martes, 17 de septiembre de 2013

Eclesiástico 4

Capítulo 4: Eclesiástico 4

La ayuda a los necesitados
4 1 Hijo mío, no prives al pobre de su sustento ni hagas languidecer los ojos del indigente. 
2 No hagas sufrir al que tiene hambre ni irrites al que está en la miseria. 
3 No exasperes más aún al que ya está irritado ni hagas esperar tu don al que lo necesita. 
4 No rechaces la súplica del afligido ni apartes tu rostro del pobre. 
5 No apartes tus ojos del indigente ni des lugar a que alguien te maldiga: 
6 porque si te maldice con amargura en el alma, su Creador escuchará su plegaria. 
7 Procura hacerte amar de la asamblea y ante un poderoso, inclina la cabeza. 
8 Vuelve tu oído hacia el pobre y devuélvele el saludo con dulzura. 
9 Arranca al oprimido de las manos del opresor y no te acobardes al hacer justicia.
10 Sé un padre para los huérfanos y como un marido para su madre: así serás como un hijo del Altísimo y él te amará más que tu propia madre. 

La pedagogía y los dones de la Sabiduría
11 La sabiduría encumbra a sus hijos y cuida de aquellos que la buscan. 
12 El que la ama, ama la vida, y los que la buscan ardientemente serán colmados de gozo.
13 El que la posee heredará la gloria, y dondequiera que vaya, el Señor lo bendecirá. 
14 Los que la sirven rinden culto al Santo y los que la aman son amados por el Señor. 
15 El que la escucha juzgará a las naciones y el que le presta atención habitará seguro. 
16 El que confía en ella la recibirá en herencia y sus descendientes también la poseerán. 
17 Al comienzo, ella lo conducirá por un camino sinuoso, le infundirá temor y estremecimiento y lo hará sufrir con su disciplina, hasta que tenga confianza en él y lo haya probado con sus exigencias.
18 Después, volverá a él por el camino recto, lo alegrará y le revelará sus secretos. 
19 Si él se desvía, ella lo abandonará y lo dejará librado a su propia caída. 

La prudencia y la justicia
20 Ten en cuenta el momento y cuídate del mal, y no te avergüences de ti mismo. 
21 Porque hay una vergüenza que lleva al pecado, y hay otra vergüenza que es gloria y gracia. 
22 No te perjudiques por tener en cuenta a los demás, y que la vergüenza no provoque tu caída. 
23 No dejes de hablar cuando sea necesario, ni escondas tu sabiduría. 
24 Porque la sabiduría se reconoce en las palabras, y la instrucción, en la manera de hablar. 
25 No digas nada contrario a la verdad y avergüénzate de tu falta de instrucción.
26 No tengas vergüenza de confesar tus pecados ni pretendas oponerte a la corriente de un río. 
27 No te rebajes ante un hombre necio ni seas parcial en favor del poderoso. 
28 Lucha hasta la muerte por la verdad, y el Señor Dios luchará por ti. 
29 No seas atrevido con la lengua, ni perezoso y descuidado en tus acciones. 
30 No seas como un león dentro de tu casa, y cobarde entre tus servidores. 
31 No tengas la mano abierta para recibir y cerrada cuando hay que dar.

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