Amancio Marín Mínguez, Beato
Sacerdote y Mártir, 26 de Julio
Martirologio Romano: En diversos lugares de la diócesis de Lleida (Lérida), España, Beatos Mariano Alcalá Pérez y 18 compañeros de la Orden de la Bienaventurada Virgen de las Mercedes, asesinados por odio a la fe. (1936-37)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
El padre Amancio pasó por una persona irrelevante. De religioso ordinario, lo califica el padre Bienvenido Lahoz. No hizo nada especial. Le costó sacar la carrera eclesiástica, no lució como predicador, no tuvo cargos. Sólo fue coadjutor de Estercuel y dio clase a niños.
De cortos alcances para los estudios, pero de gran humildad y entusiasta vocación, nos lo definen quienes lo conocieron. Sencillo, humilde, dócil, espiritual. ¡Oh! Eso es mucho. Mucho, mucho. ¿Se puede afirmar algo más sublime?
Nació el 26 de marzo de 1908 en Celada del Camino, Burgos, de Miguel y María Candelas, siendo bautizado el inmediato 29 y confirmado el 16 de septiembre de 1910.
El 8 de octubre de 1921 ingresó en Lérida de postulante. Pasando a San Ramón, vistió el hábito el 10 de agosto de 1923, de manos del provincial padre Alberto Barros, en presencia de los padres Ramón Martín y Pablo Planes. Profesó el 16 de febrero de 1925, ante los padres Ramón Martín, Pablo Planes y José Inglés. Recuerda el padre Bienvenido Lahoz, cómo tenía gran interés por aprender las ceremonias del oficio divino, que yo enseñaba a los novicios por encargo del padre maestro antes de ser sacerdote.
Luego fue enviado al monasterio de Poyo, Pontevedra, para cursar filosofía y teología. En Poyo emitió los votos solemnes el 10 de junio de 1930. Recibió presbiterado el 7 de junio de 1931 en Tuy, cantando la primera misa en Poyo el inmediato día 11. Y regresó a su provincia de Aragón.
El 9 de agosto de 1932 llegó de conventual a Mallorca, ya había estado del 12 al 29 de enero. El 9 de mayo de 1933 pasó a Lérida permaneciendo hasta el 1 de diciembre. Pues ese día llegó a El Olivar, encargándose de ayudar al párroco de Estercuel, ahí seguía el 9 de mayo de 1934, según el informe provincial. El 19 de agosto de 1935 era trasladado a San Ramón, para el colegio.
Llegó julio de 1936. Hasta el 23 permanecieron todos los religiosos en el monasterio, mas este día, a las 10 de la noche, hubo que abandonar todo y esconderse donde cada uno pudo. El padre Amancio pasó a casa del farmacéutico Juan Canela, con el que tenía una profunda amistad, y que ahora pudo comprobar su gran virtud, su fe, su resignación ante los acontecimientos. Porque corría gran peligro y arriesgaba la vida de sus amparadores, decidió irse a Burgos. Delfín Bonjoch le agenció un pasaporte del comité de San Guim, como dependiente de farmacia, y lo puso en el tren para Lérida advirtiéndole del riesgo de llevar colgados, bajo la camisa, un rosario y medallas, pero no se inmutó, pernoctó en Lérida, y siguió viaje. Denunciado desde Binéfar a los dos o tres días, Delfín sería encarcelado por este servicio al Padre. El día 25, sobre las cuatro de la tarde el padre Amancio bajó del tren en Binéfar y se dirigió a la primera casa que se le ofreció, la de María Culleré preguntando por la familia Gargallo, ella lo hizo entrar en casa, pidió él un vaso de agua, ella le dio leche y le orientó acompañándole un espacio.
A las 6 de tarde se presentó, en la partida de San Esteban de Litera, ante Manuel Gargallo que estaba trillando, manifestando quién era ante todos los trabajadores, algunos de ellos militantes comunistas. Pareciéndole lugar poco seguro, Manuel le fue a buscar lugar más seguro, el domicilio de una hija, pero entre tanto el padre Amancio se fue, no queriendo causar problemas. A las 7 de la tarde se hospedó en la fonda de la Paz, de Salvador Anento, mas apenas se había retirado a su habitación, sin cenar, sobre las nueve, se presentaron elementos enviados por el Comité, aquella noche la pasó en el comité. Desde la tarde lo venían siguiendo.
Al día siguiente trajeron para declarar a toda la familia Gargallo, y lo llevaron al ayuntamiento. El cabecilla de aquellos sicarios, Peña, le propuso cínicamente: Si quieres ir al frente a luchar a nuestro lado, te perdonamos la vida; a lo que respondió prontamente el Fraile: Jamás iré a luchar a favor de los enemigos de mi Dios. Por la tarde organizaron un horrendo escarnio por las calles de Binéfar, con la chusma desatada en denuestos, calumnias, obscenidades, sarcasmos, haciéndole llevar entre las manos atadas a la espalda algunos preservativos. Él caminaba con la cabeza baja, sereno, silencioso. A las 7 de la tarde lo condujeron al cementerio. Pidió y obtuvo cinco minutos para prepararse, hizo la señal de la cruz, se recogió, bendijo a los asesinos que disparaban contra él, mientras gritaba: ¡viva Cristo rey!
El tal Peña manifestó luego: Nunca he visto un hombre con tanta serenidad. Segundos antes de matarlo tuve el gusto de tomarle el pulso y lo tenía normal, como si nada pasara.
Un periódico rojo de Lérida publicó: En Binéfar ha sido apresado el fascista Amancio Marín, habiendo engañado al Comité de San Guim y de Lérida, el cual Amancio ha sido ajusticiado.
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