La lucha de la mariposa
La lucha de la mariposa (09-10-14)
¿Qué tienen las mariposas en común con el espíritu humano? Conozcamos a Maggie, una esposa y madre de edad mediana, que estaba a punto de averiguarlo. Maggie no era rica como una millonaria ni pobre a la manera de los desposeídos. Ella vivía una vida promedio y cómoda. Se hizo aun mejor cuando le llegó una hermosa bebita. Ella y su esposo se aseguraron que su hija tuviera satisfechas sus necesidades y que pudiesen llevarla de vacaciones a la playa cada año.
Maggie era socia en el negocio de su esposo. Ambos tenían distintas responsabilidades lo que mantenía todo en balance. Un día, el negocio de su esposo sufrió un golpe devastador, y en un período de tres años, el negocio se vino abajo. Su esposo tuvo que reinventarse por completo y anhelaba cumplir sus sueños con una nueva vocación.
Ella se sentía feliz por él y lo apoyaba plenamente, pero el dinero seguía sin llegar. Maggie comenzó a sentirse culpable de no contribuir ingreso alguno. Había pasado bastante tiempo desde que había trabajado fuera del hogar para alguien más. Resulta innecesario decir que ella estaba aterrada pero todavía tenía fe que todo saldría bien. Comenzó a buscar empleo y descubrió que llenar las solicitudes era algo difícil, especialmente la parte que pedía referencias de empleo.
Mantengamos en mente que ella había estado auto-empleada con su esposo por casi 20 años. Sentía como que eso no contaba para nada ya que nunca había sido llamada para una entrevista. Para el tiempo en que buscaba empleo su madre enfermó más de lo que estaba y acabó en el hospital por una semana. Una vez que la madre de Maggie regresó a casa, se convirtió en la ayudante de su madre un día a la semana.
Ella hacía las compras, cambiaba las sábanas, aspiraba las alfombras y hacía otras cosas que su madre ya no estaba en condiciones de hacer. Por supuesto que su madre le pagaba por su tiempo y esfuerzo pero todavía sentía que necesitaba hallar otra fuente de ingreso. Una de las primeras solicitudes que había llenado finalmente pagó dividendos.
Pasó la entrevista con altas calificaciones y se le dijo que ella era “exactamente” lo que estaban buscando. Aunque era tan solo un tiempo parcial era exactamente lo que ella quería. Era importante para ella estar en casa cuando su hija regresaba del colegio. Le dijeron que estarían en contacto cuando el calendario estuviese listo. Sabiendo que tenía el empleo la hizo sentir contenta y productiva de nuevo.
En unas cuantas semanas, sin embargo, recibió un correo electrónico diciendo que la compañía había cambiado el empleo a uno de tiempo completo y que ya no estaba calificada. Maggie quedó devastada. Se sintió traicionada y que le habían mentido. Esa noche estaba sola ya que su esposo e hija habían salido. Agradeció la soledad y quería ahogar sus penas en un baño caliente de burbujas.
Tal y como lo esperaba, comenzó a llorar, suavemente al comienzo por el dolor de sentirse rechazada. Tres largos años de lucha finalmente la habían colmado. Entonces se llenó de ira; molesta con todo desde las circunstancias que la habían llevado allí, hasta con Dios mismo. Ella lloró más duro y gritó: “¿Qué quieres que haga?” Estaba convencida de que Dios la había abandonado.
Cuando pudo dejar de llorar, quedó exhausta y se rindió. Fue en ese momento que una idea silenciosa le llegó de ofrecerles ayuda casera a los ancianos. Usando otro talento con las computadoras, imprimió varias volantes y tarjetas y las distribuyó en su iglesia, abarroterías y aún colocó un pequeño anuncio en el periódico. En una semana tenía dos nuevos clientes.
Ahora, aunque no es la Gerente General de una gran compañía o una poderosa empresaria, se siente feliz y productiva de nuevo. Así que, ¿realmente la había abandonado Dios? Busquemos en la naturaleza tanto las lecciones como la respuesta. Antes de que una mariposa pueda emerger de su crisálida tiene que atravesar mucha lucha. Sí, lucha.
Cada vez que se abalanza para escapar, los ácidos son removidos de sus alas. Si alguien se acercase y rompiese la crisálida, la mariposa moriría por causa de esos ácidos. En esencia la lucha es necesaria para que la mariposa sobreviva. Entonces en la quietud, cuando la lucha finaliza, la mariposa puede salir y compartir su belleza con el mundo.
Nosotros los humanos no somos diferentes. Hay tiempos en que necesitamos luchar para despojarnos de los ácidos que constituyen la tristeza, el temor y la ira. Es sólo entonces, cuando quedamos exhaustos y quietos que podemos comenzar a escuchar el susurro de Dios. Cuando las puertas se cierren delante de ti, no te des por vencido. Recuerda que más allá de las puertas cerradas está alguien capaz de abrirlas. Sólo aprende a esperar en él.
Entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y príncipes que se sentarán en el trono de David. Ellos y los príncipes entrarán montados en carros y caballos, acompañados por la gente de Judá y por los habitantes de Jerusalén, y esta ciudad será habitada para siempre. Jeremías 17:25
El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Él llama a cada una por su nombre y las hace salir. Juan 10:3
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