Paseo dominical
Paseo dominical (17-07-13)
¿Cuándo fue la última vez que salió un domingo a dar un paseo en auto?
Esta no es una actividad muy popular en estos días, pero lo era cuando yo era joven. Y era la actividad favorita de los Raimey, unos maravillosos vecinos que tuve cuando era niño.
El señor Raimey decía: “¡Todo el mundo arriba! Vamos, súbanse al auto y vamos a dar una vuelta”, mientras reunía a su familia y ocasionalmente a un niño vecino como yo que estaba jugando al lado de su casa. Y nos íbamos. Vivíamos en Circleville, Ohio, y nuestros paseos dominicales nos llevaban a lugares exóticos como Lanchaste, Chillicithe, y hasta Columbus. Era una gran aventura para nosotros.
El Sr. Raimey guiaba por caminos de tierra y carreteras que pasaban a través de granjas y campos de Ohio. Nunca estábamos seguros de lo que veríamos.
Esos paseos dominicales eran entretenidos. Si teníamos suerte, y encontrábamos alguna tiendita en el camino, el señor Raimey se detenía, y todos nos bajábamos.
El señor Raimey y su esposa nos compraban una Coca Cola o un helado a cada uno. Era una manera maravillosa de pasar la tarde.
Pero para decirle la verdad, a través de los años he encontrado a mucha gente que trata la vida como un paseo dominical. Parece que dijeran: “Salgamos a ver a dónde llegamos”.
Están dispuestos a dejar que la vida los lleve a donde quiera. No soy científico, pero he notado que la fuerza de gravedad suele llevar todo hacia abajo. Y sin planificación ni dirección, la vida de una persona puede hacer lo mismo. T. N.
Su vida no puede estar a la deriva. Su vida no puede ser llevada por la inercia. No te quedes en el camino mirando o dejándote llevar por la corriente. Dios tiene propósito para tu vida. No dejes que tu vida sea como un paseo dominical.
Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.
En Él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. Efesios 1:7-8
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