martes, 31 de mayo de 2016

01 de Junio - Alfonso Navarrete

Alfonso Navarrete, Fernando de San José  y León Tanaka, Beatos
Mártir en Japón, 01 de Junio

Martirologio Romano: En Omura, en Japón, beatos mártires Alfonso Navarrete, de la Orden de Predicadores, Fernando de San José de Ayala, de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, y León Tanaka, religioso de la Compañía de Jesús, que fueron degollados a causa de la fe cristiana, por decisión del supremo mandatario Hideta († 1617).
Etimológicamente: Alfonso = Aquel guerrero totalmente preparado para el combate, es de origen germánico.
Fecha de beatificación: 7 de mayo de 1867, junto a otros 202 mártires en Japón, por el Papa Beato Pío IX.

Los dominicos, llegados al Japón en 1602, establecieron su campo de misión en la isla de Kyóshó. Cuando llegaron ya se había promulgado el edicto de persecución contra los cristianos, a pesar de las torturas y los tormentos antes de la ejecución que practicaban los japoneses, los misioneros católicos no se detienen. El primero que llegó fue el madrileño padre beato Francisco Morales, junto con otros cinco dominicos que se asentaron primero en Koshiki y extendieron su campo de acción por otras partes del Japón, fueron llegando nuevos misioneros, y se fueron convirtiendo los indígenas. Gracias a la relativa calma que hubo en primera década del siglo XVII fundaron las iglesias de Kyoto y Osaka. Pero en 1616 se inició una nueva persecución mucho más fuerte, y las cárceles se fueron llenando de misioneros y cristianos indígenas. Por privilegio especial los dominicos encarcelados podían admitir a la Orden, mediante la profesión, a cristianos de probada fidelidad y de piedad; dado el fervor religiosos que se respiraba en la cárcel, la cárcel parecía más un convento que una prisión. Todos compartieron la oración y el testimonio apostólico.

Alfonso Navarrete nació en Logroño en 1571. Ingresó en los dominicos en el convento de San Pablo de Valladolid y trabajó primero como misionero en Filipinas (1596) donde trabajó en la provincia de Cagayán pero una enfermedad le obligó a regresar a España para restablecerse; allí se dedicó a reclutar misioneros para el Extremo Oriente. En 1611 fue enviado a Miyako, Japón, de ahí a Nagasaki, de donde fue desterrado en 1614. Fue nombrado vicario provincial y promovió la Cofradía del Rosario, que dio a la Iglesia numerosos mártires, y la Hermandad de la Caridad para atender a los enfermos. Se dice que convirtió al cristianismo a muchas personas. Se le conoció como “el san Vicente de Paúl” del Japón, porque se dedicaba a rescatar a los niños abandonados. En 1617 fue a Ômura, donde predicó abiertamente el evangelio, por lo que fue detenido y llevado de una parte a otra de la bahía de Ômura, hasta ser decapitado en Tkashima junto al  agustino Fernando de San José Ayala. Es el protomártir de los dominicos en el Japón.

Fernando de San José nació en Ballestero, en la diócesis de Toledo en 1575. Ingresó en los agustinos en Montilla y en 1603 fue enviado a Méjico y después al Japón (1605) como vicario provincial. Trabajó con mucho éxito en Oxaka hasta que fue capturado y ejecutado en Ômura.

León Tanaka nació en el seno de una familia cristiana japonesa. En su adolescencia fue acogido por los misioneros jesuitas y lo prepararon para ser catequista tanto de niños como de catecúmenos. Profesó como jesuita. Como catequista trabajó para el beato jesuita Juan Bautista Machado de Tavora, como era costumbre de asignar a cada misionero un catequista; le acompañó en todas su correrías apostólicas, llegando a la isla de Goto, donde fueron arrestados. León se negó a separarse del misionero. Fueron encerrados en la prisión de Ômura. El padre Machado fue martirizado el 22 de Mayo, y a León se le ofreció la vida y la libertad si apostaba, pero no quiso. Fue decapitado en Ômura.

Judit 3


1 Entonces le enviaron mensajeros con la siguiente propuesta de paz:
2 «Aquí estamos los servidores del gran rey Nabucodonosor, rendidos ante ti: trátanos como mejor te parezca.
3 Están a tu disposición nuestras posesiones, todo nuestro suelo, todos los campos de trigo, nuestras ovejas y nuestras vacas, y también todos los corrales de nuestros campamentos: puedes hacer con ellos lo que quieras.
4 Hasta nuestras mismas ciudades y sus habitantes están a tu servicio; ven y trátalas como te parezca».
5 Aquellos hombres se presentaron ante Holofernes y le transmitieron su mensaje.
6 El descendió con su ejército hacia la costa del mar, estableció guarniciones en las plazas fuertes y reclutó en ellas hombres selectos como tropas auxiliares.
7 Ellos, y toda la región circunvecina, lo recibieron con guirnaldas y danzas corales al son de los tambores.
8 Pero él devastó todo su territorio y taló sus bosques sagrados, porque había recibido la orden de exterminar a todos los dioses del país, para hacer que todas las naciones adoraran solamente a Nabucodonosor, y todas sus lenguas y tribus lo invocaron como dios.
9 Así llegó Holofernes a Esdrelón, en las inmediaciones de Dotaim, que está ante las montañas de Judea.

