Dándole una mano a Dios
Dándole una mano a Dios (16-05-15)
Cuentan que una niña de 5 años había pasado horas entretenida en el jardín de su casa. Cuando por fin entró, su madre le preguntó:
– ¿Qué has estado haciendo tanto rato en el jardín?
– He estado ayudando a Dios- respondió tranquilamente la pequeña.
– ¿Qué quieres decir?
– He estado abriendo todos los capullos a fin de tener las rosas más pronto.
Al escuchar esto, la madre salió al jardín y halló todas las rosas estropeadas.
Muchos de nosotros nos parecemos a la pequeña niña, que acostumbrados a respuestas inmediatas, gracias al avance de la tecnología, queremos que Dios también responda nuestras oraciones ni bien las hacemos. Sin embargo, Dios tiene sus tiempos y son perfectos.
Muchas veces esperamos que Dios nos responda positiva o negativamente y olvidamos que existe un tercer tipo de respuesta: Espera. Su silencio es también una forma de respuesta y posiblemente sea la que más nos cueste aceptar porque vemos a Dios como paramédico, rescatista o bombero, acudiendo a sacarnos de las pruebas.
Si bien Dios a veces nos pide que esperemos, Él nunca permitirá que nada te dañe ni te dará una prueba mayor a la que puedas soportar, nunca llega demasiado pronto ni demasiado tarde, siempre en el tiempo perfecto.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. Eclesiastés 3:1,11
No permitas que tu desesperación te lleve a cometer serios errores; Dios es Soberano, Todo Poderoso y no necesita que lo ayudes, sólo quiere que confíes en Él con todo tu corazón.
Entrégale todas tus preocupaciones y permite que Dios tome el control de tu vida. AMFI
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