Paciano de Barcelona, Santo
Obispo, 09 de Marzo
Martirologio Romano: En Barcelona, en la Hispania Tarraconense, san Paciano, obispo, que, al exponer su fe, proclamaba que “cristiano" era su nombre y "católico" su apellido. († c.390)
Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.
San Paciano es conocido sobre todo por sus escritos, pues apenas si sabemos algo de su vida. Estuvo casado algún tiempo, probablemente antes de su ordenación sacerdotal. Su hijo, Flavio Dexter, fue ministro del emperador Teodosio y capitán en la guardia del emperador Honorio. San Jerónimo, que era íntimo amigo de Flavio, profesaba el más grande respeto a San Paciano, cuya elocuencia, saber y santidad alabó en la dedicatoria de su “Catálogo de Varones Ilustres” a Flavio.
San Paciano vivió hasta edad muy avanzada y fue un escritor fecundo. De sus numerosas obras sólo se conservan una exhortación a la penitencia, un sermón sobre el bautismo y tres cartas a un noble llamado Sinforiano, que había abrazado la herejía de Novaciano y escribió a San Paciano una carta en la que censuraba a la Iglesia, porque ésta concedía la absolución de todos los pecados a quienes se arrepentían y porque tomaba el nombre de católica. En la respuesta de San Paciano se halla la famosa frase: “Mi nombre es Cristiano; mi apellido es Católico. El primero describe lo que soy, el segundo lo explica y lo pone a prueba”. En una de sus cartas, San Paciano insiste en que sólo los que permanecen unidos a la Iglesia permanecen fieles a la cátedra de San Pedro: “Sólo a Pedro dirigió Cristo las palabras famosas (´Tú eres Pedro´, etc.), para que la unidad se fundase en una sola persona: Ut ex uno fundaret unum”.
Entre los escritos de San Paciano había uno llamado Cervulus, dirigido contra una obscena procesión pagana que se celebraba anualmente y en la cual, según parece, algunos cristianos tomaban parte. La ceremonia se celebraba alrededor de un ciervo recién nacido, frente al cual danzaban algunos hombres con disfraces de animales. San Jerónimo y otros escritores aluden a esa costumbre. Como tantos otros censores, el santo obispo descubrió que su crítica no había hecho más que despertar la curiosidad del pueblo, pues al principio de su tratado de la penitencia se queja de que el único efecto de su condenación fue el de aumentar el número de espectadores de la procesión.
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