jueves, 11 de mayo de 2017

El cáncer de ovario representa el 6% de todos los cánceres de la mujer


A pesar del avance en el conocimiento del comportamiento clínico y biológico del cáncer de ovario y los nuevos sistemas de diagnóstico y tratamiento, sigue siendo uno de los tumores de origen ginecológico más enigmático, por su manera incierta de manifestarse, evolucionar y responder a las distintas terapéuticas aplicables. 
Constituye el 6% de todos los cánceres de la mujer y representa el 23% de las neoplasias malignas ginecológicas, con aproximadamente 21.880 casos diagnosticados cada año en los Estados Unidos. 
Para tener una mejor noción de la posibilidad que tiene una mujer de presentar esta enfermedad, podemos decir que el riesgo de tenerla durante toda la vida en quienes no presentan antecedentes familiares de cáncer de ovario, se calcula en 1.4%. Sin embargo, en aquellas con dos o más familiares de primer grado (mamá, abuela, hermana) con cáncer de ovario y/o antecedentes personales de otro tipo de cáncer como el de mama y endometrio, puede aumentarse hasta en un 50%, demostrando claramente la importancia de estos antecedentes. 

Cuándo se presenta y por qué
Su edad más frecuente de presentación está entre los 50 a 70 años; es decir, que es generalmente en la menopausia el momento de su aparición, no significando que no pueda desarrollarse en otro rango de edades. 
Su etiología es desconocida hasta el momento, existiendo estudios epidemiológicos que permiten enunciar causas relacionadas, entre los que se destacan factores reproductivos, farmacológicos, ambientales, estilo de vida, etc., no siendo ninguno de ellos concluyentes, ni mucho menos. 

Diagnóstico
Para poder hacer un diagnóstico oncológico precoz, cuando la enfermedad se está empezando a desarrollar, ésta debe tener algunas características como síntomas que la adviertan: periodos largos de desarrollo como, por ejemplo, el cáncer de colon o cuello uterino (dándonos tiempo para diagnosticarlos), marcadores biológicos; es decir, sustancias en la circulación que nos adviertan la presencia del tumor o imágenes como ecografía, tomografía computada, etc., que nos haga sospechar su presencia. Nada de esto ocurre con el ovario en el comienzo de su desarrollo, por lo tanto el diagnóstico precoz se hace por casualidad más que por un estudio organizado dirigido a ese fin. 
Así como el Papanicolaou nos advierte la posibilidad del desarrollo de un cáncer de cuello muchos años antes de que se desarrolle, al igual que la videocolonoscopia para el colon o recto, el cáncer de ovario se desarrolla en pocos meses, sacándonos esta valiosa posibilidad de la precocidad de su diagnóstico. 
Sus síntomas son muy inespecíficos, como náuseas, dispepsias, diarreas o constipación, distención abdominal, etc., siendo difícil de relacionarlos con patología del ovario. 
No obstante estas características generales, aproximadamente entre 5-10% de los cánceres de ovario son de origen familiar, identificándose el riesgo más alto en las mujeres que tienen dos o más familiares de primer grado con cáncer de ovario, con una posibilidad de 25-50% de desarrollar un cáncer de ovario a lo largo de su vida. 

Prevención
El desafío de la prevención incentivó la investigación genética para diagnosticar las aberraciones y mutaciones de dos tipos de genes BRCA1 y BRCA2. Las mujeres portadoras del gen BRCA1 tienen un 45% de riesgo de por vida de desarrollar la enfermedad. 
Las mujeres con riesgo de historia familiar o con sospecha de síndrome hereditario de cáncer de ovario deben ser referidas a un consejero genético para el examen de las pruebas para las mutaciones BRCA1 y BRCA2. También se debe considerar la posibilidad de remitir a las mujeres judías Askenazi con un familiar con cáncer de mama sólo, antes de los 50 años o con cáncer de ovario. 
Las medidas preventivas para el cáncer de ovario en las mujeres con síndromes hereditarios de cáncer de ovario son desde el uso de anticonceptivos orales hasta llegar a la extirpación de las trompas y los ovarios a partir de los 40 años y luego de completado el planeamiento familiar. Todos estos consejos deben ser dados por especialistas en oncología genética, oncológica clínica y en oncología ginecológica, los cuales se desempeñan como unidad en institutos especializados en oncología. 

Enfermedad silenciosa
Podemos decir que es una enfermedad silenciosa, de comienzo asintomático, de baja incidencia y muy rápida evolución, teniendo muy pocos casos la advertencia de factores hereditarios o genéticos, motivo por el cual una vez diagnosticada debe ser tratada muy rápidamente. A diferencia de la mayoría de las otras localizaciones, el cáncer de ovario se desarrolla con rapidez y se extiende a la zona del abdomen y la pelvis, en especial al revestimiento peritoneal. Así como la piel que recubre nuestra superficie externa, el peritoneo hace lo mismo con la superficie interna de nuestra cavidad abdominal y pelviana. De esta forma puede haber casos que estén circunscritos a uno o varios lugares e incluso que se extienda de manera difusa. 
No todos los casos responden a sustancias quimioterápicas de igual manera, ya que existen distintos tipos de tumores con sus diferentes grados de agresividad, desde los más benévolos hasta los más agresivos, además de características biomoleculares y genéticas que abren un amplio abanico de posibilidades terapéuticas tanto para los casos de tumores primarios como en los que recaen. Además, es de mucha importancia no sólo que se aplique una terapéutica, sino la secuencia y los tiempos de su aplicación, los cuales no siempre deben ser acelerados ni muy lentos. 
Si bien no tenemos diagnóstico precoz, si tenemos un factor crucial en la favorable evolución de la enfermedad, y es el equipo tratante ya que como en muy pocos otros tumores la simbiosis del anatomopatólogo, imagenólogo, oncoginecólogo y el oncólogo clínico, muy entrenados en esta patología está en relación con el verdadero hecho de la posibilidad de vivir más y mejor.

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