Martirologio Romano: En Busseto, en la región de Fidenza, de la Emilia, beato Rolando de Medici, anacoreta, que pasó una vida solitaria por los duros Alpes, viviendo en gran penitencia y conversando sólo con Dios (1386).
Etimológicamente: Aquel que viene de una tierra gloriosa, es de origen germánico.
Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado el 25 de septiembre de 1853 por el Papa Pío IX, luego de un largo proceso iniciado en el año 1563.
San Rolando, fue un ermitaño, nacido dentro de la noble familia de los Medici (Italia). Vivió toda su vida en soledad y no lo hubiéramos conocido si no fuera porque en 1386, cuando la marquesa Antonia Pallavicini, que iba un día de caza por el bosque, lo encontró ya muy anciano y con apariencia más bien cadavérica, consecuencia de tantas penitencias y austeridades en las que había vivido.
El santo le contó que había llegado al país vestido de luto, veintiséis años antes. Como la ropa se le había roto y caído a pedazos, la había reemplazado por una piel de cabra. En verano se alimentaba de hierbas y frutas, en invierno mendigaba algo para no morir de hambre. Le contó que permanecía varias horas inmóvil sobre un solo pie, con los brazos abiertos al cielo y mirando al sol, por mortificación (así se lo ve muchas veces en las imágenes que lo representan).
La marquesa, conmovida, intentó llevárselo a su castillo a lo que Rolando se negó, pero aceptó recibir atención espiritual del confesor de la marquesa. Sobre una camilla fue llevado a la iglesia más cercana, donde el sacerdote le administró los sacramentos y le atendió durante un mes. Allí, tendido sobre una estera humilde, continuó diciendo que había vivido toda su vida en silencio, oración y ayunos y que había huido de la compañía humana para no pecar (comprensible sabiendo de qué familia venía). Contó que Dios le había regalado con éxtasis y visiones celestiales.
Allí murió, declarando que veía a San Miguel Arcángel, con muchos ángeles, que venía a buscarle para llevarlo al paraíso. Era el 15 de septiembre de 1386.
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