La OMS se ha propuesto una meta que es un desafío
global: lograr que se reduzca la ingesta de sal (sodio) en un 30% para 2025. No se trata solo de modificar
el sabor de las comidas, sino de minimizar uno de los factores de
riesgo más importantes para las enfermedades no transmisibles
(ENT): la hipertensión.
Una revisión sistemática realizada por Cochrane
Database, Low sodium Salt substitutes: a tool for sodium reduction and
cardiovascular health, analizó trabajos científicos sobre el tema y observó
que la reducción de la ingesta dietética de sal/sodio a nivel de la población
se considera una intervención costo-efectiva o rentable, con potencial para
lograr un impacto significativo en la reducción de la carga de las
ENT, particularmente la mortalidad prematura por cardiopatía isquémica y ACV.
Los sustitutos de la sal bajos en sodio (low sodium
salt substitutes, LSSS) varían en su formulación, pero todos tienen en común
que contienen menos sodio que la sal de mesa tradicional. La clave es el
reemplazo de una proporción del sodio con productos alternativos,
principalmente cloruro de potasio.
Con ese fin, como el brazo de la OMS en la región, la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) tiene en marcha una línea de acción
regional –prevención de enfermedades cardiovasculares mediante la reducción de
la sal en la dieta– destinada a implementar intervenciones y políticas
costo-efectivas a nivel poblacional para reducir la ingesta de sal/sodio y
mejorar la salud de la población.
Hay robusta evidencia del vínculo entre la
ingesta de sodio y la presión arterial alta, uno de los factores de riesgo más
importantes para las enfermedades cardiovasculares (ECV). También hay evidencia
de una asociación entre la ingesta alta de sodio y los resultados de ECV,
incluido el síndrome coronario agudo y el ACV.
Se calcula que el alto consumo de sal fue responsable
de 1,9 millones de muertes y 45 millones de años de vida ajustados por
discapacidad en 2019. La OMS recomienda que los adultos no consuman más de 5g
por día de sal (equivalente a 2g de sodio por día), sin embargo, el consumo
promedio sigue siendo de 10g por día (3.95g de sodio por día). La ingesta de
potasio, por el contrario, es inferior a la recomendada.
La revisión sistemática de Cochrane y el
meta análisis de un grupo de investigadores británicos examinó la evidencia
científica de 26 ensayos controlados aleatorios (un total de 34.961
participantes) sobre el impacto en la salud cardiovascular del uso de LSSS en
adultos y niños, así como ciertos efectos secundarios, como ritmo cardíaco
anormal producto de niveles altos de potasio en sangre.
Los ensayos analizados duraron entre dos meses y cinco
años; la mayoría reemplazó la sal estándar con LSSS, y cuatro de ellos
agregaron LSSS directamente a los productos, alimentos y condimentos. Catorce
de las 26 investigaciones se realizaron en países con ingresos de medianos a
bajos.
Los metanálisis demostraron una reducción
media en la presión arterial sistólica de 4,76 mmHg (intervalo de
confianza [IC] del 95%: 3,50 inferior a 6,01 inferior) y la presión arterial
diastólica de 2,43 mmHg (IC del 95%: 3,50 inferior a 1,36 inferior) con el uso
de LSSS.
También revelaron pequeñas disminuciones en ACV no
mortales, síndrome coronario agudo no mortal, y mortalidad cardiovascular en
adultos. Aunque todos los ensayos excluyeron a las personas que tenían alto
riesgo de hiperpotasemia (aquellos con función renal alterada, diabetes o que
toman medicamentos economizadores de potasio), siete ensayos incluyeron a
personas que posiblemente tenían riesgo de hiperpotasemia, lo que proporcionó
pruebas valiosas con respecto a los efectos adversos de la LSSS.
Entre los destacados de los
investigadores en las conclusiones del análisis están:
·
La revisión proporciona una
evidencia valiosa para los formuladores de políticas y leyes, con la meta de
reducir la ingesta de sodio.
·
Las cifras de reducción de la
presión arterial reemplazando la ingesta de sal regular por LSSS fue compatible
con las reducciones observadas con el uso de varias clases de medicamentos
antihipertensivos.
·
Es probable que esto también
se asocie con beneficios sustanciales a nivel de población, lo que derive en
una mejora en la salud particularmente
efectiva para reducir las ECV en países de bajos ingresos, en donde el consumo
de sal es alto.
·
En otros entornos donde la
proporción de sal discrecional es mucho más baja, la reformulación obligatoria
de los alimentos procesados para que contengan menos sodio seguirá siendo la
estrategia más eficaz para la reducción de la sal.
·
Debe seguir abierta la
discusión y se necesita más investigación sobre el riesgo de hiperpotasemia
asociado con el LSSS, en particular entre los pacientes con alto riesgo que se
excluyeron de los estudios en este metanálisis.
·
Siguen existiendo obstáculos
para la implementación generalizada de LSSS, incluidas las posibles
alteraciones en el sabor, el precio más alto de los LSSS en comparación con la
sal común y la falta de disponibilidad generalizada.
·
También se debe tener cuidado
para mantener los niveles saludables de yodo de la población, y en tales
circunstancias se puede considerar el uso de LSSS yodados.
·
Se necesita con urgencia la
implementación de estrategias integrales de reducción de sal recomendadas por
la OMS, y la evidencia actual apunta a los LSSS como una herramienta útil en
muchos entornos. HD
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