10 Acampó entre Gueba y Escitópolis y permaneció allí un mes, a fin de reunir todos los efectivos de su ejército.

La paz no tiene precio


Daría la mitad de mi fortuna por un minuto de paz –dijo una vez un multimillonario. Y no andaba tan desubicado. Sin paz se puede tener todo menos felicidad. Quizá por ello, la filosofía y la espiritualidad han buscado siempre y tenazmente, sobre todo en el interior mismo del hombre, las fuentes de la paz; algo así como el eslabón perdido de la felicidad
Según la sabiduría griega, en su versión estoica, la paz se halla en la «imperturbabilidad» (ataraxia), como resultado natural de una vida virtuosa y ajena a las pasiones insanas (apatheia). Para el budismo, en cambio, la paz está en el «nirvana»: esa serenidad inquebrantable que brota al extinguirse el fuego del deseo, la aversión y la desilusión.
El mundo contemporáneo, tendencialmente hedonista, ha hecho de la paz una mercancía lucrativa, cuyos ingredientes básicos son la seguridad y el bienestar. «Si quieres paz –anuncian las agencias– te vendo protección, alarmas, seguros de vida, pólizas contra robo e incendio, chequeos médicos y hermosas playas solitarias».
El cristianismo tiene una visión diferente. Su novedad está en que la paz no es ni sólo interior ni sólo exterior. Ni es mercancía que comprar, pues la paz no tiene precio; ni es tampoco resultado de una ascesis interior hasta lograr una voluntad refractaria a cualquier tipo de pasión o deseo. La paz es un don; un regalo que Jesús da a sus discípulos: «La paz os dejo; mi paz os doy» (Jn 14, 27). En cuanto don, viene de fuera; pero en cuanto fruto de la presencia de Jesús en nuestro corazón, es algo muy interior, íntimo, capaz de desafiar cualquier circunstancia externa.
La paz que da Jesús está tejida de fe, de confianza, de aceptación de la propia vulnerabilidad, de abandono en la Providencia, de perdón dado y recibido. Estas actitudes engendran paz porque, en el fondo, ordenan el corazón: restablecen equilibrios perdidos y ponen de nuevo cada cosa en su lugar. San Agustín definía la paz como la «tranquilidad del orden». Sólo Jesús, con su Presencia viva en nuestro corazón por la gracia, nos reconcilia con Dios, con los demás, con nosotros mismos y con las demás criaturas, y así pone en orden nuestro corazón; lo pone en paz.
Pero este don de la paz pide nuestra colaboración. Exige que vigilemos el corazón y evitemos pensamientos, deseos o actitudes que roban la paz. En nuestra situación actual de seres inclinados al desorden por el pecado original, por paradójico que parezca, la paz exige lucha. Es preciso pelear contra la soberbia, la ambición excesiva, los deseos impuros, las vanidades, las susceptibilidades, las envidias, los resentimientos, los miedos infundados. Nuestro corazón es un campo de batalla. En él se acepta o no a Jesús y, en consecuencia, en Él se gana o se pierde la paz.
La Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, ha sido siempre una gran pacificadora de corazones. Porque su Corazón Inmaculado, en perfecto orden, es un yacimiento profundísimo de paz. Basta meditar las dulces palabras que dirigió a Juan Diego en la ladera del Tepeyac: «Oye y ten entendido, hijo mío, el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón… ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa» (Relato del Nican Mopohua).
No hace falta la mitad de una fortuna para comprar un minuto de paz. Basta que nuestro corazón crea y acepte cada día el don de Jesús, y la tendrá toda la vida. AOT

Evangelio del Miércoles 01 de Junio

Día Litúrgico: Miércoles IX (C) del T.O.

Texto del Evangelio (Mc 12,18-27): En aquel tiempo, se le acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer».
Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error».

«No es un Dios de muertos, sino de vivos»

Comentario: Pbro. D. Federico Elías ALCAMÁN Riffo (Puchuncaví - Valparaíso, Chile)

Hoy, la Santa Iglesia pone a nuestra consideración —por la palabra de Cristo— la realidad de la resurrección y las propiedades de los cuerpos resucitados. En efecto, el Evangelio nos narra el encuentro de Jesús con los saduceos, quienes —mediante un caso hipotético rebuscado— le presentan una dificultad acerca de la resurrección de los muertos, verdad en la cual ellos no creían.
Le dicen que, si una mujer enviuda siete veces, «¿de cuál de ellos [los siete esposos] será mujer?» (Mc 12,23). Buscan, así, poner en ridículo la doctrina de Jesús. Mas, el Señor deshace tal dificultad al exponer que, «cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos» (Mc 12,25). 
Y, dada la ocasión, Nuestro Señor aprovecha la circunstancia para afirmar la existencia de la resurrección, citando lo que le dijo Dios a Moisés en el episodio de la zarza: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob», y agrega: «No es un Dios de muertos, sino de vivos» (Mc 12,26-27). Ahí Jesús les reprocha lo equivocados que están, porque no entienden ni la Escritura ni el poder de Dios; es más, esta verdad ya estaba revelada en el Antiguo Testamento: así lo enseñaron Isaías, la madre de los Macabeos, Job y otros.
San Agustín describía así la vida de eterna y amorosa comunión: «No padecerás allí límites ni estrecheces al poseer todo; tendrás todo, y tu hermano tendrá también todo; porque vosotros dos, tú y él, os convertiréis en uno, y este único todo también tendrá a Aquel que os posea a ambos».
Nosotros, lejos de dudar de las Escrituras y del poder misericordioso de Dios, adheridos con toda la mente y el corazón a esta verdad esperanzadora, nos gozamos de no quedar frustrados en nuestra sed de vida, plena y eterna, la cual se nos asegura en el mismo Dios, en su gloria y felicidad. Ante esta invitación divina no nos queda sino fomentar nuestras ansias de ver a Dios, el deseo de estar para siempre reinando junto a Él.

lunes, 30 de mayo de 2016

31 de Mayo - Noé Mawaggali

Noé Mawaggali, Santo
Mártir, 31 de Mayo

Martirologio Romano: En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución rehusó impávido emprender la fuga y ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes, tras atravesárselo, lo colgaron de un árbol hasta que entregó el espíritu por Cristo. († 1886)
Fecha de canonización: 18 de octubre de 1964, junto a otros 21 mártires, por S.S. Pablo VI.

