viernes, 19 de mayo de 2017

Cuatro ingredientes para un milagro


Una mujer experimentó milagros sorprendentes en su vida y encontró la fuente de su bendición, alegría y paz. Su historia se relata en 2 Reyes 4: 8-37.
Un buen día le dijo a su esposo que construyeran una habitación y pondrían allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que al pasar el Hombre de Dios, se quedara allí. Aquella actitud le proveyó de un maravilloso milagro, un hijo, ya que no tenía y su esposo era anciano. Este niño creció y un día enfermó y sobre la rodilla de su madre estuvo sufriendo hasta morir. Ella entendió que allí, en sus rodillas, o “en sus fuerzas”, no estaba la fuente de su bendición y corrió a aquella habitación, que habían construido con una cama, una mesa, una silla y una lámpara y buscó al Hombre de Dios y se aferró a él hasta que un milagro sucediera. Sucedió, el niño resucitó.
He aquí un tremendo ejemplo para nosotros que a diario necesitamos un milagro, en nuestro hogar, finanzas, en nuestro matrimonio y en nuestras ciudades. En una habitación, un lugar privado y especial, para estar a solas con Dios, “Mas tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre… te recompensará” Mateo 6:6.
Allí estaban los 4 ingredientes que ayudaron a la mujer sunamita a obtener un milagro:
-Una cama: Un lugar que nos recuerda descansar en las manos de Dios, renunciando a nuestras fuerzas. “Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28.
-Una mesa: Para deleitarse en su presencia, donde hay plenitud de gozo aún a pesar de las pruebas. “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” Salmo 16:11.
-Una silla: Un lugar donde estar atento, callado y esperar la voz de Dios “… me presentaré delante de ti, y esperaré” Salmo 5:1-3.
-Una lámpara: La palabra de Dios, la luz que alumbra nuestro camino y que nos guía a la verdad. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” Salmo119:105.
Aférrate hoy a Dios, sé persistente en buscarlo y amarlo, busca un lugar donde estar con Él a solas, lleva la cama, la mesa, la silla y la lámpara y confía a tal punto de que si aún estuviere tu matrimonio muerto, tus cuentas en “cero″ y tu vida en fracaso, puedas proclamar “paz”, “todo bien”, como dijo la sunamita, porque su esperanza estaba en Dios y no en sus fuerzas.
“Un milagro hay para ti, un milagro de resurrección”. Un milagro en una habitación con una cama, una mesa, una silla y una lámpara. “Depositando en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes” 1 Pedro 5:7 - AAdeB

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