Cada 25 de mayo se celebra el Día Mundial de la Tiroides para concientizar acerca de la importancia de la salud de esta glándula, como así también para promover la comprensión de los avances en el tratamiento de las enfermedades tiroideas.
Muy común es escuchar hablar sobre el cáncer de tiroides y es por eso que es importante informar sobre el pronóstico alentador que hay para los pacientes en el caso de detectarlo de manera temprana.
“En general, el pronóstico de este cáncer detectado en estadios iniciales es muy bueno, sobre todo en pacientes menores de 45 años y en aquellos que tienen tumores pequeños. La sobrevida a los 10 años suele ser del 100% y la muerte por cáncer de tiroides en cualquier momento es muy rara. Incluso para los pacientes mayores de 45 o para aquellos con tumores más grandes o más agresivos, el pronóstico sigue siendo muy bueno, aunque en estos casos el riesgo de recurrencia del cáncer es mayor”, explica la Dra. Sandra Licht, médica endocrinóloga y responsable del área de Endocrinología de INEBA.
El pronóstico no es tan bueno en pacientes cuyo cáncer está más avanzado o no puede ser removido completamente con cirugía o destruido con tratamiento de yodo radiactivo. “Si bien esto es así, estos pacientes suelen vivir por mucho tiempo y sentirse bien a pesar del cáncer. Como en el caso de cualquier enfermedad, los chequeos y la detección temprana son de suma importancia para obtener un mejor tratamiento y mejores resultados”, agrega la especialista.
Sus causas
El cáncer de tiroides es más común en personas con historia de exposición de la glándula tiroides a la radiación, con una historia familiar de cáncer de tiroides y en personas mayores de 40 años. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes, no se conocen las causas específicas.
“La exposición de la tiroides a altas dosis de radiación especialmente si la exposición ocurrió durante la infancia, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de tiroides. Antes de los años 1960’s, los tratamientos con rayos X se usaban con frecuencia para distintas afecciones y con el tiempo se conoció que esto aumentaba el riesgo de desarrollar cáncer de tiroides, sobre todo cuando la exposición se daba en la cabeza, el cuello o el tórax”, comenta la Dra. Licht, aunque aclara que no se ha demostrado que la exposición a los rayos X de rutina como rayos X dentales, radiografías de tórax y mamografías actuales causen cáncer de tiroides.
La detección, al alcance de la mano (del especialista)
El signo principal del cáncer de tiroides es un bulto (nódulo) en la tiroides, pero al igual que la mayoría de los cánceres, éste tampoco produce síntomas. Incluso los estudios de sangre o las pruebas de función tiroidea pueden dar normales con el cáncer presente. La herramienta fundamental para encontrar un nódulo tiroideo es la examinación del cuello por parte del médico, por lo que esta revisión debe formar parte del chequeo periódico de cualquier persona.
Cómo tratar la enfermedad
El tratamiento primario de todas las formas de cáncer de tiroides es la cirugía. La extensión de la misma para cáncer diferenciado de tiroides (remover solo el lóbulo que tiene el cáncer- lobectomía- o la tiroides completa - tiroidectomía) dependerá del tamaño del tumor y de si el tumor está o no limitado a la tiroides.
Luego de la cirugía, de acuerdo al informe de la anatomía patológica que describe el tamaño tumoral, la extensión del mismo y presencia o no de ganglios, se puede indicar o no tratamiento con iodo radioactivo.
Las células tiroideas y la mayoría de los cánceres diferenciados de tiroides absorben y concentran el yodo. Es por eso que el yodo radiactivo se puede usar para eliminar todo el tejido tiroideo normal que quede después de la cirugía y potencialmente destruir también tejido canceroso residual.
“Se producen altas concentraciones de yodo radiactivo en los tejidos tiroideos, lo que hace que eventualmente mueran las células. Como la mayoría de los otros tejidos en el cuerpo no absorben o concentran el yodo en forma eficiente, el yodo radiactivo usado durante el procedimiento de ablación suele tener muy poco o ningún efecto en los tejidos fuera de la tiroides”, relata la endocrinóloga.
Una clave: el seguimiento
Por último pero no menos importante, los exámenes de seguimiento periódicos son vitales para todos los pacientes con cáncer de tiroides porque este cáncer puede recurrir, a veces muchos años después del tratamiento inicial aparentemente exitoso.
Estas visitas de seguimiento incluyen una historia y examen físico cuidadoso, con especial atención al área del cuello. El ultrasonido del cuello es una herramienta importante para visualizar el cuello y buscar nódulos, bultos o ganglios linfáticos cancerosos que pudiesen indicar que el cáncer ha vuelto. Y también deben realizarse exámenes de sangre para chequear el funcionamiento hormonal del cuerpo, alterado por la remoción de la glándula.
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