sábado, 4 de octubre de 2014

04 de Octubre - Aurea de París

Aurea de París, Santa
Abadesa, 04 de Octubre

Martirologio Romano: En París, Francia, santa Aurea, abadesa, designada por san Eligio para regir el monasterio que había fundado dentro de la ciudad según la Regla de san Columbano, en el cual llegaron a vivir trescientas vírgenes (666).
Etimológicamente: Aurea = Aquella que es encantadora, valiosa como el oro. Es de origen griego.
Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Después de haber fundado y sólidamente haber establecido su monasterio de Solignac en Lemosín, San Eloy, todavía laico, soñó con transformar en hospicio para viajeros una casa que poseía en París. Después de haber reflexionado detenidamente, cambió de opinión y allí fundó un monasterio logrando reunir hasta 300 jóvenes de diversas naciones y niveles sociales.
Para dirigir este naciente monasterio fue puesta a su cabeza Aurora o Aurea, hija de Mauricio y de Quiria, consagrándolas a "la severa disciplina de una regla" en la que sin duda se pueden identificar la regla en San Columbano en Luxeuil, monasterio donde San Eloy había sido formado. Esto pasaba en el año 633.
Cuando el monasterio fue terminado, San Eloy edificó una basílica en honor del apóstol San Pablo donde recibirían sepultura las siervas de Dios. Esta iglesia de San Pablo, parroquial por lo menos desde el siglo XII, fue cerrada durante la Revolución Francesa y destruida en 1798.
Hablando de Santa Aurora, San Audeno de Ruan la elogió diciendo que era una chica digna de Dios. Fue en efecto el modelo de sus hermanas a las que formó por su ejemplo y por instrucciones prudentes sacadas de la lectura del Evangelio, a todas las virtudes cristianas y monásticas. Dios añadió el don de los milagros: se cuenta que alguna vez abriendo la puerta de un horno ardiente, sacó de él los carbones más rojos con sus manos sin recibir daño alguno al hacerlo. La oración perpetua era para ella una práctica inquebrantable. Cuando veía a alguien sufriendo o en la miseria, se afanaba en seguida, con una caridad infatigable, a consolarlo o a socorrerlo.
Cuando llegaban sus últimos momentos, Dios se los hizo ver. Poco después contrajo una terrible enfermedad mientras se ocupaba de atender a los enfermos de una peste que asolaba la región. Murió el 3 de octubre 666 y fue sepultada en la iglesia de San Pablo.
Cinco años después, sus reliquias fueron transportadas en la ciudad y depositadas en la iglesia de San Marcial. En esta iglesia se expuso, para la veneración de los fieles, un relicario que contenía parte de sus restos, mismo que en 1792 fue robado por los revolucionarios. Las demás reliquias se ocultaron en diversos lugares, logrando así salvarlas. Se le invoca a Aurea contra las calamidades públicas.

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