Causó un gran revuelo en el año 1920 la beatificación realizada por el Papa Benedicto XV de veintidós mártires ugandeses, tal vez porque en aquellos días la gloria de los altares estaba vinculada a ciertos parámetros raciales, de cultura y de idiomas, (afortunadamente esto ha disminuido con el pasar de los años). De hecho, estos fueron los primeros africanos subsaharianos (por llamarlo de algún modo, nativos del “África Negra”) en ser reconocidos como mártires, y como tales ser venerados por la Iglesia Católica.
Su vida terrena la pasaron bajo el reinado de Mwanga, un joven rey que, habiendo asistido a la escuela de los misioneros (los “Padres Blancos” del Cardenal Lavigerie), no aprendió ni a leer ni a escribir porque era “obstinado, indisciplinado e incapaz de concentrarse”. Actitudes que podrían sembrar alguna duda sobre sus facultades mentales, además de los comerciantes blancos venidos del norte aprendió lo peor: habituarse a fumar hachís, beber alcohol en grandes cantidades y disfrutar de prácticas homosexuales. Para esto último construye un harén bien surtido compuesto por pajes, funcionarios e hijos de los nobles de su corte.
Respaldado al inicio de su reinado por los cristianos (católicos y anglicanos) que se unen a él para hacer frente común contra la tiranía del rey musulmán Kalema, el rey Mwanga pronto ve en el cristianismo la mayor amenaza contra las tradiciones tribales y, principalmente, un obstáculo para su libertinaje. Quienes apoyan su enfrentamiento contra el cristianismo son, primordialmente, los hechiceros y fetichistas que ven comprometidos su poder tradicional, y así, en 1885, comenzó una feroz persecución, la primera víctima es Hannington, obispo anglicano, pero la lista incluye al menos 200 jóvenes asesinados por su fe.
El 15 de noviembre de 1885 Mwanga hace decapitar al maestro de los pajes y prefecto de la sala real. ¿Su delito?, ser católico y además catequista, haber reprendido al monarca por el asesinato del obispo anglicano y haber defendido en repetidas ocasiones a los pajes de los “avances” sexuales del rey. José Mkasa Balikuddenbe pertenecía al clan Kayozi y tenía apenas 25 años.
El sustituto en el prestigioso cargo es Carlo Lwanga, del clan Ngabi, que se convierte en el centro de la mórbida atención del rey. Pero Lwanga tiene un “defecto”, es católico, y además en un período en que los misioneros están prohibidos asume el papel de “líder” y sustenta la fe de los nuevos conversos.
El 25 de mayo de 1886 fue condenado a muerte junto a un grupo de cristianos y cuatro catecúmenos a quienes Lwanga logra bautizar secretamente por la noche, el más joven es Kizito, del clan Mmamba, tiene apenas 14 años. El 26 de mayo son asesinados Andrés Kaggwa, (jefe de los músicos y pariente del rey, quien había demostrado ser especialmente generoso y valiente durante una epidemia), y Dionisio Ssebuggwawo.
Se ordena que sean trasladados desde Munyonyo, donde estaba el palacio real y donde se dictaron las sentencias, a Namugongo, lugar donde se efectuarán las ejecuciones, un “vía crucis” de 27 millas, (44.6 kilómetros), recorridos en 8 días, junto a presiones de familiares para que adjuraran de su fe y la violencia de los soldados. Uno muere en el camino: Ponciano Ngondwe, del clan Nnyonyi Nnyange, es atravesado por una lanza, era el paje real, había sido bautizado en el apogeo de la persecución y por ello fue inmediatamente aprendido; Atanasio Bazzekuketta, del clan Nikima, es martirizado el 27 de mayo.
Unas horas más tarde cae atravesado por las lanzas de los soldados, el siervo del rey Gonzaga Gonga, del clan Mpologoma, y poco después es asesinado Mateo Mulumga, del clan Lugane, quien tenía el rango de “juez”, tenía ya más de cincuenta años de edad pero apenas tres de haberse convertido al catolicismo.
Noé Mawaggali nacido en el distrito de Singa, en la zona de Mityana, en 1851, pertenecía al clan del Antílope y era alfarero de profesión. Vino al conocimiento del cristianismo y se adhirió a Cristo, bautizándose el 1 de noviembre de 1885. Nombrado catequista de la comunidad cristiana, cumplía su encargo con gran celo, y estaba precisamente dando catequesis en su casa cuando los emisarios reales vinieron a su poblado, Kiwanga, a poner fin a la comunidad cristiana. Se le avisó y pudo huir, pero no quiso abandonar su puesto y por ello fue martirizado. Atravesado primero con lanzas hasta dejarlo todo lleno de heridas, fue luego colgado de un árbol para que fuese pasto de los perros y fueron echadas a las hienas algunas vísceras suyas. Era el 31 de mayo de 1886. Su hermana Munaku, entonces catecúmena, presenció su martirio y manifestó el deseo de ser ella también martirizada, pero no lo fue. Vivió en la misión consagrada al Señor y aún vivía cuando los mártires fueron beatificados.
El 3 de junio, sobre la colina de Namugongo, son quemados vivos 31 cristianos, (entre ellos algunos anglicanos). Allí están los doce católicos a cargo de Carlo Lwanga, quien le habría prometido al joven Kizito “voy a tomarte de la mano, si hemos de morir por Jesús, lo haremos juntos, mano a mano”. En ese grupo también estaban:
• Lucas Baanabakintu, Musoke Gyaviira y Tuzinde Mbaga, todos del clan Mmamba;
• Santiago Buuzabalyawo, hijo del tejedor real y miembro del clan Ngeye;
• Ambrosio Kibuuka, del clan Lugane
• Anatolio Kiriggwajjo, guardián de los rebaños el rey;
• Mukasa Kiriwawanvu, camarero real;
• Adolofo Mukasa Ludico, del clan Ba´Toro, guardián de los rebaños del rey;
• Mugagga Lubow sastre real, del clan de Ngo;
• Aquiles Kiwanuka, del clan Lugave, y
• Bruno Sserunkuuma, del clan Ndiga.
Quienes asistieron a la ejecución se impresionaron al oírlos orar hasta el final, sin un gemido. Es un martirio que no apagó la fe de Uganda, más bien se convierte en semilla de muchas conversiones, como anunciara proféticamente Bruno Sserunkuuma justo antes de su martirio: “un manantial que tiene muchas fuentes no se secará nunca, nosotros ya no estemos pero otros vendrán después de nosotros”.
El grupo de mártires católicos elevados a los altares se completa el 27 de enero de 1887 con la muerte del siervo del rey, Juan María Musei, que espontáneamente confesó su fe ante el primer ministro del rey Mwanga por lo que fue decapitado de inmediato.
Carlo Lwanga y sus 21 jóvenes compañeros fueron canonizados por el Papa Pablo VI en 1964 y en el lugar de su martirio se construyó una magnífica santuario, a poca distancia, otro santuario recuerda a los cristianos no católicos que fueron martirizados también. Hay que señalar que junto a los cristianos también fueron martirizados algunos musulmanes.

Judit 2


1 El año decimoctavo, el día veintidós del primer mes, se notificó en el palacio de Nabucodonosor, rey de los asirios, que él se vengaría de toda la tierra, como lo había anunciado.
2 El rey convocó a todos sus oficiales y a todos sus funcionarios, se reunió en consejo secreto con ellos y decretó él mismo el exterminio de toda la tierra.
3 Entonces, de común acuerdo, se decidió aniquilar a todos los que no habían respondido al llamado del rey.
4 Una vez terminado el consejo, Nabucodonosor, rey de los asirios, llamó a Holofernes, general en jefe de su ejército y segundo después de él, y le dijo:
5 «Así habla el gran rey, el señor de toda la tierra: Al salir de mi presencia, tomarás contigo hombres de reconocido valor –unos ciento veinte mil soldados de infantería y un contingente de doce mil caballos con sus jinetes
6 y atacarás a todos los pueblos de Occidente, porque se negaron a escuchar mi llamado.
7 Intímalos a que se sometan totalmente, porque en mi indignación voy a marchar contra ellos; cubriré toda la superficie de la tierra con los pies de mis soldados y se la entregaré al saqueo:
8 los heridos colmarán sus valles; los torrentes y los ríos desbordarán, llenos de cadáveres,
9 y deportaré a sus cautivos hasta los confines de la tierra.
10 Parte en seguida y ocupa para mí sus territorios. A los que se te sometan, resérvamelos para el día de su castigo;
11 pero no perdones a los rebeldes: entrégalos a la matanza y al saqueo en todas partes.
12 Porque juro por mi vida y por el poder de mi reino que ejecutaré con mi propia mano lo que acabo de decir.
13 No quebrantes ni una sola de las órdenes de tu señor, sino ejecútalas estrictamente como te lo he mandado. ¡Cúmplelas sin tardanza!».
14 Apenas se alejó de la presencia de su señor, Holofernes convocó a todos los generales, oficiales y capitanes del ejército asirio.
15 Reclutó para la campaña unos ciento veinte mil soldados escogidos y doce mil arqueros de a caballo, como se lo había ordenado su señor,
16 y los dispuso en orden de batalla.
17 Juntó, además, un gran número de camellos, asnos y mulos para el equipaje, así como también innumerables ovejas, bueyes y cabras para el abastecimiento;
18 y cada hombre recibió provisiones en abundancia y una gran cantidad de oro y plata del palacio real.
19 Holofernes avanzó con todo su ejército, para preceder al rey Nabucodonosor y cubrir toda la superficie de la tierra, hacia Occidente, con sus carros de guerra, sus jinetes y sus soldados escogidos.
20 Lo seguía una multitud numerosa como las langostas y como los granos de arena de la tierra: su número era incalculable.
21 Desde Nínive, avanzaron durante tres días en dirección a la llanura de Bectilet, y acamparon en sus inmediaciones, al pie de la montaña que está a la izquierda de la Cilicia superior.
22 Desde allí, Holofernes penetró en la región montañosa con todo su ejército de soldados, jinetes y carros de guerra.
23 Luego se abrió camino a través de Fud y de Lud, y arrasó a todos los rasitas e ismaelitas que estaban al borde del desierto, hacia el sur de Jeleón.
24 En seguida vadeó el Éufrates, atravesó la Mesopotamia y destruyó todas las plazas fuertes en las riberas del torrente Abrona, hasta las costas del mar.
25 Después ocupó los territorios de la Cilicia, destrozó a cuantos le opusieron resistencia y avanzó hasta los confines meridionales de Jafet, en las fronteras de Arabia.
26 Sitió a todos los madianitas, incendió sus campamentos y saqueó sus establos.
27 Descendió luego a la llanura de Damasco, en la época de la cosecha del trigo, e incendió todos sus sembrados; exterminó ovejas y vacas, saqueó sus ciudades, arrasó sus campos y pasó a todos sus jóvenes al filo de la espada.

28 El pánico y el terror se apoderaron de todo el litoral: de los habitantes de Sidón y de Tiro, de Sur y de Oquina, y de todos los habitantes de Iamnia. También los de Azoto y Ascalón quedaron despavoridos ante él.

Hoy… Soy hijo del Dios viviente


Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente. Oseas 1:10
La gracia soberana puede hacer de los extraños, hijos, y el Señor declara aquí su propósito de obrar de este modo con los rebeldes haciéndoles saber que ya lo ha hecho.
Querido lector, el Señor lo ha hecho conmigo. ¿Lo ha hecho contigo? En tal caso, juntemos nuestras manos y nuestros corazones y alabemos su santo nombre.
Algunos de nosotros estábamos tan apartados de Dios, que su Palabra podía aplicarse con toda verdad a nuestra conciencia y corazón: «Vosotros no sois mi pueblo».
En la casa de Dios, lo mismo que en nuestros hogares, cuando leíamos la Biblia, la voz del Espíritu Santo decía a nuestras almas: «Vosotros no sois mi pueblo».
Ciertamente era una voz triste y condenatoria.
Mas ahora, en esos mismos lugares, por la Escritura y el Espíritu Santo, se nos dice: «Sois hijos del Dios viviente» ¿Sabemos agradecer esta dádiva como se merece?
¿No es esto digno de admiración? ¿Y no nos infunde la esperanza de que también otros lo sean? ¿Quién no está al alcance de la gracia soberana de Dios?
¿Cómo podremos desesperar de nadie, ya que el Señor ha obrado en nosotros un cambio tan maravilloso?
El que ha cumplido esta gran promesa, cumplirá todas las demás; sigamos, pues, adelante con cánticos de alabanza y adoración.
Hoy estoy convencido plenamente que soy hijo del Dios Viviente.
Gracias Señor por hacerme tu hijo y sostenerme con tu amor. Amén. ChS

Evangelio del Martes 31 de Mayo

Día Litúrgico: Martes IX (C) del T.O.

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

«Saltó de gozo el niño en mi seno»

Comentario: Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)

Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.
El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).
A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa San Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».
Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.

domingo, 29 de mayo de 2016

Saturados por la vida actual


En la actualidad nos encontramos con personas que les cuesta adaptarse a los diferentes cambios que la sociedad les plantea - como nuevos desafíos - y como no pueden lograr una adaptación saludable, comienza a aparecer la sensación de saturación o de estar colapsando a través de diferentes problemáticas, como el estrés o las enfermedades psicosomáticas.

¿Cómo afectan los cambios?
Los cambios sociales actuales, como las familias ensambladas; el temor a la pérdida laboral; la inseguridad; la violencia de género; la agresividad en sus diferentes formas y la incertidumbre con el futuro cuando no se perciben reglas claras de juego, influyen de manera negativa en la psiquis de los individuos ya que generan diferentes perturbaciones psicológicas que son motivo de consulta. 
Los estresores ambientales hacen que los sujetos estén en un estado de alerta permanente, que van sensibilizando el Sistema Autónomo Simpático, -Sistema de Alarmas- provocando diferentes problemáticas que afectan la salud:
  • Síntomas de ansiedad: taquicardias, palpitaciones, sudoración, inquietud, etc.
  • Síndrome de burnout o “del quemado”.
  • Estrés.
  • Ira.
  • Crisis de pánico y fobias.
  • Trastornos del ánimo.
  • Problemáticas psicosomáticas, entre otros trastornos.
Hay muchas personas que consultan porque sufren de ataques de ira por causa del estrés ocasionado por los estresores ambientales. Estos sujetos reconocen que tienen muy poca tolerancia a los problemas cotidianos, no resisten nuevas presiones y explotan con gritos e insultos frente a la menor dificultad que se les presenta. La típica frase es “ni yo me aguanto”.
Existe una fuerte incidencia a las adicciones en el ámbito laboral, debido a las presiones y exigencias, tanto en el ámbito público como privado, que llevan a estados profundos de estrés, ansiedad y angustia. Muchas personas con personalidades adictivas canalizan dichos estados en las adicciones, alcohol, drogas, ludopatía, para calmar los estados de malestar. 
Las adicciones cumplen también la función de evasión de la realidad y, sobre todo, de los factores perturbadores. 

PREVENCIÓN:
Para no enfermarse frente a los cambios y exigencias sociales, se necesita ser: 
Resiliente, que es la capacidad de adaptación a las situaciones de crisis sin enfermarse. Cuanto más RESILIENTE es una persona, mayor capacidad de SALUD tiene. 
Cuando la persona no puede solo, debería buscar ayuda para aprender diferentes recursos psicológicos que le permita tener una adaptación activa al exterior. 
Algunos factores que ayudan a ser resiliente son:
  • Aprender a negociar con el exterior, ceder para ganar.
  • NO pensar en términos de blanco o negro, sino que se debe incluir la gama de los GRISES.
  • Tener en cuenta que los problemas NO desaparecen, van cambiando.
  • Establecer una JERARQUIA de problemas, no son todos iguales.
  • NO renegar frente a los obstáculos, pensar en SOLUCIONES, cómo lo resuelvo.
  • A mayor flexibilidad, mejor adaptación.
  • Pensar que siempre se puede vivir mejor.
Lic. Santiago Gómez

30 de Mayo - Huberto

Huberto, Santo
Patrono de los cazadores, 30 de Mayo

Martirologio Romano: En Tervuren, en Brabante, en la actual Bélgica, tránsito de san Huberto, obispo de Mastrique-Tongeren, discípulo y sucesor de san Lamberto, que se dedicó con todas sus fuerzas a la difusión del Evangelio por Brabante y las Ardenas, donde terminó con las costumbres paganas († 727).

