domingo, 31 de julio de 2016

01 de Agosto - Bienvenido de Miguel Arahal

Bienvenido de Miguel Arahal, Beato
Mártir Capuchino, 01 de Agosto

Martirologio Romano En Madrid, en España, beato Bienvenido (José) de Miguel Arahal, Presbítero de los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores y mártir, que, en el furor de la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo (1936).

José de Miguel Arahal nace en Dos Hermanas (Sevilla) el 17 de junio de 1887.
Aprende las primeras letras en las escuelitas del pueblo y, a los doce años, se va con los terciarios capuchinos que tienen la Escuela de Reforma de San Hermenegildo, en su pueblo natal.
Al ser presentado en el convento de Monte Sión de Torrent al Venerable P. Luis Amigó, éste le dice: «Bienvenido seas, hijo mío», y Bienvenido será en lo sucesivo su nombre en religión.
El 15 de abril de 1905 hace su primera profesión religiosa y, seis años más tarde, emite sus votos perpetuos. En la primavera de 1920 es ordenado de presbítero. En la congregación de terciarios capuchinos desempeña los cargos de superior, maestro de novicios, consejero y vicario general y, finalmente, general de la congregación desde 1927 a 1932.
Durante su generalato impulsa la promoción vocacional, apoya la capacitación científica de los religiosos y propicia la apertura de la obra a Hispanoamérica. El P. Bienvenido trata siempre de inculcar las devociones que él mismo practica, especialmente a Jesús Sacramentado, a la Virgen de los Dolores, al Seráfico Padre San Francisco y al Sagrado Corazón de Jesús.
Cuando el 20 de julio de 1936 la Escuela de Reforma de Santa Rita de Madrid es asaltada, el P. Bienvenido sigue con su hábito y es el último en abandonarla. El 31 de julio, y acompañado a la fuerza por dos milicianos, hubo de acudir al Banco de Vizcaya primero, y luego al de España, a sacar los fondos de la Escuela.
Acto seguido le arrebatan el dinero y, conducido violentamente a la Pradera de San Isidro, allí fue asesinado.
Sus biógrafos nos trazan la semblanza del P. Bienvenido como un religioso de espíritu recto y fuerte, exigente consigo mismo y con los demás, adornado de grandes dotes de gobierno, muy tenaz en sus propósitos apostólicos, muy amante de la congregación y de su obra de reeducación de menores, gran promotor de vocaciones religiosas y sacerdotales, y de una profunda espiritualidad.
El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II lo beatificó junto a otros 232 mártires de la persecución religiosa en España.

Baruc 3


1 Señor todopoderoso, Dios de Israel, es un alma angustiada y un espíritu acongojado el que grita hacia ti.
2 Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
3 Tú permaneces para siempre, mientras que nosotros perecemos para siempre.
4 Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha la plegaria de los muertos de Israel, de los hijos de aquellos que han pecado contra ti y no han escuchado la voz del Señor, su Dios, por lo que han caído sobre nosotros estas calamidades.
5 No te acuerdes de las injusticias de nuestros padres, sino acuérdate en este momento de tu mano y de tu Nombre.
6 Porque tú eres el Señor, nuestro Dios, y nosotros te alabaremos, Señor.
7 Sí, tú has infundido tu temor en nuestro corazón, para que invocáramos tu Nombre, y nosotros te alabaremos en nuestro exilio, porque hemos arrojado de nuestro corazón toda la injusticia de nuestros padres que pecaron contra ti.
8 Aquí estamos hoy en la tierra de nuestro exilio donde tú nos has dispersado, soportando el oprobio, la maldición y la condena, por todas las injusticias de nuestros padres, que se apartaron del Señor, nuestro Dios.
9 Escucha, Israel, los mandamientos de vida; presta atención para aprender a discernir.
10 ¿Por qué, Israel, estás en un país de enemigos y has envejecido en una tierra extranjera?
11 ¿Por qué te has contaminado con los muertos, contándote entre los que bajan al Abismo?
12 ¡Tú has abandonado la fuente de la sabiduría!
13 Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre.
14 Aprende dónde está el discernimiento, dónde está la fuerza y dónde la inteligencia, para conocer al mismo tiempo dónde está la longevidad y la vida, dónde la luz de los ojos y la paz.
15 ¿Quién ha encontrado el lugar de la Sabiduría, quién ha penetrado en sus tesoros?
16 ¿Dónde están los jefes de las naciones, los que dominaban las bestias de la tierra
17 y se divertían con las aves del cielo; los que atesoraban la plata y el oro, en los que los hombres ponen su confianza, y cuyas posesiones no tenían límite;
18 los que trabajaban la plata con tanto cuidado, que sus obras sobrepasan la imaginación?
19 Ellos han desaparecido, han bajado al Abismo, y han surgido otros en su lugar.
20 Otros más jóvenes han visto la luz y han habitado sobre la tierra, pero no han conocido el camino de la ciencia,
21 no han comprendido sus senderos. Tampoco sus hijos la han alcanzado y se han alejado de sus caminos.
22 No se oyó nada de ella en Canaán, ni se la vio en Temán.
23 Ni siquiera los hijos de Agar, que buscan la ciencia sobre la tierra, ni los mercaderes de Merrán y de Temán, inventores de fábulas y buscadores de inteligencia, han conocido el camino de la sabiduría, ni se han acordado de sus senderos.
24 ¡Qué grande, Israel, es la morada de Dios, qué extenso es el lugar de su dominio!
25 ¡Es grande y no tiene fin, excelso y sin medida!
26 Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra.
27 Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia;
28 ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez.
29 ¿Quién subió al cielo para tomarla y hacerla bajar de las nubes?
30 ¿Quién atravesó el mar para encontrarla y traerla a precio de oro fino?
31 Nadie conoce su camino, ni puede comprender su sendero.
32 Pero el que todo lo sabe, la conoce, la penetró con su inteligencia; el que formó la tierra para siempre, y la llenó de animales cuadrúpedos;
33 el que envía la luz, y ella sale, la llama, y ella obedece temblando.
34 Las estrellas brillan alegres en sus puestos de guardia:
35 él las llama, y ellas responden: «Aquí estamos», y brillan alegremente para aquel que las creó.
36 ¡Este es nuestro Dios, ningún otro cuenta al lado de él!
37 El penetró todos los caminos de la ciencia y se la dio a Jacob, su servidor, y a Israel, su predilecto.
38 Después de esto apareció sobre la tierra, y vivió entre los hombres.

