jueves, 31 de marzo de 2016

01 de Abril - Nuno de Santa María Alvares Pereira

Nuno de Santa María Alvares Pereira, Santo
Héroe de Portugal y Religioso Carmelita, 01 de Abril

Martirologio Romano: En Lisboa, de Portugal, san Nuno Alvares Pereira, que primero fue puesto al frente de la defensa del reino y más tarde recibido entre los hermanos oblatos en la Orden Carmelitana, donde llevó una vida pobre y escondida en Cristo.
Fecha de canonización: 26 de abril de 2009 por el Papa Benedicto XVI.

Nació en Portugal el 24 de junio de 1360, muy probablemente en Cernache do Bomjardin. Era hijo ilegítimo de Álvaro Gonçalves Pereira, caballero de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, y de Iria Gonçalves do Caravalhal. Cerca de un año después de su nacimiento, fue legitimado por decreto real y pudo recibir la educación caballeresca típica de los hijos de las familias nobles de su tiempo. A los trece años entró a formar parte de los pajes de la reina Leonor; acogido en la corte, pronto fue nombrado caballero. A los dieciséis años, por voluntad de su padre, se casó con una joven viuda rica, doña Leonor de Alvim. De su unión nacieron tres hijos, dos varones, que murieron prematuramente, y una niña, Beatriz, que después se casó con Alfonso, primer duque de Braganza, hijo del rey Juan I.
Cuando murió el rey Fernando, sin herederos varones, el 22 de octubre de 1383, su hermano Juan luchó por la corona lusitana contra el rey de Castilla, que se había casado con la hija del rey difunto. Nuño tomó partido por Juan, el cual lo escogió como su condestable, es decir, comandante en jefe del ejército. Nuno llevó el ejército portugués a la victoria en varias ocasiones hasta la batalla de Aljubarrota, 14 de agosto de 1285, con la que concluyó el conflicto.
Las capacidades militares de Nuno estaban templadas por una espiritualidad sincera y profunda. Su amor a la Eucaristía y a la Virgen María constituían los ejes de su vida interior. Asiduo a la oración mariana, ayunaba en honor de María los miércoles, los viernes, los sábados y en las vigilias de sus fiestas. Participaba diariamente en la misa, aunque sólo podía recibir la Eucaristía en las festividades mayores. El estandarte que eligió como insignia personal llevaba las imágenes de Cristo crucificado, de María y de los santos caballeros Santiago y Jorge. Hizo construir a costa suya numerosas iglesias y monasterios, entre los cuales el convento del Carmen de Lisboa y la iglesia de Santa María de la Victoria, en Batalha.
Cuando murió su mujer, en 1387, no quiso volver a casarse y fue ejemplo de vida casta. Al establecerse la paz, donó a los veteranos, gran parte de sus bienes, a los que renunció totalmente en 1423, cuando entró en la Orden de Hermanos de la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, en el convento que él mismo había fundado. Tomó el nombre de fray Nuno de Santa María. Impulsado por el Amor abandonó las armas y el poder para revestirse de la armadura espiritual recomendada por la Regla del Carmelo. Así cambió radicalmente su vida, coronando el camino de fe auténtica que siempre había seguido.
Hubiera querido retirarse a una comunidad lejos de Portugal, pero el hijo del rey, don Duarte, se lo impidió. Sin embargo, nadie pudo prohibirle que se dedicara a la limosna en favor del convento y sobre todo de los pobres: organizó para ellos una distribución diaria de alimentos.
A pesar de sus grandes títulos —condestable del rey de Portugal, comandante en jefe del ejército, fundador y bienhechor del convento...— no quiso privilegios; eligió el rango más humilde: fraile donado, y se dedicó completamente al servicio del Señor, de María y de los pobres, en los que veía el rostro mismo de Jesús.
Murió, significativamente, el domingo de Pascua, 1 de abril de 1431. Inmediatamente se difundió su fama de santidad. El pueblo comenzó a llamarlo "el santo condestable". Esa fama aumentó con el tiempo. En 1894 se introdujo el proceso para el reconocimiento de su culto ab immemorabili —desde tiempos inmemoriales—, que se concluyó el 23 de diciembre de 1918 con el decreto Clementissimus Deus del Papa Benedicto XV.
El 3 de julio de 2008, el Santo Padre Benedicto XVI dispuso la promulgación del decreto sobre el milagro para su canonización y fue canonizado el 26 de abril de 2009 por el mismo Papa. En Portugal se lo recuerda del 1 al 6 de noviembre.

II Crónicas 7


1 Cuando Salomón terminó de orar, bajó fuego del cielo y devoró el holocausto y los sacrificios. La gloria del Señor llenó la Casa,
2 y los sacerdotes no podían entrar en ella, porque la gloria del Señor llenaba la Casa del Señor.
3 Todos los israelitas, al ver que bajaba el fuego y que la gloria del Señor se posaba sobre la Casa, se postraron con el rostro en tierra sobre el pavimento, mientras adoraban y celebraban al Señor, «porque es bueno, porque es eterno su amor».
4 El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios delante del Señor.
5 El rey Salomón ofreció en sacrificio 22.000 bueyes y 200.000 carneros. Fue así como el rey y todo el pueblo dedicaron la Casa de Dios.
6 Los sacerdotes ocupaban sus puestos, y los levitas tocaban los instrumentos musicales que había hecho el rey David para celebrar al Señor, «porque es eterno su amor». Mientras el mismo David alababa a Dios por medio de ellos, los sacerdotes tocaban las trompetas en el lado opuesto y todo el pueblo permanecía de pie.
7 Salomón consagró el centro del atrio que está delante de la Casa del Señor, ofreciendo allí los holocaustos y la grasa de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que él había hecho no podía contener los holocaustos, la oblación y la grasa de los sacrificios.
8 En aquella ocasión, Salomón, y con él todo Israel, celebró la Fiesta durante siete días. Se congregó una asamblea inmensa, venida desde la Entrada de Jamat hasta el Torrente de Egipto.
9 al octavo día, tuvo lugar una asamblea solemne, porque habían celebrado la dedicación del altar durante siete días y la Fiesta durante otros siete días.
10 El día veintitrés del séptimo mes, Salomón despidió al pueblo y ellos se fueron a sus campamentos, con el corazón desbordante de alegría por el bien que el Señor había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.
11 Salomón terminó la Casa del Señor y la casa del rey, llevando así a cabo todo lo que se había propuesto hacer para la Casa del Señor y para su propia casa.
12 Entonces el Señor se apareció a Salomón durante la noche y le dijo: «He oído tu oración y me he elegido este lugar como Templo para los sacrificios.
13 Cuando yo cierre el cielo y no haya lluvia, cuando ordene a la langosta que devore el país, cuando envíe a mi pueblo la peste,
14 si mi pueblo, el que es llamado con mi Nombre, se humilla y suplica, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca.
15 A partir de ahora, mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la súplica que se haga en este lugar.
16 Y a partir de ahora, yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi Nombre resida en ella para siempre: mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días.
17 En cuanto a ti, si caminas en mi presencia como lo hizo tu padre David, practicando todo lo que te mandado, observando mis preceptos y mis leyes,
18 entonces yo mantendré tu trono real, como se lo aseguré a tu padre David, cuando dije: «Nunca te faltará un descendiente que gobierne Israel».
19 Pero si defeccionan y abandonan los preceptos y mandamientos que puse delante de ustedes, si van a servir a otros dioses y se postran delante de ellos,
20 entonces los arrancaré de mi suelo, el que yo les he dado, arrojaré lejos de mi presencia esta Casa que consagré a mi Nombre, y la convertiré en objeto de burla y de irrisión entre todos los pueblos.
21 Y esta Casa, que fue tan magnífica, será motivo de estupor para todo el que pase junto a ella, a tal punto que se preguntará: «¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a esta Casa?».
22 Y se responderá: «Porque abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto, y porque siguieron a otros dioses, se postraron delante de ellos y los sirvieron: por eso el Señor atrajo sobre ellos esta calamidad».

