinmune afecta a piel y tejidos subyacentes, como los vasos sanguíneos. El cuerpo produce exceso de colágeno.
Sedentarismo: el ejercicio físico favorece el flujo sanguíneo, por lo que el exceso de sedentarismo puede ser contraproducente.
Tabaquismo: el tabaco favorece el estrechamiento y bloqueo de arterias, lo cual puede favorecer, como hemos visto antes, a una mala circulación de la sangre y a tener las manos frías.
Diabetes: cuando no está bien tratada, la diabetes afecta a la circulación y a que la sangre llegue correctamente a las extremidades.
Sexo femenino: un estudio realizado en Estados Unidos en 1998 reveló que la temperatura media de las manos de mujeres es dos grados inferior a la de los hombres, por causas hormonales.
Embarazo: la temperatura basal aumenta en las primeras etapas del embarazo, y por eso algunas mujeres notan que sus extremidades están más frías.
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