Un nuevo día me regalas, Señor


Un día más, Señor.
Un día que me regalas para intentar ser mejor, para parecerme un poco más a Ti. ¡Pero cuesta tanto! No hace falta que te lo diga, de sobras me conoces, pues soy hijo Tuyo.
Las dificultades son muchas, la cruz -por pequeña que sea- me pesa horrores. Sin Ti no puedo con ella, no hay manera. Me lastran los egoísmos, las mentiras, los desplantes. Y no paro de quejarme, o de intentar mirar hacia otra parte. Como si la cosa no fuera conmigo. Como si la cosa no fuera Contigo.
Pero las peores dificultades son las mías propias, las que nacen de mi corazón mezquino. Me hago el sordo a Tu voz, renuncio infinidad de veces a la felicidad de Tu presencia. Y me paso horas sin hablarte, incluso días, ensimismado en mis caprichos, en lo cómodo de una actitud mediocre.
Aunque sé que estás ahí, a mi lado, mientras trabajo, escribo o barro la cocina. Y ya ves, no tengo tiempo para Ti. No tengo tiempo para Ti, que eres el que me das el tiempo y me ofreces la eternidad.
Mira, he aquí un nuevo día. Un día luminoso de gracia y de trabajo. Sé que podría ser mi último día. Enséñame a distinguir lo importante de lo superfluo, la verdadera alegría de la carcajada vacía. Te ofrezco hasta mi desdén, si lo hubiera, o mi torpe silencio. Para que Tú lo transformes en diálogo amoroso. Contigo y con los demás. Y así las horas de este día estén cuajadas de plusvalía divina.
Que Tu Corazón sea el mío. Alúmbrame con la claridad de Tu Amor. A pesar de las contrariedades y de la sequedad, de la enfermedad o de la incomprensión.
Úneme a Ti a lo largo de la jornada. Uno Contigo, con mi familia, con mis amigos. Unidad de ternura infinita. Porque esta luz de la mañana -estallido de Tu gloria- me indica que lo único sensato en esta vida es querer ser Tú, a pesar mío.
Señor, me siento urgido a mirarte más de cerca. Me siento urgido a derramar por las calles y las grandes avenidas Tu bendición y Tu sonrisa. Me siento urgido a convocar a todos los poetas del mundo para que canten Tu misterio. Me siento urgido, en definitiva, a ser mejor hijo, a entregarme del todo. Mudo de asombro. Con la constancia del amor.
¿Para qué quiero mi inteligencia si no es para conocerte? ¿Para qué quiero mi corazón si no es para amarte? Sé que Te sirves de mi propia debilidad para fortalecerme.
Ayúdame más, ayúdame a profundizar en el abismo de Tu misericordia mientras voy en el autobús o leo el periódico o juego con mis hijos. Ayúdame a mirarte en todas las cosas a lo largo del día. Siempre de la mano de María, que es Madre Tuya y es Madre mía. GU

Evangelio del Lunes 01 de Agosto

Día Litúrgico: Lunes XVIII (C) del T.O

Texto del Evangelio (Mt 14,13-21): En aquel tiempo, cuando Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan Bautista, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras Él viniendo a pie de las ciudades. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. 
Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida». Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer». Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces». Él dijo: «Traédmelos acá». 
Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

«Levantando los ojos al cielo...»

Comentario: Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio toca nuestros “bolsillos mentales”... Por esto, como en tiempos de Jesús, pueden aparecer las voces de los prudentes para sopesar si vale la pena tal asunto. Los discípulos, al ver que se hacía tarde y que no sabían cómo atender a aquel gentío reunido en torno a Jesús, encuentran una salida airosa: «Que vayan a los pueblos y se compren comida» (Mt 14,15). Poco se esperaban que su Maestro y Señor les fuera a romper este razonamiento tan prudente, diciéndoles: «Dadles vosotros de comer» (Mt 14,16).
Un dicho popular dice: «Quien deja a Dios fuera de sus cuentas, no sabe contar». Y es cierto, los discípulos —nosotros tampoco— no sabemos contar, porque olvidamos frecuentemente el sumando de mayor importancia: Dios mismo entre nosotros.
Los discípulos realizaron bien las cuentas; contaron con exactitud el número de panes y de peces, pero al dividirlos mentalmente entre tanta gente, les salía casi un cero periódico; por eso optaron por el realismo prudente: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces» (Mt 14,17). ¡No se percatan de que tienen a Jesús —verdadero Dios y verdadero hombre— entre ellos!
Parafraseando a san Josemaría, no nos iría mal recordar aquí que: «En las empresas de apostolado, está bien —es un deber— que consideres tus medios terrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios + 2 + 2...». El optimismo cristiano no se fundamenta en la ausencia de dificultades, de resistencias y de errores personales, sino en Dios que nos dice: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Sería bueno que tú y yo, ante las dificultades, antes de dar una sentencia de muerte a la audacia y al optimismo del espíritu cristiano, contemos con Dios. Ojalá que podamos decir con san Francisco aquella genial oración: «Allí donde haya odio que yo ponga amor»; es decir, allí donde no salgan las cuentas, que cuente con Dios.

sábado, 30 de julio de 2016

31 de Julio - Juan Colombini

Juan Colombini, Beato
Fundador de la Congregación de Clérigos Apostólicos de San Jerónimo, 31 de Julio

Martirologio Romano: En Acquapendente, de la Toscana, tránsito del beato Juan Colombini, rico comerciante que, dejándolo todo, abrazó la pobreza. Con los que le siguieron fundó la Orden de los Jesuatos, a quienes quiso pobres de Cristo y desposados con la dama Pobreza (1307).

Avaricioso, adinerado y mal genio eran las palabras que mejor podían describir a este hijo de patricia familia nacido hacia el año 1304. Abogado de profesión, fue el primer magistrado (Gonfalionere) de Siena, Italia. Padre de dos hijos: Pedro y Ángela.
Con su familia y amigos, vivía etapas de enojo seguidos de períodos de mortificación y aborrecimiento a sí mismo.
Convertido a la fe mientras leía la historia de la conversión de Santa María de Egipto, reformó su vida personal y empresarial visitando hospitales, atendiendo a los enfermos y ayudando a los pobres, personalmente siente un llamado a la pobreza y se va alejando de su vida social.
Varios años después de su cambio, murió su hijo y su hija entró a un convento. Decidió destinar parte de su fortuna para crear una anualidad que le permitiera a su esposa vivir confortablemente, y usó el resto de su dinero para equipar un hospital y ayudar a dos conventos. Desde ese momento el vivió en total pobreza debiendo rogar para conseguir su pan diario.
Algunos hombres comenzaron a ser sus seguidores, muchos de ellos eran jóvenes de familias adineradas que estaban desilusionados por sus estilos de vida, que sintiendo la llamada de Dios donaban sus fortunas para ayudar a los más pobres. Las elites de su localidad demandan el exilio de Juan ya que él estaba llevando a los más prometedores jóvenes de la ciudad hacia la "tontería".
Con su pequeño grupo de hombres fundó, en el año 1335, a los Clérigos Apostólicos de San Jerónimo, comúnmente llamados "jesuatos" por el frecuente uso que hacían de jaculatorias como «Jesús sea alabado». Era una congregación de seglares consagrados a la plegaria, la penitencia y a la caridad. El Papa Urbano V, en el año 1367, aprobó esta congregación con la condición que establecieran monasterios propios. Su hábito estaba formado por una túnica blanca, con capucha cuadrada y un manto gris-marrón. Era una orden menor, hasta que en 1606 se les permitió tener uno o dos sacerdotes por convento.
Juan Colombini murió camino a Acquapedente, apenas 35 días después de la aprobación de su congregación.
Los jesuatos se divulgaron por muchos lugares, pero cayeron en la relajación por lo que el Papa Clemente IX los suprimió como instituto en 1668. Fue beatificado por S.S. Gregorio XIII. Los jesuatos algunas veces han sido confundidos con los jesuitas, pero claramente son dos órdenes muy distintas.

