-Pero si lo que se persigue es lo mismo..., ¿qué más da utilizar métodos naturales o artificiales?
Si se emplearan los métodos naturales con una finalidad exclusivamente antinatalista y sin suficiente motivo, en tales casos sería ciertamente difícil distinguirlos de los medios artificiales (en cuanto a su valor moral, se entiende).
Pero el recto recurso a la continencia periódica se diferencia sustancialmente de las prácticas anticonceptivas. Los medios artificiales se dirigen siempre a quitar su virtualidad procreadora a los actos conyugales, falsificándolos de raíz. En cambio, los métodos naturales, si se realizan por motivos justos, respetan la naturaleza propia de la sexualidad y de sus ritmos biológicos. No se trata, pues, de una simple diversidad de métodos, sino de una diferencia ética de comportamiento.
Además, los métodos naturales facilitan el respeto a la otra persona y a su cuerpo. La abstinencia temporal, decidida de mutuo acuerdo por el hombre y la mujer, no solo no debilita el amor, sino que lo hace más fuerte, más libre y más profundamente personal. En cambio, con los medios artificiales se abre el camino a que cada uno -y sobre todo el varón- habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, se despreocupe del equilibrio físico y psicológico de la otra persona, y llegue a considerarla como un objeto de placer sexual que debe estar siempre disponible para su propia satisfacción. Muchos acaban comprendiendo esto, y desearían poder emplear esos métodos naturales (son eficaces, gratuitos y sin efecto secundario alguno), pero sus maridos o mujeres no están preparados para un cambio tan radical. Los anticonceptivos llevan a estar sexualmente disponible sin exigir compromiso. Los métodos naturales, en cambio, son comparables a una dieta: exigen sacrificios mutuos, pero fortalecen la relación de los esposos con Dios y favorecen la misma relación conyugal.
-Pero los métodos naturales fallan...
Hace tiempo que eso ya no es así. La anticoncepción química o instrumental falla tanto o más, aunque se diga mucho menos, quizá porque mueve grandes intereses comerciales (no hay que olvidar que los métodos naturales ponen en peligro los fabulosos ingresos que produce la industria de la anticoncepción). Una prueba de que los métodos artificiales también fallan es la insistencia en el aborto o la píldora del día después para los casos en que el preservativo o la píldora anticonceptiva no han producido el efecto deseado.
Los métodos naturales, además de ser compatibles con todas las culturas y todas las religiones, son fáciles de enseñar y comprender. Son gratuitos y sin efecto secundario alguno. La libertad y los derechos de la mujer o del marido se respetan mejor, pues desarrollan una relación interpersonal más profunda entre los esposos, basada en la comunicación, las decisiones compartidas y el respeto recíproco: fortalecen el matrimonio y, por tanto, la vida familiar.
Además, y puesto que los métodos naturales ayudan a conocer los períodos de fertilidad o infertilidad, también sirven para ayudar a los cónyuges a conseguir el embarazo cuando este no llega con facilidad. De hecho, han hecho posible la fecundidad de muchos esposos que se consideraban no fértiles. AA
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