Compartir, ayudar y motivar son las prioridades de este blog, tratando de iluminar el camino de nuestros semejantes con nuestra pequeña luz interior, basados en tres pilares fundamentales: "Respeto, Humildad y Honestidad"
sábado, 31 de enero de 2015
Josué 19
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Biblia
Ubicación: La Pampa, Argentina
La Pampa, Argentina
Tú serás mi compañero… tú serás mi compañera…
Tú serás mi compañero… tú serás mi compañera… (01-02-15)
A todos nos gusta conservar nuestra libertad, poder salir según el propio antojo con una u otra persona, escoger el lugar de descanso este fin de semana, fijar los momentos que vamos a dedicar a los distintos programas de televisión. De repente, irrumpe en nuestras vidas un amor que revoluciona todas las coordenadas en las que nos movíamos antes libremente. Es la experiencia del enamoramiento, en la que olvidamos las citas con los amigos, los programas preferidos e, incluso, el día de cobro en nuestra empresa (cosa extraña pero posible). Esa experiencia puede durar días, semanas o meses, y crea a nuestro alrededor sonrisas simpáticas de quienes notan nuestros despistes y murmullan la explicación más lógica: “Está enamorado”.
Tal vez el conocimiento de la nueva persona (un chico, una chica, según sea el lado de la orilla en el que nos encontremos) ha causado toda una revolución en nuestro ser. Parece que la vida gira en torno a quien es ahora el nuevo centro del corazón, y un retraso, una omisión de la llamada telefónica, una cita que ha tenido que saltar por un compromiso imprevisto de última hora puede ser motivo de una inquietud que parecería ridícula si lo pensásemos fríamente, aunque a nosotros nos resulte la cosa más importante del mundo.
La vida conduce a miles de estas experiencias, hacia un compromiso mayor. El noviazgo, una curiosa jaula que todavía deja abiertos muchos espacios a la libertad de cada uno, es una aventura apasionante, llena de esperanzas e ilusiones, de alegrías, de sueños, de profundidad. Pero no basta. Y el amor culmina cuando los dos, llevados por aquel impulso inicial que nació en un momento más o menos preciso del pasado, llegan al altar, y se prometen fidelidad y entrega para toda la vida y en todas las circunstancias.
Las líneas anteriores reflejan la experiencia de miles y miles de hombres y mujeres hasta un momento decisivo de la propia existencia, el del matrimonio. Con él se inicia una nueva fase en las relaciones entre el hombre y la mujer, mucho más profunda, mucho más rica, mucho más comprometedora, pero no pocas veces llena de mayores problemas para los dos. ¿Por qué ocurre esto, si en el noviazgo el amor parecía “fuerte como la muerte” e impetuoso como un torrente en crecida? Porque antes se vivía subyugado por el amor, pero siempre dentro del marco de la propia libertad, que no se sentía encadenada por unos compromisos que se convierten en algo definitivo, “hasta que la muerte nos separe”, al pasar la frontera de las bodas.
El noviazgo no era una “rendición incondicional”, sino una entrega “provisional” de la propia libertad, hasta ciertos límites que aún estaban bajo nuestro control. Pero el amor iba cerrando el marco de la propia autonomía, y un día los esposos se ven en esa jaula, más perfecta (más cerrada), en la que la propia libertad parece haber desaparecido, “sin condiciones”.
¿Será verdad, entonces, que quienes se casan ya no pueden amar con la espontaneidad y la frescura que mostraban cuando eran solamente novios?
La pregunta, por desgracia, nos viene ante tantos y tantos matrimonios que fracasan, ante tantas y tantas parejas de casados (y cansados) que soportan o sobrellevan, con un gran aburrimiento, el sucederse irrelevante de los aniversarios de bodas. Si antes del matrimonio el sonido del teléfono era capaz de levantar al uno o a la otra de la butaca en la que se veía una emocionante película, ahora parece que no dice nada el sonido de los zapatos en el umbral de casa, cuando llega la otra “media naranja” después de haber comprado algunos objetos para el hogar. La normalidad y la cotidianidad han puesto toneladas de polvo a un cariño que fue emocionante y vivo, y que ahora tiene mucho de inercia y de apatía.
¿Cómo romper con esta situación? ¿Cómo avivar el fuego casi frío de unas brasas sofocadas por una gruesa capa de cenizas? Reinstaurando, como en los primeros días, el amor fresco y libre. Se trata de ver en el otro o en la otra a aquel corazón que un día robó el nuestro, no para encadenarlo y privarlo de la propia libertad, sino para englobarlo en una libertad superior, la del “nosotros”. Hay que aprender a renunciar, de vez en cuando, a un pequeño derecho (como cuando se estaba en el noviazgo) para ofrecer un gesto de cariño al otro. Hoy será él quien no acuda una tarde al club para poder salir de paseo con ella. Mañana ella preparará un pastel especial para la cena, aunque sabe que por eso tendrá que perderse un programa de la serie televisiva favorita. Y así miles de gestos de amor, de amor elegido incluso sacrificadamente. Ese amor alimenta, plenifica, perfecciona la libertad y, así, a la persona, al esposo y a la esposa. ¡Extraña paradoja: renunciando soy más libre! Sí, porque es renuncia de amor, es elección de amor.