Baruc 2


1 Por eso el Señor ha cumplido la amenaza que había pronunciado contra nosotros, contra los jueces que gobernaron a Israel, contra nuestros reyes, contra nuestros jefes y contra los hombres de Israel y de Judá.
2 Nunca se hizo bajo el cielo nada semejante a lo que él hizo en Jerusalén, conforme a lo que está escrito en la Ley de Moisés,
3 a tal punto que llegamos a comer, uno la carne de su hijo, y otro la carne de su hija.
4 Él los entregó en manos de todos los reinos que nos rodean, para que cayeran en el oprobio y la desolación, entre todos los pueblos de los alrededores donde el Señor los dispersó.
5 Así quedaron sometidos, en lugar de prevalecer, porque nosotros hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios, al no escuchar su voz.
6 Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, y a nuestros padres la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy.
7 Todo lo que el Señor había anunciado contra nosotros, todas esas desgracias nos han sobrevenido.
8 Nosotros no hemos aplacado con nuestras súplicas el rostro del Señor, apartándonos cada uno de los pensamientos de su corazón perverso.
9 Por eso el Señor estuvo atento a estas calamidades y las descargó sobre nosotros, porque él es justo en todo lo que nos manda hacer.
10 Pero nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
11 Y ahora, Señor, Dios de Israel, que hiciste salir a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano fuerte, con signos y portentos, con gran poder y con el brazo en alto, haciéndote así un Nombre famoso hasta el día de hoy,
12 nosotros hemos pecado, nos hemos hecho impíos, hemos incurrido en la injusticia, Señor, Dios nuestro, desobedeciendo todas tus prescripciones.
13 Que tu furor se aparte de nosotros, porque hemos quedado muy pocos entre las naciones donde nos has dispersado.
14 Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra súplica, y por tu honor, líbranos y concédenos el favor de aquellos que nos han deportado,
15 para que toda la tierra conozca que tú eres el Señor, nuestro Dios, porque tu Nombre ha sido invocado sobre Israel y sobre su raza.
16 Mira, Señor, desde tu santa morada y piensa en nosotros; inclina tu oído y escucha;
17 abre, Señor, tus ojos y mira; porque no son los muertos que están en el Abismo, aquellos cuyo espíritu ha sido arrancado de sus entrañas, los que tributan gloria y justicia al Señor;
18 sino que es el alma llena de aflicción, y son los que caminan encorvados y sin fuerzas, los ojos debilitados y el alma hambrienta los que te tributan, Señor, gloria y justicia.
19 No es por las obras de justicia de nuestros padres y de nuestros reyes, que nosotros presentamos nuestra súplica delante de tu rostro, Señor, Dios nuestro.
20 Porque tú has enviado sobre nosotros tu furor y tu indignación, como lo habías anunciado por medio de tus servidores, los profetas, diciendo:
21 Así habla el Señor: Dobleguen sus espaldas y sirvan al rey de Babilonia, y permanecerán en la tierra que yo he dado a sus padres.
22 Pero si ustedes no escuchan la voz del Señor, sirviendo al rey de Babilonia,
23 yo haré cesar en las ciudades de Judá y dentro de Jerusalén el grito de gozo y el grito de alegría, el canto del esposo y el canto de la esposa, y todo el país se convertirá en un desierto sin habitantes.
24 Y nosotros no hemos escuchado tu voz, que nos mandaba servir al rey de Babilonia; por eso, tú has cumplido la amenaza que habías pronunciado por medio de tus servidores, los profetas, a saber, que serían sacados de su sitio los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros padres.
25 Y ahora han sido arrojados al calor del día y al frío de la noche, después de haber muerto en medio de crueles sufrimientos, por el hambre, la espada y la peste.
26 Tú has reducido Esta Casa sobre la que había sido invocado tu Nombre, a lo que es en el día de hoy, a causa de la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.
27 Sin embargo, tú nos has tratado, Señor, Dios nuestro, conforme a toda tu benignidad y a tu gran compasión,
28 como lo habías anunciado por medio de Moisés, tu servidor, el día en que le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los israelitas, diciendo:
29 «Si ustedes no escuchan mi voz, esta grande, esta inmensa muchedumbre será reducida a un pequeño número entre las naciones adonde los dispersaré.
30 Yo sé, en efecto, que ellos no me escucharán, porque son un pueblo obstinado y rebelde, pero en la tierra de su exilio, volverán sobre sí mismos
31 y conocerán que yo soy el Señor, su Dios. Les daré un corazón y oídos dóciles,
32 y ellos me alabarán en la tierra de su exilio y se acordarán de mi Nombre.
33 Se arrepentirán de su obstinación y de sus malas acciones, porque se acordarán de la suerte de sus padres que pecaron contra el Señor.
34 Entonces los haré volver a la tierra que juré dar a sus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, y se adueñarán de ella. Los multiplicaré y ya no disminuirán.
35 Estableceré para ellos una alianza eterna, para que yo sea su Dios y ellos sean mi Pueblo, y ya no arrojaré más a mi pueblo Israel de la tierra que les he dado».

Hoy… sé porque mi alma se seca


Nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos. ¡Ahora nuestra alma se seca, pues nada sino este maná ven nuestros ojos! Números 11:5-6
Cuando una persona tiene la experiencia de mudarse y vivir en diferentes ciudades, la mente retiene como una computadora imágenes, perfumes y recuerdos vividos en esos lugares.
Los recuerdos pueden ser buenos o malos pero nuestra mente los conserva y en ocasiones los saca a dar un paseo cuando algo similar estimula nuestra memoria.
Cuanto más placenteros y agradables fueron los recuerdos, más fácil de recordar. Es como si el corazón se ligara a esos lugares o personas y le cuesta desprenderse.
Esta historia que nos cuenta la Biblia, es de un pueblo que vivió por generaciones en la esclavitud y bajo la opresión de otro pueblo.
Pero el brazo fuerte de Dios lo saca de aquel lugar y en un acto de amor extraordinario, le provee a sus necesidades hasta que lleguen a la tierra prometida.
Este pueblo que caminaba en el desierto tenía una columna de nube como una gran sombrilla que los protegía del sol ardiente del desierto, fuego como antorchas para iluminar la noche, agua para todos en la arena desértica y pan especial para cada día hasta que lleguen a su hogar.
Esta provisión les era molesta, ellos extrañaban “las cebollas”. Qué complejo comprender al ser humano, preferimos los placeres momentáneos del paladar que la libertad del alma.
¿Qué extrañamos de nuestro miserable pasado sin Dios?
¿Se seca el alma por falta de melones?
¿O será que nos falta pasar más tiempo con Él en intimidad?
Señor, enséñame a valorar la libertad que tengo en Ti, perdón por recordar cosas de mi pasado de esclavitud, y pensar que hay algo bueno en eso. MdeB

