Discutir sobre el aborto no es simplemente discutir sobre ideas o principios abstractos. Al contrario, discutir sobre el aborto implica entrar en uno de los temas más importantes para cualquier sociedad humana: ¿es correcto que algunas vidas humanas puedan ser eliminadas por otros?
Las discusiones sobre el aborto nos ponen ante el tema del valor del ser humano. Si hay vidas (las de los embriones y fetos antes de nacer) que no tienen valor según criterios defendidos por algunos, ¿por qué las demás vidas sí tendrían valor? Es decir, la dignidad de cada uno, ¿depende de los juicios de otros, con toda la variabilidad que caracteriza tales juicios?
Si la respuesta es afirmativa (uno es digno según lo que otros determinen), entonces adoptamos una perspectiva discriminatoria. La discriminación variará según criterios culturales o según planteamientos más o menos difundidos, pero será implacable: habrá seres humanos dignos, y otros seres humanos no dignos.
Así, por ejemplo, algunos dicen que no vale la vida de quien tiene el síndrome de Down, y abortan de modo sistemático a la mayoría de los hijos con ese síndrome. Otros declaran que no vale la vida de quienes nacen en condiciones de pobreza, como si el derecho a nacer dependiese de si uno tiene más o menos bienes materiales.
La lista podría ser sumamente larga. Detrás de los diferentes criterios escogidos, siempre está el presupuesto discriminatorio: unos seres humanos son más dignos que otros, de forma que los primeros “merecen” más y los segundos pueden ser eliminados antes (o incluso después) del parto.
En cambio, si afirmamos que cada ser humano es digno en sí mismo, independientemente de lo que digan o deseen otros, entonces cada hijo vale simplemente, sin condiciones, y merece todo el apoyo de sus padres y de quienes, de modo más o menos cercano, pueden hacer algo a su favor.
El tema del aborto no puede dejar de lado este punto. O nos situamos en visiones que promueven la discriminación, o acogemos aquellas ideas y perspectivas que buscan la inclusión, el respeto hacia los diferentes, la solidaridad y, en definitiva, esa justicia que busca defender a todos, especialmente a los más vulnerables: los hijos antes de nacer. FP
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