La música, cualquiera sea su género, ha tenido una presencia fundamental en todas las épocas y las culturas a través de los siglos, desde los comienzos de la humanidad.
En la actualidad, las investigaciones cerebrales han despertado un creciente interés porque nos ayudan a comprender mejor el comportamiento humano y su relación con el mundo que lo rodea. Las ciencias médicas reconocen hoy especialidades como la neurocardiología y la neurogastroenterología y también la neuromúsica.
Se denomina neuromúsica al área del conocimiento que estudia el vínculo entre el cerebro y la expresión musical humana, investigando el funcionamiento cerebral durante la creación, la interpretación y la audición musical. La relación entre el cerebro y la música es más bien emotiva. A diferencia del lenguaje hablado o escrito, de designio fundamentalmente racional, la música apela más que nada a nuestra emoción, facilitando y reforzando vínculos de afecto, sentimiento y empatía.
Al escuchar o hacer música el cerebro se beneficia de la descarga y catarsis emotiva que se genera durante esos procesos creativos, ya que al ser algo abstracto, sortea lo racional y estimula directamente las estructuras cerebrales que regulan las emociones. Esta es la razón por la que la música se comparte, se asocia al fervor religioso, la pasión deportiva, las fechas íntimas (cumpleaños, casamientos, funerales), el entusiasmo político, el teatro o el cine, todas situaciones que conllevan emociones que la música estimula.
La música refuerza todas nuestras emociones. Se encauza en nuestro cerebro involucrando muchas áreas que se reclutan en forma coordinada y simultánea. Se ha comprobado que efectivamente la música nos toca porque las vibraciones sonoras abordan nuestro cuerpo primero, en la piel; y luego al atravesar tejidos que alcanzan músculos, huesos y órganos.
Esta conexión emocional hace que la música sea también muy importante en el tratamiento de ciertas enfermedades, como es el caso de las personas afásicas, que por una lesión cerebral pierden la capacidad de hablar, y logran articular palabras a través de la música. Igual de efectiva es para la memoria. La música facilita la memoria: el sonido de una melodía puede hacernos recordar su título, que espontáneamente no nos “venía a la cabeza”. Es por esto que la llamada “terapia por entonación melódica” es un recurso terapéutico de gran importancia hoy en día.
Investigaciones recientes coinciden en que hacer música es la tarea de mayor demanda para el cerebro ya que durante un encuentro musical se desenvuelven la autonomía, la creatividad, la flexibilidad cognitiva, las habilidades sociales, visoespaciales y motoras, la atención, la memoria, la toma de decisiones, la emoción, la expresión. Dr. Osvaldo Fustinoni
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