El 21 de septiembre se celebra el día mundial del Alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer es un desorden progresivo, degenerativo e irreversible del cerebro que causa la debilitación, la desorientación y una eventual muerte intelectual. Su nombre proviene de Aloís Alzheimer, un neurólogo alemán que en 1907 describió los síntomas que presentaba una mujer de 48 años como graves problemas de memoria así como las características neuropatológica de la enfermedad de Alzheimer.
¿El Alzheimer es más frecuente que hace años?
La respuesta es sí y la explicación es muy clara. Cuanto más envejece la población, más enfermos de Alzheimer habrá. Afecta al 5-7% de las personas de más de 65 años, y a los 95 años supone el 50% de la población. Es un gran reto para este siglo, pues se prevé que el número de enfermos se duplique en 2020
¿Es el Alzheimer una enfermedad hereditaria?
El Alzheimer es una enfermedad heterogénea, compleja y multifactorial. Sólo en una mínima proporción de casos (se insiste, un 2%), es puramente hereditaria. Quien así enferma ha de recibir el gen mutado bien de su padre bien de su madre. El progenitor que transmite la mutación ha de padecer o haber padecido la enfermedad salvo que la mutación se origine en el propio enfermo (lo que se llama efecto fundador de mutación genética).
¿Qué papel juega la genética en la mayoría de casos de Alzheimer?
En un enfermo en que los síntomas comienzan a aparecer después de los 65 años, según la regla y lo que se observa, en el 98% de los casos de Alzheimer, puede haber o no antecedentes familiares.
Existan otros casos en la familia o no, en ambos casos puede influir la genética pero no como causa, sino como mayor predisposición a padecer la enfermedad.
Pero, hay que tener muy claro qué significa ser portador de un factor genético de riesgo de Alzheimer. Esto quiere decir que tal portador tiene más predisposición, susceptibilidad o probabilidad de sufrir tal enfermedad pero, en modo alguno significa que es seguro que la vaya a padecer.
Actualmente se estudian alrededor de una docena de genes con sus variantes para ver cuáles confieren riesgo de Alzheimer y cuáles no. Puede llegar un día en que se pueda predecir, según el genotipo, quién va a tener la enfermedad y quién no. Pero, hoy por hoy, no es posible. En el caso de una persona que ya presente síntomas sospechosos de Alzheimer, entonces, y con las debidas precauciones, se puede buscar porque, en caso positivo, puede ser más firme el diagnóstico en etapas muy iniciales.
Además de los factores genéticos de riesgo, ¿hay otros factores que favorecen la aparición del Alzheimer?
Ciertamente, sí. La edad es el factor más evidente. Luego, el sexo. El Alzheimer es más frecuente en las mujeres que en los hombres (la proporción es 1,6:1). Las razones de este predominio femenino no están aún muy claras. Una de ellas podría ser que, con la menopausia, la mujer pierde el papel protector que los estrógenos tienen sobre las neuronas. Otra podría radicar en la mayor expectativa de vida que tienen las mujeres.
Se sigue discutiendo si el Alzheimer ocurre con más frecuencia en las personas con menor nivel de instrucción y menos años de escolaridad. De todas maneras, más de un Premio Nobel ha padecido Alzheimer.
Las personas con síndrome de Down están muy expuestas a padecer Alzheimer debido a esos tres cromosomas 21 que tiene. Entre los antecedentes de los enfermos de Alzheimer se encuentra, con mayor frecuencia que entre la población sin esta enfermedad, que han tenido un traumatismo craneal importante, con pérdida de conciencia durante algún tiempo. La conmoción o contusión cerebral puede inducir la formación de amiloide beta y una reacción inflamatoria a su alrededor
El Alzheimer es más frecuente en familias en las que algún miembro ha sufrido demencia de cualquier tipo. Desde hace muchos años está cobrando importancia la relación entre el Alzheimer y los factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, diabetes, aumento de colesterol obesidad, tabaco, etc.), que son también factores de riesgo para que enfermen las arterias cerebrales. La sustancia amiloide beta del Alzheimer también se deposita en los pequeños vasos de las meninges y de la corteza cerebral, estrecha su luz y produce pequeños infartos en zonas corticales muy vulnerables. Si por una parte hay pequeños infartos diseminados por el cerebro y por otra la degeneración neuronal propia del Alzheimer, hay más cantidad total de neuronas muertas.
Por esta razón, las personas que tienen a la vez pequeños infartos y lesiones de Alzheimer presentan síntomas más graves de demencia y el proceso puede evolucionar con mayor rapidez y mayor intensidad.
¿Hay alguna circunstancia que proteja frente al Alzheimer?
Durante años se creyó que el consumo de tabaco podía tener un efecto protector. Los análisis recientes han puesto de manifiesto que el consumo de tabaco no sólo no protege sino que se convierte en factor de riesgo significativo. La reducción del riesgo de padecer esta enfermedad se asocia al consumo crónico de (anti-inflamatorios no esteroideos). La terapéutica hormonal sustitutiva con estrógenos, en mujeres menopáusicas se asocia a una menor prevalencia e incidencia de Alzheimer. En algunos estudios, la reducción de riesgo llega a ser del 30-50%.
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