lunes, 16 de octubre de 2017

Con la obesidad el corazón también pierde su figura

Desde el año pasado, el Gobierno argentino declaró a cada tercer domingo de octubre como el Día Nacional de la Lucha contra la Obesidad para instalar fuertemente la problemática en la agenda pública y sensibilizar a la población acerca de la importancia de la prevención y control, ya que esta condición no solo afecta lo que se ve sino también a uno de los órganos vitales clave: el corazón. 
El tejido adiposo que se acumula en la zona del abdomen, además de un problema desde el punto de vista estético, es un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial y varios tipos de cáncer. 
Según la Organización mundial de la salud (OMS) la obesidad se define como la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. De acuerdo con las últimas encuestas, seis de cada diez argentinos tienen sobrepeso y de esos seis, dos se consideran obesos. 
“El sobrepeso y la obesidad son producto de estilos de vida poco saludables que combinan una mala alimentación con poca actividad física”, explica el Dr. Hernán Provera, médico cardiólogo y Jefe del Departamento de Riesgo Cardiovascular de INEBA.

Los riesgos de la obesidad
“El exceso de grasa corporal aumenta el riesgo de sufrir problemas de salud, especialmente enfermedades cardiovasculares y ataques cerebrales”, comenta el especialista, quien además enumera que esta condición puede: 
  • Elevar los niveles de LDL («colesterol malo») y triglicéridos;
  • Reducir los niveles de HDL o «colesterol bueno»;
  • Aumentar la presión arterial;
  • Causar diabetes;
  • Aumentar el riesgo de asma del adulto y otros problemas respiratorios;
  • Aumentar el riesgo de apnea obstructiva del sueño (AOS);
  • Aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer, tales como el cáncer endometrial, el cáncer de mama, el cáncer de próstata y el cáncer de colon.
“Aunque uno no tenga otros factores de riesgo, la obesidad por sí sola aumenta el riesgo cardiovascular. Los pacientes obesos con enfermedad del corazón son generalmente 10 años más jóvenes que aquellos con peso normal. Se ha demostrado que la obesidad duplica el riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca, ya que favorece la aparición de anomalías en la estructura cardiovascular y en el funcionamiento del corazón”, cuenta Provera. 
Algunos estudios han demostrado que las personas con sobrepeso a lo largo de toda su vida tienen muchas más probabilidades de padecer un aumento de la masa ventricular izquierda del corazón y del grosor relativo de la pared. Además, cuanto más temprana sea la edad en que tenga sobrepeso una persona, mayor será el agrandamiento del tamaño de su corazón en los años posteriores de su vida. 
Los expertos señalan que una persona con sobrepeso en sus veintitantos años tendrá un corazón un 7% más pesado a los 40 años, que aquellos que presentaron sobrepeso a partir o luego de los 60 años. 
“Debido a que el tratamiento de la obesidad es difícil y con frecuencia fracasa, es preferible prevenir el sobrepeso a tratarlo una vez desarrollado. La educación en nutrición, que empieza en los colegios, puede proporcionar a las personas información y quizá motivación para que siempre equilibren el consumo con el gasto de energía. Mantener un alto grado de actividad es sumamente útil para lograr este objetivo”, dice Provera, quien en INEBA trabaja conjuntamente con una nutricionista para el tratamiento de estos pacientes. 
Las personas con sobrepeso u obesidad deben revisar su dieta y el ejercicio que realizan. Si uno logra reducir su peso en un 10%, la probabilidad de presentar una enfermedad cardiovascular grave se reduce en los próximos años. Esto se debe principalmente a que al reducirse la grasa del cuerpo también se reduce el desarrollo de las placas de ateroma, lo que consigue mejorar la tensión arterial, además de que también se reduce la grasa en sangre (colesterol y triglicéridos) y en las personas con diabetes, también logra mejorar el azúcar.

¿Cómo bajar de peso? Algunos tips:
  • Pesarse regularmente
  • Reducir la cantidad que come y elegir productos con menos calorías (reduciendo grasas e hidratos de carbono o azúcares)
  • Acompañar el cambio en la alimentación con la realización de ejercicio, al menos media hora por día
  • Tener objetivos alcanzables (pequeños logros promueven grandes cambios)
  • Aprender a entender lo que dicen las etiquetas de los alimentos y a elegir aquellos con menor número de calorías y de grasas (las grasas malas son las trans y las saturadas)
  • Incorporar en la dieta mayor cantidad de frutas y verduras
  • Hidratarse adecuadamente.
“Conseguir un descenso del peso corporal y poder mantenerlo en el tiempo contribuye no solo al bienestar general, sino también a proteger el corazón”, concluye el cardiólogo. 

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