Un cirujano de un gran hospital de la ciudad tenía la costumbre de solicitar unos minutos a solas antes de llevar a cabo una operación.
Tenía una extraordinaria reputación como cirujano y uno de los jóvenes médicos que trabajaba con él se preguntaba si tal vez existiese relación entre ese hábito y él éxito de aquel hombre.
Entonces se lo preguntó directamente, y el profesional le respondió:
- Sí, existe una relación. Antes de cada operación le pido al Médico Supremo que esté conmigo y que guíe mis manos mientras trabajo. Hubo ocasiones en que no tenía idea de cómo continuar la cirugía y luego recibí el poder para continuar, era un poder que reconozco que provenía de Dios. Jamás se me ocurriría operar sin solicitar su divina ayuda.
Sus palabras se divulgaron por todo el hospital con rapidez, y luego por todo el país. Cierto día, un hombre llevó a su hija al hospital e insistía en que la operara el médico que trabajaba con Dios.
Uno de los mejores elementos que una persona puede agregar a su trabajo, sea cual fuere la esfera en la que se desempeñe, es la oración.
¿Qué lo motiva a hacer su trabajo? ¿Qué lo impulsa a dar lo mejor?
Dedique unos momentos a cubrir su trabajo con oración. Descubrirá que es un tiempo empleado porque Él lo ayudará a lograr mucho más.
Lo que realmente importa no es la cantidad de horas que dedica, sino cuánto se dedica en esas horas.
Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:15-16
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