Evangelio del Domingo 31 de Julio

Día Litúrgico: Domingo XVIII (C) del T.O

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre!, ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».
Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

«La vida de uno no está asegurada por sus bienes»

Comentario: Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)

Hoy, Jesús nos sitúa cara a cara con aquello que es fundamental para nuestra vida cristiana, nuestra vida de relación con Dios: hacerse rico delante de Él. Es decir, llenar nuestras manos y nuestro corazón con todo tipo de bienes sobrenaturales, espirituales, de gracia, y no de cosas materiales.
Por eso, a la luz del Evangelio de hoy, nos podemos preguntar: ¿de qué llenamos nuestro corazón? El hombre de la parábola lo tenía claro: «Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19). Pero esto no es lo que Dios espera de un buen hijo suyo. El Señor no ha puesto nuestra felicidad en herencias, buenas comidas, coches último modelo, vacaciones a los lugares más exóticos, fincas, el sofá, la cerveza o el dinero. Todas estas cosas pueden ser buenas, pero en sí mismas no pueden saciar las ansias de plenitud de nuestra alma, y, por tanto, hay que usarlas bien, como medios que son.
Es la experiencia de san Ignacio de Loyola, cuya celebración tenemos tan cercana. Así lo reconocía en su propia autobiografía: «Cuando pensaba en cosas mundanas, se deleitaba, pero, cuando, ya aburrido lo dejaba, se sentía triste y seco; en cambio, cuando pensaba en las penitencias que observaba en los hombres santos, ahí sentía consuelo, no solamente entonces, sino que incluso después se sentía contento y alegre». También puede ser la experiencia de cada uno de nosotros.
Y es que las cosas materiales, terrenales, son caducas y pasan; por contraste, las cosas espirituales son eternas, inmortales, duran para siempre, y son las únicas que pueden llenar nuestro corazón y dar sentido pleno a nuestra vida humana y cristiana.
Jesús lo dice muy claro: «¡Necio!» (Lc 12,20), así califica al que sólo tiene metas materiales, terrenales, egoístas. Que en cualquier momento de nuestra existencia nos podamos presentar ante Dios con las manos y el corazón, llenos de esfuerzo por buscar al Señor y aquello que a Él le gusta, que es lo único que nos llevará al Cielo.

viernes, 29 de julio de 2016

Alarma - El cáncer está creciendo en Argentina


La palabra cáncer es una de esas que paraliza a quien la escucha. Sea porque recibe el diagnóstico para sí o para un familiar. Lo cierto es que la enfermedad tan temida es prevenible y, ante un diagnóstico temprano, los pronósticos no son tan desalentadores como se cree. 
El médico especialista en Oncología, Dr. Alejandro Turek alertó sobre una “combinación fatal” para el desarrollo de tumores malignos en adultos. Dijo que “la genética, los hábitos y estilos de vida, la polución ambiental, los antecedentes familiares de neoplasias, justifican cuidados y controles especiales; y el mix de mala dieta, inactividad física, alto índice de masa corporal, tabaquismo e ingesta de alcohol en límites no sociales, explica la incidencia de varios tumores malignos en el país”. 
Finalmente, el impacto de la polución ambiental está bien documentado. La Argentina cumple 200 años instalada en una ubicación intermedia de incidencia del cáncer. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, por su sigla en inglés), su base de datos online Globocan y el Ministerio de Salud, el país se ubica en un índice de incidencia (casos nuevos por año) medio-alto, de 217 casos /100 mil habitantes promedio. 
El Dr. Turek precisó que en referencia a los “100 mil nuevos enfermos de cáncer por año que reveló el estudio para 2012; proyectados 120 mil nuevos casos para 2015 y 173 mil para 2035 tendremos más cáncer en los años futuros”. 
Y detalló qué tipos de tumores integran el top 6 de los nuevos casos por año: 1- cáncer de mama, 2- colo-rectal, 3- pulmón, 4- próstata, 5- cérvix uterino y 6- riñón. 
En cuanto al top 3 de mortalidad, lo integran: cáncer pulmonar, colo-rectal y mamario. 
“El cáncer colo-rectal y pulmonar luego de los 50 años iguala a mujeres y hombres en la estadística -aclaró el especialista- 20 mil mujeres se enferman cada año de cáncer mamario. El promedio de ellas que se controlan y estudian su estado de salud aún es insuficiente”. 
Y tras asegurar que “a pesar de los adelantos innegables en el cuidado médico de todo tipo, la mortalidad aún es alta”, El Dr. Turek puntualizó que “5 mil mujeres por año se diagnostican con cáncer de cuello uterino, una enfermedad modelo para la prevención (factible), diagnóstico temprano y tratamiento indoloro. Pero vemos morir innecesariamente a muchas de ellas en etapa avanzada”. 
El especialista añadió que “entre 2012 y 2015 el aumento de la incidencia fue de 5%. El proyectado para 2035 es de 50%”. 
Sobre el cáncer colo-rectal, Turek aseguró que “en la Argentina todavía hay mucha gente joven que se muere de ese cáncer porque llega tarde al diagnóstico. La enfermedad es prevenible y factible de diagnosticar en etapas tempranas con cura del 100% de los casos”. 
Y continuó: “La atención a ciertas neoplasias debiera ser diaria en nuestros consultorios, hospitales y servicios. Tal vez difundir estas cuestiones sirva para generar conciencia y que alguien que no se siente bien consulte antes y un profesional atento lo ayude a curarse”. 
Respecto de los estudios físicos requeridos, fue preciso: “Con una endoscopia -que es ambulatoria y que tarda 15 minutos en manos de los buenos gastroenterólogos del país- podemos saber si nuestro colon y recto están sanos o no”. 
No fumar es una decisión inteligente. Cada cigarrillo rubio contiene 60 sustancias tóxicas, entre las cuales hay algunas que promueven el cáncer. Hay componentes presentes en el cigarrillo que nadie con un poco de buen criterio se pondría en la boca, como plomo, cianuro, arsénico, venenos paras ratas y nicotina, que es el compuesto adictivo, detalló el especialista en oncología, quien consideró que “alcohol y tabaco son dinamita porque juntos hacen sinergia y potencian el daño, especialmente en la zona de contacto”. 
Fumadores y alcohólicos tienen mayor incidencia de algunas neoplasias que tiene que ver con sus hábitos. 
Además, indicó que “la gente que no mantiene su peso tienen algunas neoplasias con mayor incidencia que las personas delgadas. Los tratamientos hormonales en la mujer sin control por muchos años pueden resultar un factor inapropiado para el control de las neoplasias”.

