jueves, 7 de noviembre de 2013

Lamentaciones 3

Capítulo 3: Lamentaciones 3

La aflicción de Jerusalén
Alef
3 1 Yo soy el hombre que ha soportado la miseria bajo la vara de su furor.
2 Él me condujo y me hizo caminar por las tinieblas, y no por la luz.
3 Sólo contra mí, una y otra vez, vuelve su mano todo el día.
Bet
4 Él marchitó mi carne y mi piel, quebró todos mis huesos.
5 Edificó contra mí un cerco de veneno y fatiga.
6 Me confinó en las tinieblas, como a los que murieron hace mucho tiempo.
Guímel
7 Me tiene cercado y no puedo salir, hizo pesada mi cadena.
8 Por más que grite y pida auxilio, cierra el paso a mi plegaria.
9 Cercó mis caminos con piedras talladas, entorpeció mis senderos.
Dalet
10 Fue para mí un oso en acecho, un león agazapado.
11 Me apartó del camino y me desgarró, me dejó desolado.
12 Apuntó con su arco e hizo de mí el blanco de su flecha.
He
13 Me clavó en los riñones las flechas de su aljaba.
14 Fui la irrisión de mi pueblo, el motivo constante de sus cantos burlones.
15 Él me sació de amargura, me abrevó con ajenjo.
Vau
16 Partió mis dientes con un guijarro, me revolcó en la ceniza.
17 Ya no hay paz para mi alma, me olvidé de la felicidad.
18 Por eso dije: "Se ha agotado mi fuerza y la esperanza que me venía del Señor".

La misericordia y la justicia del Señor, motivo de esperanza
Zain
19 Recordar mi opresión y mi vida errante es ajenjo y veneno.
20 Mi alma no hace más que recordar y se hunde dentro de mí;
21 Pero me pongo a pensar en algo y esto me llena de esperanza: 
Jet
22 La misericordia del Señor no se extingue ni se agota su compasión;
23 ellas se renuevan cada mañana, ¡qué grande es tu fidelidad!
24 El Señor es mi parte, dice mi alma, por eso espero en él.
Tet
25 El Señor es bondadoso con los que esperan en él, con aquellos que lo buscan.
26 Es bueno esperar en silencio la salvación que viene del Señor.
27 Es bueno para el hombre cargar con el yugo desde su juventud.
Iod
28 Que permanezca solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone.
29 Que ponga su boca sobre el polvo: ¡tal vez haya esperanza!
30 Que ofrezca su mejilla al que lo golpea y se sacie de oprobios.
Caf
31 Porque el Señor nunca rechaza a los hombres para siempre.
32 Si aflige, también se compadece, por su gran misericordia.
33 Porque él no humilla ni aflige de corazón a los hijos de los hombres.
Lámed
34 Cuando se aplasta bajo los pies a todos los prisioneros de un país;
35 cuando se conculca el derecho de un hombre ante el rostro del Altísimo;
36 cuando se perjudica a alguien en un pleito, ¿acaso no lo ve el Señor?
Mem
37 ¿Quién dijo algo y eso sucedió, sin que el Señor lo ordenara?
38 ¿No salen de la boca del Altísimo los males y los bienes?
39 ¿De qué se queja el hombre mientras vive? ¡Que domine más bien su pecado!
Nun
40 ¡Examinemos a fondo nuestra conducta y volvamos al Señor!
41 Levantemos en nuestras manos el corazón hacia el Dios del cielo.
42 Hemos sido infieles y rebeldes; ¡tú no has perdonado!
Sámec
43 Te has cubierto de indignación y nos has perseguido, ¡has matado sin piedad!
44 Te has cubierto con una nube para que no pase la plegaria.
45 Nos has convertido en basura y desecho en medio de los pueblos.
Ain
46 Abren sus fauces contra nosotros todos nuestros enemigos.
47 Nos asaltan el terror y la fosa, la ruina y el desastre.
48 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, por el desastre de la hija de mi pueblo.
Pe
49 Mis ojos lloran sin descanso, no hay un alivio,
50 hasta que el Señor vuelva su mirada y observe desde el cielo.
51 Mis ojos me hacen sufrir al ver a las hijas de mi ciudad.
Sade
52 Me han cazado como a un pájaro los que me odian sin razón.
53 Ahogaron mi vida en un pozo y arrojaron piedras sobre mí.
54 Las aguas corrieron sobre mi cabeza, y yo exclamé: "¡Estoy perdido!".
Cof
55 Entonces invoqué tu Nombre, Señor, desde lo más profundo del pozo.
56 Tú escuchaste mi voz: "¡No cierres tu oído a mi grito de auxilio!".
57 Te acercaste el día que te invoqué y dijiste: "¡No temas!".
Res
58 Tú has defendido mi causa, Señor, has rescatado mi vida.
59 Has visto el daño que me hacen, ¡defiende mi derecho!
60 Has visto su sed de venganza, todos sus planes contra mí.
Sin
61 Has escuchado sus insultos, Señor, todos sus planes contra mí.
62 Los labios de mis agresores y sus maquinaciones están contra mí todo el día.
63 Míralos cuando se sientan o se levantan: soy el motivo de sus cantos burlones.
Tau
64 Tú les darás su merecido, Señor, conforme a la obra de sus manos.
65 Les endurecerás el corazón, y tu maldición caerá sobre ellos.
66 Los perseguirás con saña y los exterminarás debajo de los cielos.

CUARTA LAMENTACIÓN
Muy parecida a la segunda por la forma y por el contenido, la cuarta Lamentación insiste en la culpabilidad de los falsos profetas y de los sacerdotes, principales responsables de la destrucción de Jerusalén. "La iniquidad de la hija de mi pueblo ha superado el pecado de Sodoma" (4:6). En vano se esperó la ayuda de una nación extranjera. El hambre y la miseria desfiguraron a los habitantes de la ciudad y dieron lugar a las peores crueldades. Esta Lamentación concluye con una imprecación contra Edóm, el antiguo enemigo de Israel, que se había alegrado y aprovechado de su ruina (Salmo 137:7).

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