viernes, 26 de febrero de 2016

En 2050 las superbacterias causarán más muertes que el cáncer


En noviembre de 2015 se descubrió en China una superbacteria de Escherichia coli resistente a potentes drogas de último recurso, la que llegó a Europa al mes siguiente. Una amenaza grave que en el pasado nadie hubiera imaginado. ¿Cómo algo tan elemental como un antibiótico ineficaz podía ser la causa de más muertes que una guerra o el cáncer? 
Sucede que las bacterias se hacen cada vez más resistentes a los medicamentos, y en esta lucha interminable entre la humanidad y los microbios se vislumbra un futuro oscuro, en el cual la difusión de superbacterias resistentes a tratamientos médicos sobrepasaría la creación de nuevas drogas que las controlen. Para 2050 se calcula que las muertes debidas a la resistencia antimicrobiana llegarán a 10 millones y superarán a las provocadas por el cáncer (8,2 millones). En la actualidad las muertes anuales se ubican en 700.000, el informe británico llamado 'The Review on Antimicrobial Resistance'. 
En 2014, en el prólogo a un informe global de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre AMR (resistencia antimicrobiana, por sus siglas en inglés), el Dr. Keiji Fukuda señalaba que “la era posantibiótica –en la cual las infecciones comunes y heridas menores pueden matar–, lejos de ser una fantasía apocalíptica, es en cambio una posibilidad muy real para el siglo XXI”.
Las causas son diversas. Por un lado está el mal uso de los antibióticos. El principal instituto de salud pública de los EEUU, el CDC (siglas en inglés del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades), señala que “hasta en un 50% de las veces los antibióticos no son prescritos de forma óptima; con frecuencia se los da cuando no se necesitan, en dosis y duraciones incorrectas”. 
El caso más contundente es el del resfrío cuando se usan antibióticos en su contra, a pesar de que los antibióticos son inútiles contra los virus. 
Pero la negligencia en el uso humano no es la única causa. Los antibióticos se utilizan en la producción agrícola y ganadera; de hecho, la mayor parte de los antibióticos tienen destino no humano. Hospitales y centros de salud son otro foco importante de bacterias resistentes, y la falta de higiene (desde la esterilización de materiales al elemental lavado de las manos) y mecanismos de control resulta en peligrosas infecciones intrahospitalarias. Contagios de variedades de Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina se convirtieron en una de las principales infecciones de este tipo en la última década. 
La situación es delicada y no parece que vaya a disminuir en el corto plazo. El costo económico que exige esta lucha es grande: se calcula que la Unión Europea tuvo un gasto de 1.500 millones de dólares en 2007 para enfrentar la resistencia antibacterial, y en años futuros el número podría ser descomunal. Y a pesar de que hay grandes avances en ingeniería genética y medicina en general, no se han desarrollado nuevos grupos de grandes antibióticos desde hace más de 30 años. 
Para el epidemiólogo estadounidense Dr. David Morens, “incluso si hubiera una manera de limitar el uso agrícola y la sobreprescripción de antibióticos por los médicos, todavía tendríamos un gran problema”. El especialista aseguró a 'Clarín' que no existe “una solución perfecta. Pero para empezar, la sociedad necesita reconocer la amenaza”. 
La Dra. Analía Mykietiuk –especialista en enfermedades infecciosas del Instituto Médico Platense y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología– reconoce la seriedad de la situación. “Tanto EEUU como Europa han lanzado planes estratégicos, siendo prioridades de los gobiernos de los distintos países. En nuestro país, la Sociedad Argentina de Infectología, en unión con el Ministerio de Salud de la Nación, el ex Ministerio de Agricultura y el INTA, comenzaron en el año 2015 un programa a favor del uso apropiado de antibióticos”. 
La reconocida especialista argentina advierte que “si no se establecen políticas de Estado con respecto al desarrollo de planes de vacunación y limpieza hospitalaria para la prevención de enfermedades infecciosas; se mejora el uso de antibióticos en ganadería y agricultura y se promueve el desarrollo de nuevas drogas, no sólo a nivel nacional sino a nivel mundial, el pronóstico de la situación de la resistencia antibiótica bacteriana, su propagación y tratamiento es muy malo”. 
En el mismo sentido se expresa 'The Review on Antimicrobial Resistance', el informe interdisciplinario dirigido por el economista Jim O’Neill a pedido del primer ministro del Reino Unido, David Cameron. Allí se enumeran cuatro áreas para trabajar: 
• Iniciativa de investigadores universitarios y emprendedores en biotecnología. 
• Marco de cooperación internacional a nivel gubernamental que promueva investigaciones innovadoras y colaborativas. 
• Avances en genética, genómica e informática, que permitirán más precisión en el diagnóstico y prescripción de antibióticos. 
• Crecimiento de las economías de bajos y medianos recursos, invirtiendo en la higiene y la infraestructura básica de salud. 
Quizás la guerra contra las bacterias nunca pueda ganarse por completo. Más modesto y realizable sería desear un futuro en el que los antibióticos sigan manteniendo a raya a las enfermedades. 

Claves
Algunas de las bacterias más nocivas para el ser humano son muy habituales dentro del organismo. Se convierten en una amenaza cuando ingresan al cuerpo de forma externa (ingeridas o aspiradas, por ejemplo), con frecuencia en condiciones bajas de higiene. Es común que las bacterias desarrollen resistencia, pero en años recientes han logrado hacer frente a grupos mayores de antibióticos, lo que las convierte en “superbacterias” cada vez más potentes. Entre ellas están Klebsiella pneumoniae (Neumonía, infecciones urinarias y del torrente sanguíneo); Escherichia coli (Gastroenteritis, infecciones urinarias y del torrente sanguíneo); Staphylococcus aureus (Infecciones en heridas y del torrente sanguíneo); Streptococcus pneumoniae (Neumonía).

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