¿Qué estudios hacerse según el género?
Las mujeres: consulta anual con el clínico de cabecera. Autoexamen mamario mensual, mamografía, ecografía mamaria bilateral en ausencia de factores personales o familiares de riesgo. En ese caso habrán iniciado sus chequeos mucho antes. Examen anual ginecológico -papanicolau, colposcopía y control de la infección por HPV-. De acuerdo a resultados se repetirán en intervalos anuales o más prolongados. La mama se estudia hasta los 75 años, mientras que el cérvix uterino hasta los 65. Luego, el especialista evalúa la conveniencia de seguir los controles. Radiografía digital de tórax anual si fuman, colonoscopía inicial a los 50 y luego cada 5 años en ausencia de pólipos hasta los 75. Prestar atención a todas las lesiones benignas de la piel. Sobre todo si se expusieron en exceso al sol sin protección adecuada y siguen esa práctica. Los cambios de forma, bordes, color, tamaño, y sangrado de una lesión cutánea es motivo de consulta con especialistas. 
Los hombres: consulta anual con el clínico de cabecera. Radiografía digital de tórax anual si fuman, colonoscopía y el control de la piel, igual a las mujeres. Control anual con urología para el tacto rectal y marcador PSA en sangre para descartar el tumor prostático. 
En ambos sexos: control completo de laboratorio anual, para evaluar la normal función de la médula ósea y las células de la sangre, hígado, riñón, metabolismo. Y consultar rápidamente ante cada signo que parezcan anormales de reciente aparición (disfonías sin solución, sangrados, tos seca que no cede, tumoraciones o ganglios que desarrollan en corto tiempo, entre otros motivos de consulta).

30 de Julio - Sergio Cid Pazo

Sergio Cid Pazo, Beato
Sacerdote y Mártir Salesiano, 30 de Julio

Martirologio Romano: En la ciudad de Barcelona, España, beato Sergio Cid Pazo, presbítero de la Sociedad Salesiana y mártir, víctima de la persecución contra la religión, por haber dado sin miedo testimonio de su fe cristiana (1936).

Don Sergio Cid Pazo nació en Allariz (Orense) el 24 de abril de 1884.
Desde pequeño se adivinaba su vocación y siguió sus estudios sacerdotales en Sarriá para profesar en 1905.
Su vida fue ejemplar. Todos hablan de él con respeto y casi con veneración por su bondad, que dejaba translucir en todo lo que hacía. Trabajador incansable, transcurrió toda su vida ligado a la casa de Sarriá como pastoralista.
Fue expulsado del colegio de Sarriá el 22 de julio de 1936 y buscando refugio fue reconocido y delatado. En la detención el P. Sergio Cid viajaba en un tranvía en Barcelona. Algunos milicianos, fijándose bien, tuvieron la sospecha de que era un cura. Agarrándolo por un brazo, le sacaron la mano del bolsillo: entre los dedos tenía el rosario. Lo arrojaron del tranvía en marcha. Murió destrozado contra un farol. (Testimonio jurado). Su asesinato ocurrió el 30 de julio de 1936.
Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001, junto a otros 232 mártires españoles.

Baruc 1


1 Texto del escrito que Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Asadías, hijo de Jilquías, escribió en Babilonia,
2 en el año quinto, el séptimo día del mes, en la época en que los caldeos habían tomado Jerusalén y la habían incendiado.
3 Baruc leyó el texto de este escrito en presencia de Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y de todo el pueblo que había venido para escuchar esta lectura;
4 en presencia de las autoridades y de los príncipes reales, de los ancianos y de todo el pueblo –desde el más pequeño hasta el más grande– de todos los que habitaban en Babilonia junto al río Sud.
5 Se derramaron lágrimas, se ayunó y se oró delante del Señor.
6 También se recogió dinero según las posibilidades de cada uno,
7 y se lo envió a Jerusalén, al sacerdote Joaquím, hijo de Jilquías, hijo de Salóm, y a los otros sacerdotes y a todo el pueblo que se encontraba con él en Jerusalén.
8 Baruc ya había recuperado, el décimo día del mes de Siván, los vasos de la Casa del Señor sacados del Templo, a fin de devolverlos a la tierra de Judá. Eran objetos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá,
9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó desde Jerusalén y llevó a Babilonia a Jeconías, a los príncipes, a los rehenes, a los nobles y a la gente del país.
10 Les escribieron lo siguiente: Aquí les enviamos dinero; compren con él víctimas para los holocaustos y los sacrificios por el pecado, y también incienso; hagan ofrendas y preséntenlas sobre el altar del Señor, nuestro Dios.
11 Rueguen por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la de su hijo Baltasar, para que sus días sean sobre la tierra como los días del cielo.
12 Que el Señor nos dé fuerza e ilumine nuestros ojos, para que vivamos a la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a la sombra de su hijo Baltasar, y lo sirvamos mucho tiempo, gozando de su favor.
13 Rueguen también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra él, y la ira del Señor y su indignación no se han alejado de nosotros hasta el día de hoy.
14 Lean este libro, que nosotros les enviamos para que se haga confesión de los pecados en la Casa del Señor, en el día de la Fiesta y en los días de la Asamblea.
15 Ustedes dirán: Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy; vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén,
16 para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres.
17 Porque hemos pecado contra el Señor,
18 le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
19 Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz.
20 Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, tu servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy.
21 Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió.
22 Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios.

Más grande que un sentimiento


“Aun si nos sentimos culpables, Dios es superior a nuestros sentimientos y Él lo sabe todo”. 1 Juan 3.20
Culpa. Este es un tema que para nosotros, surge y resurge una y otra vez. Cada vez que hablamos con gente sobre permitir que Dios sane su pasado, de alguna u otra manera, terminamos señalando la culpa con la que viven por las cosas que hicieron en el pasado. La culpa es una realidad en varios sentidos.
Es real en el sentido de que todos la sentimos. No obstante, en un sentido más poderoso, es real porque es el hecho de haber realizado algo malo. En ese momento, todos la sentimos, porque todos hemos cometido errores, hemos herido a alguien o hemos causado daño. Ese es el hecho. Basado en los mismos, somos culpables de hacer esas cosas.
¿Cuál es el problema con todo esto? Es fácil permitir que tu sentimiento de culpa nuble la manera en que te ves a ti mismo y al mundo que te rodea. Se convierte en el lente por medio del cual nos vemos a nosotros mismos. Y cuando nos vemos de esta manera, llegamos a la conclusión de que los demás nos ven de la misma manera, o por lo menos que pueden sentir nuestra culpabilidad.
Por fuera puede que parezcamos ser seguros de sí mismos, dotados, exitosos, talentosos, etc. pero por dentro estamos colgando de un hilo. Puede que podamos presentarnos de tal manera que la gente no pueda ver nuestro sentimiento, pero el sentimiento sigue vivo dentro de nosotros.
Esto se traduce fácilmente a nuestra relación con Dios. Él no puede ser engañado por nuestra fachada exterior. Él no se distrae con nuestros logros o bienes materiales. Él ve lo que hay adentro. Ve la culpa y la vergüenza. Entonces ahora veamos el versículo mencionado, “Aun si nos sentimos culpables, Dios es superior a nuestros sentimientos…”
El hecho es que todos somos culpables pero no necesitamos ser dominados por ese sentimiento. Dios es más grande que nuestros sentimientos. Él es capaz de tratar con los sentimientos que pueden habernos tenido atrapados.  Es capaz de sanar esos sentimientos, capaz de cambiar nuestra perspectiva y empujarnos a avanzar hacia una vida saludable y efectiva.
¿Con qué culpa has estado viviendo? ¿Cómo te has estado viendo a ti mismo?
Hoy, lleva tus sentimientos de culpa a Dios y pregúntale cómo te ve Él. La respuesta es, perdonado. Siempre ha sido, perdonado. No permitas que los sentimientos de culpa te condenen a vivir una vida sin amor. Dios es más grande que tus sentimientos y puede ayudarte a dar y recibir amor de nuevo. RyRVM

Evangelio del Sábado 30 de Julio

Día Litúrgico: Sábado XVII (C) del T.O

Texto del Evangelio (Mt 14,1-12): En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús, y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas». 
Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta. 
Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.

«Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús»

Comentario: Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez
Secretario del obispo de Sant Feliu de Llobregat, España

Hoy, la liturgia nos invita a contemplar una injusticia: la muerte de Juan Bautista; y, a la vez, descubrir en la Palabra de Dios la necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra fe para llenar de esperanza el mundo.
Os invito a centrar nuestra reflexión en el personaje del tetrarca Herodes. Realmente, para nosotros, es un contra testigo pero nos ayudará a destacar algunos aspectos importantes para nuestro testimonio de fe en medio del mundo. «Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús» (Mt 14,1). Esta afirmación remarca una actitud aparentemente correcta, pero poco sincera. Es la realidad que hoy podemos encontrar en muchas personas y, quizás también en nosotros. Mucha gente ha oído hablar de Jesús, pero, ¿quién es Él realmente?, ¿qué implicación personal nos une a Él?
En primer lugar, es necesario dar una respuesta correcta; la del tetrarca Herodes no pasa de ser una vaga información: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos» (Mt 14,2). De cierto que echamos en falta la afirmación de Pedro ante la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro le respondió: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo’» (Mt 16,15-16). Y esta afirmación no deja lugar para el miedo o la indiferencia, sino que abre la puerta a un testimonio fundamentado en el Evangelio de la esperanza. Así lo definía San Juan Pablo II en su Exhortación apostólica La Iglesia en Europa: «Con toda la Iglesia, invito a mis hermanos y hermanas en la fe a abrirse constante y confiadamente a Cristo y a dejarse renovar por Él, anunciando con el vigor de la paz y el amor a todas las personas de buena voluntad que, quién encuentra al Señor conoce la Verdad, descubre la Vida y reconoce el Camino que conduce a ella».
Que, hoy sábado, la Virgen María, la Madre de la esperanza, nos ayude a descubrir realmente a Jesús y a dar un buen testimonio de Él a nuestros hermanos.

jueves, 28 de julio de 2016

La ansiedad excesiva afecta la vida social y cotidiana


Cuando hablamos de ansiedad excesiva o patológica, hacemos referencia a una respuesta psicobiológica exagerada, que se caracteriza por temores irracionales frente a situaciones que se perciben como amenazas reales - cuando no lo son - perturbando la vida social y cotidiana de la persona. 

Intervienen diferentes factores en la aparición de esta ansiedad. Algunos de ellos son:
  • Predisposición genética: presentan una carga genética de padres a hijos.
  • Vulnerabilidad del sistema autónomo simpático: al ser más sensible que el de otras personas, se manifiesta antes descargando adrenalina, provocando la respuesta ansiosa.
  • Vivencias infantiles: tiene que ver con los diferentes sucesos que el sujeto vivió en su vida infantil y cómo repercutieron en él.
Sistema de creencias y pensamientos negativos: se interpretan los hechos del exterior como algo peligroso, lo cual activa al sistema autónomo simpático, generando el estado de ansiedad.
Los estudios e investigaciones muestran que lo que el sujeto se imagina o piensa de forma catastrófica, va a provocar en el cerebro la reacción de ansiedad y temor con síntomas físicos muy similares a los qué se originan frente a la exposición ante un peligro real. 
La Terapia Cognitiva nos enseña qué no son los hechos del exterior los que nos perturban, sino como cada uno de nosotros los interpreta. Esto significa que tanto las situaciones negativas como positivas de la vida cotidiana, pueden ser generadoras de ansiedad, como consecuencia de los pensamientos con los que el sujeto las interpreta. 

Características de los pensamientos generadores de ansiedad:
  • Son anticipatorios: porque se anticipan siempre de manera negativa a lo que pueda ocurrir.
  • Son catastróficos: la persona ve las situaciones peor de lo que realmente son.
  • Son certeros: lo que el sujeto piensa o se imagina de forma negativa sobre lo que pueda suceder, no lo vive como una probabilidad sino que tiene la certeza de que va a pasar.
Algunas de las consecuencias que puede originar la ansiedad patológica en la vida cotidiana y social del sujeto son:
  • Retraimiento social.
  • Conductas evitativas frente a situaciones cotidianas.
  • Perturbación en el desempeño de las actividades académicas y laborales.
Tips para tener en cuenta:
  • Aprender a identificar los pensamientos negativos para poder modificarlos;
  • Tener presente que no son las situaciones las que nos perturban, sino como las interpretamos.
  • Someter a crítica aquellos pensamientos que generan el estado de ansiedad para poder realizar una interpretación más saludable de las diferentes situaciones.
Lic. Santiago Gómez

29 de Julio - Urbano II

Urbano II, Beato
CLIX Papa, 29 de Julio

Martirologio Romano: En Roma, en la basílica de San Pedro, beato Urbano II, papa, que defendió la libertad de la Iglesia de las intromisiones de los laicos, luchó contra los clérigos simoníacos e indignos y, en el Concilio de Clermont, exhortó a los soldados cristianos a que, con el signo de la cruz, liberasen a sus hermanos cristianos de la opresión de los infieles y recuperasen el sepulcro del Señor, que estaba su poder (1099).

