lunes, 23 de junio de 2014

Job 31

Capítulo 31: Job 31

Declaración de la propia inocencia
31 1 Yo establecí un pacto con mis ojos para no fijar la mirada en ninguna joven.
2 Porque ¿cuál es la porción que Dios asigna desde lo alto y la herencia que el Todopoderoso distribuye desde el cielo?
3 ¿No es la ruina para el injusto y el desastre para los que hacen el mal?
4 ¿Acaso él no ve mis caminos y cuenta todos mis pasos?
5 Si caminé al lado de la mentira y mis pies corrieron hacia el engaño,
6 ¡que Dios me pese en una balanza justa y reconocerá mi integridad!
7 Si mi paso se desvió del camino y mi corazón fue detrás de lo que veían mis ojos; si alguna mancha se adhirió a mis manos,
8 ¡que otro coma lo que yo siembro y mis retoños sean arrancados de raíz!
9 Si me dejé seducir por alguna mujer o aceché a la puerta de mi vecino,
10 ¡que mi mujer muela el grano para otro y que otros abusen de ella!
11 Porque eso sí que es una infamia, un delito reprobado por los jueces;
12 es un fuego que devora hasta la Perdición y exterminará de raíz todas mis cosechas.
13 Si desestimé el derecho de mi esclavo o el de mi servidora, cuando litigaban conmigo,
14 ¿qué haré cuando Dios se levante, qué le replicaré cuando me pida cuenta?
15 El que me hizo a mí, ¿no lo hizo también a él? ¿No es uno mismo el que nos formó en el seno materno?
16 Si rehusé a los pobres lo que ellos deseaban y dejé desfallecer los ojos de la viuda;
17 si comí yo solo mi pedazo de pan, sin que el huérfano lo compartiera
18 –yo, que desde mi juventud lo crié como un padre y lo guié desde el vientre de mi madre
19 si vi a un miserable sin ropa o a un indigente sin nada para cubrirse,
20 y no me bendijeron en lo íntimo de su ser por haberse calentado con el vellón de mis corderos;
21 si alcé mi mano contra un huérfano, porque yo contaba con una ayuda en la Puerta,
22 ¡que mi espalda se desprenda del cuello y mi brazo sea arrancado de su juntura!
23 Porque el terror de Dios me acarrearía la ruina y no podría resistir ante su majestad.
24 Si deposité mi confianza en el oro y dije al oro fino: “Tú eres mi seguridad”;
25 si me alegré de tener muchas riquezas y de haber adquirido una enorme fortuna;
26 si a la vista del sol resplandeciente y de la luna que pasaba radiante,
27 mi corazón se dejó seducir en secreto y les envié besos con la mano:
28 ¡también eso sería un delito reprobado por los jueces, porque yo habría renegado del Dios de lo alto!
29 ¿Acaso me alegré del infortunio de mi enemigo y me regocijé cuando le tocó una desgracia?
30 No, no dejé que mi boca pecara, pidiendo su muerte con una imprecación.
31 No decían los hombres de mi carpa: “¿Hay alguien que no se sació con su carne?”.
32 Ningún extranjero pasaba la noche afuera, y yo abría mi puerta al caminante.
33 Si oculté mis transgresiones como un hombre cualquiera, escondiendo mi culpa en mí pecho,
34 porque temía el murmullo de la gente o me asustaba el desprecio de mis parientes, y me quedaba en silencio, sin salir a la puerta...
35 ¡Ah, si alguien quisiera escucharme! Aquí está mi firma: ¡que el Todopoderoso me responda! En cuanto al documento que escriba mi oponente,
36 yo lo llevaré sobre mis espaldas, y me lo ceñiré como una corona.
37 Sí, le manifestaré cada uno de mis pasos; como un príncipe, me acercaré hasta él.
38 Si mi tierra gritó venganza contra mí y también sus surcos derramaron lágrimas;
39 si comí sus frutos sin pagar y extorsioné a sus propietarios,
40 ¡que en lugar de trigo salgan espinas, y en vez de cebada, ortigas punzantes!
41 Aquí terminan las palabras de Job.

ENTRADA EN ESCENA DE ELIHÚ
Los discursos de Elihú forman un conjunto aparte, con su estilo y lenguaje propios. Este cuarto amigo, cuyo nombre no se había mencionado en 2. 11, tuvo que permanecer callado largo tiempo, por ser más joven que los otros tres. Con una elocuencia ampulosa y no exenta de pedantería, él desautoriza a Job y a sus interlocutores, e insiste en que el sufrimiento puede ser un instrumento en las manos de Dios, para encaminar al hombre hacia el bien y preservarlo de la arrogancia. Es probable que los discursos de Elihú hayan sido añadidos a la obra original por un autor posterior, con el fin de corregir las ideas de Job y de reprender a sus amigos, que no fueron capaces de reducirlo a silencio.

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