La plenitud de esas pequeñas renuncias se logra, de un modo muy especial, cuando se produce la apertura a aquellos nuevos inquilinos que, gracias al amor mutuo, llaman a las puertas del lecho nupcial y permiten a la pareja la aventura del saberse “papá” y “mamá”. Por primera, por segunda, por tercera... o cuantas veces Dios diga y nuestro amor lo permita...
Son muchos los programas que se pueden lanzar para ayudar a encender en las chimeneas de nuestros hogares la chispa del amor fresco y joven (aunque se tengan ya más de 25 años de casados...). El más hermoso de ellos será el de un compromiso sincero y renovado por unirse en un “nosotros” que supere cualquier agujero de egoísmo y que abra a cada matrimonio a una mayor generosidad en el amor, como la que significa la acogida de cada nuevo hijo.
Ese era el deseo de Juan Pablo II respecto de todas las familias del mundo. Ese es el compromiso de quien de verdad quiere vivir el amor. Ese es el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Ese es el programa más perfecto que llevará al mundo a una nueva civilización del amor, la que el cristianismo ha buscado durante dos mil años. ¿No será hora de hacerla realidad? FP
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Reflexión
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Evangelio del Domingo 01 de Febrero
Día Litúrgico: Domingo IV (B) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
Comentario: Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)
¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!
Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.
Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).
Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.
La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.
El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.
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Evangelio
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Los adolescentes, el alcohol y los excesos
Los adolescentes, el alcohol y los excesos
Una nueva moda llamada “la Jarra loca” ha desembarcado en los boliches, con serios perjuicios para la salud de los jóvenes, ya que en algunos casos puede llevar hasta la muerte.
¿Qué es la “jarra loca” y qué consecuencias provoca?
Se trata de una bebida que se prepara en una jarra y que entre otros elementos contiene alcohol y liquido de freno, dando un sabor dulce que invita a tomar. Los especialistas plantean que este “nuevo trago” afecta al Sistema Nervioso; genera problemas renales y cuadros de intoxicación que pueden conducir a la muerte.
¿Por qué se utiliza?
Algunos jóvenes tienen la necesidad continua de experimentar nuevas sensaciones que resulten placenteras. El problema radica en que en esta búsqueda desenfrenada de vivir estados nuevos o, como muchos lo denominan “volarse la cabeza” con el objetivo de no pensar o evadirse de la realidad, muchas veces puede terminar siendo real y terminar con la propia vida.
¿Por qué la consumen más los adolescentes?
Por las características propias que hacen a esta etapa como: - necesidad de transgredir de manera continua; - predomino del pensamiento mágico “a mí no me va a pasar nada”; - inestabilidad emocional, ya que el joven pasa rápidamente de la alegría a la tristeza; - sobrevaloración de las sensaciones nuevas que se pueden llegar a experimentar; - minimización y negación de todo tipo de riesgos o consecuencias.
¿Qué edades afecta?
Tenemos que tener en cuenta que en la actualidad la adolescencia se va extendiendo cada vez más en el tiempo, por lo tanto, las edades pueden variar desde los 13 años hasta llegar a los 21 años o más.
Algunas pautas que los papas podrían implementar son:
- mantener un espacio de comunicación con sus hijos; - conocer los hábitos de los chicos; - saber en qué condiciones llegan los hijos al hogar; - conocer los grupos y amistades con los que comparte.
¿Qué se puede hacer frente a esta nueva moda mortal?
Exige una participación activa de todos los actores que están comprometidos en el cuidado y la salud del adolescente: padres; familiares; autoridades, entre otros, para poder trabajar a nivel social en la prevención de estos casos.
Algunas estrategias que se podrían implementar son:
- organizar talleres en las escuelas para abordar el tema y sus consecuencias; - trabajar en Psicoeducación sobre las consecuencias del alcohol y las mezclas; - intervención de equipos interdisciplinarios, psicólogos; toxicólogos; médicos; etc. Lic. Santiago Gómez - Psicólogo
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Salud
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31 de Enero - Candelaria de San José
Candelaria de San José, Beata
Fundadora de las Hermanas Carmelitas de la Tercera Orden Regular de Venezuela “Hermanas Carmelitas de la Madre Candelaria”, 31 de Enero
Martirologio Romano: En Altagracia de Orituco, Venezuela, beata Candelaria de San José (Paz Castillo Ramírez), virgen, fundadora de las Hermanas Carmelitas de la Candelaria. († 1940)
Fecha de beatificación: 27 de abril de 2008, en una ceremonia presidida por el Cardenal José Saraiva Martins, en representación de S.S. Benedicto XVI.