Nació probablemente en Tolosa del Languedoc, Francia, hacia el 656 o 658; murió el 30 de mayo de 727 o 728, en Tervuren, Bélgica. Es un santo católico, al que se invoca como protector contra la rabia y se le tiene por celestial patrono de los cazadores, matemáticos, ópticos y metalúrgicos
Huberto fue el hijo mayor de Bertrán. Como los nobles merovingios de su tiempo, Huberto practicaba asiduamente la caza. Se trasladó a Metz, donde se casó (682) con Floribana, hija de Dagoberto, Conde de Lovaina. Fue una elección matrimonial conveniente por la importancia de las dos familias. Su hijo Floriberto, como Huberto, llegaría a ser obispo de Lieja.
Huberto partió, luego de sentir el llamado del Señor, hacia Mastrique, donde Lamberto era obispo, y a partir de entonces actuó como su director espiritual. Huberto renunció a su rango y derechos de primogenitura en el Ducado de Aquitania en favor de su hermano Eudo, que fue nombrado tutor de Floriberto, el hijo de Huberto y Floribana. Distribuyó a los pobres su riqueza y estudió órdenes sagradas, para ser consagrado presbítero, asistiendo en la administración de la diócesis de Mastrique-Tongeren a San Lamberto. Siguiendo su consejo, partió en romería hasta Roma el año 708, durante su ausencia fue asesinado su obispo y mentor. La hagiografía de Huberto indica que este asesinato fue revelado al Papa con la indicación de designar a Huberto, sucesor de San Lamberto en la diócesis de Mastrique-Tongeren, como así sucedió.
Como obispo, trasladó la sede de Mastrique a Lieja, enterró a su predecesor en una basílica construida para honrar su memoria en el lugar mismo del asesinato y sentó las bases para hacer de Lieja una gran ciudad. Ésta tiene hoy a San Lamberto como su santo patrón y a San Huberto es contado como su primer obispo. El obispo Huberto se destacó por su sencillez y austeridad, por intensidad de sus oraciones y ayunos y su famosa elocuencia. Evangelizó el área de las Ardenas.
Huberto murió en Tervuren, Brabante en 727 o 728 y fue enterrado en Lieja. Sus restos fueron luego exhumados el año 825 y trasladados a la abadía benedictina de Andain, situada en la población que actualmente se llama San Huberto. En los siguientes años hasta el Siglo XVI, en que desaparecieron los restos, su sepulcro fue muy visitado y centro de peregrinación.
El nombre y la protección de San Huberto se tomó por algunas Órdenes Militares en el Siglo XV. Felipe IV de España, rey cazador, tenía a San Huberto como protector.

Judit 1


1 Era el año duodécimo del reinado de Nabucodonosor, que gobernó a los asirios en la gran ciudad de Nínive, mientras Arfaxad reinaba sobre los medos en Ecbátana.
2 Este había construido alrededor de Ecbátana una muralla de piedras talladas que medían un metro y medio de ancho y tres de largo. La muralla tenía treinta y cinco metros de altura y veinticinco de espesor.
3 También había erigido junto a sus puertas unas torres de cincuenta metros de alto, sobre cimientos de treinta metros de ancho;
4 y había hecho levantar sus puertas hasta una altura de treinta y cinco metros, por veinte de ancho, para que pudiera pasar su poderoso ejército y desfilar su infantería.
5 En aquellos días, el rey Nabucodonosor declaró la guerra al rey Arfaxad en la gran llanura, la que se extiende sobre el territorio de Ragau.
6 Se unieron a él todos los habitantes de la región montañosa y los que vivían a lo largo del Éufrates, del Tigris y del Hidaspes y en las planicies de Arioc, rey de los elimeos. Y muchos pueblos se reunieron para combatir a los hijos de Jeleúd.
7 Entonces Nabucodonosor, rey de los asirios, envió mensajeros a todos los habitantes de Persia y a todos los que residían en Occidente: a los de Cilicia y Damasco, del Líbano y el Antilíbano, y a todos los que vivían en el litoral;
8 a las poblaciones del Carmelo y Galaad; a la Galilea superior y a la gran llanura de Esdrelón,
9 así como también a todos los que habitaban en la Samaría y sus ciudades; a los del otro lado del Jordán, hasta Jerusalén, Betané, Jelús y Cades; y más allá del Torrente de Egipto, a Tafne y Ramsés, lo mismo que a todo el territorio de Gesén,
10 hasta más arriba de Tanis y Menfis; y a todos los habitantes de Egipto, hasta los confines de Etiopía.
11 Pero los habitantes de todas esas regiones, sin excepción, despreciaron el llamado de Nabucodonosor, rey de los asirios, y no se aliaron con él para la guerra, porque no le temían, sino que lo consideraban como un hombre falto de apoyo. Por eso despidieron despectivamente a sus emisarios con las manos vacías.
12 Nabucodonosor se enfureció contra todas aquellas regiones y juró por su trono y por su reino vengarse de todo el territorio de Cilicia, la Damascena y Siria y destruir con su espada a todos los habitantes de Moab, a los amonitas y a todas la Judea, así como también, a todos los habitantes de Egipto, hasta la región de los dos mares.
13 El año decimoséptimo, Nabucodonosor atacó con su ejército al rey Arfaxad y, después de derrotarlo, aniquiló todo su ejército, su caballería y sus carros de guerra.
14 Se apoderó de sus ciudades, avanzó hasta Ecbátana, expugnó sus torres, destruyó sus plazas y convirtió su esplendor en ignominia.
15 Además, hizo prisionero a Arfaxad en las montañas de Ragau, lo acribilló con sus jabalinas, y lo aniquiló para siempre.
16 Finalmente, regresó con sus tropas y con la enorme multitud de guerreros que lo habían seguido, y todos se entregaron despreocupadamente a la buena vida durante ciento veinte días.

Lecciones para la vida


El Principio de la Sabiduría… Es el temor a Dios.
Nosotros vivimos por lo que damos… Amar es darse uno mismo.
El hombre que quiere amigos… Ha de mostrarse amigo.
Quiéreme cuando menos lo merezca… Porque será cuando más lo necesite.
La más hermosa de las obras humanas… Consiste… Ser útil a los demás.
De todas las cosas que tú usas… Tu expresión es la más importante.
La oración cambia las cosas… La bendición de Dios es la que enriquece.
La gente no creerá tanto en lo que tú dices… Pero si creerán en lo que tú haces.
La simplicidad… Es el camino hacia la verdadera felicidad.
Una vez me sentí triste porque no tenía zapatos… Hasta que conocí a un hombre que no tenía pies.
No importa cuántas veces caigas… Lo único que importa es cuantas veces te levantas de nuevo.

