Etimológicamente significa “¿quién como Dios?”. Viene de la lengua hebrea.Cuando el creyente está atento a la voz de Dios, día tras día renueva en su persona una espontaneidad que hace que se sostenga sólo en Cristo. La fidelidad de toda una vida supone una atención constante.
Murió en el año 1318. Su tío se llamaba san Alejandro Nevski. Era un padre de familia generoso y muy comprometido con todos los asuntos referentes a la religión cristiana. Tuvo cuatro chicos y cuatro chicas. A todos los educó en una auténtica formación espiritual. Tuvo que intervenir con dureza para que su pueblo no cayese bajo la invasión de los Tártaros, sostenidos y apoyados en su tiempo por los mismos príncipes moscovitas. A todo aquel que no siguiera las instrucciones de los Tártaros, se les obligaba a llevar amuletos que indicaran su confesión y su conformidad con los dioses paganos. El que no lo hacía le tildaban de traidor y era expuesto a la risa y vergüenza públicas. Tenían que llevar los estandartes del jefe de los Tártaros.Aquel que no los llevase era considerado traidor a la patria. Por cantar la gloria del Dios desconocido a quien adoraban los cristianos. Entonces hicieron lo fácil: se lo entregaron al príncipe de los moscovitas, que se llamaba Georges Danielocitch. Este príncipe tenía tan malas entrañas que no pensaba nada más que en acabar con ellos y con él. Lleno de desesperación por la valentía que demostraban los cristianos y Miguel a su cabeza, se enfadó tanto que ordenó que todos fueran llevados a la muerte sin más juicio. Los esbirros los asesinaron con sus espadas.
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