miércoles, 5 de junio de 2013

Salmo 149

Salmo 149 – Cantad al Señor un cántico nuevo

+ El amor del Señor hacia su Pueblo y la victoria que le tiene asegurada (v. 4) son el motivo propuesto a la comunidad cultual, para invitarla a cantar jubilosamente a su Creador y su Rey (vs. 1-3).
+ El reverso de esa victoria es “la sentencia dictada” por Dios contra los enemigos de su Pueblo (v. 9), e Israel está llamado a ejecutarla (vs. 6-8).
+ Este himno se destaca por su entusiasmo guerrero y su ardiente nacionalismo.
+ Dichas características se explican porque fue compuesto después del exilio babilónico, cuando Israel tuvo que luchar afanosamente por su reconstrucción nacional y religiosa, en medio de la tenaz oposición de sus vecinos (Nehemías 2- 6).
+ La esperanza en la victoria reafirmaba su fe en el Señor y le daba nuevo ánimo para la lucha.

1. CON ISRAEL
El salmo -precedente (el 148) cantaba la alabanza a Dios en la creación. Este, canta la alabanza a Dios a través de toda la historia, hasta el juicio final. Es, en el fondo, el canto de victoria de los, "Hassidim" (los "fieles"), identificados con los "Anawim" (los "humildes", los pobres).

2. CON JESÚS
Orando con este salmo, entramos de lleno en el pensamiento evangélico sobre "los pobres": "Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el ¡Reino de los cielos!" Y escuchamos ya en este  salmo el Magníficat de María: "Baja de su trono a los poderosos, y  exalta a los humildes".

3. CON NUESTRO TIEMPO
¡Dios interviene en la historia! Y la historia avanza hacia un pleno desarrollo. La creación no es solamente un acto del pasado. ¡Dios crea  hoy! La redención no es un hecho del pasado. ¡Dios salva hoy! Y nos  atrevemos a decir y creer, que "¡mañana será mejor!"

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

«Que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras»
+ Quiero danzar en mi mente, si no ya con el cuerpo, para expresar con la totalidad de mí ser la totalidad de mí entrega a Dios. Quiero danzar como David danzó delante del Arca, como Israel danzó delante del templo, como pueblos de toda la tierra han danzado en adoración litúrgica ante el Señor del espíritu y la materia.
+ La danza es el cuerpo hecho oración. Salmo de gestos. Rúbrica de movimientos. El cuerpo habla con más elocuencia que la mente, y una inclinación rítmica vale por mil invocaciones. Si el que canta «reza dos veces», ¿qué no hará el que danza?
+ La danza compromete al danzante en presencia del pueblo. Es pública, abierta, manifiesta. La danza es una profesión de fe. El danzante tiene derecho a reclamar para sí la promesa solemne: «Si alguien se pone de mi parte ante los hombres, yo me pondré de la suya ante mi Padre que está en los cielos».
«Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos al arrodillarse ante él»

Dios creador, nosotros festejamos tu gloria, porque adornas con la victoria a los humildes y porque, en Cristo, tu Hijo glorioso, recibirás el cántico nuevo de los redimidos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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