Hay una cuota de irritabilidad y enojo que es común en
la infancia y adolescencia. Tiene que ver principalmente con la frustración que
pueden generar nuevos desafíos en la escuela o en casa. Esa rabieta pasajera es
normal.
Sin embargo, los niños y adolescentes que
experimentan irritabilidad grave tienen dificultad para tolerar la frustración
y sufren de arrebatos que no son proporcionales a la situación en cuestión.
Estas explosiones de ira pueden ser uno de los síntomas clave que se presentan
en un trastorno que fue identificado hace menos de una década.
Se trata del trastorno
de desregulación disruptiva del estado de ánimo (TDDEA), que el Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), en donde
se definen las afecciones de salud mental, incorporó en 2013.
Los niños y adolescentes a los que se les
diagnostica este trastorno suelen tener:
·
Problemas frecuentes en el
hogar y en la escuela
·
Problemas con los vínculos con
sus compañeros
·
Mayor tasa de atención médica
por distintas afecciones
·
Mayor propensión a sufrir
otras afecciones de salud mental
Para determinar este diagnóstico, los especialistas en
salud mental observan si se cumplen los siguientes criterios:
·
El menor tiene, en
promedio, tres o más arrebatos emocionales intensos (verbales o
conductuales) por semana.
·
Estos arrebatos, berrinches o
perretas se han estado repitiendo durante al menos 12 meses.
·
Muestra irritación o enojo la
mayor parte del día, casi todos los días.
·
Debido a esta constante
irritabilidad, tiene problemas para funcionar en distintos ámbitos en donde hay
interacción social.
Si el padre o cuidador observa estas conductas, es
esencial consultar con el pediatra, quien derivará al niño a un especialista.
El TDDEA es diagnosticable y tratable, y es ideal confrontarlo de manera
precoz, porque si no puede perdurar en la vida adulta.
Con el transcurso del tiempo, y a medida que los niños
crecen y se desarrollan, los síntomas del TDDEA pueden cambiar. Por ejemplo, un
adolescente o adulto joven con este trastorno puede tener menos berrinches,
pero comienzan a mostrar síntomas de depresión o ansiedad. Por eso, el
tratamiento también puede cambiar con el tiempo.
Generalmente, el tratamiento para el TDDEA incluye
ciertos tipos de psicoterapia, como terapia basada en el diálogo y, a veces,
medicamentos. En la mayoría de los casos, primero se contempla la psicoterapia y luego se añaden los
medicamentos. Sin embargo, a veces, los proveedores recomiendan que el niño reciba
tanto psicoterapia como medicamentos al comienzo de su tratamiento.
Un estudio analizó el
rol de la terapia conductista basada en la exposición y comprobó que funcionaba
para tratar el TDDEA. Aunque indican que hacen falta investigaciones más amplias,
los terapeutas vieron una alta tasa de éxito exponiendo a los menores de manera
gradual a situaciones que les generaban frustración (como sacarles el celular)
y trabajando con ellos para que aprendieran a tolerar y responder de manera
constructiva a sus sentimientos, sin tener un estallido de ira.
Para que este camino hacia el control y la
recuperación del menor sea exitoso, hay que lograr un trabajo en equipo. Los
padres deben tratar de mantener una comunicación abierta con el profesional de
salud mental sobre lo que observan en casa, y ellos mismos tener sesiones para
aprender a manejar los momentos en los que la irritabilidad aparece. HD
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