La
mayoría de la gente piensa que la pérdida de memoria es el primer signo del
Alzheimer, pero ¿qué pasaría si las señales de advertencia comenzaran mucho
antes, y justo debajo de tus narices? Resulta que tu olfato podría revelar
mucho más sobre tu cerebro de lo que crees. Una nueva investigación sugiere que
una simple prueba de rascar y oler podría ayudar a detectar el Alzheimer mucho
antes de que la memoria empiece a fallar.
Un
grupo de investigadores del Hospital General de Massachusetts ha estado
trabajando en una prueba de olfato que podría hacer precisamente eso: detectar
discretamente cambios cognitivos tempranos, incluso antes de que notes algo
extraño.
El
estudio, publicado en Scientific Reports, presenta una revolucionaria prueba de
olfato casera conocida como AROMHA. Este innovador enfoque busca abordar un
desafío importante en la medicina: la necesidad de métodos asequibles y no
invasivos para detectar la enfermedad de Alzheimer antes de que aparezcan los
síntomas.
Lo que
el olfato nos dice sobre el cerebro
El
olfato no se trata solo de percibir el aroma de la cena o de percibir un
perfume. Las partes del cerebro que procesan los olores están estrechamente
vinculadas a las áreas responsables de la memoria y el pensamiento. Estas áreas
se encuentran entre las primeras en verse afectadas en la enfermedad de
Alzheimer. Mucho antes de que aparezcan los problemas de memoria, pequeños
cambios empiezan a arraigarse en esos circuitos, a veces hasta 20 años antes de
que aparezcan los síntomas.
Esto
convierte al olfato en una herramienta interesante para detectar cambios
cerebrales de forma temprana. Los científicos saben desde hace años que la
pérdida del olfato es común en diversas enfermedades neurológicas. Lo que está
cambiando ahora es cómo podemos aplicar ese conocimiento de forma práctica.
Descubre
la prueba AROMHA: rasca, huele y piensa
La
prueba desarrollada para esta investigación se llama AROMHA y es
sorprendentemente sencilla. Se envía por correo un juego de tarjetas de olor.
Cada una tiene una etiqueta con un olor. Solo hay que despegar, oler y seguir
las instrucciones en línea.
Pero no
se trata solo de reconocer el olor. La prueba también evalúa la capacidad de
una persona para distinguir diferentes olores, su intensidad y si puede
recordarlos más adelante. Incluso incluye una autoevaluación integrada: tras
responder, los participantes evalúan su nivel de confianza en su elección. Este
tipo de autoconciencia se ha vinculado a la rapidez con la que se producen los
cambios cerebrales, lo que añade un nuevo nivel de información.
Lo que
descubrió el estudio
Los
investigadores analizaron a más de 180 personas, incluyendo aquellas con
función cerebral sana, algunas con problemas de memoria pero con resultados
normales en las pruebas, otras con deterioro cognitivo leve (DCL) y algunas con
pérdida de olfato diagnosticada.
Lo que
más llamó la atención fue la gran dificultad que tenían las personas con DCL
para identificar y reconocer olores. Esta disminución no se debió solo a la
edad. Si bien es normal que el olfato se desvanezca un poco con el tiempo, el
deterioro en este grupo fue más pronunciado, lo que sugiere algo más que el
envejecimiento laboral.
También
hubo un grupo con pérdida total del olfato, y sus puntuaciones rondaron los
niveles de incertidumbre, lo que demuestra que la prueba cumplía su función:
medir la capacidad olfativa real.
Fácil
de realizar, sin importar dónde te encuentres
Un
aspecto interesante de la prueba fue su flexibilidad. Las personas la
realizaron en diferentes entornos: en casa, a solas, durante una sesión remota
con un investigador o en persona. Independientemente de cómo la realizaran, los
resultados se mantuvieron constantes. El idioma tampoco influyó; funcionó bien
tanto en inglés como en español.
Y a
pesar de lo que se suele suponer sobre la tecnología y los adultos mayores, la
mayoría de las personas mayores de 55 años pudieron realizar la prueba sin
problemas. Esto es importante, ya que abre la puerta a que una prueba como esta
forme parte de la atención médica de rutina: sencilla, accesible y económica.
¿Por
qué esto podría cambiar la forma en que realizamos la detección del
Alzheimer?
Hoy en
día, muchas personas no se hacen la prueba hasta que los problemas de memoria
ya están afectando su vida diaria. Pero para entonces, el daño ya está muy
avanzado. Detectar los problemas a tiempo podría abrir la puerta a nuevos
tratamientos, o incluso permitir que las personas participen en ensayos
clínicos mientras sus cerebros aún están en mejor forma.
Una
prueba de olfato podría convertirse con el tiempo en una parte normal de los
chequeos médicos para personas mayores de cierta edad, al igual que los
controles de colesterol o presión arterial. También es posible que diferentes
problemas olfativos ayuden a distinguir diferentes afecciones cerebrales: el
Alzheimer suele causar dificultad para identificar olores, mientras que el
Parkinson tiende a reducir el olfato en general.
Y como
la prueba se puede realizar en casa, podría ayudar a personas en zonas con
acceso limitado a especialistas. Esto hace que la detección temprana sea más
realista para un grupo mucho más amplio de personas.
El
panorama general
Aún
queda mucho por hacer antes de que este tipo de prueba se convierta en una
práctica habitual. Pero es un paso emocionante. Demuestra que nuestro sentido
del olfato podría hacer más que guiarnos hacia la comida o advertirnos sobre
peligros: podría detectar silenciosamente cambios cerebrales mucho antes de que
aparezcan problemas de memoria. JQR
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