viernes, 13 de diciembre de 2013

Tiempo de calidad

Tiempo de calidad (14-12-13)

¡Ocupado, tan ocupado! Ya ha pasado mucho tiempo desde la puesta del sol y aún hay tanto por hacer. Trabajo, familia, iglesia y muchas cosas más, parecen demandar horas, que Dios nunca colocó en el día. 
Aun así, nosotros los cristianos  pensamos que de alguna forma, todos estos logros serán del agrado de nuestro Padre celestial.  Después de todo, la fe sin obras es muerta. ¿Cierto?
Al caer por fin sobre nuestras camas en la noche, ¿podemos decir que en realidad hemos pasado algún tiempo con el Padre, que con tantos esfuerzos intentamos complacer?
En su libro Hacia los montes, Billy Graham, relata la historia de una pequeña niña y su padre, quienes eran grandes amigos y disfrutaban el tiempo que pasaban juntos.
Salían a caminar y compartían la pasión de observar pajaritos, mientras se deleitaban en el cambio de las estaciones y en la experiencia de conocer nuevas personas que se cruzaban en el camino.
Un día, el padre notó un cambio en su hija.  Si él salía a caminar, ella se excusaba para no ir.  Reconociendo que la chica estaba creciendo, él supuso que era de esperarse que ella perdiera interés en su padre al ir conociendo nuevos amigos.  No obstante, lo afligió en gran medida.
Debido a la ausencia de su hija, él no se encontraba de muy buen ánimo durante su cumpleaños. Ella le obsequió un par de sandalias elaboradas con exquisitez por ella misma, mientras él daba sus caminatas fuera de la casa.
Por fin, él pudo entender y dijo: Querida mía, me gustan muchas las sandalias, pero en la próxima ocasión permíteme compartir contigo todos los días.  Prefiero tener a mi hija, que cualquier otra cosa.
¿Será posible que nuestro Padre celestial a veces se sienta solo por la falta de compañía de sus hijos?  ¿Estamos tan ocupados haciendo lo bueno, que olvidamos, o estamos demasiados agotados, para dedicar tiempo a solas con Él, en el transcurso de nuestro día?
Al ponerse el sol, sal a caminar con tu Padre celestial.  Dedica un tiempo de calidad a hablar con Él sobre cualquier cosa.  No excluyas ningún aspecto en esa comunicación.  ¡Experimentarás dicha, y Él también!

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