Había, y todavía hay, en Jerusalén hombres que viven al día, aún teniendo a su cargo una familia. Su vida es el jornal que van a ganar aquel día. La inquietud por la paga es grande, va en ello el sustento, no hay seguridad siquiera para lo más elemental. Esta dura situación social marca la parábola.
“El Reino de los Cielos es semejante a un amo que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Después de haber convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió también hacia la hora de tercia y vio a otros que estaban en la plaza parados, y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os daré lo que sea justo. Ellos marcharon. De nuevo salió hacia la hora de sexta y de nona e hizo lo mismo. Hacia la hora undécima volvió a salir y todavía encontró a otros parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí todo el día ociosos? Le contestaron: Porque nadie nos ha contratado. Les dijo: Id también vosotros a mi viña. A la caída de la tarde dijo el amo de la viña a su administrador: Llama a los obreros y dale el jornal, empezando por los últimos hasta llegar a los primeros. Vinieron los de la hora undécima y percibieron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaban que cobrarían más, pero también ellos recibieron un denario cada uno. Cuando lo tomaron murmuraban contra el amo, diciendo: A estos últimos que han trabajado sólo una hora los has equiparado a nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor. El respondió a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿acaso no conveniste conmigo en un denario? Toma la tuyo y vete; quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿No puedo hacer yo con lo mío lo que quiero? ¿O es que vas a ver con malos ojos que yo sea bueno? Así los últimos serán primeros y los primeros últimos"(Mt)
La importancia de la justicia
Las enseñanzas individuales sobre la necesidad de tener un buen corazón, de vivir una justicia que vaya más allá de lo marcado por la ley son claras. Las enseñanzas sociales muestran también un auténtico modelo social donde la caridad completa la justicia. Pero Jesús dice que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos. Se trata otra vez de la extensión del reino de Dios que no se reduce a Israel, sino que se abre a todos los pueblos. Y el último pueblo, el último gentil, recibirá la misma paga, porque todos los dones son superiores a los méritos realizados, todo es un derroche de amor de Dios. Esta parábola no será fácil de asimilar para los que estaban arraigados en unos esquemas patrióticos que secuestraban la religión, a pesar de las muchas indicaciones de los profetas sobre la universalidad de la llamada a la santidad. Pero es que en el fondo el problema era el de la misma santidad y la revelación de Dios que quiere a todos los hombres, siendo Israel el hermano mayor y el pueblo sacerdotal que lleva a los demás a la unión con el Dios vivo. Ésta era la enseñanza del Señor sobre el reino.
|
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario