De nuevo Israel -el hijo de Dios- es el sujeto de la parábola. "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos; dirigiéndose al primero, le mandó: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Pero él le contestó: No quiero. Sin embargo se arrepintió después y fue. Dirigiéndose entonces al segundo, le dijo lo mismo. Este le respondió: Voy, señor; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? El primero, dijeron ellos. Jesús prosiguió: En verdad os digo que los publicanos y las meretrices os van a preceder en el Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las meretrices le creyeron. Pero vosotros, ni siquiera viendo esto os movisteis después a penitencia para poder creerle"(Mt).
Necesidad de obras
No bastan las buenas disposiciones para alcanzar el reino; son necesarias las obras de amor y penitencia, aunque al principio advierte una resistencia a cumplir la voluntad de Dios. Las conversiones de tantos pecadores acreditan que pueden llegar mejor que los oficialmente “buenos” del Pueblo de Israel o de todos los tiempos. Obras quiere el Señor.
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