miércoles, 20 de mayo de 2015

20 de Mayo - Lucífero de Cagliari

Lucífero de Cagliari, Santo
Obispo, 20 de Mayo

Martirologio Romano: En Cagliari, en la isla de Cerdeña (Italia), san Lucífero, obispo, el cual, valiente defensor de la fe nicena, sufrió muchas persecuciones por parte del emperador Constancio y fue enviado al exilio. Vuelto finalmente a su sede, murió como confesor de Cristo. (†370) 
Etimológicamente: Lucífero = "aquel que porta la luz", viene de la lengua latina.

Lucífero, obispo de Cagliari, pasa a la historia por su intervención en la controversia arriana como firme defensor de la ortodoxia nicena y de su gran paladín San Atanasia de Alejandría, y pasa al Martirologio por su santidad de vida, no empañada por su recurso final al aislamiento y la radicalidad.
Se dice de él que era de carácter violento y persona no muy culta. Su lengua es la del pueblo, cuyas expresiones emplea de continuo. Pero era hombre de fe firme y de ideas claras, especialmente estaba muy seguro de qué había querido decir Nicea respecto a la divinidad de Cristo y no podía admitir que se tuviera por católico quien no comulgara con la definición del Concilio. Él no admitía que dicha definición pudiera ser revisada o aguada por interpretaciones complacientes con el gusto arriano.
Tras el sínodo de Arlés del año 353, el papa Liberio le encomienda se entreviste con el emperador Constancio a fin de que se convoque un nuevo concilio. Convocado éste en Milán en 355 y habiendo en él suscrito la mayoría de los obispos una fórmula ambigua de fe, él fue uno de los pocos que se opusieron a esta debilidad, y por ello fue desterrado por el emperador a Oriente. Aquí estuvo hasta el año 362, donde tendría una intervención sonada cuando en Antioquía se permitió consagrar obispo a Paulina, el jefe del grupo eustaciano, que más tarde y contra la opinión de Lucífero se unió a los seguidores del obispo Melecio.
Por este tiempo, es decir, entre 355 y 361, se dirige al emperador Constancio con una serie de escritos, que conservamos, y que no han faltado patrólogos que los califiquen de verdaderas invectivas. Sus títulos ya indican la mente de Lucífero: Que no hay que convenir con los herejes; Sobre los reyes apóstatas; A favor de San Atanasio; Sobre no perdonar a los que delinquen contra Dios; Hay que morir por el Hijo de Dios.
Esta continua toma de postura tan vehemente le alejó de sus propios amigos. Y lo más característico suyo fue que cuando el sínodo de Alejandría del año 362 aceptó en la Iglesia a Melecio de Antioquía y a los Obispos arrianos arrepentidos, Lucífero rompe con San Atanasio y con todo el resto de la Iglesia que aceptó las conclusiones de aquel sínodo, negándose a tal irenismo y sosteniendo que quienes habían negado la divinidad del Hijo de Dios no podían, ni siquiera arrepentidos, ser pastores en la Iglesia. Lucífero no se vio solo. Tuvo seguidores, algunos de los cuales tomaron la pluma y expusieron su fe y sus reclamaciones. De entre ellos nombremos al diácono romano Hilario, que sostenía la necesidad de rebautizar a los arrianos conversos, el presbítero Faustino, que defendió a su grupo de ser sabeliano y expuso su fe en la Trinidad, el también presbítero Marcelino, que escribió Junto con Faustino una apelación a los emperadores, y nuestro San Gregorio de Elvira, hombre santo y notable escritor.
El grupo de Lucífero no cuajó como secta acatólica porque, muerto ya Lucífero el año 370, se dirigieron Faustino y Marcelino a los emperadores el año 383 y la situación del partido quedó legalizada, fundiéndose poco a poco con el resto de la Iglesia. Su radicalismo nunca pareció obstáculo a su buena memoria y a su santidad de Vida.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario