Tomás Pallarés Ibáñez y Salustiano González Crespo, Beatos
Mártires Vicencianos, 13 de Octubre
Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión; asesinados por odio a la fe (1934-1936)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Es la octubrada. Trágico ensayo de la gran hecatombe, que empezó en julio de 1936 y terminó en marzo de 1939.
Allí, en la Asturias Roja, nació la consigna U. H. P. Allí, el apelativo rojo surgió como denominador común de los sin Dios y los sin Patria. Allí comenzó a ser bandera el puño en alto. Allí el saqueo y la destrucción se impusieron como sistema. Allí la persecución a muerte de sacerdotes y religiosos fue empeño característico.
En Oviedo, la ciudad mártir, junto a sacerdotes, religiosos y seminaristas ejemplares y beneméritos de la Religión y de España, sucumbieron víctimas de la triste y vergonzosa revolución; que venía cegando la centella de la dignidad humana, ahogando la luz del espíritu y sofocando los últimos vestigios de la gracia en las almas, tres miembros dignísimos de la Congregación de la Misión: los PP. Vicente Pastor y Tomás Pallarés y el Hermano Coadjutor Salustiano González.
Sobre las ruinas sagradas del Seminario Diocesano de Oviedo, semillero de hombres ilustres, brilla, desde octubre de 1934, la aureola del martirio. Lo regían a la sazón, y desde 1900, los PP. Paúles. Ante el horrible tiroteo con que lo envolvieron en la tarde del día 6 las vanguardias rojas, que asaltaban la ciudad, se impuso la desbandada. La mayor parte de los seminaristas cayeron en poder de los revolucionarios. A punto de ser fusilado un grupo de los mismos, el Hermano González se interpuso diciendo a los verdugos: Matadme a mí, que no sirvo para nada; pero no matéis a estos jóvenes, que pueden hacer mucho bien. Conducta tan heroica amansó a las fieras, o, mejor, aplacó momentáneamente sus iras; la perpetración de sus crímenes no toleró largo plazo: aquellos seminaristas que tan al filo estuvieron de la muerte, sufriendo, es verdad, insultos, vejámenes y cárcel (en Mieres), en compañía del Rector (Padre Churruca, C. M.) y algunos profesores, salvaron, al fin, sus vidas; mas otros cayeron (José Méndez, Ángel Cuartas, Mariano Suárez, Jesús Prieto, José María Fernández, Gonzalo Zurro y Juan Castañón) y no lejos de ellos, cual espiga que el vendaval rojo, con sus ardores, acabó de madurar, se tronchó al golpe de la bala mortífera el venerable anciano y santo Hermano Salustiano González Crespo. El P. Vicente Pastor Vicente no abandonó, a lo que parece, el Seminario y en él le asesinaron vilmente los rojos. El P. Tomás Pallarés Ibáñez estuvo encarcelado en el Instituto, donde continuó ejercitando, con notable edificación, su oficio de Padre Espiritual del Seminario. Cuando el edificio iba a ser volado con dinamita, como todos los demás prisioneros, trató de salvarse descolgándose por una ventana, con tan mala fortuna que, al caer (tal vez se desvaneciera en el aire, pues a ello era propenso) quedó muerto.
Los cadáveres del P. Pallarés y del H. González desaparecieron incinerados; el del P. Pastor reposa, en compañía de los de los seminaristas, en el cementerio de Oviedo. Las seis sepulturas están bajo el cobijo de una cruz majestuosa al par que sencilla, y en lápida de mármol, que le sirve de pedestal, la expresiva dedicatoria: SALVETE, MARTYRES CHRISTI.
Pues éste es su propio lugar, completemos aquí mismo las presentes notas con los apuntes biográficos de estos protomártires de los Paúles españoles.
1) El P. Tomás Pallarés Ibáñez (1890-1934)
Era natural de la Iglesuela del Cid (Teruel); nació el 6 de marzo de 1890. Sus padres se llamaron Jenaro y María Amparo. Ingresó en la Congregación el 8 de septiembre de 1906. Recibió las sagradas Órdenes en 1915 y fue destinado a la residencia de la Orotava, desde la cual salió a misionar durante varios años muchos pueblos y pagos de la Isla de Tenerife. Por los años 1925, 1926 y 1927 estuvo en Guadalajara como profesor del Colegio Apostólico; desde este último año vivió en, la Casa Central de Madrid de ayudante del Procurador Provincial de la Congregación, hasta 1930; en dicho año fue destinado a Oviedo, de cuyo Seminario fue primero mayordomo y después Director Espiritual.
Siempre tuvo el P. Pallarés fama de santo, sobresaliendo en la práctica de la humildad alimentada de continuo en una piedad poco común.
2) El H. Salustiano González Crespo (1871-1934)
Era de carácter sencillo y pacífico, con temperamento linfático. Había nacido en Tapia de la Ribera (León) el 1 de mayo de 1871. Estuvo dos años de enfermero en el Hospital Civil de León y fue admitido en el Noviciado de los Paúles, en Madrid, el 28 de octubre de 1894. Hechos los santos votos, fue destinado a Canarias; más de veinte años estuvo por allá, en La Laguna, y pasando por Cuenca 1928-1929 llegó a Oviedo en 1930, donde le esperaba la palma del martirio y la corona del triunfo.
No era un gran talento, ni le hacía falta; Dios no le había llamado a la Congregación de la Misión para ser lumbrera de ciencia humana; la divina le ilustró, y, de ahí, su ferviente anhelo de acabar esta vida en gracia y como testigo fiel del Autor de ella.
Las terribles y sangrientas escenas desarrolladas en Asturias durante quince días llenaron de espanto a España y al mundo y su interés espeluznante subió de punto al comprender que lo que tal vez alguien estimó momentáneamente obra completa y terminada, no era en realidad de verdad más que el prólogo de un drama infernal.
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