¿Activar óvulos sin producir embriones?


Es notable la insistencia de algunos por investigar con células madres embrionarias o células troncales embrionarias. Aunque la medicina no tiene excesivas esperanzas sobre los posibles usos curativos de tales células, un importante grupo de investigadores sí desean tener puertas abiertas y dinero fresco para llegar a descubrimientos que consideran “vitales” para el futuro biomédico.
Pero queda en pie una pregunta de enorme relevancia ética: ¿cómo conseguir este tipo de células? Existen varios caminos. Uno de ellos consiste en usar embriones congelados (los llaman “pre-embriones” para tranquilizar a la opinión pública) que no han cumplido 14 días de vida y que han quedado “abandonados” o han sido donados por sus padres. Es evidente que el uso de tales embriones supone, en la mayoría de los casos, su destrucción, lo cual resulta sumamente injusto.
Otro camino consiste en manipular óvulos denucleados e introducir en los mismos núcleos de células adultas. Algunos creen o, si no lo creen, al menos lo dicen, que el resultado de esta activación no sería un embrión humano. En tal caso, al destruir esta “entidad” para obtener células madres embrionarias no se destruiría ningún embrión: no habría entonces objeciones éticas ante una técnica tan prometedora.
En realidad, sabemos que la transferencia de núcleos celulares de adultos en óvulos denucleados ya ha producido el nacimiento de algunos mamíferos. La oveja Dolly ha sido sólo la primera de una serie de éxitos. Hay que señalar, ciertamente, que muchos embriones “fabricados” para producir a Dolly (y otros famosos mamíferos clonados) murieron en el intento. El hecho de que esos embriones no hayan nacido, sin embargo, no nos permite decir que nunca fueron embriones. Muchos de ellos eran defectuosos o enfermos, es verdad, pero ello no quita que fuesen embriones.
En el caso de los seres humanos, quizá alguno diga que no sea posible “clonar” ni producir embriones al hacer las transferencias nucleares. Pero llegar a esta conclusión sólo es posible según lo propio del método científico, es decir, a través de la realización de numerosos experimentos.
Creo, sin embargo, que la búsqueda de tal seguridad es doblemente inmoral. En primer lugar, porque esos experimentos requieren el uso de un alto número de óvulos. Tales óvulos serían tomados de mujeres, muchas de las cuales se someterían a tratamientos hormonales peligrosos. Además, se correría el riesgo de ver a la mujer como fuente de material biológico para la experimentación, con lo que esto implica de despersonalización y de instrumentalización de la mujer, a través del uso de algo tan íntimo y tan precioso como son sus óvulos.
En segundo lugar, tales técnicas son inmorales porque en estos experimentos existe una zona de incerteza que cualquier científico honesto debería reconocer.
Al realizar una transferencia nuclear sobre un óvulo denucleado es posible que se produzcan tres tipos de realidades:
-La primera, un embrión sano y apto para un desarrollo completo (como ocurrió en Dolly).
-La segunda, un embrión con serios daños (como ocurrió en muchos de los “hermanos” de Dolly). Hay que reconocer, con honestidad, que un embrión dañado o enfermo es siempre embrión, aunque el científico sepa con certeza que tal embrión no será capaz de desarrollarse por las lesiones que haya sufrido por culpa de la técnica o por otros motivos más o menos conocidos.
-La tercera, una entidad biológica que no sea embrión, aunque se le parezca.
A cualquier salta a la vista que no es nada fácil distinguir entre el segundo resultado (un embrión dañado) y el tercero (una entidad que no llegue a ser embrión). Pero además resulta manifiesto lo fácil que sería para algunos científicos el engañar a la opinión pública al decir que el primer resultado (embriones verdaderos y sanos) “no se ha producido”, y que estaríamos (según ellos) ante entidades biológicas que no son embriones. ¿Qué político es capaz de estar vigilando para que un laboratorio sea honesto y no ofrezca datos engañosos a la hora de presentar los experimentos realizados?
Una sociedad verdaderamente justa se construye sobre el respeto de todos y cada uno de los seres humanos que inician la aventura de la vida humana. Si un estado establece leyes que permiten destruir embriones ya existentes o crear embriones para ser destruidos a través de técnicas de clonación mal llamada “terapéutica”, habrá aceptado como principio regulador de la vida social el que algunos seres humanos valgan menos que otros, que la vida de algunos pueda ser sacrificada por el progreso de la ciencia y de la medicina y por el posible bien de otros seres humanos.
No creemos que así se construya un mundo más justo. Habrá justicia cuando cualquier embrión sea respetado y, sobre todo, amado. Porque es un hijo, porque interpela a sus padres y a la sociedad, porque merece respeto simplemente, sin condiciones. Desde esta justicia, la verdadera medicina será capaz de lograr progresos auténticos, precisamente porque asumirá como propios dos principios básicos del quehacer sanitario: no dañar a nadie, y promover la salud y el bien de todos. FP

Evangelio del Viernes 01 de Abril

Día Litúrgico: Viernes de la octava de Pascua (C)

