Estrés - La gota que rebasó el vaso
Estrés - La gota que rebasó el vaso
En el trabajo, en casa, en nuestra vida sentimental, familiar, nos enfrentamos con presiones y emociones a veces fuertes, a las que nos obligamos a tolerar sin detenernos a pensar en sus consecuencias. ¿Cómo nos damos cuenta del desborde? Frecuentemente, lo que nos alerta son los efectos en el cuerpo del estrés: sensación de cansancio extremo, de irritabilidad, llanto, dificultades para descansar, desgano, ansiedad, problemáticas del cuerpo, entre otras.
Si bien hay hechos de la vida que pueden ser traumáticos y desbordantes en sí mismos, las exigencias diarias también tienen un valor de exceso cuando nos sumergen en un 'no parar' y soportarlas como sea. Hay ocasiones particulares que nos hacen estallar porque venimos tolerando un estado de nerviosismo silencioso e inestabilidad durante mucho tiempo. Cuando el paciente comienza a hablar, hallamos esta relación de sobrecarga, abrupta o paulatina, entre las exigencias y los recursos de la persona para hacerles frente, lo cual provoca este fenómeno denominado estrés.
Uno podría pensar engañosamente que de lo que se trata entonces es de aumentar las herramientas de la persona para que todo vuelva a equilibrarse. Sin embargo frente a esta problemática hay varias alternativas, que tienen que ver con la singularidad de cada paciente y no con focalizar en un solo factor: el externo de las situaciones por las que atraviesa o la resistencia de quien consulta.
En algunas personas, determinadas situaciones son vividas como amenazantes, riesgosas, competitivas, probatorias, en las que se sienten evaluadas, comparadas, lo que las fuerza a estar en continua tensión. En otras la sobre exigencia se fue instalando por falta de límites. El no poder decir que no, las dificultades para delegar, para pedir ayuda, el pensar que nadie podrá hacer las cosas como uno son también características personales que llevan a este punto de exceso, a veces son posiciones que se mantuvieron a lo largo de toda la vida y por eso la dificultad para correrse de allí. Si bien en algunos casos, sobre todo en el terreno laboral, se llega a los resultados esperados, y eso puede generar cierta satisfacción, ésta usualmente es pasajera, y detrás de ello hay un vacío. La relación costo-beneficio arroja una pérdida: no nos damos cuenta que en este 'aguantar' el malestar, el terreno personal va quedando de lado, se va silenciando, anulando.
Comenzar un tratamiento psicológico ya es el primer paso para marcar una diferencia y liberar las cargas, recuperar este aspecto acallado de sí mismo, para detenerse y preguntarse ¿dónde estoy yo en todo esto?, para reencontrarse y 'que no nos tape el agua, sino que circule por nuevos caminos'.
Lic. Andrea Romero - Psicóloga - MN 48329
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