Premio o castigo
Las parábolas escatológicas son aquellas que hacen referencia explícita a la situación final de premio o castigo después de la muerte. “Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes; pero las necias, al tomar sus lámparas, no llevaron consigo aceite; las prudentes, en cambio, junto con las lámparas llevaron aceite en sus alcuzas. Como tardase en venir el esposo les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó vocear: ¡Ya está aquí el esposo! ¡Salid a su encuentro! Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y aderezaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite porque nuestras lámparas se apagan. Pero las prudentes les respondieron: Mejor es que vayáis a quienes lo venden y compréis, no sea que no alcance para vosotras y nosotras. Mientras fueron a comprarlo vino el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. Luego llegaron las otras vírgenes diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Pero él les respondió: En verdad os digo que no os conozco. Vigilad, pues, porque no sabéis el día ni la hora" (Mt).
Las buenas acciones
El tiempo de espera puede llevar a que las buenas disposiciones se relajen. No basta tener buenas intenciones, pues deben ir acompañadas por buenas obras. El aceite son las buenas acciones exigidas a cada uno para poder recibir la gracia de entrar en la felicidad divina del cielo. Estar vigilantes en todo tiempo y lugar es la condición necesaria para mantenerse en las buenas obras; deja apagar la lámpara por culpa del sueño es caer en pecado. Y la muerte suele sorprender con su venida.
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