Texto del Evangelio (Jn 21,1-14): En aquel tiempo, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar». Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo». Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. 
Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?». Le contestaron: «No». Él les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor». Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se puso el vestido —pues estaba desnudo— y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. 
Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces que acabáis de pescar». Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Venid y comed». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Ésta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

«Ésta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos 
después de resucitar de entre los muertos»

Comentario: Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart (Tarragona, España)

Hoy, Jesús por tercera vez se aparece a los discípulos desde que resucitó. Pedro ha regresado a su trabajo de pescador y los otros se animan a acompañarle. Es lógico que, si era pescador antes de seguir a Jesús, continúe siéndolo después; y todavía hay quien se extraña de que no se tenga que abandonar el propio trabajo, honrado, para seguir a Cristo.
¡Aquella noche no pescaron nada! Cuando al amanecer aparece Jesús, no le reconocen hasta que les pide algo para comer. Al decirle que no tienen nada, Él les indica dónde han de lanzar la red. A pesar de que los pescadores se las saben todas, y en este caso han estado bregando sin frutos, obedecen. «¡Oh poder de la obediencia! —El lago de Genesaret negaba sus peces a las redes de Pedro. Toda una noche en vano. —Ahora, obediente, volvió la red al agua y pescaron (...) una gran cantidad de peces. —Créeme: el milagro se repite cada día» (San Josemaría).
El evangelista hace notar que eran «ciento cincuenta y tres» peces grandes (cf. Jn 21,11) y, siendo tantos, no se rompieron las redes. Son detalles a tener en cuenta, ya que la Redención se ha hecho con obediencia responsable, en medio de las tareas corrientes.
Todos sabían «que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da» (Jn 21,12-13). Igual hizo con el pescado. Tanto el alimento espiritual, como también el alimento material, no faltarán si obedecemos. Lo enseña a sus seguidores más próximos y nos lo vuelve a decir a través de San Juan Pablo II: «Al comienzo del nuevo milenio, resuenan en nuestro corazón las palabras con las que un día Jesús (...) invitó al Apóstol a ‘remar mar adentro’: ‘Duc in altum’ (Lc 5, 4). Pedro y los primeros compañeros confiaron en la palabra de Cristo (...) y ‘recogieron una cantidad enorme de peces’ (Lc 5,6). Esta palabra resuena también hoy para nosotros».
Por la obediencia, como la de María, pedimos al Señor que siga otorgando frutos apostólicos a toda la Iglesia.

miércoles, 30 de marzo de 2016

¿Cómo afecta el otoño en el estado del ánimo?


Muchas personas plantean que no les gusta la llegada del otoño porque les provoca tristeza: las hojas se caen, los días son más cortos porque oscurece más temprano, descienden las temperaturas, etc. Estas personas sienten que en el otoño no hay vida, por lo que dicha sensación, va a repercutir de forma negativa en el estado del ánimo. 

¿Qué síntomas aparecen? 
Generalmente las personas que se ven afectadas en su estado del ánimo por causa del otoño, padecen los siguientes síntomas:
  • Apatía
  • Desgano
  • Tristeza
  • Falta de motivación
  • Perdida de interés
  • Falta de voluntad para realizar las actividades cotidianas
  • Aislamiento social
¿Qué es la depresión estacional? 
Hay sujetos que padecen “depresión estacional”. Éste tipo de enfermedad aparece generalmente con la finalización del otoño y la llegada del invierno por causa de la disminución de la luz solar y afecta el cerebro, en la producción de serotonina.
Éstos pacientes tienen cierta predisposición a la depresión, que se acentúa con los cambios estacionales. 
La actitud que tengamos frente a la llegada de ésta estación del año es fundamental, ya que la forma en que percibimos los cambios climáticos y los diferentes hechos del exterior, va a depender de nuestros pensamientos y creencias, que son cómo interpretamos las situaciones de la realidad. Por lo tanto, cuando dichos pensamientos son negativos, van a generar emociones y sensaciones de angustia y malestar. 

¿Cómo mantener una actitud saludable frente a la llegada del otoño? 
Algunas sugerencias que se pueden implementar son:
  1. Mantener una actitud positiva, esto significa, ya que cada estación del año tiene sus cosas buenas.
  2. Pensar en las actividades que SÍ se pueden realizar en el otoño.
  3. Evitar contar los días que faltan para que termine el otoño, ya que genera un estado de estrés y ansiedad.
  4. Evitar tener una actitud pasiva porque lleva a un estado depresivo.
  5. Tratar de mantener proyectos personales que generen interés por el exterior.
  6. Mantener una conducta activa por parte del sujeto.
  7. Tener una lista de actividades que resulten gratificantes y que se puedan realizar en el otoño, para poder implementarlas. Lic. Santiago Gómez

31 de Marzo - Balbina de Roma

Balbina de Roma, Santa
Virgen y Mártir, 31 de Marzo

Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Balbina, cuyo título situado en el Aventino muestra la veneración que se tributó a su nombre (antes de 595). 
Etimológicamente: Balbina = Aquella con dificultad para hablar, es de origen latino.

Se encuentran en Roma recuerdos de Santa Balbina en tres puntos diferentes, que están relacionados con las primeras antigüedades de la Cristiandad en esa ciudad. 
En el relato puramente legendario del martirio de San Alejandro (acta SS., Maii, I, 367 sqq.) se menciona al tribuno Quirino, quien murió mártir y fue enterrado en la catacumba de Praetextatus sobre la Vía Appia. 
Su gracia fue estimada con gran veneración y se describe en los viejos itinerarios (guías para los peregrinos) de las catacumbas romanas. La tradición dice que su hija Balbina, quien había sido bautizada por San Alejandro y que pasó su vida siendo soltera, fue enterrada luego de la muerte de su padre en la misma catacumba. 
La fiesta de Santa Balbina se celebra el 31 de marzo. Usuardo habla de ella en su martirologio, y su relato de Santa Balbina se apoya en los registros del martirio de San Alejandro. 
Existe otra Balbina cuyo nombre fue dado a una catacumba (come. Balbinae) que se extiende entre la Vía Appia y la Vía Ardeatina, a poca distancia de la pequeña Iglesia llamada Domine quo vadis (Dónde vas Señor). 
Sobre este cementerio en el siglo cuarto el Papa Marcos erigió una basílica. Existe todavía sobre la pequeña Aventina dentro de la misma ciudad el viejo título de San Balbina, primero mencionado en un epitafio del siglo sexto y en las firmas del Consejo romano (595) en tiempos del Papa Gregorio I. Esta iglesia fue erigida en un antiguo y amplio salón. Su santo titular se supone es idéntico con San Balbina que fue enterrada en las catacumbas de Praetextatus y cuyos huesos junto con los de su padre fueron traídos aquí en fecha más tardía. Sin embargo, no es seguro que los dos nombres se refieran a la misma persona.