Susana Paz Castillo Ramírez, tercera hija del matrimonio de Francisco de Paula Paz Castillo y María del Rosario Ramírez, nació en Altagracia de Orituco (Estado Guárico, Venezuela), el 11 de agosto de 1863.
Su padre era un hombre recto y honrado, de gran corazón y profundamente cristiano; gozaba del aprecio y estima de todos los habitantes; poseía conocimientos de medicina naturista y los empleaba para ayudar a mucha gente que solicitaba sus servicios. Su madre era una persona piadosa, trabajadora y honrada.
Tanto ella como don Francisco brindaron a sus hijos una educación tan esmerada como lo permitían las circunstancias de su tiempo. En el aspecto cristiano fue óptima: les infundieron el ejemplo y la palabra, la solidaridad y la responsabilidad en las prácticas de la fe cristiana y valores humanos.
Su instrucción académica, aunque escasa y deficiente, propia de la época que le tocó vivir, no fue un impedimento para su formación integral: frecuentó una escuela particular donde dio sus primeros pasos en la escritura y el cultivo de su apasionamiento por la lectura. Además, aprendió corte y confección y toda clase de labores, especialmente bordados. Este aprendizaje fue un valioso recurso para su posterior servicio a los más necesitados
Su padre murió el 23 de noviembre de 1870, cuando Susana contaba con 7 años de edad. Cuando murió su madre, el 24 de diciembre de 1887, Susana, que tenía 24 años, asumió las responsabilidades de diligente ama de casa. A la vez, se encargaba de practicar la caridad con los enfermos y heridos que recogía y cuidaba en una casa semi-abandonada, adjunta a la iglesia parroquial.
Junto con otras jóvenes de su pueblo y con el apoyo de un grupo de médicos y del padre Sixto Sosa, párroco de Altagracia de Orituco, fundó un hospital para atender a todos los necesitados. Allí, en hamacas y catres de lona, que ella misma confeccionaba, los atendía.
Con la fundación de este centro de salud, en 1903, se dio inicio a la familia religiosa de las Hermanitas de los Pobres de Altagracia, actualmente denominada Hermanas Carmelitas de la Madre Candelaria. El 13 de septiembre de 1906, con autorización del obispo diocesano, la madre Susana hizo su profesión religiosa tomando el nombre de Candelaria de San José.
El 31 de diciembre de 1910 nació oficialmente la congregación de las Hermanitas de los Pobres de Altagracia con la profesión de las primeras seis hermanas, en manos de Mons. Felipe Neri Sendrea, quien confirmó a la madre Candelaria como superiora general. En diciembre de 1916 emitió sus votos perpetuos en Ciudad Bolívar.
Su vida transcurrió entre los pobres; se distinguió por una profunda humildad, una inagotable caridad con ellos, y una profunda vida de fe, oración y amor a la Iglesia. Además de su esmerada atención por los enfermos, se preocupó por la educación de los niños, tarea que dejó como legado a sus hijas carmelitas.
La madre Candelaria era una religiosa de carácter afable, recogida, de baja y modesta mirada; siempre dejaba suavidad en cuantos la escuchaban cuando departía su cordial y amena conversación.
Dos cosas llamaban poderosamente la atención en ella: su profunda humildad y su inagotable caridad. Tenía una gran sensibilidad ante las desgracias ajenas; nunca decía "no" a nadie, sobre todo cuando se trataba de enfermos pobres y abandonados.
Otra característica de su entrega era la alegría; todo lo hacía con amor y una confianza sin límites en la divina Providencia. Sus grandes amores fueron Jesús crucificado y la santísima Virgen. Recorrió muchos kilómetros en busca de recursos para el sostenimiento de sus obras y fundando nuevas comunidades que respondieran a las necesidades del momento.
Gobernó la congregación durante 35 años, desde su fundación hasta el capítulo general de 1937, en el que le sucedió en el cargo la madre Luisa Teresa Morao.
Los últimos años de la madre Candelaria estuvieron marcados por el dolor y la enfermedad. No obstante, después de dejar el cargo de superiora general, aceptó seguir prestando sus servicios a la congregación como maestra de novicias.
Tenía plena conciencia de su enfermedad, pero con increíble paciencia soportaba los dolores y daba pruebas de conformidad con la voluntad de Dios. Pedía al Señor poder morir con el nombre de Jesús en los labios, y así fue.
En la madrugada del 31 de enero de 1940 tuvo un vómito de sangre. Tras pronunciar tres veces el nombre de Jesús, entregó su alma al Creador.
