Recibir
Recibir (01-11-14)
En vísperas del Día del Amigo se presentan diversas alternativas.
Reservar una mesa especial en nuestro restaurante favorito, preparar tarjetas de felicitación, reenviar mensajes de correo electrónico con anécdotas emotivas, o comprar alguno que otro obsequio para nuestros amigos. Pero a mí siempre me gusta ir un poco más allá y aprovechar la ocasión para pensar...
Pensar en las promesas que hacemos, pero que muchas veces no cumplimos. Reflexionar sobre la calidad del tiempo que asignamos para compartir con nuestros seres queridos.
Reinterpretar los conceptos y las definiciones que utilizamos para expresar nuestros sentimientos. En fin, meditar acerca del milagro de la amistad.
Milagro. ¿Por qué tanta gente muestra señales de temor cuando se pronuncia esta palabra? Amistad. ¿Cuántos de nosotros conocemos lo que involucran estas siete letras? Letras que al fin y al cabo encierran un significado: la profunda necesidad humana de amar... ¡y ser amados!
Cierta persona que conozco está siempre dispuesta a dar a los demás.
Corre de aquí para allá con tal de ayudar a sus seres queridos. ¡Y en ocasiones realiza enormes sacrificios económicos con tal de socorrer al amigo en su necesidad! Pero... ¿me permite contarle un secreto?
A la hora de disfrutar del cariño y del agradecimiento de aquellos que se benefician con sus actos de generosidad, este individuo se aísla y evita recibir cualquier tipo de retribución.
¿Bajo perfil? ¿Timidez? ¿Humildad? Al pasar el tiempo me di cuenta que esta persona comprendió muy bien la lección de dar y darse a sus semejantes... ¡pero nunca aprendió a recibir!
¡Recibir! ¿Por qué se vapulea tanto este verbo? Algunos hablan de esta acción como de algo negativo, como si fuese patrimonio del egoísmo y de la mera satisfacción individual.
¡Nada más lejos!
El gran rey Salomón escribió: “con un buen perfume se alegra el corazón; con la dulzura de la amistad se vuelve a la vida. Para afilar el hierro, la lima; para ser mejor persona, el amigo” (Proverbios 27:9, 17).
¡Se trata de dar y de recibir! ¡Sembrar y cosechar! ¡Depositar y extraer! ¡Invertir y ganar!
Aprendamos a perdonar, ¡y a ser perdonados! Alentemos a los demás, ¡y permitamos que otros nos animen! Extendamos nuestra ayuda a quien nos necesite, ¡y tomémonos de la mano amiga cuando precisemos socorro! Pero por sobre todo, brindémonos desinteresadamente a los demás, ¡y recibamos con un corazón agradecido los incalculables beneficios de la amistad! ¡Feliz Día del Amigo!
“El creador de este día fue el argentino Enrique Febbraro, después que los astronautas Neil Armstrong, Edwin Buzz Aldrin y Michael Collins llegaran a la luna un 20 de julio de 1969. Ese día, explicó Febbraro, 'todos estuvimos pendientes de la suerte de los tres astronautas. Fuimos sus amigos y ellos, amigos del universo' Se calcula que en la actualidad cerca de 100 países del mundo festejan el Día del Amigo”. Recuerda que primeramente Dios es nuestro amigo y quiere que seamos amigos de muchos, pero también de Él.
El que cubre la falta busca amistad; mas el que la divulga, aparta al amigo. Proverbios 17:9
En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17
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