II Crónicas 6


1 Entonces Salomón dijo: «El Señor ha decidido habitar en la nube oscura.
2 Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío, un lugar donde habitarás para siempre».
3 Después el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras esta permanecía de pie.
4 El dijo: «Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David, cuando le dijo:
5 «Desde el día en que hice salir del país de Egipto a mi pueblo, no elegí otra ciudad, entre todas las tribus de Israel, para que allí se edificara una Casa donde residiera mi Nombre, ni elegí a otro hombre para que fuera príncipe de mi pueblo Israel,
6 sino que elegí a Jerusalén para que allí residiera mi Nombre, y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel».
7 Mi padre David pensó edificar una Casa para el nombre del Señor, el Dios de Israel.
8 Pero el Señor dijo a mi padre David: «Tú has pensado edificar una Casa para mi Nombre, y has hecho bien al pensar así.
9 Sin embargo, no serás tú el que edificará la Casa, sino un hijo nacido de tus entrañas: él construirá la Casa para mi Nombre».
10 Y el Señor cumplió la palabra que había dicho: yo he sucedido a mi padre David y me he sentado en el trono de Israel, como lo había dicho el Señor. Yo edifiqué la Casa para el nombre del Señor, el Dios de Israel,
11 y allí he puesto el Arca donde se encuentra la Alianza que el Señor concluyó con los israelitas».
12 Salomón, puesto de pie ante el altar del Señor, frente a toda la asamblea del Israel, extendió las manos.
13 Porque él había hecho un estrado de bronce, de dos metros y medio de largo, dos y medio de ancho, y uno y medio de alto, y lo había colocado en medio del atrio. Salomón subió al estrado, se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo
14 y dijo: «Señor, Dios de Israel, ni en el cielo ni en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando caminan delante de ti de todo corazón.
15 Tú has cumplido, en favor de mi padre David, la promesa que le habías hecho, y hoy mismo has realizado con tu mano lo que había dicho tu boca.
16 Y ahora, Señor, Dios de Israel, cumple en favor de tu servidor David, mi padre, la promesa que le hiciste, diciendo: «Nunca te faltará un descendiente que esté sentado delante de mí en el trono de Israel, con tal que tus hijos vigilen su conducta, caminando conforme a mi Ley, como has caminado tú».
17 Y ahora, Dios de Israel, que se verifique la promesa que hiciste a mi padre, tu servidor David.
18 Pero ¿es posible que Dios habite realmente con los hombres en la tierra? Si el cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he construido!
19 No obstante, Señor, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige tu servidor.
20 Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el lugar del que dijiste que allí residiría tu Nombre. ¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar!
21 ¡Escucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!
22 Cuando un hombre peque contra su prójimo, se lo obliga a prestar el juramento imprecatorio, y él viene a pronunciar la imprecación sobre tu altar, en esta Casa,
23 escucha tú desde el cielo, actúa y juzga a tus servidores: castiga al culpable, dándole su merecido, y absuelve al inocente, tratándolo según su justicia.
24 Cuando tu pueblo Israel sea derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, si ellos se convierten y celebran tu nombre si oran y suplican delante de ti en esta Casa,
25 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tu pueblo Israel y tráelo de nuevo a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.
26 Cuando el cielo se cierre y no haya lluvia, porque ellos pecaron contra ti, si oran hacia este lugar, si celebran tu Nombre y se convierten de su pecado, porque tú los humillaste,
27 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tus servidores y de tu pueblo Israel, mostrándoles el buen camino que deben seguir, y envía lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
28 Cuando haya hambre en el país, o haya peste, quemazón o plaga en los sembrados, langosta o pulgón; cuando el enemigo lo tenga sitiado en alguna de sus ciudades, o sobrevenga un flagelo o una epidemia,
29 cualquiera sea la oración o la súplica que te dirija un miembro de tu pueblo Israel, sintiéndose tocado por su desgracia y su dolor, y con las manos extendidas hacia esta Casa.
30 escúchalas tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas; escucha y perdona a cada uno según su conducta, tú que conoces su corazón, porque sólo tú conoces el corazón de los humanos.
31 Así los israelitas sentirán temor de ti y seguirán tus caminos, mientras vivan en el suelo que diste a sus padres.
32 También al extranjero, que no pertenece a tu pueblo Israel, y llegue de un país lejano a causa de tu gran Nombre, de tu mano poderosa y de tu brazo extendido, si él viene a orar hacia esta Casa,
33 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede al extranjero todo lo que te pida. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre, sentirán temor de ti como tu pueblo Israel, y sabrán que esta Casa, que yo he construido, es llamada con tu Nombre.
34 Cuando tu pueblo salga a combatir contra sus enemigos, por el camino que tú le señales, si ellos oran al Señor vueltos hacia la ciudad que tú has elegido y hacia la Casa que yo edifiqué para tu Nombre,
35 escucha tú desde el cielo esa oración y esa súplica, y hazles justicia.
36 Cuando pequen contra ti –porque no hay hombre que no peque– y tú, irritado contra ellos, los pongas a merced del enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a un país enemigo, próximo o lejano,
37 si en el país al que han sido deportados reflexionan y se convierten, si en el país de sus vencedores te suplican, diciendo: «¡Hemos pecado, somos culpables, hemos cometido el mal!»;
38 si en el país de los enemigos que los hayan deportado se vuelven hacia ti de todo corazón y con toda el alma, si te suplican en dirección al país que diste a sus padres, a la ciudad que tú has elegido y a la Casa que yo edifiqué para tu Nombre,
39 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, esa oración y esa súplica, y hazles justicia: perdona a tu pueblo los pecados que haya cometido contra ti.
40 Sí, Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar.
41 Y ahora, ¡levántate, Señor Dios, entra en el lugar de tu Reposo, tú y tu Arca poderosa! ¡Que tus sacerdotes se revistan de la salvación y tus fieles gocen de felicidad!
42 ¡Señor Dios, no rechaces a tu Ungido, acuérdate de los favores concedidos a David, tu servidor!».

