martes, 9 de mayo de 2017

10 de Mayo - Nicolás Albergati

Nicolás Albergati, Beato
Cardenal Obispo de Boloña, 10 de Mayo

Observación: En el antiguo martirologio se lo recordaba el 9 de mayo
Martirologio Romano: En Siena, en la región de Toscana, Italia, beato Nicolás Albergati, obispo de Bolonia, que ingresó de joven en la Orden de Padres Cartujos y, una vez ordenado obispo, prestó un gran servicio a la Iglesia con su celosa labor pastoral y con su participación en legaciones pontificias († 1443).
Etimológicamente: Nicolás = vencedor de los pueblos. Viene de la lengua griega.

El culto del beato fue aprobado en 1744, pero los cartujos y los agustinos le tenían, desde mucho antes, en gran veneración.
Nicolás Albergati era un boloñés de buena familia. Había empezado a estudiar leyes, pero a los veinte años decidió entrar en la cartuja. Llegó a ser superior de varias casas y, en 1417, fue elegido obispo por el clero y el pueblo de Bolonia. Nicolás se vio obligado a aceptar el cargo por orden de sus superiores. Conservó durante toda su vida la austeridad monástica. Vivía en una modesta casita e iba, con frecuencia, a visitar a los pobres.
El papa Martín V y sus sucesores en la Cátedra de San Pedro le confiaron varias misiones diplomáticas de importancia, que el beato desempeñó con gran éxito. En 1426, recibió el capelo cardenalicio. Se lo confirió Tomás Parentucelli de Sarzana, su antiguo discípulo, que al ser elegido papa -con el nombre de Nicolás V-, no olvidó la gratitud y la veneración que de niño le había profesado.
El cardenal Albergati gozaba de gran fama de mediador; el papa le envió a diversas cortes de Italia y del extranjero a negociar la paz, y el éxito con que ejerció sus funciones le mereció el título de «el ángel pacificador». Como legado pontificio, el beato tomó parte con el Concilio de Ferrara, y la reconciliación de los griegos, en Florencia, se debió en gran parte a él.
El papa Eugenio IV le profesaba gran estima, le consultaba con mucha frecuencia, le nombró penitenciario mayor y fue a visitarle muchas veces cuando se hallaba enfermo. El beato Nicolás murió en Siena, durante una visita a un convento de los agustinos, de los que era protector. Aunque era inaudito que un papa acudiese a las exequias de un cardenal, Eugenio IV asistió al entierro del purpurado Albergati en Bolonia. El beato fue un gran protector de la cultura y escribió varios libros.

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