Evangelio del Lunes 30 de Mayo

Día Litúrgico: Lunes IX (C) del T.O.

Texto del Evangelio (Mc 12,1-12): En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. 
»Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia’. Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. 
»¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: ‘La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?’».
Trataban de detenerle —pero tuvieron miedo a la gente— porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.

«Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos 
una parte de los frutos de la viña»

Comentario: Fr. Alphonse DIAZ (Nairobi, Kenia)

Hoy, el Señor nos invita a pasear por su viña: «Un hombre plantó una viña (...) y la arrendó a unos labradores» (Mc 12,1). Todos somos arrendatarios de esa viña. La viña es nuestro propio espíritu, la Iglesia y el mundo entero. Dios quiere frutos de nosotros. Primero, nuestra santidad personal; luego, un constante apostolado entre nuestros amigos, a quienes nuestro ejemplo y nuestra palabra les anime a acercarse cada día más a Cristo; finalmente, el mundo, que se convertirá en un mejor sitio para vivir, si santificamos nuestro trabajo profesional, nuestras relaciones sociales y nuestro deber hacia el bien común. 
¿Qué clase de arrendatarios somos? ¿De los que trabajan duro, o de los que se irritan cuando el dueño envía a sus siervos a cobrarnos el alquiler? Podemos oponernos a los que tienen la responsabilidad de ayudarnos a proporcionar los frutos que Dios espera de nosotros. Podemos poner objeciones a las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia y del Papa, los obispos, o quizás, más modestamente, de nuestros padres, nuestro director espiritual, o de aquel buen amigo que está tratando de ayudarnos. Podemos, incluso, volvernos agresivos, y tratar de herirles o, hasta “matarlos” mediante nuestra crítica y comentarios negativos. Deberíamos examinarnos a nosotros mismos acerca de los motivos reales de dicha postura. Quizás necesitamos un conocimiento más profundo de nuestra fe; quizás debemos aprender a conocernos mejor, a efectuar un mejor examen de conciencia, para poder descubrir las razones por las que no queremos producir frutos. 
Pidamos a Nuestra Madre María su ayuda para que podamos trabajar con amor, bajo la guía del Papa. Todos podemos ser “buenos pastores” y “pescadores” de hombres. «Entonces, vayamos y pidamos al Señor que nos ayude a llevar fruto, un fruto que permanezca. Sólo así este valle de lágrimas se transformará en jardín de Dios» (Benedicto XVI). Nosotros podríamos acercar a Jesucristo nuestro espíritu, el de nuestros amigos, o el del mundo entero, si tan sólo leyéramos y meditáramos las enseñanzas del Santo Padre, y tratásemos de ponerlas en práctica.

sábado, 28 de mayo de 2016

29 de Mayo - Úrsula Ledóchowska

Úrsula Ledóchowska, Santa
Fundadora, 29 de Mayo

Martirologio Romano: En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante, y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia († 1939).

Nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf (Austria), segunda de nueve hijos. Su madre, de nacionalidad suiza, descendía de una familia noble; su padre procedía de la antigua y noble familia polaca Ledóchowski, en la que destacaron hombres de Estado, militares, eclesiásticos y personas consagradas. Creció en un clima familiar lleno de amor y exigente. María Teresa, su hermana mayor, fundadora de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas), conocida como "madre de África", fue beatificada por el Papa Pablo VI en el año 1975; su hermano Vladimiro, un año menor que ella, fue superior general de la Compañía de Jesús de 1915 a 1942. Otro de sus hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió asesinado por los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen, el año 1945.
En 1883 la familia se trasladó de Austria a Polonia. Tres años después, Julia entró en el convento de las Ursulinas de Cracovia. Durante la profesión religiosa, emitida en 1889, tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Destacó por su amor al Señor, su talento educativo y su sensibilidad ante las necesidades de los jóvenes en las difíciles circunstancias sociales, políticas y morales de su tiempo. En 1904 fue elegida superiora del convento de Cracovia. En ese tiempo emprendió valientes iniciativas apostólicas. Abrió un internado para jóvenes universitarias -el primero en Polonia-, donde las muchachas no sólo pudieran encontrar un lugar seguro, sino también una sólida formación religiosa: les organizaba la Congregación mariana y cursos para profundizar la visión cristiana de la vida, dirigidos por eminentes teólogos.
Convencida de la necesidad de cambiar las Constituciones según las nuevas necesidades pastorales, se dirigió a Roma en 1907. En una audiencia, propuso al Papa Pío X realizar su trabajo apostólico en el corazón de la Rusia hostil a la Iglesia. Con la bendición del Vicario de Cristo, ese mismo año, al concluir su cargo de superiora del convento de Cracovia, acompañada de otra religiosa, ambas vestidas de civil, pues la vida religiosa estaba prohibida en ese país, partió hacia San Petersburgo.
Las religiosas vivían en la clandestinidad y, aunque eran vigiladas continuamente por la policía secreta, realizaban una intensa labor educativa y de formación religiosa, también con vistas a promover buenas relaciones entre polacos y rusos.
En 1908, la Santa Sede, a causa de las grandes dificultades de comunicación, aprobó la erección canónica de la casa de San Petersburgo como casa autónoma, con noviciado. La madre Úrsula fue nombrada superiora. Al año siguiente, la actividad del convento se extendió a Finlandia, donde construyó una escuela con internado para muchachas.
Cuando estalló la primera guerra mundial, en 1914, la madre Úrsula, al ser ciudadana austríaca, tuvo que salir de Rusia y emigró a Escandinavia: primero a Suecia y luego a Dinamarca, desde donde podía mantener más fácilmente contactos con sus religiosas de San Petersburgo. Para evitarles las consecuencias de la revolución bolchevique, trasladó la comunidad a Estocolmo, donde fundó un instituto de lenguas para muchachas. En 1917 se trasladó, con toda la comunidad, a Aalborg, en Dinamarca, donde abrió una casa para niños huérfanos de los inmigrantes polacos. Durante el tiempo de su estancia en Escandinavia, además de su apostolado educativo, trabajó intensamente en la promoción del compromiso ecuménico. Asimismo, colaboró con el Comité de ayuda a las víctimas de la guerra en Polonia, fundado por Henryk Sienkiewicz, famoso escritor polaco premiado con el premio Nobel por su libro "Quo vadis".
La casa de sus religiosas se convirtió en un apoyo para la gente de diversas orientaciones políticas y religiosas. Su amor ardiente a la patria iba unido a la apertura a los otros. Cuando le preguntaban cuál era su orientación política, respondía sin vacilar: "Mi política es el amor". En ese tiempo, la Santa Sede le concedió el permiso para transformar su convento autónomo de Ursulinas en la congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante. La espiritualidad de la congregación se centra en la contemplación del amor salvífico de Cristo y en la participación en su misión por medio de la labor educativa y el servicio al prójimo, especialmente a los que sufren, a los que viven en soledad, a los marginados y a los que buscan el sentido de su vida.
Úrsula educaba a sus religiosas para amar a Dios sobre todas las cosas y en Dios a toda persona humana y a toda la creación. Recomendaba, como testimonio creíble de una relación personal con Cristo, la sonrisa, la serenidad de espíritu, la humildad y la capacidad de vivir la vida ordinaria como camino privilegiado para la santidad. Ella misma era un ejemplo notable de ese tipo de vida.
La congregación se desarrolló rápidamente. Nacieron comunidades de religiosas Ursulinas en Polonia y en otras regiones. En 1928 abrió en Roma la casa general y una pensión para muchachas pobres. Las Ursulinas comenzaron también a trabajar entre los pobres de los suburbios de la ciudad eterna. En 1930 se establecieron en Francia.
La madre Úrsula fundó numerosos centros de educación y de enseñanza; enviaba a las religiosas a dar catequesis y a trabajar en zonas pobres; organizaba ediciones de libros para niños y jóvenes; ella misma escribió libros y artículos.
Trató de iniciar y apoyar organizaciones eclesiales para niños (Movimiento Eucarístico), para la juventud y para las mujeres. Participaba activamente en la vida de la Iglesia y del país. Recibió condecoraciones estatales y eclesiásticas. Ejerció gran influjo sobre la vida de la madre Úrsula su tío Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, primado de Polonia y después prefecto de la Sagrada Congregación para la propagación de la fe.
Murió en Roma el 29 de mayo de 1939. Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 20 de junio de 1983 en Poznan y canonizada por el mismo Papa el 18 de mayo de 2003 en la Basílica Vaticana.