Afortunadamente, Dios no es kantiano


—Pero si el hombre hace el bien por miedo al castigo de la naturaleza, o para conseguir el premio del cielo, o para encontrar un consuelo divino en la tierra..., ¿no está entonces actuando de forma egoísta?
La moral exige cierta abnegación y renuncia, pero esa renuncia no es el fin que se busca. Desear el propio bien, y esperar gozar de él en el futuro, no tiene por qué ser egoísmo.
Si Dios fuese kantiano -decía C. S. Lewis-, y por tanto, no nos aceptara hasta que fuésemos a Él impulsados por los más puros y mejores motivos, entonces nadie podría salvarse. Kant pensaba que ninguna acción tenía valor moral a menos que fuese hecha como fruto de una pura reverencia a la ley moral, es decir, sin contar para nada con el atractivo o la inclinación hacia esa buena obra.
Y, ciertamente, a veces la opinión popular parece estar de parte de Kant. Parece como si perdiera valor la actuación de una persona que hace lo que le gusta hacer. Las mismas palabras “pero a él le gusta hacerlo” suelen indicar “y por tanto no tiene mérito”. Sin embargo, frente a Kant se alza la verdad subrayada por Aristóteles: “cuanto más virtuoso se vuelve el hombre, tanto más disfruta de los actos de virtud”.
Afortunadamente, Dios no es orgulloso ni kantiano, y la esperanza de recompensa o el miedo al castigo no tienen por qué pervertirlo todo. Hay diversos tipos de recompensas. Unas pueden ser adecuadas a determinada acción, y otras no. El dinero, por ejemplo, no es recompensa natural para el amor, y por eso llamaríamos mercenario al hombre que se casara por dinero. En cambio, el matrimonio parece un premio apropiado para quien ama verdaderamente a una persona, y no llamaríamos mercenario a un enamorado por desear conquistar a su pareja y llegar a casarse. Una recompensa apropiada y conveniente a una acción, no tiene por qué envilecer esa acción; al contrario, es su natural culminación. AA

Evangelio del Jueves 31 de Marzo

Día Litúrgico: Jueves de la octava de Pascua (C)

Texto del Evangelio (Lc 24,35-48): En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos. 
Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».

«La paz con vosotros»

Comentario: Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido (Cerdanyola del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, Cristo resucitado saluda a los discípulos, nuevamente, con el deseo de la paz: «La paz con vosotros» (Lc 24,36). Así disipa los temores y presentimientos que los Apóstoles han acumulado durante los días de pasión y de soledad.
Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces, el miedo en nuestra vida va tomando cuerpo como si fuese la única realidad. En ocasiones es la falta de fe y de vida interior lo que va cambiando las cosas: el miedo pasa a ser la realidad y Cristo se desdibuja de nuestra vida. En cambio, la presencia de Cristo en la vida del cristiano aleja las dudas, ilumina nuestra existencia, especialmente los rincones que ninguna explicación humana puede esclarecer. San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: ‘La paz de Dios’; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: ‘Él es nuestra paz’».
La resurrección de Cristo es lo que da sentido a todas las vicisitudes y sentimientos, lo que nos ayuda a recobrar la calma y a serenarnos en las tinieblas de nuestra vida. Las otras pequeñas luces que encontramos en la vida sólo tienen sentido en esta Luz.
«Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí...»: nuevamente les «abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras» (Lc 24,44-45), como ya lo había hecho con los discípulos de Emaús. También quiere el Señor abrirnos a nosotros el sentido de las Escrituras para nuestra vida; desea transformar nuestro pobre corazón en un corazón que sea también ardiente, como el suyo: con la explicación de la Escritura y la fracción del Pan, la Eucaristía. En otras palabras: la tarea del cristiano es ir viendo cómo su historia Él la quiere convertir en historia de salvación.

martes, 29 de marzo de 2016

30 de Marzo - Zósimo de Siracusa

Zósimo de Siracusa, Santo
Obispo, 30 de Marzo

Martirologio Romano: En Siracusa, de Sicilia, san Zósimo, obispo, que fue primero humilde custodio del sepulcro de santa Lucía y después abad del monasterio de ese lugar.

Los padres del santo fueron terratenientes sicilianos, que dedicaron a su pequeño hijo al servicio de Santa Lucía y lo colocaron, a la edad de siete años, en un monasterio que llevaba el nombre de la santa, cerca de su hogar. 
Allí su principal ocupación fue la de cuidar las reliquias de la santa, tarea que no iba con la manera de ser del niño acostumbrado a la vida de campo, llegando a escapar del convento. 
Fue devuelto con humillación y tras soñar con San Lucía -quien tenía un semblante de enojo- y ver a la Santísima Madre interceder por él, Zósimo prometió que nunca haría de nuevo tales cosas, adaptándose a la vida del claustro. 
Durante 30 años vivió casi olvidado; al morir el abad de Santa Lucía, recayó en el obispo de Siracusa designar al nuevo abad, quien eligió a Zósimo, siendo ordenado luego unos días después como sacerdote. 
El santo gobernó el monasterio con tal sabiduría, amor y prudencia que superó a todos sus predecesores y a todos sus antecesores. 
Cuando la sede de Siracusa quedó vacante, el Papa Teodoro designó a Zósimo y lo consagró. Durante su episcopado, el santo fue notable por su celo en la enseñanza del pueblo y por su generosidad con los pobres. 
San Zósimo murió alrededor del año 660, a la edad de 90 años.

II Crónicas 5


1 Así fue terminado todo el trabajo que hizo el rey Salomón para la Casa del Señor. Salomón llevó todas las ofrendas que había consagrado su padre David: la plata, el oro y los demás utensilios, y los depositó en los tesoros de la Casa de Dios.
2 Entonces Salomón reunió en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión.
3 Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey durante la Fiesta del séptimo mes.
4 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas levantaron el Arca,
5 y la subieron con la Carpa del Encuentro y con todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes levíticos.
6 Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular.
7 Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza del Señor en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa –el Santo de los santos– bajo las alas de los querubines.
8 Los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado el Arca, y recubrían por encima el Arca y sus andas.
9 Las andas eran tan largas que sus extremos se veían desde el Santo, por delante del lugar santísimo, aunque no se las veía desde afuera. Allí han estado el día de hoy.
10 En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había puesto allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto.
11 Mientras los sacerdotes salían del Santo –porque todos los sacerdotes que se hallaban presentes se habían santificados, sin distinción de clases –
12 los levitas cantores en pleno –Asaf, Hemán y Iedutún, con sus hijos y sus hermanos– vestidos de lino fino, estaban de pie al oriente del altar, con címbalos, arpas y cítaras. Junto a ellos había ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas.
13 Los que tocaban las trompetas y los cantores hacían oír sus voces al unísono, para alabar y celebrar al Señor. Y cuando ellos elevaban la voz al son de las trompetas, de los címbalos y de los instrumentos musicales, para alabar al Señor «porque es bueno, porque es eterno su amor», una nube llenó el Templo, la Casa del Señor,
14 de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa de Dios.