Nacido de una familia de caballeros en Châtillon-sur-Mame, provincia de Champagne, alrededor de 1042; muerto el 29 de julio de 1099. Bajo la dirección de San Bruno (posteriormente fundador de los cartujos), Otto estudió en Reims, donde más tarde llegó a ser canónigo y archidiácono. Alrededor de 1070 se retiró a Cluny y allí profesó bajo el gran abad San Hugo. Después de ocupar el cargo de prior fue enviado por San Hugo a Roma como uno de los monjes solicitados por Gregorio VII, y fue de gran ayuda para Gregorio en la difícil tarea de reformar la Iglesia. En 1078 se convirtió en Cardenal Obispo de Ostia y consejero y asistente principal de Gregorio.
Durante los años 1082 a 1085 fue legado papal en Francia y Alemania. Mientras regresaba a Roma en 1083 fue hecho prisionero por el Emperador Enrique IV, pero fue pronto liberado. Mientras estuvo en Sajonia (1084-1085) llenó muchas de las sedes vacantes con hombres leales a Gregorio y depuso a quienes el papa había condenado. Celebró un gran sínodo en Quedlimburgo, Sajonia, en el cual el antipapa Guiberto de Ravenna y sus partidarios fueron anatematizados de nombre. Víctor III ya había sido elegido cuando Otto regresó a Roma en 1085. Otto parece haberse opuesto a Víctor al comienzo, no por alguna animosidad o carencia de buena voluntad, sino porque él juzgaba mejor, y crítico a la vez, que Víctor renunciara al honor que no deseaba retener. Después de la muerte de Víctor se envió una citación a tantos obispos del grupo de Gregorio cómo fue posible para asistir a una reunión en Terracina. Se dio a conocer en este encuentro que Otto había sido sugerido por Gregorio y Víctor como su sucesor. Por consiguiente, el 12 de marzo de 1088, fue elegido por unanimidad, tomando el título de Urbano II. Su primer acto fue proclamar al mundo su elección y exhortar a los príncipes y obispos que habían sido leales a Gregorio para continuar en su fidelidad: Otto declaró su intención de seguir la política y el ejemplo de su gran predecesor todo lo que él rechazaba, yo lo rechazo, lo que él condenaba, yo lo condeno, lo que él amaba, yo lo abrazo, lo que él consideraba como Católico, yo lo confirmo y apruebo.
Fue una tarea difícil la que afrontó el nuevo papa. La entrada a Roma era imposible. Los Normandos, con quienes, junto con Matilda, sólo podía contar, estaban ocupados en una guerra civil. Antes de que pudiera hacerse cualquier cosa, Roger y Bohemund debían reconciliarse y para efectuar esto, el papa partió para Sicilia. Se reunió con Roger en Troina, pero la historia no dice nada sobre lo que ocurrió entre ellos. El año siguiente, sin embargo, hubo paz entre los dos príncipes, y la primera entrada de Urbano en Roma en noviembre de 1088, según afirman algunos, se hizo posible gracias a las tropas Normandas. Su difícil situación en Roma era verdaderamente lamentable; toda la ciudad estaba prácticamente en manos del antipapa, y Urbano tuvo que refugiarse en la Isla de San Bartolomé, siendo resguardado el acceso por Pierleone, quien había convertido el teatro de Marcelo en la ribera izquierda del río en una fortaleza. En Alemania no se contemplaba la perspectiva de ofrecer esperanzas de triunfo del grupo papal; sus partidarios más fieles en el episcopado habían muerto, y Enrique estaba ganando terreno continuamente. En medio de la pobreza y escasez de su miserable refugio, Urbano dictó sentencia de excomunión contra el emperador e igualmente el antipapa. Guiberto replicó realizando un sínodo en San Pedro antes del cual citó a Urbano a asistir. Las tropas del papa y el antipapa se trabaron en un combate desesperado que duró tres días; Guiberto fue sacado de la ciudad, y Urbano entró triunfante a San Pedro. Ahora estaba decidido a unir a sus seguidores en Italia y Alemania. La Condesa Matilda había perdido su primer esposo, Godofedo de Lorraine. Ahora era ya de edad avanzada, pero esto no evitó su matrimonio con el Conde Welf de Baviera, un joven de dieciocho años, cuyo padre, El Duque de Welf IV de Baviera, estaba en armas contra Enrique. Urbano encaminó de nuevo sus pasos hacia el sur. En el otoño de 1089, setenta obispos se reunieron con él en el sínodo de Melfi, donde se promulgaron decretos contra la simonía y el matrimonio clerical. En diciembre regresó a Roma, pero no antes de haber construido una paz duradera entre Roger y Bohemund, y de recibir su completa lealtad. Los volubles Romanos habían de nuevo renunciado a él ante las noticias del éxito de Enrique contra Matilda en el norte de italia, y habían llamado a Guiberto de regreso a la ciudad. Este celebraba la Navidad en San Pedro mientras Urbano lo anatematizaba desde extramuros.
Por tres años Urbano fue obligado a vagar en el exilio por el sur de Italia. Pasó el tiempo celebrando concilios y mejorando el carácter de la disciplina eclesiástica. Mientras tanto Enrique por fin sufrió una represión de las fuerzas de Matilda en Canossa, la misma fortaleza que había presenciado su humillación ante Gregorio. Su hijo Conrado, aterrorizado, se dice, ante la depravación de su padre, y rehusando convertirse en su socio en el pecado, huyó al bando de Matilda y Welf. La Liga Lombarda Milán, Lodi, Piacenza y Cremona lo recibió con gusto y fue coronado rey en Milán, el centro del poder imperial en Italia. El camino estaba ahora despejado para el ingreso de Urbano en Roma, pero todavía los partidarios de Guiberto mantenían las posiciones fuertes de la ciudad. Esta vez el papa fijó su residencia en la fortaleza de los Frangipani, una familia que le había permanecido leal y que había establecido una posición defensiva bajo el Palatino cerca a la Iglesia de Santa María Nuova. Su situación era lastimosa, pues tenía que depender de la caridad y ya estaba lleno de deudas. Un abad francés, Gregorio de Vendôme, sabiendo de la difícil situación de Urbano, corrió rápidamente a Roma que podría convertirse en partícipe de sus padecimientos y trabajo y mitigar su necesidad. En retribución por esto fue erigido Cardenal Diácono de Santa Prisca. Un poco antes de la Pascua de 1094, el gobernador del palacio de Letrán ofreció cederlo a Urbano mediante el pago de una gran suma de dinero.
Gregorio de Vendôme suministró este dinero vendiendo ciertas posesiones de su monasterio; Urbano ingresó al Lateranense a tiempo para la solemnidad pascual, y se sentó por primera vez en el trono papal justo seis años después de su elección en Terracina.
