lunes, 1 de septiembre de 2014

Que sepa ser buen viejo

Que sepa ser buen viejo (02-09-14)

Señor, que has dividido la vida del hombre en etapas y que has hecho la vejez; no permitas que yo me convierta en uno de esos viejos gruñones, siempre dispuestos a denigrar, a protestar, a gruñir, a refunfuñar, que se entristecen a sí mismos y resultan insoportables a los demás.
Consérvame la sonrisa y la risa aunque muestre mi boca desdentada o mis dientes postizos.
Consérvame el sentido del humor, que sabe poner las cosas, las personas y a mí mismo en su justo lugar, que nos permite reírnos de nuestros propios males y transformar nuestras penas en objeto de simpáticas bromas.
Haz de mí, señor, un viejo sonriente, que no pudiendo ya dar grandes cosas a mis hermanos, lesdé, al menos, un poco de alegría.
Señor, que has plantado en mi pecho un corazón de carne para amar y ser amado, un corazón semejante al corazón traspasado de tu hijo, no permitas que me convierta en un viejo egoísta, acurrucado y encapsulado sobre mí pequeño yo, encerrado en mis limitaciones como entre cuatro paredes azarado continuamente por el temor de lo que me falta, de lo que me puede faltar y de las corrientes de aire.
Consérvame un corazón abierto, y unas manos dispuestas a apretar otras manos y a abrirse para dar.
No te quejes de nada, si lo que te molesta tiene solución arréglalo, si no, olvídalo. Tú eres capaz de cambiar cualquier situación.

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