El arte de callar en el matrimonio


Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Eclesiastés 3:1
Callar sobre sí mismo es humildad. Muchas veces nos sentimos tentados a dejarle saber a otros todo lo bueno que hacemos.
Es mejor que otros hablen bien de nosotros, pero no nosotros mismos.
Callar sobre los defectos de tu pareja es bondad. Jamás expongas a tu pareja al ridículo delante de nadie. Por el contrario, cubre a tu pareja en sus debilidades. Eso no es mentir, es proteger.
Callar cuando se está sufriendo por el bienestar de tu pareja, es altruismo. Ese es el carácter del hijo de Dios que debe estar en nosotros. Eso es verdadero amor, ocuparnos del bienestar de nuestra pareja sin exigir nada a cambio.
Callar ante el sufrimiento de tu pareja es cobardía. Si tu pareja está sufriendo por cualquier circunstancia, no puedes permanecer como si nada. Háblale, pídele perdón, afírmale con tu amor.
Callar ante la injusticia es falta de carácter. Si te das cuenta que están siendo injustos con tu pareja, defiéndele con carácter, aun si los ofensores son tus hijos.
Callar mientras tu pareja habla es respeto. Dale tiempo suficiente a tu pareja para que te abra su corazón. Escúchale con paciencia. No le interrumpas, déjale expresar lo que hay en su corazón.
Callar cuando tu pareja espera una palabra es indiferencia. Hay momentos en la vida que tu pareja necesita que le hables, que le afirmes, que le expreses tu amor.
Callar y no hablar palabras inútiles es sabiduría. La lengua es un arma poderosa para crear o para destruir. Las palabras vanas o inútiles generalmente provocan destrucción. Cuida tus palabras.
Callar cuando no hay necesidad de hablar es prudencia. Si no tienes nada bueno que decir, entonces mejor no digas nada. Si estás enojado(a), mejor no hables hasta que te calmes.
Callar cuando Dios nos habla al corazón es meditación y sabiduría. Cuando lees la palabra de Dios, toma momentos para escuchar la voz de Dios y meditar en ella. Eso te producirá sabiduría.
Callar ante el misterio que no entendemos es fe. Habrá muchas situaciones en la vida que no entenderás. En esos momentos toma la bandera de la FE y créele a Dios aunque no entiendas. La FE producirá frutos de bendición en su momento.
Si reconoces que debes cambiar hábitos de comunicación en tu vida, busca un momento oportuno, pídele perdón a Dios primero y luego a tu pareja. Luego tomen la decisión de cuidar mucho lo que hablan; y si fallan, se apoyan y continúan formando el hábito.
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. ¡Cuídalo! LyHF

Evangelio del Miércoles 30 de Marzo

Día Litúrgico: Miércoles de la octava de Pascua (C)

Texto del Evangelio (Lc 24,13-35): Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. 
Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?». Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?». Él les dijo: «¿Qué cosas?». Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras. 
Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 
Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

«Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron»

Comentario: Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer (Barcelona, España)

Hoy «es el día que hizo el Señor: regocijémonos y alegrémonos en él» (Sal 117,24). Así nos invita a rezar la liturgia de estos días de la octava de Pascua. Alegrémonos de ser conocedores de que Jesús resucitado, hoy y siempre, está con nosotros. Él permanece a nuestro lado en todo momento. Pero es necesario que nosotros le dejemos que nos abra los ojos de la fe para reconocer que está presente en nuestras vidas. Él quiere que gocemos de su compañía, cumpliendo lo que nos dijo: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Caminemos con la esperanza que nos da el hecho de saber que el Señor nos ayuda a encontrar sentido a todos los acontecimientos. Sobre todo, en aquellos momentos en que, como los discípulos de Emaús, pasemos por dificultades, contrariedades, desánimos... Ante los diversos acontecimientos, nos conviene saber escuchar su Palabra, que nos llevará a interpretarlos a la luz del proyecto salvador de Dios. Aunque, quizá, a veces, equivocadamente, nos pueda parecer que no nos escucha, Él nunca se olvida de nosotros; Él siempre nos habla. Sólo a nosotros nos puede faltar la buena disposición para escuchar, meditar y contemplar lo que Él nos quiere decir.
En los variados ámbitos en los que nos movemos, frecuentemente podemos encontrar personas que viven como si Dios no existiera, carentes de sentido. Conviene que nos demos cuenta de la responsabilidad que tenemos de llegar a ser instrumentos aptos para que el Señor pueda, a través de nosotros, acercarse y “hacer camino” con los que nos rodean. Busquemos cómo hacerlos conocedores de la condición de hijos de Dios y de que Jesús nos ha amado tanto, que no sólo ha muerto y resucitado para nosotros, sino que ha querido quedarse para siempre en la Eucaristía. Fue en el momento de partir el pan cuando aquellos discípulos de Emaús reconocieron que era Jesús quien estaba a su lado.

lunes, 28 de marzo de 2016

29 de Marzo - Marcos de Aretusa

Marcos de Aretusa, Santo
Obispo, 29 de Marzo

Martirologio Romano: Conmemoración de san Marcos, obispo de Aretusa (actual Er Rastan), en Siria, que durante la controversia arriana no se desvió lo más mínimo de la fe ortodoxa y, bajo el emperador Juliano el Apóstata, fue perseguido. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón eximio y santísimo anciano. (364)