Pero no era época para permanecer largo tiempo en Roma. La causa de Enrique estaba constantemente volviéndose más débil, y Urbano corrió al norte para celebrar un concilio en Piacenza con intereses de paz y reforma. La infortunada Praxedis, segunda esposa de Enrique, había sufrido injusticias que eran ahora la propiedad común de los Cristianos. Su causa fue escuchada, sin tratar Enrique de defenderse. Ella fue públicamente declarada inocente y absuelta de toda censura. Luego se trató el caso de Felipe de Francia, quien había repudiado a su esposa Bertha y se había desposado con Bertrada, la esposa de Fulk de Anjou. Varios obispos habían reconocido la unión, pero el Arzobispo Hugo de Lyon había tenido el valor de excomulgar a Felipe por adulterio. Tanto el rey como el arzobispo fueron convocados al concilio, y ambos fallaron a la cita. A Felipe le fue concedida una prórroga adicional, pero Hugo fue suspendido de su cargo. En este concilio Urbano pudo empezar a hablar del tema de las Cruzadas. El Emperador de Oriente, Alexius I, había enviado una embajada al papa en busca de ayuda contra los Turcos Seljuk quienes eran una seria amenaza para el Imperio de Constantinopla. Urbano tuvo éxito en inducir a muchos de los presentes a prometer ayuda para Alexius, pero no fue tomada ninguna acción definitiva por parte de él hasta pocos meses más tarde, cuando convocó el más famoso de sus concilios, el de Clermont en Auvergne. El concilio se reunió en noviembre de 1095; trece arzobispos, doscientos treinta y cinco obispos, y más de noventa abades respondieron a la citación del papa. El sínodo se reunió en la Iglesia de Notre-Dame du Port y comenzó reiterando los Decretos Gregorianos contra la simonía, la investidura y el matrimonio clerical. La sentencia que durante algunos meses había estado amenazando a Felipe de Francia, se puso ahora en acción contra él, y fue excomulgado por adulterio. Luego se discutió el candente asunto del Oriente. La recepción de Urbano en Francia había sido muy entusiasta, y el entusiasmo por la Cruzada se había difundido en cuanto el papa viajó allí desde Italia. Miles de nobles y caballeros se habían reunido para el concilio. Se decidió que un ejército de caballería e infantería marcharía a rescatar de los Sarracenos a Jerusalén y las Iglesias de Asia. Se concedió indulgencia plenaria a todos los que emprendieran el viaje pro sola devotione, y para ayudar más al movimiento, se ofreció la Tregua de Dios, y los bienes de aquellos que habían tomado la cruz serían vistos como sagrados. Aquellos que fueran incapaces para la expedición eran vedados para emprenderla, y los fieles eran exhortados a tomar el consejo de sus obispos y sacerdotes antes de ponerse en marcha. Saliendo al frente de la iglesia, el papa se dirigió a la inmensa multitud. Utilizó al máximo sus maravillosos dones de elocuencia, describiendo la cautividad de la Ciudad Sagrada donde Cristo había sufrido y muerto. Déjenlos volver sus armas goteantes con la sangre de sus hermanos contra los enemigos de la Fe Cristiana. Déjenlos opresores de huérfanos y viudas, asesinos y violadores de iglesias, ladrones de la propiedad de otros, buitres atraídos por el olor del combate déjenlos precipitarse, si aman sus almas, al rescate de Sion, bajo el mando de su capitán, Cristo.- Cuando el papa dejó de hablar un poderoso grito de Deus lo volt brotó de la multitud. Sus más optimistas esperanzas no habían anticipado tal entusiasmo como el que ahora prevalecía. Se le trató de persuadir reiteradamente a dirigir personalmente la Cruzada, pero él designó a Ademar, Obispo de Le Puy, en su lugar, y dejando Clermont viajó en Francia de ciudad en ciudad predicando la Cruzada. Se enviaron cartas a los obispos que no habían podido asistir al concilio, y se enviaron predicadores por toda Europa para despertar entusiasmo. En toda forma posible Urbano animó al pueblo a tomar la cruz, y no dispensaba fácilmente de sus obligaciones a aquellos que se habían eximido por sí mismos de emprender la expedición.
En marzo de 1096 el papa celebró un sínodo en Tours y confirmó la excomunión del rey francés, el cual ciertos miembros del episcopado francés habían intentado remover. En julio de 1096, el rey, habiendo despedido a Bertrada, fue absuelto por Urbano en un sínodo celebrado en Nimes, pero habiendo reincidido, fue nuevamente excomulgado por el legado del papa en 1097. Algunos de los más grandes prelados de Francia debían ahora someterse al papa, estando entre ellos el Arzobispo de Viena, quien había rehusado atenerse a la decisión papal considerando la jurisdicción del Obispo de Grenoble, y el Arzobispo de Sens, quien había rehusado reconocer al Arzobispo de Lyons como legado papal. Después de un triunfal progreso a través de Francia, Urbano regresó a Italia. En su camino a Roma se encontró en Lucca con los príncipes cruzados, y otorgó el estandarte de San Pedro sobre Hugo de Vermandois. Algunos afirman que este ejército cruzado hizo posible a Urbano entrar en Roma, la cual en este momento estaba de nuevo ocupada por el antipapa. Si esto fue así, de acuerdo con el relato de un testigo ocular, el ingreso parece haberse efectuado sin combate. Sin duda la presencia de tropas bien disciplinadas, bajo los más distinguidos caballeros de la Cristiandad, infundió terror en los fieros partidarios de Guiberto. Pero el triunfo final de Urbano, estaba ahora asegurado. Italia central y del norte estaban bajo el poder de Matilda y Conrado, y Enrique fue finalmente obligado a abandonar Italia. Se celebró un concilio en el Lateranense en 1097, y antes de finalizar el año, Urbano pudo ir nuevamente al sur para solicitar ayuda de los Normandos para facilitarle recuperar el Castillo de San Ángelo. El castillo capituló en agosto de 1098. Ahora pudo disfrutar de un breve período de reposo después de una vida de incesante actividad y feroz contienda, que lo había llevado al exilio y la penuria. Su amistad con los Normandos se fortaleció por la designación del Conde Roger como legado papal en Sicilia, donde la Iglesia había sido casi barrida por los Sarracenos; el antipapa estaba dentro de su Arzobispado de Ravenna, y el poder de Enrique, aunque fortalecido por el Conde Welf, quien había abandonado a Matilda, no era suficientemente fuerte para seguir siendo una amenaza seria.
En octubre de 1098, el papa celebró un concilio en Bari con la intención de reconciliar a los Griegos con los Latinos sobre el problema del filioque (Nota del Traductor: Fórmula adicionada al Credo de Nicea en el Concilio de Toledo en 589: Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo - Credo in Spiritum Sanctum qui ex patre filioque procedit) ciento ochenta obispos asistieron, entre los cuales estaba San Anselmo de Canterbury, quien había huido hacia Urbano para colocar ante él sus quejas contra el Rey Rojo. El final de Noviembre vio de nuevo al papa en Roma; ese fue su regreso final a la ciudad. Aquí celebró su último concilio en Abril de 1099. Una vez más elevó su elocuente voz en medio de las Cruzadas, y muchos respondieron a su llamado. En julio 15 de 1099, Jerusalén cayó ante el ataque de los cruzados, pero Urbano no vivió para escuchar las nuevas. Murió en la casa de Pierleone que tan a menudo le había brindado refugio. Sus restos no pudieron ser sepultados en la Lateranense porque los seguidores de Guiberto aún permanecían en la ciudad, sino que fueron llevados a la cripta de San Pedro donde fueron enterrados cerca a la tumba de Adriano I. Guiberto de Nogent asegura que se obraron milagros en la tumba de Urbano, quien figura como santo en muchos de los Martirologios. Así parece haber existido un culto de Urbano II desde el momento de su muerte, aunque su fiesta (julio 29) nunca ha sido extendida a la Iglesia Universal. Entre las figuras pintadas en el ábside del oratorio construido por Calixto II en la Palacio de Letrán está la de Urbano II con las palabras sanctus Urbanus secundus debajo de ella. La cabeza está coronada por una nube cuadrada, y el papa es representado a los pies de Nuestra Señora. 
El acto formal de beatificación no tuvo lugar hasta el pontificado de León XIII. La causa fue presentada por Monseñor Langenieux, Arzobispo de Reims en 1878, y después de haber pasado por varias instancias la decisión fue tomada por León XIII el 14 de julio de 1881.