Ester - Suplementos griegos 10


1 Mardoqueo decía: «¡Todo esto proviene de Dios!
2 Yo recuerdo el sueño que tuve acerca de esto y no se ha omitido un solo detalle:
3 había una pequeña fuente convertida en río, luego una luz además del sol y agua abundante. El río es Ester, a la que el rey tomó por esposa y convirtió en reina;
4 los dos dragones somos yo y Amán;
5 las naciones son las que se reunieron para hacer desaparecer el nombre de los judíos.
6 y mi nación es Israel, los que clamaron a Dios y fueron salvados. El Señor ha liberado a su pueblo, el Señor nos ha librado de todos esos males, y Dios hizo esos grandes signos y prodigios, como nunca sucedió entre las naciones.
7 Por eso el Señor ha establecido dos suertes, una para el pueblo de Dios y otra para todas las naciones paganas.
8 Y estas dos suertes se han verificado en la hora, el momento y el día del juicio delante de Dios y para todos los pueblos.
9 Sí, Dios se acordó de su pueblo e hizo justicia a su herencia.
10 Por eso estos días del mes de Adar, el catorce y el quince de dicho mes, serán celebrados como días de asamblea, de gozo y alegría delante de Dios, a lo largo de todas las generaciones, en Israel, su pueblo».

11 El cuarto año del reinado de Tolomeo y de Cleopatra, Dositeo, que decía ser sacerdote y levita, y su hijo Tolomeo trajeron la presente carta acerca de los «Purím», declarando que era auténtica y que había sido traducida por Lisímaco, hijo de Tolomeo, uno de los habitantes de Jerusalén.

Ante los embarazos no deseados


Se inicia un embarazo. Alguien no quiere que nazca ese hijo. Aparece en el horizonte algo que puede ser visto como “solución”: acabar con la vida de un embrión indefenso.
La enunciación parece sencilla: describe lo que pasa en tantos abortos. Pero tras la misma se esconden problemas complejos.
En primer lugar, ¿por qué no es querido un hijo cuando ha empezado a vivir? Los motivos pueden ser muchos: porque su madre no está casada; o porque está casada, pero separada; o porque vive con su marido, pero ni ella ni él quieren tener un hijo; o porque solamente el padre del hijo no desea su nacimiento y presiona a la madre para que acabe con su vida; o porque el jefe de trabajo amenaza a la mujer con despedirla si pide el permiso de maternidad; o...
Cientos de situaciones están detrás de lo que puede convertirse en un resultado decisivo e irreversible: la eliminación de un hijo. Su existencia, simplemente, ha sido declarada “dañina”. Su vida está ahora subordinada a los intereses de otros. Una sentencia, muchas veces inapelable, resuena en el corazón de su madre, a veces entre lágrimas: abortar.
Desde esta situación inicial, los problemas se suceden en cascada. ¿Dónde y según qué leyes abortar? ¿Y si el aborto está prohibido para “mi caso”? ¿Es mejor un centro público o uno privado? ¿Hablar o no hablar con el padre del hijo que va a ser eliminado? ¿No habrá alternativas para evitar el aborto? ¿Y si ese hijo fuera ofrecido en adopción?
Las preguntas se suceden desde el mismo punto de partida: ese embrión no es querido. Algunas respuestas pueden abrir horizontes de justicia y de vida. Por ejemplo, darlo en adopción permitiría al menos que pueda nacer, sin que la madre tenga que asumir las responsabilidades de tenerlo consigo tras el parto. Pero otras respuestas arrancan desde un grave error ético que lleva a una mayor injusticia: la que se produce en cada aborto.
Por eso, vale la pena emprender un esfuerzo cultural orientado a abrir los corazones al respeto y al amor hacia cada hijo. Si la llegada de un hijo se produce en un contexto matrimonial sano, en un clima de generosidad, con la mirada puesta más en lo importante que en necesidades prescindibles, el número de abortos tendrá necesariamente que disminuir de modo drástico.
Puede parecer una utopía, pero hay pueblos que lo han logrado, precisamente porque han sabido promover el valor de la familia, porque han enseñado de modo adecuado el sentido auténtico de la sexualidad y de virtudes como las de la templanza o el pudor, y porque ante casos de embarazos “imprevistos” se buscarán caminos para acompañar a la mujer que empieza a ser madre con un gran respeto y con ayudas apropiadas durante los meses antes y después del nacimiento.
En pocas palabras, habrá menos abortos si hay menos embarazos no deseados, y si cada hijo recibe el acompañamiento más adecuado por parte de todos: de la madre, del padre (no hay embarazo sin un padre), de los familiares y amigos, de la sociedad entera. FP

Evangelio del Domingo 29 de Mayo

Día Litúrgico: Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo (C)

Texto del Evangelio (Lc 9,11b-17): En aquel tiempo, Jesús les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado». Él les dijo: «Dadles vosotros de comer». Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente». 
Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta». Hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.