La Iglesia oriental conmemora en este día a San Marco, obispo de Aretusa en el Monte Líbano, Baronio.
La confesión de fe de San Marco es en sí misma intachable, pero entre los anatemas que le siguen hay un pasaje ambiguo que puede fácilmente entenderse en sentido herético. 
De todas maneras, los elogios que le tributan San Gregorio Nacianceno, Teodoro y Sozomeno al relatar sus sufrimientos, nos hacen concluir que aun cuando se manchó en algún tiempo con el semi-arrianismo, se adhirió en seguida a la estricta ortodoxia y expió completamente cualquier anterior vacilación. 
Durante el reinado del emperador Constantino, Marco de Aretusa demolió un templo pagano y construyó una iglesia, convirtiendo a muchos a la fe cristiana. 
Al hacer esto, se granjeó el resentimiento de la población pagana, que, sin embargo, no pudo vengarse mientras el emperador fuera cristiano. 
Su oportunidad llegó cuando Juliano el Apóstata ocupó el trono y proclamó que todos aquellos que hubieran destruido templos paganos deberían reconstruirlas o pagar una fuerte multa. 
Marco, que no podía ni quería obedecer, huyó de la furia de sus enemigos, pero enterándose de que algunos de sus fieles habían sido aprehendidos, regresó y se entregó. 
El anciano fue arrastrado por los cabellos a lo largo de las calles, desnudado, azotado, arrojado en una sentina de la ciudad y después entregado al arbitrio de jóvenes escolares para que lo punzaran y desollaran con agudos estiletes. 
Ataron sus piernas con correas tan apretadas, que le cortaron la carne hasta el hueso, y le arrancaron las orejas con pequeños cordeles. Finalmente, lo untaron de miel y encerrándolo en una especie de jaula, lo suspendieron en alto al medio día, bajo los ardientes rayos del sol de verano, para que fuera presa de avispas y moscones. 
Conservó tanta calma en medio de sus sufrimientos que se mofó de sus verdugos por haberlo elevado más cerda del cielo, mientras ellos se arrastraban sobre la tierra. 
A la larga, la furia del pueblo se tornó en admiración y lo dejaron en libertad, en tanto que el gobernador acudía a Juliano para recabar el perdón. 
Eventualmente, el emperador lo concedió, diciendo que no era un deseo dar mártires a los cristianos. Aún lo retórico pagano, Libanio, parece haberse dado cuenta del que la crueldad que provocó tal heroísmo solamente fortaleció la causa cristiana, e imploró a los perseguidores que desistieran en su persecución. 
Nos cuenta el historiador Sócrates que la población de Aretusa quedó tan impresionada con la fortaleza del obispo, que muchos pidieron ser instruidos en una religión capaz de inspirar tal firmeza, y que muchos de ellos abrazaron el cristianismo. 
Así Marco fue dejado en paz hasta el fin de su vida y murió durante el reinado de Joviano y el de Valente.

II Crónicas 4


1 Salomón hizo un altar de bronce, de diez metros de largo, diez de ancho y cinco de alto.
2 El hizo además el Mar de metal fundido, que medía cinco metros de diámetro y tenía forma circular; su altura era de dos metros y medio, y una cuerda de quince metros medía su circunferencia.
3 Debajo del borde, todo alrededor, había unas figuras de toros –diez cada cinco metros– que rodeaban todo el contorno del Mar; había dos hileras de toros, fundidos con el Mar en una sola pieza.
4 El Mar estaba asentado sobre doce toros, tres vueltos hacia el norte, tres hacia el oeste, tres hacia el sur y tres hacia el este. El Mar se elevaba por encima de ellos, que estaban con sus partes traseras vueltas hacia el interior.
5 Su espesor medía un palmo, y su borde tenía forma de copa, semejante al cáliz de una azucena. Su capacidad era de más de cien mil litros.
6 También hizo diez recipientes para el agua; los colocó cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para las abluciones; en ellos se lavaba lo que servía para el holocausto, pero los sacerdotes hacían sus abluciones en el Mar de bronce.
7 Hizo asimismo los diez candeleros de oro, conforme al modelo prescrito, y los puso en la nave central, cinco a la derecha y cinco a la izquierda.
8 Hizo diez mesas y las colocó en la nave central, cinco a la derecha y cinco a la izquierda. Hizo cien copas de oro.
9 Hizo el atrio de los sacerdotes, y la gran explanada con sus puertas, a las que recubrió de bronce.
10 En cuanto al Mar, lo puso al lado derecho, hacia el sudeste.
11 Juram hizo las ollas, las palas y los aspersorios. Así terminó el trabajo que debía hacer para el rey Salomón en la Casa de Dios:
12 las dos columnas, las dos esferas de los capiteles que remataban las columnas, las dos redes para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas;
13 las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas para cada red, a fin de cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas;
14 los diez soportes y los diez recipientes sobre los soportes;
15 el Mar único y los doce toros que estaban debajo de él;
16 las ollas, las palas y los tenedores. Todos estos objetos, Juram Abí los hizo para el rey Salomón, para la Casa del Señor, en bronce reluciente.
17 El rey los hizo fundir en la región del Jordán, sobre el suelo arcilloso, entre Sucot y Seredá.
18 Salomón hizo todos esos objetos en tal cantidad, que no se pudo calcular el peso del bronce.
19 Salomón mandó hacer asimismo todos los objetos que estaban en la Casa del Señor: el altar de oro y las mesas sobre las que ponía el pan de la ofrenda;
20 los candeleros y sus lámparas, para encenderlas conforme al ritual ante el lugar santísimo, todo de oro fino;
21 los cálices, las lámparas y las pinzas –¡todo del oro más puro!
22 los cuchillos, los aspersorios, las tazas y los incensarios de oro fino; la entrada de la Casa, sus puertas interiores para el Santo de los santos, y las puertas de la nave central, todo de oro.

A veces maestro… a veces alumno


El primer grado nos prepara para el segundo y así en adelante. La vida siempre nos está preparando para el siguiente nivel. Cada experiencia que tenemos en la vida nos prepara para la siguiente; el estar preparado lo es todo.
Para aquello para lo que nos estemos preparando, la vida nos dará la oportunidad de ganarlo; necesita ser ganado para poder ser valorado. La vida susurra al oído de la oruga: “¡Ahora eres una mariposa!”
Todos necesitan ser transformados o disolverse; es asunto de nuestra decisión. Siempre sepamos que estamos siendo entrenados en este planeta. En cada etapa, estamos siendo capacitados para el siguiente nivel: en algún lugar allá fuera, debajo de la pálida luz de la luna, alguien está pensando de nosotros con amor.
En algún lugar allá fuera, hay alguien haciendo una oración por ti, que logres pasar el adiestramiento. Intentemos dormir un poco porque mañana comienza el adiestramiento. He estado casado por cuarenta y cinco años y todavía estoy en adiestramiento.
Recordemos que cada experiencia que tenemos es solo adiestramiento. No nos tomemos a nosotros mismos demasiado en serio en el adiestramiento. Tomemos lo que hacemos con seriedad porque estamos siendo observados para ver si estamos listos para el siguiente nivel de capacitación.
Siempre con las mejores intenciones para mantenerlos en el piso de baile mientras les adiestran… MM
El pensamiento de hoy realmente me fascinó ya que nos invita a poner nuestras experiencias en la vida en una perspectiva correcta: ellas no son tan solo sucesos pasados, son la preparación que Dios nos permite para poseer efectivamente nuestros mañanas.
Muchos son los que parecieran simplemente atesorar las experiencias del pasado, archivándolas—si bien con cariño y algo de nostalgia—como si aquello es todo lo que la vida nos deparó.
La verdad es, como bien nos lo plantea el autor de la reflexión, que todo aquello es mero adiestramiento para el futuro. Atrevámonos a sacarle el máximo provecho a nuestras experiencias—sean estas positivas o negativas—con una mirada a nuestro futuro… y sí, ¡siempre tendremos uno! Que Dios les continúe bendiciendo. RI

Evangelio del Martes 29 de Marzo

Día Litúrgico: Martes de la octava de Pascua (C)

Texto del Evangelio (Jn 20,11-18): En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro afuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní», que quiere decir “Maestro”». Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.

«Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor»

Comentario: + Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)

Hoy, en la figura de María Magdalena, podemos contemplar dos niveles de aceptación de nuestro Salvador: imperfecto, el primero; completo, el segundo. Desde el primero, María se nos muestra como una sincerísima discípula de Jesús. Ella lo sigue, maestro incomparable; le es heroicamente adherente, crucificado por amor; lo busca, más allá de la muerte, sepultado y desaparecido. ¡Cuán impregnadas de admirable entrega a su “Señor” son las dos exclamaciones que nos conservó, como perlas incomparables, el evangelista Juan: «Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto» (Jn 20,13); «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré»! (Jn 20,15). Pocos discípulos ha contemplado la historia, tan afectos y leales como la Magdalena. 
No obstante, la buena noticia de hoy, de este martes de la octava de Pascua, supera infinitamente toda bondad ética y toda fe religiosa en un Jesús admirable, pero, en último término, muerto; y nos traslada al ámbito de la fe en el Resucitado. Aquel Jesús que, en un primer momento, dejándola en el nivel de la fe imperfecta, se dirige a la Magdalena preguntándole: «Mujer, ¿por qué lloras?» (Jn 20,15) y a la cual ella, con ojos miopes, responde como corresponde a un hortelano que se interesa por su desazón; aquel Jesús, ahora, en un segundo momento, definitivo, la interpela con su nombre: «¡María!» y la conmociona hasta el punto de estremecerla de resurrección y de vida, es decir, de Él mismo, el Resucitado, el Viviente por siempre. ¿Resultado? Magdalena creyente y Magdalena apóstol: «Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor» (Jn 20,18).
Hoy no es infrecuente el caso de cristianos que no ven claro el más allá de esta vida y, pues, que dudan de la resurrección de Jesús. ¿Me cuento entre ellos? De modo semejante son numerosos los cristianos que tienen suficiente fe como para seguirle privadamente, pero que temen proclamarlo apostólicamente. ¿Formo parte de ese grupo? Si fuera así, como María Magdalena, digámosle: —¡Maestro!, abracémonos a sus pies y vayamos a encontrar a nuestros hermanos para decirles: —El Señor ha resucitado y le he visto.

domingo, 27 de marzo de 2016

28 de Marzo - Esteban Harding

Esteban Harding, Santo
Tercer Abad de Cister, 28 de Marzo

Martirologio Romano: En el monasterio de Cister, en Borgoña (hoy Francia), san Esteban Harding, abad, que junto con otros monjes vino de Molesmes y, más tarde, estuvo al frente de este célebre cenobio, donde instituyó a los hermanos conversos, recibió a san Bernardo con treinta compañeros y fundó doce monasterios, que unió con el vínculo de la Carta de Caridad, para que no hubiese discordia alguna entre ellos, sino que los monjes actuasen con unidad de amor, de Regla y con costumbres similares († 1134).
Observación: En el antiguo martirologio se lo recordaba el 17 de abril.
Etimológicamente: Esteban = Aquel que es laureado y victorioso, es de origen griego.

Nació en Sherborne en Dorsetshire, Inglaterra, a mediados del siglo XI; murió el 28 de Marzo de 1134.
Recibió su primera educación en el monasterio de Sherborne y más tarde estudió en París y Roma. Al regreso de esta última ciudad, se detuvo en el monasterio de Molesmes y, quedó tan impresionado de la santidad de Roberto, el abad, que decidió unirse a esa comunidad. Aquí practicó grandes austeridades, llegó a ser uno de los principales partidarios de San Roberto y fue uno de los veintiún monjes que, por la autoridad de Hugo, arzobispo de Lyons, se retiró a Cîteaux para instituir una reforma en la nueva fundación en ese lugar.
Cuando San Roberto fue llamado nuevamente a Molesmes (1099), Esteban llegó a ser prior de Cîteaux bajo Alberico, el nuevo abad. A la muerte de Alberico (1110), Esteban, que estaba ausente del monasterio en ese momento, fue electo abad. El número de monjes se había reducido mucho, dado que no habían ingresado nuevos miembros para reemplazar a los que habían fallecido.
Esteban, sin embargo, insistió en retener la estricta observancia instituida originalmente y, habiendo ofendido al Duque de Borgoña, gran promotor de Cîteaux, al prohibir a él y a su familia penetrar al claustro, se vio incluso forzado a pedir limosna de puerta en puerta.
Parecía que la fundación estaba condenada a morir cuando (1112) San Bernardo, con treinta compañeros, se unió a la comunidad. Esto resultó ser el inicio de una extraordinaria prosperidad. Al año siguiente Esteban fundó su primera colonia en La Ferté, y hasta antes de su muerte había establecido un total de trece monasterios.
Sus talentos como organizador eran excepcionales, instituyó el sistema de capítulos generales y visitas regulares para asegurar la uniformidad en todas sus fundaciones, redactó la famosa “Constitución o Carta de la Caridad”, una colección de estatutos para el gobierno de todos los monasterios unidos a Cîteaux, que fue aprobada por el Papa Calixto II en 1119.
En 1133 Esteban, ahora anciano, enfermo y casi ciego, renunció al puesto de abad, designando como su sucesor a Roberto de Monte, quién fue consecuentemente electo por los monjes. La elección del santo, sin embargo, resultó desafortunada y el nuevo abad retuvo el puesto sólo dos años.
Además de la “Constitución de la Caridad”, comúnmente se le atribuye la autoría del “Exordium Cisterciencis Cenobii” que, sin embargo, pudiera no ser suyo. Se conservan dos de sus sermones y también dos cartas (Nº 45 y 49) en el “Epp. S. Bernardi”.
Esteban fue sepultado en la tumba e Alberico, su predecesor, en el claustro de Cîteaux. La celebración de San Esteban ha sido movida de fecha con el tiempo, del 17 de abril al 16 de julio, luego al 26 de enero, fiesta de los santos Fundadores de la Orden Cisterciense: San Roberto, el beato Alberico y san Esteban. Finalmente, la reciente edición del "Martirologio romano" muestra su celebración el 28 marzo, como ocasión del día de su muerte.