El 22 de marzo de 1969 se inició en la ciudad de Caracas su proceso de beatificación y canonización. Benedicto XVI firmó el decreto de beatificación el 6 de julio de 2007.
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viernes, 30 de enero de 2015
Josué 18
Josué 18: Capítulo 18
La distribución del territorio en Silo
1 Toda la comunidad de los israelitas se reunió en Silo, y allí fue instalada la Carpa del Encuentro. El país ya estaba sometido a los israelitas,
2 pero todavía quedaban siete tribus a las que no se les había repartido su herencia.
3 Entonces Josué dijo a los israelitas: «¿Hasta cuándo van a demorar en ir a tomar posesión del país que les dio en herencia el Señor, el Dios de sus padres?
4 Designen a tres hombres por cada tribu, y yo los enviaré a recorrer el país. Ellos harán su descripción para que pueda ser repartido, y después regresarán.
5 Dividirán el territorio en siete partes, Judá se quedará en su territorio, al sur, y la casa de José en el suyo, al norte.
6 Y cuando ustedes hayan hecho la descripción del país, dividiéndolo en siete partes, me la traerán para que yo la sortee aquí, en la presencia del Señor, nuestro Dios.
7 Porque los levitas no tendrán ninguna parte en medio de ustedes, ya que el sacerdocio del Señor es su herencia; y Gad, Rubén y la mitad de la tribu de Manasés ya han recibido en el lado oriental del Jordán, la herencia que les asignó Moisés, el servidor del Señor.
8 Cuando los hombres que iban a hacer la descripción del país se disponían a partir, Josué les dio esta orden: «Vayan a recorrer el país, descríbanlo, y luego regresen. Después yo lo sortearé entre ustedes delante del Señor, aquí mismo, en Silo».
9 Los hombres partieron, recorrieron el país y registraron por escrito las ciudades, dividiéndolas en siete grupos. Después regresaron al campamento de Silo, donde estaba Josué.
10 Allí Josué echó las suertes entre los israelitas, delante del Señor, y repartió el territorio a cada una de las tribus de Israel.
La tribu de Benjamín
11 Se extrajo la suerte correspondiente a los clanes de la tribu de Benjamín, y a ellos les tocó el territorio comprendido entre el de los hijos de Judá y el de los hijos de José.
12 Por el lado septentrional, el límite partía del Jordán y subía por la pendiente norte de Jericó; luego subía por la montaña hacia el oeste, para terminar en el desierto de Bet Aven.
13 De allí el límite pasaba a Luz, hacia la pendiente meridional de Luz –o sea, Betel– y después descendía hasta Atarot Adar, sobre el monte que está al sur de Bet Jorón de Abajo.
14 Luego el límite daba vuelta, girando por el lado oeste, hacia el sur, y saliendo de la montaña que se encuentra frente a Bet Jorón, al sur, iba a terminar en Quiriat Baal –o sea en Quiriat Iearím– ciudad que pertenece a los hijos de Judá. Este era el límite occidental.
15 Por el lado meridional, el límite partía del extremo de Quiriat Iearím, seguía hacia Gasín y salía cerca de las aguas de la fuente de Neftóaj.
16 Luego bajaba hasta el extremo del monte que está frente al valle de Ben Hinnóm, al norte del valle de los Refaím; seguía bajando por el valle de Hinnóm, al sur del flanco de los jebuseos, y descendía hasta En Roguel.
17 Desde allí doblaba hacia el norte y llegaba a En Semes; luego se dirigía hacia Guelilot, que está frente a la subida de Adumím, y bajaba en el Peñasco de Boján, el rubenita.
18 Después pasaba por la pendiente que hay frente a Bet Arabá; al norte, y bajaba hasta la Arabá;
19 seguía por la pendiente de Bet Joglá, hacia el norte, y terminaba en la parte septentrional del mar de la Sal, en el extremo sur del Jordán. Esta era la frontera sur.
20 Por el este, el límite estaba formado por el Jordán. Esta fue la herencia de los clanes de Benjamín, con los límites que la rodean.
Las ciudades de Benjamín
21 Las ciudades asignadas a los clanes de la tribu de Benjamín fueron las siguientes: Jericó, Bet Joglá, Emec Quesís,
22 Bet Ha Arabá, Semaraim, Betel,
23 Avím, Pará, Ofrá,
24 Quefar Ha Amoni, Ofní, Gueba: en total, doce ciudades con sus poblados.
25 Además, Gabaón, Ramá, Beerot,
26 Mispé, Quefirá, Mosá,
27 Réquem, Irpeel, Taralá,
28 Selá, Elef, Jerusalén –la ciudad jebusea– Guibeá y Quiriat: en total, catorce ciudades con sus poblados. Esta fue la herencia que recibieron los clanes de la tribu de Benjamín.
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