«Dadles vosotros de comer»

Comentario: Rvdo. D. Manuel COCIÑA Abella (Madrid, España)

Hoy es el día más grande para el corazón de un cristiano, porque la Iglesia, después de festejar el Jueves Santo la institución de la Eucaristía, busca ahora la exaltación de este augusto Sacramento, tratando de que todos lo adoremos ilimitadamente. «Quantum potes, tantum aude...», «atrévete todo lo que puedas»: ésta es la invitación que nos hace santo Tomás de Aquino en un maravilloso himno de alabanza a la Eucaristía. Y esta invitación resume admirablemente cuáles tienen que ser los sentimientos de nuestro corazón ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Todo lo que podamos hacer es poco para intentar corresponder a una entrega tan humilde, tan escondida, tan impresionante. El Creador de cielos y tierra se esconde en las especies sacramentales y se nos ofrece como alimento de nuestras almas. Es el pan de los ángeles y el alimento de los que estamos en camino. Y es un pan que se nos da en abundancia, como se distribuyó sin tasa el pan milagrosamente multiplicado por Jesús para evitar el desfallecimiento de los que le seguían: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9,17).
Ante esa sobreabundancia de amor, debería ser imposible una respuesta remisa. Una mirada de fe, atenta y profunda, a este divino Sacramento, deja paso necesariamente a una oración agradecida y a un encendimiento del corazón. San Josemaría solía hacerse eco en su predicación de las palabras que un anciano y piadoso prelado dirigía a sus sacerdotes: «Tratádmelo bien». 
Un rápido examen de conciencia nos ayudará a advertir qué debemos hacer para tratar con más delicadeza a Jesús Sacramentado: la limpieza de nuestra alma —siempre debe estar en gracia para recibirle—, la corrección en el modo de vestir —como señal exterior de amor y reverencia—, la frecuencia con la que nos acercamos a recibirlo, las veces que vamos a visitarlo en el Sagrario... Deberían ser incontables los detalles con el Señor en la Eucaristía. Luchemos por recibir y por tratar a Jesús Sacramentado con la pureza, humildad y devoción de su Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.

viernes, 27 de mayo de 2016

26 de Mayo - Exuperancio

Exuperancio, Santo
Monje, 26 de Mayo

Según San Máximo murió en el año 578. De origen italiano abrazó la Regla de San Benito.
Enviado a fundar con ciertos compañeros monasterios en España, primero en Pamplona y después bajó a la Bética, concretamente a Nertóbriga hacia el año 572, como afirma Marco Máximo: "Exuperancio, estuvo con otros monjes benedictinos en Concordia de la Bética, que también se llama Nertóbriga". Allí su fama de santidad fue notoria, siendo su tránsito el 26 de Mayo del 578.
A principio del siglo XVII lo confirma el hallazgo de una lápida sepulcral en las ruinas de Valera o Nertóbriga, no lejos de Fregenal de la Sierra, dentro de la ermita de San Antón, en los alrededores, como era costumbre de ubicar estos cenobios.
Solano de Figueroa, visitador general del Obispado en el año 1658, tuvo ocasión de verificarlo. Le guió la carta del Padre Antonio Ruiz, fundador del colegio frexnense de la Compañía, fechada el 4 de agosto de 1619, sobre los datos arqueológicos existentes.
El menologio benedictino celebra su memoria el 19 de enero.

Ester - Suplementos griegos 8


1 El texto siguiente es una copia de la carta:
2 «El Gran Rey Artajerjes a los gobernadores de provincia de las ciento veintisiete regiones, desde la India hasta Etiopía, a os que se preocupan de nuestros intereses, ¡salud!
3 Mucha gente, cuanto más frecuentes son los honores que reciben de la extrema generosidad de sus bienhechores, tanto más se dejan llevar por el orgullo. Y no sólo tratan de perjudicar a nuestros súbditos, sino que también, no pudiendo soportar su descontento, conspiran contra sus mismos bienhechores.
4 No les basta con suprimir los sentimientos de gratitud entre los hombres, sino que, exaltados por los aplausos de los que ignoran el bien, se imaginan que escaparán a Dios, que todo lo ve, y a su justicia, que detesta el mal.
5 Así, con frecuencia, muchos de los que están constituidos en autoridad, bajo la presión de ciertos amigos a quienes habían confiado la administración de los asuntos de estado, se han hecho cómplices del asesinato de inocentes y se han visto envueltos en males irremediables,
6 porque los sofismas falaces de una mentalidad perversa engañaron la absoluta buena fe de los soberanos.
7 Esto se puede comprobar, sin necesidad de remontarnos a los relatos que nos llegan de pasado, examinando lo que acontece ante nuestros ojos: ¡cuántas impiedades no han sido perpetradas por esta calaña de gobernantes indignos!
8 Por eso vamos a tomar precauciones para el futuro, a fin de asegurar a todos los hombres la tranquilidad y la paz del reino.
9 efectuando los cambios oportunos y juzgando siempre con actitud ecuánime los asuntos que se nos presenten.
10 Ahora bien, Amán, hijo de Hamdatá, un macedonio –en todo extraño a la sangre de los persas y desprovisto por completo de nuestra generosidad– después de ser recibido entre nosotros como huésped,
11 se benefició con los sentimientos de humanidad que manifestamos hacia cualquier nación, hasta el punto de ser llamado nuestro «padre» y de ver que todo el mundo se postraba ante él, porque había obtenido el segundo lugar en el reino.
12 Pero él no fue capaz de moderar su soberbia, e intentó arrebatarnos el poder y la vida.
13 Con toda clase de argucias, reclamó la pena de muerte para Mardoqueo, nuestro salvador y constante bienhechor, para Ester, nuestra irreprochable consorte real, y para su nación entera.
14 Así él pensaba dejarnos aislados y entregar a los macedonios el imperio de los persas.
15 Pero nosotros hemos hallado que los judíos, condenados al exterminio por ese hombre tres veces criminal, no son malhechores. Al contrario, se gobiernan con las leyes más justas,
16 y son hijos del Altísimo, del gran Dios viviente, que para nuestro bien, como antes para el de nuestros antepasados, conserva el reino en el estado más floreciente.
17 Por lo tanto, ustedes no deben tener en cuenta las cartas enviadas por Amán, hijo de Hamdatá, ya que su autor ha sido colgado ante las puertas de Susa con toda su familia: Dios, el soberano de todas las cosas, le ha infligido así el rápido castigo que merecía.
18 Además, expondrán en todo lugar público la copia de esta carta, dejarán que los judíos vivan de acuerdo con sus costumbres, y les prestarán la ayuda necesaria para defenderse de quienes los ataquen en el momento de la persecución, ese mismo día trece del duodécimo mes llamado de Adar.
19 Porque Dios, que tiene todas las cosas bajo su poder, ha hecho de aquella fecha, no un día de exterminio, sino de alegría para todo el pueblo elegido.
20 En cuanto a ustedes, los judíos, celebrarán gozosamente este día memorable como una de sus fiestas solemnes, a fin de que, ahora y en el futuro, sea una prenda de salvación para nosotros y para los persas de buenos sentimientos y para los que conspiran contra nosotros sea el memorial de su perdición.
21 Cualquier ciudad o provincia en general que no obre de acuerdo con estas prescripciones, será arrasada sin piedad a sangre y fuego: no sólo resultará intransitable para los hombres, sino que hasta las fieras salvajes y los pájaros le tendrán repulsión para siempre».

[Después de Ester 10.3]